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Alicante es una ciudad con un clima muy cercano al desértico, aunque con variaciones en función de la zona de la provincia. Este verano se han superado los 40 grados y los inviernos siempre son suaves. Zonas del centro como Avenida de la Constitución, el paseo del puerto, Avenida de Orihuela, General Marvà, Federico Soto o Doctor Gadea están siendo desprovistas de árboles que ayuden a hacer de las altas temperaturas algo más soportables. Por eso, la decisión de reducir el arbolado por parte del Partido Popular —actual formación gobernante en Alicante con el apoyo de Vox—, y hacerlo además en una ciudad que este año ha sido la tercera con más muertes por calor, parece carecer de sentido.
Desde el año 2020, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, ha protagonizado la tala de más de 2.000 árboles y más de 30.000 plantas para acabar llamando a sus proyectos urbanísticos “corredores verdes”. El “compromiso ineludible con la sostenibilidad, con el entorno y las zonas verdes” del que se habla en los medios locales se ve totalmente en contradicho con la imagen actual de la ciudad, que va camino de convertirse en un descampado gris lleno de terrazas de establecimientos.
En el año 2022, junto a Equipo Europa, llevó a cabo la iniciativa 'Un árbol por Europa' plantando, literalmente, un árbol, mientras decía que Alicante es un entorno urbano “pero no incompatible con ir ampliando y apostando por las zonas verdes, de esparcimiento y utilización para todos”. Esta iniciativa para todos se llevó a cabo en el parque construido en el PAU 5, una zona plagada de urbanizaciones y negocios nuevos que constituyen uno de los proyectos más anti urbanistas de la ciudad, aunque no el primero.
A pesar de las cerca de 8.000 firmas, las melias se han trasladado de un lugar a otro con visibles signos de rotura de raíces dificultando su supervivencia
Precisamente, este tipo de iniciativas, como indica Jorge Dioni en La España de las piscinas, fueron y son creadas para evitar la participación ciudadana en el entorno y limitar la participación colectiva con una falsa sensación de seguridad y de nivel social alto. Y, como continúa el mismo autor en El malestar de las ciudades, esos entornos fuera de la ciudad son “síntoma de fenómenos urbanos como el turismo, los desahucios, alquiler, pequeño comercio, despilfarro en grandes obras, contaminación o privatización”. Supuestamente, las melias —uno de los árboles más comunes en Alicante— fueron trasladadas a Playa de San Juan porque se daban mejores condiciones y la falta de espacio en la Avenida de la Constitución afectaba directamente a su hidratación. A pesar de las cerca de 8.000 firmas, se ha procedido a trasladar con visibles signos de rotura de raíces dificultando su supervivencia.
La plataforma Salvem las Melias y la asociación vecinal Centro Tradicional de Alicante aseguran que se hablaba de “trasplante” cuando lo que en realidad se hizo fue talar las melias y colocar en esa zona “sin motivo alguno”. Insisten en que si las melias “estaban enfermas es porque no se cuidaban, pero no había que moverlas”. Ambos colectivos trabajan juntos para conseguir lo que en su día consiguió la asociación: salvar la vegetación de la ciudad, como en su momento se consiguió hacer con el ficus de la Plaza Gabriel Miró.
Las personas que integran estos colectivos forman parte de la gente que mantiene un contacto constante y genera redes de información y apoyo para luchar contra estas decisiones del Ayuntamiento o, por lo menos, que todo el mundo sea consciente de ellas. Ahora, a través de redes sociales y conversaciones constantes, se organizan para denunciar y mostrar a la ciudadanía la tala indiscriminada de árboles en zonas como el Parque Joan Fuster, donde se trasplantaron injustificadamente todos los ficus “contradiciendo el proyecto de renovación llevado a cabo por el propio Ayuntamiento y adjudicado a Aguas Municipalizadas de Alicante eliminando cientos de árboles en tres kilómetros a la redonda”.
Esta decisión no solo supone una incongruencia con el proyecto de obra, sino que se llevó a cabo un “trasplante deficiente” y un impacto negativo en la biodiversidad y los hábitats protegidos, aseguran las asociaciones, además de “en la calidad de vida y el medio ambiente urbano de la ciudad”. Todo esto demuestra “la falta de transparencia y cumplimiento legal” de la concejalía, que insisten los colectivos, prometió demostrar con documentos todas las decisiones que están tomando y se sigue esperando poder leer.
Para las asociaciones, hay una “falta de transparencia y cumplimiento legal” de la concejalía, que prometió argumentar con unos documentos que siguen esperando las decisiones que están tomando
Desde Salvem las Melias comparten la idea de ingenieros agrícolas como Inma Gascón y Óscar Martínez Gaitan de que el árbol tiene que estar integrado en los proyectos de obra pública porque no es “mobiliario inerte y hay que cambiar de paradigma, porque eso también implica evitar molestar a la fauna silvestre de la ciudad”.
En cualquier caso, estas obras no solamente afectan por la tala de árboles. La medida también afecta al vecindario, cuya accesibilidad a los portales de sus casas es muy complicada, y a los negocios locales, que también son inaccesibles y llevan todo el verano sin saber qué acabará antes, si las obras o su trabajo. Además, estos proyectos, supongan verdaderamente o no una mejora, solo están planteados para la zona centro; los barrios de la periferia figuran poco o nada en los planes del gobierno por el momento y las zonas verdes en barrios como Carolinas o Virgen del Remedio son inexistentes. Las únicas iniciativas que se llevan a cabo ahí son gracias a las asociaciones vecinales como el Sindicat de Barri de Carolinas.
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El Plan Director del Arbolado, elaborado por el biólogo especializado en arboricultura Josep Selga, puesto a disposición de la ciudadanía por parte de la oposición, deja claro que Alicante necesita más árboles. Que las palmeras son frecuentes en las zonas verdes, que se siguen colocando donde antes había árboles grandes que daban sombra y absorbían de verdad el CO2, disminuyendo las temperaturas y aumentando las zonas de sombra. Que Alicante tiene un déficit de árboles por habitante teniendo un árbol, que se puede considerar útil, por cada 7,7 habitantes siendo la cifra recomendada por la OMS un árbol por cada tres habitantes. Que barrios como Divina Pastora, San Gabriel, Tómbola, Carolinas o Rabasa están muy por debajo de Cabo de las Huertas, Vistahermosa o Albufereta.
Alicante tiene un déficit de árboles por habitante teniendo un árbol, que se puede considerar útil, por cada 7,7 habitantes siendo la cifra recomendada por la OMS un árbol por cada tres habitantes
Tanto el documento como la ciencia y el sentido común dicen que el verde urbano es un valor necesario para la habitabilidad de un municipio y la idea de ciudad está ligada con la de espacio público. Un plan que además resulta contradictorio con el de Zona de Bajas Emisiones (ZBE), en el que ya se han invertido 37 millones de euros. Un sector poblacional, así como la oposición política, denuncia la priorización por parte del consistorio al sector servicios, dejando la ciudad a merced del turismo y del consumismo en contra de una economía más sostenible demandada por los colectivos sociales de la ciudad.
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Por eso los movimientos vecinales tachan que es irónico que un gobierno que presume de plantar árboles “por Europa” ignore que las ciudades europeas que apuestan por la sostenibilidad buscan pasar de un jardín en una ciudad a una ciudad en un jardín, de igual forma que perciben frustrante que el camino de Alicante sea pasar de un jardín en una ciudad a una ciudad en un descampado. E insostenible que se hable de superávit, inversiones y cultura (de fiestas puntuales pero no en los espacios permanentes) si no sirve para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que habitan en ella. Parece contradictorio, dicen, que se hable de “una poda con cabeza” a través de campañas y que desde STV, la empresa que gestiona el verde, no se compruebe de verdad si el árbol tiene problemas de salud, por qué los tiene, si es problemático para el día a día de la ciudadanía o si necesita un nuevo lugar para crecer mejor.
Las vecinas de Salvem las Melias se dedican a comparar las imágenes del street view de antes de las obras con lo que se ve ahora en las calles. Sin tener todavía los datos dedicados a la supuesta reconversión de la ciudad, se cuenta ya con un gasto de 8.769.574,57 € en el programa de parques y jardines. Mientras, se siguen talando árboles beneficiosos para el peatón en lugar de podarse y sanearse zonas de tránsito constante, algo que no parece sorprender en una ciudad en la que se han organizado más campañas de Bono Comercio que árboles se han plantado o se han decidido no talar, lo que dificulta pensar en sostenibilidad u ocio al aire libre sin consumir. Si sales a la calle debes gastar, si vives en la calle tienes que desaparecer.
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En la Avenida de la Constitución había árboles como las melias que llevaban más de 30 años vivas dando sombra. Ahora, esa calle, es un desierto peatonalizado sin sombra pero con espacio amplio en el que la hostelería tenga una terraza amplia. Las medidas en materia de urbanismo del PP han sido: organizar una ZBE o ampliar aceras sin facilitar el transporte público, los carriles bici ni crear ambientes propicios para la ocupación de las calles.
En la Avenida de la Constitución había árboles como las melias que llevaban más de 30 años vivas dando sombra. Ahora esa calle es un desierto peatonalizado sin sombra pero con espacio amplio en el que la hostelería tenga una terraza amplia
Alicante tiene tres cosas, literalmente. Playas, palmeras y un equipo de fútbol. Todas ellas, lamentan quienes apuestan por otro urbanismo, están explotadas sin medida, sin sentido y al servicio de una ciudad turistificada y cansada. Ha dejado de ser una ciudad práctica y cada vez se tarda más en llegar a los sitios, no porque haya crecido, sino porque los caminos para recorrerla son más retorcidos. Parece que cuando Edmundo Bal llamó a Alicante la playa de Madrid no se equivocó; el PP de la ciudad de la Comunitat sigue el plan de desalojo en las calles de la gente que no quiera o pueda hacer consumo, tal y como se ha visto en medidas como la denominada “ordenanza de la vergüenza”.
El Partido Popular del consistorio alicantino vuelve a seguir los pasos de Madrid con una gestión misántropa, pareciendo asumir las contradicciones de presentarse a unas jornadas de sostenibilidad en unos coches que aparcan encima de la acera, donde antes había una zona habilitada para bicis y patinetes.
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Quienes hayan votado a estos y estas taladores de la naturaleza en sus múltiples variantes (arboles, arbustos, zonas verdes llenas de flores y sombras) para edificar y hormigonar, tienen una catadura digna y llena de ignorancia en la mayoría porque tanto magnate rebosante de 💰 no puede haber luego al resto los han engañado o tienen muy pocas luces y a los echos me remito, hay franquistas pero tantos No!! Dejen de ver la Telebasura y sean sensatos