Opinión
Porque Kutxi amaba la vida fue valiente, luchadora y disfrutona
Desde que el sábado 18 de octubre supimos que Kutxi había muerto nos hemos ido encontrando gente amiga y querida suya y, como si de un ritual se tratara, siempre ha sucedido lo mismo: pasamos de las lágrimas y los abrazos cargados de dolor a partirnos de la risa compartiendo alguna de las mil anécdotas y divertidas e ingeniosas ocurrencias protagonizadas por ella. Kutxi, Felisa Echegoyen, era una mujer rebelde, luchadora por la defensa de una vida digna para todas, todos y todes, que se enfrentó a la muerte con la misma libertad, generosidad y dignidad con la que disfrutó su vida.
No había tenido problemas serios de salud hasta hace pocos años salvo alguna costilla rota en Sanfermines o al enfrentarse a un facha en su barrio. Más tarde empezaron a complicarse las cosas. Consiguió una remisión completa del linfoma que le diagnosticaron hace dos años, pero el dolor de sus maltrechas vértebras que, pese a las operaciones, le acompañaban desde hacía tiempo se había hecho crónico, y sufría. Ahí empezó otro dolor casi tan difícil de combatir como el físico, el que le iba mermando una vida en la que no se reconocía.
En los últimos días expresaba su desesperación: “¡Es que no he podido ir ni a la manifestación de Palestina!”. Aunque lo intentó
En los últimos meses dejó de poder jugar con sus nietos, viajar con su gente amiga del grupo ‘club de vacaciones’, disfrutar todo lo que hubiera querido con los y las amigas. No podía participar en las luchas como ella creía que debía hacer, ni en las manifestaciones, en los actos, ni asistir a las reuniones de La Comuna, ni leer porque le pesaban los libros. En los últimos días expresaba su desesperación: “¡Es que no he podido ir ni a la manifestación de Palestina!”. Aunque lo intentó.
Y así la vida dejó de tener sentido para ella. “Me voy feliz y ligera de equipaje hacia un destino desconocido pero liberador. El dolor que me ha estado produciendo mi enfermedad es insoportable. No tengo vida ni perspectiva de ello en el futuro, pero si tengo la cabeza todavía en su sitio para decidir libremente sobre lo que es mejor (…) y quiero que celebréis en mi nombre que por fin habré vencido al dolor”. Esto escribió en la carta que me hizo llegar.
Ella apareció con Almudena, Robert y el equipo del documental ‘El silencio de otros’, en el que fue una de las protagonistas, recogiendo el Goya en 2019
Quizás quienes estéis leyendo estas notas no la situéis. Hablo de esa mujer menuda y aparentemente frágil que entrevistaron en programas de televisión, de radio y en documentales dando testimonio, con voz fuerte y cálida, de los motivos por los que luchaba contra la impunidad del franquismo, por la verdad, la justicia y la reparación, y por los que había presentado una querella contra sus torturadores. La que fue a donde hiciera falta para defender la lucha por los derechos humanos. La que apareció con Almudena, Robert y el equipo del documental ‘El silencio de otros’, en el que ella fue una de las protagonistas, recogiendo el Goya en 2019.
Kutxi era una luchadora de largo recorrido, de valores sólidos y fuertes convicciones políticas, cariñosa, generosa y solidaria hasta el infinito. Luchó contra la dictadura, por las libertades, por una democracia radical y una salida rupturista con la dictadura que lo garantizara. Entre 1971 y 1979 lo hizo desde la Liga Comunista Revolucionaria (LCR).
“Sólo me mantenían en pie los golpes que, a un lado y al otro iban equilibrando las porras sobre mi cuerpo” explicaba Kutxi, que resistió a las torturas de ‘Billy el Niño’
El 8 de octubre de 1974 la detuvieron en su casa de Madrid y durante los tres días que estuvo en la Dirección General de Seguridad (DGS) la torturaron. “Sólo me mantenían en pie los golpes que, a un lado y al otro iban equilibrando las porras sobre mi cuerpo” explicaba Kutxi. Y resistió a las torturas de Antonio González Pacheco, alias ‘Billy el Niño’, el condecorado miembro de la Brigada Político Social del Régimen Franquista. Para mucha gente, como para ella, la DGS era, además, la antesala de la cárcel. Ella, junto con sus compañeras de sumario, y desde entonces amigas, Roser, Lucía y Lola salieron de allí para la prisión de Yeserías donde permaneció dos meses pendiente de juicio.
Participó muy activamente en el movimiento memorialista a través de La Comuna, la Asociación de presxs y represaliadxs por la dictadura franquista, de la que fue cofundadora en 2011 y a la que se sentía fuertemente vinculada. Denunció el pacto de silencio que conformó el Régimen del 78, la ley de Amnistía convertida en ley de punto final para los torturadores y el relato oficial de una transición que lejos de ser pacífica fue sangrienta.
Carlos Slepoy, Chato Galante y ella tenían esa sonrisa abierta y limpia de buena gente; con la convicción de que las causas justas se pueden conseguir y hay que pelearlas hasta el final
Para reclamar verdad, justicia reparación y garantías de no repetición se movilizó en apoyo a la causa de Salvador Puig Antich, de la denuncia de los fusilamientos del 27 de septiembre del 75, de los asesinatos del 3 de marzo de Vitoria en el 76, de la semana negra de Madrid en enero del 77, o del asesinato de German Rodríguez en Pamplona en el 78. Y ella misma presentó dos querellas contra sus torturadores. Primero en Argentina, en los juzgados de Buenos Aires en 2012. Más tarde, cuando la Coordinadora estatal de apoyo a la querella argentina contra crímenes del franquismo (CEAQUA) acuerda abrir la vía de la justicia española, presenta la demanda penal en el Estado español, junto con la de su amiga Angela Gutiérrez. Tanto en un país como en otro, de la mano del equipo jurídico de Ceaqua, las presenta “por torturas cometidas en un contexto de crímenes contra la humanidad”.
En su casa, Kutxi tenía junto con fotos suyas de pequeña, de sus queridos hijos Guille y Ainhoa, de sus nietecillos y de su hermana María Jesús, una con Carlos Slepoy y otra con Chato Galante. Hablando estos días con Natalia Slepoy acerca de ese cariño que se profesaban, caímos en la cuenta de que los tres tenían esa sonrisa abierta y limpia de buena gente; que los tres compartían esa seguridad que da la convicción de que las causas justas se pueden conseguir y hay que pelearlas hasta el final. Como hicieron.
Carli lo representa por su extraordinaria e incansable labor, como abogado, en el ejercicio de la acusación popular contra Videla, Adolfo Scilingo y Augusto Pinochet en aplicación de la justicia universal contra los delitos de lesa humanidad y, años después, al poner en marcha la querella argentina contra la dictadura franquista a la que como he señalado se adhirió Kutxi. A Chato le unía La Comuna donde ella encontró el lugar desde el que dar forma a lo que se tenía que hacer de forma colectiva “entre delincuentes” para denunciar la impunidad del franquismo. A Chato, además de La Comuna, le unía una amistad de años, desde que éste tuvo que escaparse del cuartel donde hacía ‘la mili’ para ser el padrino de su boda allá a inicios de los años 70 del siglo pasado.
Siempre volvió a Madrid, donde había nacido y donde era feliz recorriendo sus calles y sus bares. A Arganzuela, con su grupo de colegas que con tantísimo cariño la acompañaron
Kutxi pasó un par de años en Bilbao con Peque, tras salir de la cárcel, y muchos otros en Barcelona con sus hijos, Guille y Ainhoa, y con Richi. En ambas ciudades dejó mucha gente amiga. Pero siempre volvió a Madrid, donde había nacido y donde era feliz recorriendo sus calles y sus bares. Como lo era en su barrio, Arganzuela, con su grupo de colegas que con tantísimo cariño la acompañaron durante toda la enfermedad y con quienes compartió las asambleas del 15M, las huelgas feministas del 8M o las concentraciones por la sanidad pública. Con ella recordaríamos el EVA, La Ingobernable y recorreríamos el local de Los comunes de sus amigas y amigos anticapis, el de ‘ecolos’ y tantos otros. Nos iríamos a alguna fiesta en la que no dudaría en disfrazarse o a las de La Melonera, donde estuvo por última vez este septiembre.
Su hijo Guille compuso una canción dedicada a su madre en la que entre otras cosas le dice: “por tu espíritu libre siempre te guiaste, con un toque de locura y un corazón gigante nos enseñaste a vivir, a ser perseverantes” (…) “El futuro es brillante y aunque no estés aquí tu fuerza nos guía y nos ayuda a seguir”.
El 23 de enero nos encontraremos en el Ateneo La Maliciosa, que también consideraba su casa, para compartir su recuerdo, celebrar haberla conocido y agradecer la lección de vida que nos ha dado Kutxi, una mujer que porque amaba la vida fue valiente, luchadora y disfrutona.
Documental
Almudena Carracedo y el legado del Franquismo hoy
Almudena Carracedo es codirectora de El silencio de Otros, el documental sobre la lucha de las víctimas del franquismo por la justicia y reparación que está triunfando por todo el mundo y se estrenará en cines el próximo 16 de noviembre.
Historia
“Entrar a la Dirección General de Seguridad era entrar al infierno”
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