Cuando el pasado mes de julio Javier Vilalta recibió una demanda de su exmujer reclamándole la nulidad matrimonial, lo último que esperaba era que el motivo estuviera relacionado con su orientación sexual. Se quedó perplejo: lleva una década divorciado de acuerdo mutuo y, además, seguía manteniendo buena relación con ella. No le dio importancia e incluso en ese momento no lo contó a nadie de su entorno puesto que tanto él, que ha estudiado derecho, como su propio abogado estaban convencidos de que se trataba de un error.
Pero la realidad fue otra. Tres meses después, el Juzgado de primera instancia número 9 de València ha condenado a Vilalta a indemnizar con 3.000 euros —1.000 euros por cada año casado— a su exmujer por haberle “ocultado deliberadamente” su homosexualidad. Paradójicamente, conoció la sentencia el pasado miércoles, 21 de octubre, el mismo día en que el papa Francisco mostró su apoyo a las uniones civiles entres homosexuales.
“El juicio ha sido vergonzoso y la sentencia una bofetada. Pero, más allá de la demanda y la sentencia, hay que recordar que estamos hablando de una persona con la que yo he tenido relación desde los 16 años hasta los 34”, indica el jurista y también activista de derechos humanos valenciano. Asimismo, Vilalta cuenta que él nunca le ha escondido su orientación sexual a su exmujer, ni cuando se casó, ni después. “Yo cuando me casé era heterosexual, esto quiero que quede muy claro. Así me sentía. A raíz de mi divorcio tuve dudas sobre mi personalidad y con un terapeuta descubrí que era bisexual. Y esto se lo conté a mi exmujer en el 2016”, aclara. Sin embargo, según expone su exmujer en la demanda, unos amigos en común le aseguraron en el 2019, durante una cena, que Vilalta siempre había sido homosexual, puesto que había mantenido relaciones con hombres antes y después de casarse. Eso movió a su exmujer a interponer la demanda alegando que si hubiera tenido conocimiento de esa información, no se hubiera casado. Por ello, le pedía una indemnización de 10.000 euros “por los daños económicos y morales”.
Lo que más preocupa a Vilalta de esta sentencia es que pueda sentar precedente y que muchas personas “tengan miedo ahora de salir del armario” después de haber tenido relaciones heterosexuales
Lo que más preocupa a Vilalta de esta sentencia es que pueda sentar precedente y que muchas personas “tengan miedo ahora de salir del armario” después de haber tenido relaciones heterosexuales. El jurista valenciano recuerda, además, que nadie está obligado a revelar su condición sexual a su pareja: “Vivimos en un estado aconfesional. Nadie está obligado a contarle su orientación sexual a su pareja si no quiere. Eso forma parte de derechos sagrados como son el derecho a la intimidad y a la privacidad”. Otro aspecto que inquieta a Vilalta es el hecho de que la justicia no contemple que la orientación sexual de cada persona evoluciona a lo largo de su vida. “Hay muchas evidencias sobre esto, como por ejemplo el informe Kinsey el cual deja muy claro que tu sexualidad se va formando desde que naces. Yo creía que esto ya estaba superado. La generación queer, de hecho, habla ya del sexo no binario”, subraya.
La bisexualidad: una orientación sexual invisible para la justicia
No obstante, ni en las páginas de la demanda, ni en las de la sentencia aparece la orientación sexual que el afectado declaró: la bisexualidad. “La bisexualidad está en un limbo. Hay una carencia de conocimiento y respeto hacia la diversidad e igualdad, especialmente de instituciones que son anacrónicas”, lamenta. Por eso, Vilalta ha decidido recurrir la sentencia y hacer público su caso para que “a nadie le vuelva a ocurrir”. “Yo no quiero ningún consuelo. Lo que quiero es que cada entrevista y denuncia mía, sirva para que esto no le pase a nadie más”, añade.
Mar Ortega, de la Federación Estatal LGTBI también coincide en que la bisexualidad es una de las orientaciones sexuales “más estigmatizadas” y “llena de mitos”. Para Ortega, esta concepción solo se cambiará si se deja de considerar a los niños y niñas automáticamente heterosexuales. “De pequeños, nos enseñan a buscar una novia o novio según nuestro sexo, porque la heterosexualidad es la norma. Si además, vives en un entorno rural y conservador esto se complica mucho más”, indica la vocal de Feminismo de la federación. “Tenemos leyes autonómicas trans y LGTBI muy avanzadas como la valenciana. No obstante, nuestro código civil es del siglo XIX y está totalmente desfasado”
Asimismo, Ortega asegura que el caso Vilalta sirve para poner en evidencia la contradicción en la que viven los derechos LGTBI. “Tenemos leyes autonómicas trans y LGTBI muy avanzadas como la valenciana. No obstante, nuestro código civil es del siglo XIX y está totalmente desfasado”, apunta. Y añade otro detalle que a su juicio es esclarecedor: el rechazo de gran parte de la judicatura a la diversidad sexual. Esto, bajo el punto de vista de Ortega, permite y legitima declaraciones y sentencias “que juzguen la sexualidad” de una persona.
Un código civil del siglo XIX
El ya conocido como ‘caso Vilalta’ no es único, ni mucho menos, aunque sí es el primero que se hace público. Porque Vilalta tiene claro que no quiere que nadie vuelva a pasar por un proceso judicial como el suyo. De hecho, el magistrado Joaquim Bosch, que también es portavoz territorial de Juezas y Jueces para la Democracia, recuerda que existe abundante jurisprudencia en este sentido: “Esta sentencia no es aislada, continua una línea jurisprudencial de muchos años. El problema es que equipara la homosexualidad con patologías físicas y mentales”.
Lo relevante para Bosch es que, con el testimonio de Vilalta, se abre un debate que hasta entonces era inexistente y afectaba a muchas personas. “El objetivo de la sentencia no es sancionar la homosexualidad sino declarar nulo el matrimonio. Ahora bien, la interpretación es discriminatoria”, afirma el magistrado.
El magistrado valenciano indica que el artículo 73.1 del código civil, al que se ha acogido la jueza de este caso, junto a la jurisprudencia existente, ha permitido fallar contra Vilalta: “Lo que dice este artículo es que un matrimonio no es válido si una persona se casa amenazada o drogada, por ejemplo. O que no se tenía un conocimiento de que tu pareja no podía tener hijos o con otras patologías... aquí es donde entra el tema de la homosexualidad, y esto es lo que empieza a ser ya discutible”, expone.
“La justicia entiende la homosexualidad bajo la biología, por lo que considera que si alguien es homosexual nunca podría tener una relación heterosexual, olvidando aquí la bisexualidad”, explica Joaquim Bosch
El origen de esta jurisprudencia, según Bosch, viene de unos tiempos en los que la homosexualidad sí que se podía juzgar puesto que era vista “como algo negativo y malo”. Otro factor que determina el sentido de estas sentencias para el magistrado es que se basa en teorías “ya superadas”. “La justicia entiende la homosexualidad bajo la biología, por lo que considera que si alguien es homosexual nunca podría tener una relación heterosexual, olvidando aquí la bisexualidad”, explica.
Para cambiar la tendencia en la que ha ido en los últimos años la jurisprudencia, se podría plantear la reforma del Código Civil, tal y como apunta el magistrado. Algo que Vilalta ya está estudiando. El recurso del afectado, de prosperar, también supondría un avance importante: “Los recursos son la vía más adecuada para que haya un cambio en la jurisprudencia. Pueden cambiar esta visión”, sostiene Bosch.