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Flamenco
Antonio Manuel: “Al flamenco le hace falta un baño de modernidad en sus letras”
Antonio Manuel habla con la calma de alguien que sabe que es mejor no tener prisa si queremos comprender qué ocurre, escucha con el convencimiento de poder construir en común gracias a una conversación y mira con la atención de un poeta que quiere pasar al verso todo aquello que le rodea.
Dicen de Antonio Manuel que es una de las referencias intelectuales del andalucismo contemporáneo, él prefiere decir que aspira a ser una buena persona. Aunque explica desde una cierta humildad que los pueblos necesitan siempre vigías que les guíen hacia una luz que a veces está clara, pero a la que no sabemos cómo llegar. Aun así, reconoce que su acercamiento a las costumbres arraigadas a la tradición andaluza llegó tarde. Afirma entre risas que fue para él casi una traición llegar al flamenco tan tarde. “Yo provengo de una generación que fue abducida por una falsa modernidad que significaba rechazar todo lo que había existido anteriormente” y continúa “de un día para otro habíamos condenado a ser anticuados a gente como Carlos Cano, Triana o Lole y Manuel, que eran vanguardia y habían luchado por la libertad”.
En ese desembarco tardío al flamenco descubre que la modernidad, “la contemporaneidad” había traspasado a la música y el baile de este arte, pero relata que a las letras flamencas “le hacía aún falta ese baño de modernidad” y aporta que este desligue tiene mucho que ver con el origen de las propias letras. “Hay dos características a mi juicio, la primera es que al estar parida por el pueblo es anónima y la segunda es que es un proceso de excelencia donde solo se conservan las mejores, de generación en generación, las que tienen la capacidad de condensar la sensibilidad del sentido de la historia”. Sin embargo, recuerda que cuando el flamenco ha tenido que hacerlo ha sido un arma clara de rebeldía y enumera ejemplos como las letras de la II República, de la transición autonomista andaluza o la propia lírica de Juan Manuel Flores o Menese. “Estamos hablando de literatura flamenca, aunque con el tiempo yo creo que se han ido olvidando, así que desde la humildad quise acercar la poesía contemporánea de mi generación a estas pautas flamencas” cuenta.
Laura Vital, que acompaña en voz y cuerpo a Antonio Manuel en esta ocasión, reconoce que hacía mucha falta esta aportación. “El flamenco tiene letras maravillosas, históricas, que hoy siguen estando vigentes, pero hay algunas que ya se han quedado obsoletas, de repente me encuentro con “en el barrio de Triana/ no hay pluma ni tintero/ para escribirle a mi madre/ que hace tres años que no la veo” y yo pues tengo en mi casa tres teléfonos, un skype, hablo con ella todos los días… es necesario interpretar cosas con las que me sienta identificada”.
Me parece increíble que en nuestros libros de texto no se estudie la métrica de una seguiriya o de una soleá.
Y de esta conjunción de necesidades y sentires nace Daño (Utopía, 2020), de la influencia de Javier Egea, Pablo García Casado o la generación poética cordobesa de donde es originario Antonio Manuel, pero, sobre todo, de la necesidad de dignificar una lírica flamenca. “A mí me parece increíble que en nuestros libros de texto no se estudie la métrica de una seguiriya o de una soleá, cuando además de tener una métrica concreta y fría condensan en pocos versos un universo entero”, reclama dolorido Antonio Manuel. “La cepa del problema es que parece que no puede ser considerando culto algo que durante muchísimo tiempo se le ha asignado el origen gitano, el origen mestizo, el origen marginal y entonces claro que eso no puede ser digno de aparecer en la misma altura que otro tipo de arte” concluye.
¿Puedes dejar un corazón lleno de alfileres pero que al final sean honestos?
Sí, claro que hay alfileres honestos, pero duelen. El poemario comienza por seguiriyas porque creo que es el palo que más condensa el dolor en su estado más crudo. Una seguiriya duele por definición. Nada más que con la invocación al duende con el “titiriti”. Aunque realmente, lo que duele es tomar conciencia del daño que has podido provocar o del daño que te han causado inconscientemente. Hay un taranto al que Laura le ha puesto una música preciosa y que dice “la magnitud del dolor no la mide tanto quien daña sino quien lo sufre”, debemos reconocer esa conciencia del dolor, es la que nos humaniza, como si fuera un daño de ida y vuelta.
Una poesía jonda para saborearla al cante
Escribe Rocío Márquez en el zaguán -el prólogo para los menos vanguardistas- de Daño que “es poesía jonda con la suficiente flexibilidad para poder ser saboreada por cualquier alma cantaora” y es que este libro hace las suertes de un cancionero flamenco que versa sobre el dolor y que recorre su intensidad a través de palos flamencos troncales e incluso alguno inventado, como las Haykiriyas. Para Laura Vital, las letras que completan este poemario no solo recogen la métrica y una temática que encaja, sino que “hay un conocimiento muy profundo de la lírica flamenca, no es fácil escribir flamenco porque hay que adaptar perfectamente la situación rítmica del poema al cante y aquí se consigue” termina concisa.
Este poemario es un proceso a la inversa, unas letras escritas en papel antes de haber sido cantadas, para Antonio Manuel el flamenco es “precisamente la memoria que se ha mantenido en la garganta de quienes lo han cantado, probablemente la inmensa mayoría de estas letras se van a olvidar porque han nacido muertas, fíjate. La única posibilidad de que vivan es que las cante Laura, que tú las escuches y que alguien las vuelva a cantar hasta que llegue a alguien que no sepa quién fue el autor de lo que está cantando. Ahí está la grandeza verdaderamente del flamenco” confluye firme.
La portada de Daño, diseñada por Nieves Galiot, se nos presenta con pétalos y espinas, algo que nos recuerda la dualidad de la que nos habla Antonio Manuel, la balanza del que ama y del que sufre, esa zona secante desde donde se consigue salir de este estado de daño.
Esta soleá que refleja la preferencia de una soledad tóxica a una soledad más pura, un buen ejemplo para comprender el lugar desde el que se sitúa el autor. “Es un lugar de causa y consecuencia de algo, con diferencia es la zona más tóxica, pero es la que te empuja a salir de allí, donde si te acomodas, mueres y Daño es un poemario que está hecho para la sanación y para comprender que dañar es una situación cuántica que se da permanentemente en la vida” reflexiona Antonio Manuel.
Por aquí un trocito de la presentación de 'Daño', el poemario de @antoniomanuel__ , acompañado de la cantaora @LauraVital1.
— Lucía (@luciaragonluque) November 9, 2021
Tuve el placer de charlar y reflexionar con ambos sobre Andalucía, la poesía, las letras flamencas y el mar.
Muy pronto en @ElSalto_And pic.twitter.com/380cwOSYIE
Acabas de publicar un poemario en Andalucía, donde hacer cultura sigue siendo un poco doloroso.
Pienso que lo primero que hace falta es un ecosistema cultural andaluz que dignifique a todas esas propuestas culturales que sabemos que existen y creo que eso, afortunadamente, está cambiando. Hubo un tiempo donde producir andaluz era algo considerado anticuado y tiene mucho que ver con esa decisión tomada desde arriba, pero aceptada desde debajo de que los andaluces ya habían dejado de ser modernos y eso influye en todo. Se hacen películas de Isabel, del emperador Carlos, pero de Abderramán III todavía nadie ha hecho nada.
¿El desconocimiento que tiene la gente del flamenco está ligado un poco también al propio desconocimiento que tienen los andaluces sobre Andalucía?
Sin lugar a duda, son dos problemas que están íntimamente unidos. El mismo desconocimiento que tiene un estudiante de bachillerato que se enfrenta una selectividad donde le preguntan sobre Platón y Aristóteles pero no sobre Averroes o Maimónides. Nadie estudia ni en los colegios, ni en bachillerado, ni casi en la universidad que la expulsión de los moriscos, la prisión de los gitanos, está íntimamente ligado con el origen del flamenco y claro, si no conoces toda esa trascendencia histórica que es la que en realidad nos hace ser lo que somos y al final acabas creyéndote el cuento de que somos como somos consecuencia de una repoblación a finales del siglo XV… pues sí, eso es lo que explica el porqué desconocer el flamenco es desconocer Andalucía y viceversa.
Volviendo a la cultura, que me decías que está cambiando ¿Cómo crees que está recibiendo la propia Andalucía, quizás más adulta, que los jóvenes andaluces jueguen con los símbolos de una manera tan ligada al manejo y al juego con la simbología?
A mí me parece que en la década de los 70, por ejemplo, frente al nacionalcatolicismo era necesaria una contracultura. Sin embargo, en aquella época todo estaba por construir por aquí, la gente ni siquiera sabía los colores de la bandera de Andalucía. Ahora se realizan estas apuestas culturales desde un conocimiento previo que la generación de los 70 no tenía. Ahora se tiene más conciencia de lo que significa ser andaluz, se vuelve a romper ese muro que asociaba Andalucía con una propuesta antigua. Además, ser consciente no es solo una cuestión de identidad cultural, sino de saber que vives en la comunidad con más paro juvenil y femenino, con una gran desvertebración del territorio, donde estamos conociendo una desvertebración que no se conocía antes… y de esa doble vertiente de conocimiento se están dando cuenta los jóvenes. Esa nueva conciencia de un andalucismo cultural político y en este caso los adultos deberíamos escuchar más.
Antonio Manuel ha escrito un libro de poesía contemporánea que obedece al presente, pero que dialoga en contenido y continente con un pasado en el que se refleja y proyecta. Un glosario de letras flamencas, un poemario actual, un texto sobre el dolor, una aportación del presente al flamenco, ojalá Daño sea todo lo que sienta que pueda ser.
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No estoy de acuerdo. Las viejas letras del flamenco siempre estarán vigentes porque cuentan verdades como templos: "en el barrio de Triana/ no hay pluma ni tintero/ para escribirle a mi madre/ que hace tres años que no la veo", letra perfectamente entendible por el inmigrante que ha llegado en patera o que pierde la vida esperando a la nada en un campo de refugiados. Si tienes móvil, ordenador, tablet y puedes comprarte todo lo que anuncian por la tele, pues mejor para ti (o no), pero no todo el mundo está en esa tesitura, señor poeta del futuro.