Feminismos
‘La Madeja’ vuelve con ‘Duelos’, “un acercamiento necesario a las pérdidas para aprender a acompañarnos”

La revista feminista autogestionada presenta su número diez, después de más de tres años de parón, en un ejercicio donde abordar colectivamente el duelo, también el de su equipo editorial.
Presentación La Madeja Granada
Presentación del nº 10 de la Revista La Madeja en la Librería Bakakai de Granada Susana Sarrión

Nos duelen las pérdidas de seres queridos, porque se mueren, porque se alejan, porque nos hacen daño y somos nosotras quienes decidimos poner distancia. También la pérdida de nosotras mismas, de lo que somos o de lo que creíamos ser, de lo que anhelamos o soñamos algún día. A veces, incluso, perdemos la capacidad de imaginar un futuro… Es tanta la incertidumbre. Y no sólo la vivimos de forma individual, hay un contexto, unas coordenadas que son políticas. Lo vemos más claro estos días, en los que salimos de una experiencia colectiva de duelo buscando ansiosamente la ‘normalidad’ sin pararnos a pensar que el futuro distópico ya está aquí y que la única salida es colectiva, o todes o ninguna. Nos duele el dolor ajeno, que tantas veces queremos tapar porque no somos capaces de acompañarlo. Pero de eso se trata, de aprender a acompañarnos

[Editorial del número diez de la revista La Madeja]

El equipo de la revista feminista autogestionada La Madeja anda presentado en distintas ciudades españolas su último número, Duelos. Estuvieron en el espacio de La anónima, Sevilla, en un acto organizado por La Fuga Librerías, este viernes 3 de febrero en la Librería Bakakai de Granada y la presentarán el próximo 27 de febrero en la Librería Suburbia en Málaga. 

La revista no siempre fue monográfica, cuenta Celia García, la integrante andaluza del equipo editorial; la primera publicación, el número cero, tuvo secciones, algo que rápidamente rectificaron para tratar de alargar el recorrido de una revista anual autogestionada que, aunque defiende el copyleft y puedes descargar gratis, se financia con la venta. “Las secciones caducan, están apegadas a la actualidad y hacen que el número se agote muy pronto —y no la vendemos tan pronto— así que pensamos en hacer monográficos”. Alternan temas más trabajados por los feminismos: Cuerpos, Amores, Cuidados; con otros más abiertos o metafóricos: Paisajes, Transgresiones, Miedos, Fronteras, algo que les permite jugar; Celia señala que el de Amores ha sido el bestseller, su gran éxito, “Lo ha petado, lo editamos también en Argentina porque teníamos dos compañeras de allá y gustó mucho, hasta el punto de que salimos en la radio, y es que los amores no caducan”.

Cambalache, espacio de resistencia al capitalismo

Esta revista, espacio de escucha, vulnerabilidad, encuentro y aprendizaje colectivo gestado por un equipo editorial de siete mujeres, siete más una con la diseñadora gráfica, se imprime en Oviedo, en la Editorial Cambalache. El germen de esta editorial proviene del movimiento estudiantil de finales de los años 90 —“hartas de un modelo educativo que nos preparaba para insertarnos en el mercado sin hacer preguntas”— que decide organizarse, “en esta ciudad especialmente conservadora”, apunta Celia, para “hacer política a partir de prácticas concretas que pretenden transformar las relaciones sociales aquí y ahora”, explican en su web Cambalache. Parte de su actividad se centra en la producción, distribución y venta de libros como herramientas útiles para la transformación social. Se organiza principalmente a través de varias líneas de trabajo: agroecología, feminismo y migraciones; y cuenta con un grupo de consumo agroecológico.

“La Madeja nace en 2010, después de detectar el miedo a la exposición de un grupo feminista que tenía mucho que contar y que, a pesar de tener todos los recursos y el apoyo, no se lanzaba; y por fin, lo hicimos”, Celia García del equipo editorial de la revista.

Celia García explica que La Madeja nace en 2010, cuando el grupo de trabajo feminista de El Cambalache decide iniciar la aventura de publicar una revista feminista para dar y darse voz: “Detectamos el miedo a la exposición pública, a no hacerlo bien, al síndrome de la impostora de un grupo que tenía mucho que contar y que, a pesar de tener todos los recursos y el apoyo, no se lanzaba, y por fin, lo hicimos”. Ese año deciden crear La Madeja como un artefacto político con el que expresar cuestiones políticas, “porque así entendemos la escritura”, donde compartir saberes y preguntas, donde construir colectivamente una perspectiva feminista que contemplara la interseccionalidad con otras luchas. 

Lo hacen en un espacio de escritura que no partiera de registros académicos. “Nos dimos cuenta de que la producción del saber venía muy focalizada en el ámbito académico y pensamos que deberían darse más espacios para la producción en ese sentido”, explica Celia. Así, apuestan “por una escritura más encarnada”, partiendo de la premisa que lo personal es político y “compartir políticamente desde la experiencia puede ser muy transformador”. La Madeja publica textos cortos y aunque también invita a feministas que están en la academia, como Maria Dolores Juliano y Mari Luz Esteban, “que producen cosas que nos parecen súper interesantes y a las que supuso un reto escribir desde otro lugar, algo que aceptaron con gusto”, puntualiza Celia, ofrece un espacio abierto “a gente que no tenga tanta facilidad para llegar a la escritura”.

“En nuestra vida vamos solapando duelos que nos conforman, nos transforman y no se acaban de ir”, Celia García, de La Madeja

Este número de Duelos conecta con su propio proceso como proyecto editorial. En 2019 el equipo se reúne en Oviedo para abordar y tratar el efecto de distintos conflictos que habían surgido en su seno y decide parar su actividad. “En el encuentro pusimos los malestares sobre la mesa sin dañarnos y sin tener la sensación de que no se pueden gestionar las cosas de otra manera, decidimos dejarlo sabiendo que lo habíamos intentado hasta el final y que había sido un buen cierre. Aunque había dolor, no nos habíamos tratado mal”, cuenta Celia.

Después de tres años, alguien convocó un encuentro y, después de muchos más,decidimos seguir haciendo la revista pensando que en el hacer también podemos sanar, y además no habiendo dado la espalda al malestar ni a los conflictos”. Así nació Duelos, “nosotras como equipo editorial habíamos transitado un duelo y nos parecía más honesto exponerlo porque nos parece bien compartir las experiencias colectivas. Decidimos volver a ver qué pasa, desde el aprendizaje de cómo gestionarnos y eso enriquece el proyecto, aunque no pensemos todas lo mismo todo el tiempo”. 

Para Duelos, el equipo editorial pidió a mucha gente distinta que les contara o reflexionase sobre el tema,“para buscar palabras, dar lenguaje al duelo, hacer colectiva una experiencia para la que no nos preparan y se convierte en algo muy difícil de atravesar, que se evita porque contagia la pena”, señala Celia. 

“Duelos surge para buscar palabras, dar lenguaje al duelo, hacer colectiva una experiencia para la que no nos preparan y se convierte en algo muy difícil de atravesar, que se evita porque contagia la pena”, Celia García.

La reflexión colectiva abarca muchos duelos, no sólo el transitado por otras personas, también por nosotras mismas desde la pérdida en diferentes etapas de nuestra vida,  duelos por el planeta, por los animales, por los cuerpos. Como apunta Celia, “conecta con el discurso que nos obliga a ser felices, que nos impone qué vida es la deseable. Es un acercamiento necesario a la pérdida por distintos motivos, a las dolorosas por inesperadas y cómo transitarlas, y también de cuando no nos dejan morir y el derecho a una muerte digna.

La revista incluye códigos QR con materiales, libros, películas, etc, “algunos específicos para compartir con peques, herramientas con las que gestionar el duelo con gente pequeñita” y una lista de canciones creada de forma colectiva. María Ramos, terapeuta especializada en duelos, comparte consejos para el acompañamiento, “Acompañar es respetar lo que la otra persona necesita, igual en ese momento lo que mejor le viene es que dejes un táper en su puerta y no quiere ni verte; pero no desaparezcas, hazle sentir que estás cerca aunque no sea con tu presencia directa” resume Celia.

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