Humor
Pepa Plana: “El humor también se ha escrito en masculino”

El humor hecho por mujeres ha estado de actualidad en junio. Y no por la cantidad de cómicas que tenemos en nuestro país, y que nos hacen reír en programas de televisión, teatros, salas, podcasts, series o películas, sino por unas declaraciones machistas hechas por la directora y el gerente de una sala de monólogos en Madrid. Esa misma semana recibimos en Málaga la visita de la payasa catalana Pepa Plana, referente en este género desde hace casi treinta años.
Pepa Plana 01
Pepa Plana | Foto: Oriol Blanchar
La Poderío
3 jul 2021 05:00

Además de traer su espectáculo Voces que nos ves al Centro Cultural Provincial María Victoria Atencia, Pepa Plana estuvo reflexionando sobre humor con otras mujeres cómicas en el encuentro ‘Mujer, humor y escena’, organizado por Territorio Expansivo, un proyecto de mediación cultural en las artes escénicas que trabaja conjuntamente con la Diputación de Málaga en su programación del Centro Cultural Provincial MVA. No se nos ocurre mejor embajadora de la risa para hacer un repaso al panorama actual de la comedia en nuestro país.

En el humor no tenemos a tantos referentes femeninos como masculinos. ¿Dónde han estado hasta hace unos años las mujeres cómicas?
Las mujeres siempre hemos hecho humor, pero hemos estado relegadas a la esfera privada. Hacíamos humor lavando ropa en la fuente, con otras mujeres de nuestra familia, amigas o vecinas. Los hombres han hecho arte y las mujeres artesanía, pero sabemos que esto no es verdad.

Tradicionalmente las mujeres hemos sido el objeto de la risa: la gorda, la fea, la tonta. En el universo payaso, si el hombre se ponía enfermo, a la mujer se le permitía hacer el papel de lista, la carablanca. Augusta no. Las primeras augustas, como Annie Fratellini en París, iban vestidas de hombre para que no se notara.

Voces que no ves, el espectáculo con el te encuentras girando con tu compañía, ¿es un homenaje a las mujeres cómicas?
Con Voces que no ves queremos hacer un ejercicio de imaginación de lo que habrían hecho nuestras abuelas si hubiesen podido ser payasas. Somos dos payasas en escena, una augusta y otra carablanca, haciendo las llamadas “entradas clásicas” en versión femenina, ya que hasta ahora hemos estado acostumbrados a verlas representadas por payasos masculinos. Además de hacer reír al público con estos números clásicos, reivindicamos el papel de las mujeres sobre los escenarios.

Hace poco estuviste en Málaga en el festival Cirkorama que organiza la Delegación de Cultura de la Diputación de Málaga. Un día antes de tu espectáculo formaste parte de una acción de Territorio Expansivo llamada ‘Mujeres, escena y humor’ en el Centro Cultural María Victoria Atencia. ¿Qué tal fue?
Fue una experiencia muy especial. Durante tres horas trabajé con seis cómicas afincadas en Málaga: Virginia Muñoz Jabato, Maria José Parra, Yolanda Valle, Paqui Díaz, Susana Fernández y Susana Almahano. Cada una de ellas había invitado a una mujer que para ellas había sido clave en su carrera como cómica. Durante el taller me di cuenta de lo fácil y natural que para las no profesionales era desplegar su comicidad. Las profesionales tendían a proteger más a sus invitadas. Es algo que nos sale innato.

Para muchas de ellas tú habías sido un faro en sus carreras como payasas. ¿Nos faltan referentes en el humor hecho por mujeres?
Claro, es lógico que, por edad, llevo casi treinta años siendo payasa, muchas actrices que han empezado después vean en mí a una referente. En el mundo de las payasas faltan muchos referentes, pero yo siempre digo que hay que darle la vuelta y pensar que podemos construir la payasa que queramos ser.

Hay un humor femenino distinto a uno masculino porque hay unos códigos femeninos, unas épica, unos dramas, que emitimos desde nuestro satélite

¿Tiene el humor género? ¿Hay un humor masculino y un humor femenino?
En este juego de códigos, si consideramos que la risa es un código, y tú te ríes de lo que conoces y te reconoces, y además buscas tu esencia, para mí sí hay un humor femenino distinto a uno masculino. Porque hay unos códigos femeninos, unas épica, unos dramas, que emitimos desde nuestro satélite. Pero en el histórico, como en tantas otras cosas, se nos ha anulado nuestra capacidad. El humor también se ha escrito en masculino.

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Pepa Plana en ‘Paradís pintat’ | Foto: Roser Arques

Hasta hace unos años no se han empezado a cuestionar ciertos lugares comunes, presentes en el humor, que era heterosexual, machista, racista… ¿se están reapropiando las minorías que eran objeto de esos chistes del humor?
Nos hemos reído de lo que daba risa a todo el mundo. Cuando hablamos de todo el mundo sabemos que el universo es absolutamente masculino. Las mujeres hemos aceptado ese humor, porque a nadie le gusta sentirse excluida. Si no me río del chiste que hace reír a toda la sala soy la tonta que no se entera del chiste. Y hemos aprendido a reírnos de cosas que a priori no nos daba mucha risa… de universos con los que no nos identificábamos. Evidentemente somos cómicas, pero lo somos porque lo explicamos desde nuestro eje, desde nuestra verdad.

¿El humor es político?
Considero que cualquier disciplina artística tiene que ser política. A mí no me dice nada una representación artística que se quede solo en lo estético, en lo bonito. Creo que nuestro trabajo como artistas es trabajar sobre una historia y devolvérsela al público con nuestra mirada, con nuestra voz. Pero esto no significa que el humor solo sea un chiste o algo simple, que hace reír. El humor reflexiona sobre el tiempo que nos toca vivir

Además de artista, eres programadora y directora del Festival Internacional de Payasas de Andorra. ¿Cómo ha sido tu experiencia después de veinte años?
Antes de la crisis había festivales de teatro de mujeres, festivales de payasas… un montón de festivales asociados al género. Había dinero, pero era mentira. En la primera zozobra de la crisis todos estos espacios ganados cayeron. Habíamos construido en un suelo de fango. En el 2001 tenía 200.000 euros de presupuesto y contamos con 80 payasas de todo el mundo en la programación. Ahora tengo 20.000 euros. Por supuesto, no voy a traer a nadie sin pagarle por su trabajo. Así que tengo que adaptar mi programación a este presupuesto.

¿Nos cuesta más a las mujeres llegar también en el humor? ¿Se nos pone más trabas?
Siempre se nos exige más. Lo tenemos que hacer todo perfecto. Las mujeres tenemos que luchar entre nosotras mismas. Tenemos que hacer un triple salto mortal. Tu espectáculo tiene que ser la bomba, no, ¡la rebomba! Yo estoy convencida de que a los directores de un festival les gusto menos. Un director me puede tolerar, pero mi espectáculo no le parece tan gracioso porque mi universo es femenino. Entonces, cuando cambien las cuotas de poder, donde están las decisiones de programación, o sea la pasta, vamos a poder trabajar con normalidad.

Para mí la gran revolución de verdad, no solo como artistas que estamos preparadas y con espectáculos preciosos, llegará cuando cambien las pirámides de poder

¿Crees que hay paridad en las programaciones de salas y teatros?
En el tema humor, feminismo y teatralidad, es impensable que no haya presencia femenina en una programación. Pero, ¿miramos bien la cartelera? ¿Cuántos dramaturgos, cuántas dramaturgas? ¿Cuántas directoras, cuántos directores? Estamos muy lejos de alcanzar la paridad. ¿Luego miramos salas, espacios? Eso quiere decir sueldos. ¿En qué teatros están las mujeres? Para mí la gran revolución de verdad, no solo como artistas que estamos preparadas y con espectáculos preciosos, llegará cuando cambien las pirámides de poder. Cuando los sitios de poder y grandes salas sean paritarios con normalidad.

¿Qué payasas han sido importantes en tu carrera?
La primera vez que me puse la nariz de payasa fue en un taller con Ariane Mnouchkine del Theatre du Soleil. La primera payasa a la que vi fue Gardi Hutter. La profesora que más me enseñó y me empujó a ser payasa fue Virginia Imaz. Un referente en el humor para mí es Giuletta Masina.

¿Qué opinas de declaraciones como las de la directora de ‘La chocita del loro’ o las del gerente de esta misma sala?
Unas declaraciones desafortunadas y vergonzosas que reflejan como está la situación y que decepcionan doblemente. Es una muestra del machismo implícito en algunas mujeres en situación de poder.

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