Hostelería
¿Quién limpia tu airbnb? La otra cara del auge de apartamentos turísticos en Alicante

Solo en Alicante ciudad hay 33.000 pisos turísticos dados de alta. Mientras en la provincia el número de apartamentos turísticos no para de crecer, las encargadas de la limpieza de estos espacios ven sus derechos laborales menguados.
Trabajadora de la limpieza
Trabajadora de la limpieza Álvaro Minguito

En la página de turismo de la Generalitat Valenciana se pueden consultar la cantidad de pisos turísticos que están dados de alta en cada área del País Valencià. El informe que aparece seleccionando únicamente la ciudad de Alicante es de 87 páginas de extensión. Esto, en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) se traduce en más de 33.000 pisos turísticos dados de alta. Más del 11% de la totalidad de inmuebles de la ciudad. A estos datos falta añadirles las cifras de viviendas no legalizadas. Esta tendencia probablemente crecerá, dada la eliminación de la tasa turística por parte del nuevo gobierno de la Generalitat del PP con la ayuda de Vox. Una tasa que, por otra parte, nunca llegó a ponerse en marcha a pesar de estar aprobada en Les Corts.

Este 2023, los apartamentos turísticos de toda la provincia de Alicante cuadruplicaron en número de plazas a los hoteles. En cuestión de un año han ido aumentando un 4% hasta alcanzar el 66’7% de la ocupación, lo que supone un aumento del 179% en 10 años. Las cifras para los hoteles de Alicante siguen siendo positivas, llegando a obtener el 55’5% de la ocupación de toda la comunidad autónoma, a pesar de este cambio en la tendencia. Es decir, el turismo sigue siendo el motor principal de la Costa Blanca y la turistificación de Alicante sigue creciendo afianzando un liderazgo contraproducente.

Alicante provincia tiene el 297.133 plazas repartidas entre 61.359 apartamentos, frente a las 73.804 plazas de los 388 hoteles de la provincia. El gasto de las personas que se alojan en los pisos ascendió a 1’1 millones en el verano de 2022 según la Asociación de Empresas de Apartamentos Turísticos, el INE y el Fondo Nacional de Turismo. La lectura empresarial de todo esto anuncia que Alicante se muestra líder del sector vacacional a nivel autonómico y la humana se cuestiona a costa de qué y a quiénes llega esta riqueza. En otras palabras: ¿quién limpia tu AirBnB?

Derecho a la vivienda
La zona cero de la gentrificación en València

La gentrificación que sufren barrios del centro de la ciudad como Russafa y Ciutat Vella supone una violencia económica que amenaza y expulsa al vecindario de toda la vida y lo sustituye por nuevas clases sociales.

El presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos, Miguel Ángel Sotillos, asegura que le resulta “impensable una Comunidad sin vivienda de uso turístico” y argumentan que ellos no son responsables de la falta de alquileres asequibles. Desde el sector se suele argumentar que los alojamientos vacacionales son segundas viviendas de “pequeños propietarios” que la alquilan a lo largo de unos meses para luego disfrutarlas en sus vacaciones. Este discurso busca pasar por alto la idea del lucro económico con un tono que podría inducir a pensar que esas casas se destinan a incrementar la oferta del mercado inmobiliario en ausencia del propietario, y no tanto a especular con ello.

Sin embargo, el movimiento contra la turistificación de las ciudades defiende que esta situación es la consecuencia de la conversión de las ciudades costeras en parques temáticos para turistas, como ya sucedió en el barrio de Russafa de Valencia —entre otros—, donde la gentrificación expulsa al vecindario. El culmen de estas prácticas llegó con la postpandemia, donde los pisos turísticos se asentaron como opción de alojamiento y con ellos la regresión a los años 70 en condiciones laborales en las trabajadoras del sector de limpieza.

Las Kellys
Vuelta al turismo de los años 70 bajo la precariedad laboral del siglo XXI
El sector de la hostelería enfrenta una crisis económica sin precedentes en las últimas décadas. España, el segundo país del mundo que más turistas recibe, es uno de los más afectados por la crisis sanitaria.

Alicante es una ciudad pequeña que copia a sus primos mayores para no parecerlo. Si la gestión de la ciudad a nivel urbanístico es una reproducción a escala de Madrid, su gestión turística lo es de Málaga, que sufre un aumento constante de presión inmobiliaria y actualmente concentra el 50% de los pisos turísticos de Andalucía. El precio de sus viviendas y sus alquileres aumentan mientras el PIB y las Renta per Capita se desploma y más de la mitad de sus trabajadores no llegan al salario mileurista. Alicante sigue el mismo camino. No es casualidad que la revista Forbes las ponga como primera y segunda ciudad, respectivamente, en un reportaje sobre las 20 mejores ciudades del mundo para vivir si tienes los salarios de un jubilado de la Unión Europea, uno de los principales motivos del aumento del coste de la vivienda, por otro lado.

Mientras el alcalde de la ciudad, Luis Barcala (Partido Popular), devuelve 246.211’18 euros a la Generalitat Valenciana que se le concedieron para destinar a facilitar el acceso a la vivienda a personas en situaciones de vulnerabilidad, los propietarios de viviendas turísticas multiplican sus beneficios. Mientras Alicante se convierte en una ciudad que sufre el turismo 365 días al año, se transforma en un lugar hostil para el ciudadano, tal y como vienen denunciando colectivos sociales en la ciudad.

Urbanismo
Tala de árboles Alicante, la ciudad como descampado
El Ayuntamiento de la ciudad ha talado más de 2.000 árboles y 30.000 plantas en los dos últimos años.

Las limpiadoras de estos pisos es el sector más expuesto con dicha situación. A pesar de la lucha de Las Kellys contra la externalización, la desregularización, los contratos fijos discontinuos y la ausencia de convenios, las limpiadoras de pisos turísticos están sufriendo los mismos problemas por la falta de regularización de esta actividad. El Reglamento regulador del alojamiento turístico en el País Valencià aprobado en 2021 solo contempla la limpieza como una condición a la hora de que el inquilino ocupe la casa.

Yolanda García, portavoz de Las Kellys de Benidorm, considera que la limpieza de viviendas turísticas está sin regular. “Las chicas no cuentan con un convenio como el nuestro de camareras de pisos, sino de limpieza y edificios”, por lo que sus contratos cuentan con peores condiciones. A veces, dice, trabajar puede llegarles a costar dinero. Yolanda cuenta que ha llegado a ver anuncios de trabajo “que piden vehículo propio pero no dan respuesta de quién paga la gasolina” y que en ocasiones “tienen que llevarse las sábanas a su casa para lavarlas”. 

El miedo al despido y la necesidad de ingresar algo de dinero les obliga a seguir alimentando ese ciclo infinito que es limpiar lo que otros ensucian. “En la asociación todavía no contamos con ninguna compañera que se dedique al piso turístico”, lo que —valora la portavoz de las Kellys— representa la desprotección de las trabajadoras, algo que ya sucedía en los comienzos de dicha asociación. “Sabemos que las tienen sin contrato o en contratos por horas que luego no se cumplen ya que el tiempo de ir de una vivienda a otra no les cuenta como trabajo”.

Mientras la Consellera de Turismo, Nuria Montes, denuncia las viviendas turísticas por su “intrusismo laboral” alegando que atenta contra la actividad hotelera, parece no incidir en el hecho de que detrás de las cifras hay también otras cuestiones, obviando la situación de estas trabajadoras, en su mayoría inmigrantes que necesitan esos ingresos, como mínimo, hasta cumplir los tres años en el país para poder obtener un permiso de trabajo. Un ejemplo más de que la ciudad jamás está al servicio de quien la habita, sino todo lo contrario.

Una trabajadora del sector de la limpieza en apartamentos que prefiere mantener el anonimato explica, en este sentido, que “no hay un convenio aplicable, por lo que la única forma de respetar las condiciones es fijar horarios”, pero a la vez, argumenta, “en la limpieza del piso turístico no existen horarios fijos” porque cada día surgen cambios y entra y sale gente de los pisos.

A nivel legal, asegura, estando dadas de alta y cobrando lo que se exige “la empresa paga, por lo menos, 13 euros la hora por una trabajadora con seguridad social incluida” por lo que muchas empresas deciden tener a sus limpiadoras sin contrato y cobrando muy por debajo de 10 euros la horas. “Hay sitios que ofertan 12 euros la hora con el IVA incluido, así es imposible que se pague decentemente a las chicas”, expresa. 

Según el abogado laboralista Luis Mira Martinez, queda mucho que mejorar, ya que en ocasiones “están forzando a las limpiadoras a reducir sus jornadas laborales a un máximo de 12/16 horas y están intentando que las limpiadoras con antigüedad abandonen la empresa por voluntad propia. Lo que intentan es tener trabajadoras lo más precarias posibles y reducir su riesgo ante eventuales despidos”, asevera. Esto solo a nivel hotelero, porque con respecto a la situación de las limpiadoras a nivel de pisos turísticos, el experto asegura que “cada día es más habitual que se contrate de forma irregular y se pague en B”.

El problema de base, lamentan las trabajadoras, es el mismo: muchas son clase baja y tienen dificultades para dignificar sus condiciones laborales. Por otra parte está la gentrificación: el vecindario es progresivamente expulsado para sustituirlo por turistas y un comercio de grandes empresas y franquicias. Lo que deviene en la vuelta a la rueda de la precariedad de quienes la sostienen, y esperan ellas, a la continuación de la lucha. 

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