Opinión
Ochenta y nueve años del primer homenaje a Federico García Lorca, organizado por el POUM tras su asesinato

Un mes después del asesinato de Federico García Lorca, el POUM convirtió el Teatre Principal Palace de Barcelona en un espacio de memoria y resistencia. Paradójicamente, apenas un año después su propio líder Andreu Nin sería asesinado, trazando un paralelismo que refuerza la importancia de la memoria histórica.
POUM ritual funerario
Ritual funerario del POUM, en 1936. Fotografía: La revolución imposible: vida y muerte de Andreu Nin, Tusquets Editores S.A.
@francisrc93
12 sep 2025 07:07

El 12 de septiembre de 1936, apenas un mes después del asesinato de Federico García Lorca a manos de los golpistas, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) organizó en Barcelona un festival en su memoria. Celebrado en el Teatre Principal Palace de La Rambla, aquel acto, hace hoy ochenta y nueve años, trascendió el ámbito cultural: constituyó una afirmación de resistencia política, un canto colectivo contra la barbarie fascista y un reconocimiento a un poeta que ya se había convertido en un símbolo universal de la libertad.

El POUM y la cultura como arma de transformación

El POUM —partido fundado en 1935, fusión de las organizaciones marxistas Bloque Obrero y Campesino y Izquierda Comunista de España— concebía la cultura como un instrumento de transformación social y un arma pedagógica al servicio del proletariado, capaz de educar, concienciar y movilizar a las masas. En el contexto de la guerra civil española, el Teatro Principal Palace y otros espacios teatrales de Barcelona y alrededores se convirtieron en escenarios estratégicos para la difusión de las ideas revolucionarias.

POUM Barcelona ramblas
Café-restaurante Lyon d'Or. Parte baja de La Rambla de Barcelona. Fotografía: https://lavaix2003.blogspot.com/

El objetivo de estas iniciativas no era lucrativo: su propósito era garantizar empleo al personal del teatro y canalizar los ingresos hacia objetivos revolucionarios, como la asistencia a milicias o a familias afectadas por la guerra. Ramon Magre, exbloquista y colaborador de La Batalla, promovía una “revolución del espectáculo” inspirada en el modelo soviético, con la intención de transformar las artes en herramientas de educación y conciencia social, alejando al público de contenidos superficiales o burgueses. Según Magre, teatro, cine, literatura, pintura y música debían transmitir la intensidad de la guerra contemporánea mediante “palabras agudas y vibrantes que el teatro sabe recoger y difundir” (Impuls, núm. 3 [5-II-1937], p. 6).

Adquirido por el POUM en los primeros meses de la Guerra Civil, el Principal Palace se utilizó para representar obras comprometidas políticamente, como Dantón de Romain Rolland, así como para organizar festivales que articulaban la cultura con la militancia política y la educación de las masas (Foguet i Boreu, Francesc. 1994. POUM: Cultura i teatre a la rereguarda republicana (1936-1939).

Instrucción POUM
Instrucción militar en el frontón del Teatro Principal. Fotografía: https://lavaix2003.blogspot.com/

Antes del homenaje a Lorca, el POUM ya había impulsado iniciativas culturales con carácter pedagógico y crítico. En septiembre, en el Teatre Orfeó Gracienc, se presentó L’heroi de Rusiñol, una sátira antimilitarista acompañada de danza y piano, que denunciaba los intereses de las élites en la guerra. Posteriormente, en octubre, la compañía Renaixement escenificó La guerra estalla mañana de Gorkín en el Teatre Euterpe de Sabadell, mostrando la guerra como lucha de clases y cumpliendo una función pedagógica al exponer su dimensión social y política.

El homenaje a Federico García Lorca

El homenaje dedicado a Lorca se produjo el 12 de septiembre de 1936 a las cinco de la tarde. La programación combinó poesía, danza y música, con la participación del poeta Ángel Lázaro, el rapsoda Manuel Gómez, la bailarina Pilar Calvo —acompañada por el guitarrista Lluís Maravilla— y la Banda del POUM. La recaudación se destinó a “beneficio de los familiares de los caídos en el frente de lucha contra el fascismo”. Según Francesc Foguet i Boreu, aquel homenaje reflejaba tanto el prestigio que Lorca había alcanzado entre la militancia del POUM como la concepción del arte como instrumento de compromiso social y político.

POUM homenaje Lorca
Cartel del homenaje a García Lorca. Fotografía extraída del libro "The vanguardes. Surrealismo y revolución, 1914-1939", Base Editorial, Barcelona, 2008.

Lorca ya encarnaba esa visión: su obra y declaraciones públicas evidenciaban un compromiso con la justicia social. Cabe mencionar cómo en Romancero Gitano retrató la marginación y el sufrimiento de los perseguidos; en Poeta en Nueva York denunció la brutalidad del capitalismo y la deshumanización moderna. Sus piezas teatrales, con mujeres protagonistas de fuerte autonomía, cuestionaban estructuras conservadoras, patriarcales y católicas. Además, su activismo cultural con La Barraca y su oposición al fascismo y al nazismo lo situaban al lado de quienes defendían al proletariado, un compromiso reforzado por la persecución que sufrió por su orientación sexual.

El homenaje al poeta granadino, considerado “una de las primeras víctimas del sadismo fascista”, evidenciaba el reconocimiento de su valor dentro de los círculos culturales poumistas: además de poeta, era visto como “un hombre de nuestro tiempo sensible a los dolores y a las inquietudes del proletariado”.

Lo más llamativo, visto con la perspectiva histórica, es cómo aquel acto de memoria y resistencia anticipa de manera trágica lo que ocurriría poco después. Uno de los máximos dirigentes del POUM, Andreu Nin, fue asesinado en plena Guerra Civil y su cuerpo desaparecido, siguiendo un destino similar al del poeta. El paralelismo es dolorosamente evidente: el partido rindió homenaje a una víctima de la barbarie, sin saber que su propia cúpula sufriría un final semejante, convirtiendo la memoria de Lorca en un presagio de la represión que se cerniría sobre ellos mismos.

Lorca y Nin: resonancias de compromiso y represión

Federico García Lorca defendió la justicia social a través de la poesía y el teatro, entendiendo la cultura como instrumento de emancipación:

“Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.”

Esta concepción de la cultura tiene un paralelo sorprendente en Andreu Nin, fundador del POUM:

“Yo quiero (…) que el espectáculo degradante de la España actual nos enrojezca de vergüenza el rostro, como si vibrara en él el látigo ignominioso, y que, por la dignidad ofendida, por nuestra vergüenza, emprendáis valientes, saciados de fe —que fe es lo que nos falta a los españoles—, la obra santa de la regeneración por la cultura. Vamos con el firme convencimiento de su eficacia, con la hermosa esperanza de su triunfo, y, no lo dudéis, triunfaremos.”

Andreu Nin, nacido en El Vendrell en 1892, fue una de las figuras más lúcidas y heterodoxas de la izquierda revolucionaria española. Maestro, traductor de Tolstói y Dostoievski, militante incansable, dedicó su vida a la revolución proletaria y a combatir la degeneración burocrática del comunismo bajo el estalinismo. Desde la fundación del POUM en 1935, encarnó la apuesta por una vía revolucionaria autónoma, enfrentada tanto al fascismo como a los dictados de Moscú.

Su compromiso tuvo un precio. Tras los sucesos de mayo de 1937, Nin fue perseguido por el PCE y agentes soviéticos, secuestrado el 16 de junio en la Rambla de Barcelona, torturado y asesinado en centros clandestinos de Valencia y Madrid. Su cuerpo, como el del poeta, jamás apareció.

El destino de Nin remite al de Lorca: detenido el 16 de agosto de 1936, el poeta fue fusilado y enterrado en una fosa aún desconocida. Dos fechas casi espejo, dos trayectorias distintas que convergen en un mismo final: asesinato político y desaparición. Ambos fueron víctimas de sistemas represores: Lorca bajo el franquismo, Nin bajo el aparato estalinista. Como dice Andreu Navarra, autor de La revolución imposible: vida y muerte de Andreu Nin, “Andreu Nin, por su muerte, es el Lorca catalán”.

Para los y las militantes del POUM, el poeta representaría en aquel momento una voz libre, comprometida y valiente, cuya creatividad estaba inseparablemente ligada al compromiso social. Además, como recuerda Ferran Aisa, los poumistas concebían el teatro y la cultura como instrumentos de educación y agitación revolucionaria, por lo que su homenaje de 1936 fue un reconocimiento al poeta, así como un gesto de solidaridad con todos los represaliados y las represaliadas.

Memoria histórica contra el olvido

La ausencia de los cuerpos de Nin y de Lorca enlaza con una herida colectiva que sigue abierta: la de las fosas comunes, los represaliados y represaliadas y las cunetas donde yacen miles de víctimas de la represión. Sus desapariciones son símbolos de una violencia que pretendió borrar toda disidencia política, cultural y social. Cada silencio en torno a sus muertes remite a la deuda pendiente con la memoria histórica: el derecho de las familias a recuperar a los suyos y de la sociedad a reconocer la magnitud de aquel crimen colectivo.

En este sentido, el homenaje que el POUM organizó el 12 de septiembre de 1936 en Barcelona cobra un valor singular. Apenas un mes después del asesinato de Lorca, siendo el primer homenaje en la historia que se hizo tras su muerte, la militancia poumista convirtió el teatro y la cultura en un espacio de resistencia, reivindicando al poeta como una de las primeras víctimas del fascismo y como una voz legítima de la cultura proletaria. Ese festival de poesía, danza y música fue, en cierto modo, un acto anticipado de memoria histórica: un recordatorio de que la cultura también podía alzarse contra el olvido y que la dignidad de los asesinados debía preservarse frente a la barbarie.

Poesía
Poeta en Nueva York, anticapitalismo en Lorca

Un día como hoy, en 1940, se publicó Poeta en Nueva York. En un fango de confusiones interiores, marcado por el desamor (homosexual) y en plena crisis vital, la feroz crítica al capitalismo y a la deshumanización de la sociedad moderna vertebran un poemario que, ochenta años después, sigue siendo considerado la obra culmen del poeta.

Contigo empezó todo
¿Dónde está Nin? Ni en Salamanca ni en Berlín
Andreu Nin, uno de los máximos exponentes del leninismo antiestalinista en España, fue asesinado en territorio republicano en junio de 1937.
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