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Extrema derecha
Juan José Tamayo: “El odio no es algo natural e inevitable, es algo que se programa”
—Han entrado ustedes en esta internacional cristoneofascista— le soltó la diputada de ERC María Carvalho Dantas a la bancada de Vox el pasado 4 de febrero para escándalo de Iván Espinosa de los Monteros, que paró el debate en el Congreso.
Así entró el último libro de Juan José Tamayo, La Internacional del odio (Icaria, 2020) en el debate público, con un término acuñado por este teólogo que describe la alianza entre los movimientos religiosos y políticos que caracteriza a la extrema derecha de ambos lados del Atlántico.
En América: Estados Unidos, Brasil, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Chile, Colombia, Bolivia... En Europa: España, Italia, Francia, Polonia, Hungría, República Checa… El fantasma del fundamentalismo religioso y político con reminiscencias fascistas recorre el mundo con un programa y unas estrategias sospechosamente parecidas. Y no se trata ya de grupos marginales, como ocurría hace apenas cinco años, sino movimientos religiosos y políticos organizados y coordinados que marcan la agenda política, controlan gobiernos o tienen serias posibilidades de hacerlo en el corto plazo.
Todos ellos se construyen alrededor del odio, de la creación de enemigos a través del uso de las redes sociales y los medios de comunicación. Se trata de la “internacional del odio”, un movimiento mundial que ha revolucionado la derecha conservadora.
Ensayista y autor de más de 70 libros, las investigaciones de Tamayo abarcan desde las ciencias de la religión al feminismo, del fundamentalismo al diálogo con el islam, pasando por la teología de la liberación, de la que es un experto internacionalmente reconocido.
¿Cómo se cuenta todo lo que está pasando a alguien que no ha visto las noticias en los últimos años?
No es fácil explicar este fenómeno. Las concesiones al neoliberalismo, incluso desde la socialdemocracia europea, han marcado una agenda del capitalismo más salvaje del siglo XIX. Todo eso ha supuesto un incremento de la desigualdad y no ha logrado frenar el malestar de la ciudadanía. Y esa ciudadanía que se ha sentido frustrada y que no ha visto soluciones a sus problemas se ha lanzado a buscar respuestas en posiciones mucho más extremas. En buena medida ese neoliberalismo tan voraz ha quebrado la cohesión social.
En este momento, hay una especie de revival de la alianza entre la extrema derecha política y la extrema derecha religiosa representada por estos movimientos integristas y fundamentalistas. Y a eso me refiero cuando hablo de cristoneofascismo
En este despertar y ascenso desmesurado de la extrema derecha en la esfera política y religiosa ha tenido mucho que ver la figura de Steve Bannon, asesor de Donald Trump en los primeros meses. Bannon ejerció una función importantísima en reforzar los planteamientos políticos y las estrategias de todos los grupos de extrema derecha, Vox entre ellos, en sus viajes por América Latina y Europa.
Todo esto suena a algo ya vivido. ¿Se está repitiendo la historia?
No sé si se puede decir así, pero lo que sí es cierto es que se están reforzando y extremando los planteamientos de épocas anteriores, por ejemplo, la relación entre religión y fascismo. En la década de los 30, en pleno ascenso y protagonismo del nazismo en Alemania, hubo pactos, alianzas y acuerdos entre sectores jerárquicos de la iglesia evangélica y la iglesia católica con el nazismo. En este momento, hay una especie de revival de la alianza entre la extrema derecha política y la extrema derecha religiosa representada por estos movimientos integristas y fundamentalistas. Y a eso me refiero cuando hablo de cristoneofascismo.
El fenómeno del cristofascismo, que es como llama Dorothee Sölle a esta alianza de la religión con el nazismo se reprodujo en España, con otras características, en el nacionalcatolicismo. La iglesia católica española recibió todo tipo de privilegios económicos, educativos, fiscales, culturales, incluso militares, a condición de que legitime la dictadura franquista, con lo que ello suponía en aquel momento: la ejecución de un cuarto de millón de disidentes, la represión y el rechazo de los derechos humanos, el encarcelamiento de los dirigentes políticos de la oposición. Todo fue legitimado y consolidado a través del concordato de 1953 entre la Santa Sede y el Estado español.
¿Qué es realmente esta “internacional cristoneofascista” de la que hablas? ¿Está organizada?
No es una organización coordinada a través de una declaración escrita, porque eso cantaría demasiado. Sin embargo, sí existe una alianza, una coordinación de estos grupos y colectivos. De eso ya se encargó Bannon, de poner en contacto a todos estos movimientos. Si te fijas, comprobarás que la ideología, las prácticas, los discursos, las estrategias son idénticas tanto en los grupos de la extrema derecha política como en los movimientos cristianos integristas.
¿Cuál es el papel de las grandes organizaciones cristianas multinacionales?
Hay que distinguir entre las distintas organizaciones ultracristianas de Estados Unidos y América Latina, de una parte, y de Europa, por otra, por la diferente confesionalidad de los continentes. En el caso de Estados Unidos y América Latina, el peso más fuerte del fundamentalismo cristiano lo tienen los movimientos evangélicos. Pero cuidado, no se puede hablar de evangélicos de una manera uniforme, porque también hay un movimiento evangélico muy potente en Estados Unidos contra Donald Trump y en diversos países latinoamericanos contra presidentes extremistas, como Iván Duque, en Colombia, o Sebastián Piñera, en Chile, que cuentan con el apoyo de una parte de los sectores evangélicos más reaccionarios. En Europa, el peso de ese integrismo es de los sectores católicos, sobre todo en parte sur, en España, Portugal o Italia, donde la mayoría tradicional religiosa es la católica, pero independientemente de que en unos ámbitos geoculturales y geopolíticos los católicos o los protestantes tengan más protagonismo en estos movimientos integristas, todos estos están perfectamente coaligados.
En la medida en que la Teología de la Liberación ha perdido peso y relevancia social y política en la esfera pública lo han aprovechado estos movimientos integristas, los movimientos evangélicos
¿Cómo se explica el ascenso de estos grupos de extrema derecha evangélica en una región, América Latina, donde tanto poder han tenido las iglesias de base?
En América Latina, han avanzado estos movimientos integristas cuando la Teología de la Liberación ha perdido peso. Está claro que hay una relación directa, de causa efecto. Durante 20 años, la Teología de la Liberación ha ejercido una función liberadora y ha puesto todo el potencial religioso cristiano en opciones progresistas, en gobiernos antiimperialistas, en una especie de pedagogía popular para vincular el cristianismo a los diferentes movimientos de liberación. En la medida en que la Teología de la Liberación ha perdido peso y relevancia social y política en la esfera pública lo han aprovechado estos movimientos integristas, los movimientos evangélicos. Unas iglesias, por cierto, que no tienen origen latinoamericano: todo el movimiento pentecostal y evangelio es algo importado de los EE UU, precisamente para combatir el cristianismo liberador, una ideología que procede del propio continente, una respuesta a las situación de pobreza, injusticia y de marginación.
Sin embargo, el evangelismo ha penetrado mucho en los sectores populares. ¿Qué ofrece el evangelismo? ¿Por qué es tan atractivo?
Porque parte de una teología que se llama Teología de la Prosperidad. Para estos sectores, dios es un gran empresario que ha creado el mundo, lo ha puesto al servicio de los seres humanos, y estos seres humanos tienen que gestionar el mundo, las riquezas y la naturaleza al modo de una gran empresa. Y el objetivo de la empresa es el enriquecimiento. Los evangelistas ofrecen esta Teología de la Prosperidad y encandilan a los sectores populares que se encuentran en una situación de pobreza extrema y de total miseria. Les dicen: “Si crees en dios, si sigues nuestras orientaciones, si practicas nuestros cultos, si asistes a nuestras celebraciones y te incorporas a este movimiento vas a llegar a un grado de prosperidad que es el que dios quiere”. Según esta teoría no hay incompatibilidad entre ser rico y ser cristiano, sino todo lo contrario, la riqueza es un signo y una expresión del reconocimiento por parte de dios.
Religión
Iglesias evangélicas, franquicias de fe neoliberal
Llegadas desde los EE UU en los años 70 del siglo pasado, el avance de las iglesias neopentecostales —también llamadas evangélicas— en América Latina en las últimas décadas parece imparable.
Es decir, estimulan el ascenso social individual frente a una lucha colectiva contra las injusticias...
Exactamente, esa es la clave, fomentar el planteamiento individualista para conseguir un ascenso en la esfera social frente al sentido comunitario de la fe. Hay que tener en cuenta que muchos de los grandes suburbios de las grandes ciudades de América Latina tienen una presencia muy importante de estos sectores evangélicos. ¿Qué se consigue con esto? Algo que políticamente es fundamental: allí donde la derecha o la extrema derecha política no puede llegar porque su planteamiento económico neoliberal no puede ser compartido por estos grupos, los movimientos evangélicos suplen y suman votos de ese entorno. Por eso es una operación política muy bien calculada.
La penetración de estos movimientos político-religiosos está siendo especialmente intensa en Centroamérica, precisamente donde más se había desarrollado la Teología de la Liberación. ¿Qué está pasando allí?
En El Salvador —gracias a la Universidad Centroamericana, de la que era rector Ignacio Ellacuría, uno de los jesuitas que fueron asesinados en 1989, y a las comunidad de base—, se generó todo un movimiento al servicio de los sectores populares y de los entornos más vulnerables que eran objeto de la agresión por parte de la oligarquía, de la iglesia oficial, del Gobierno, del Ejército y de los escuadrones de la muerte.
La Teología de la Liberación, promovida por Ellacuría, Jon Sobrino, entre otros, denunciaron esas situaciones y se colocaron del lado del pueblo. Ahora sucede todo lo contrario: el propio presidente, Nayib Bukele, cuenta con el apoyo y la legitimación de los importantísimos pastores de las iglesias más importantes, con influencia de los EE UU. Y este es capaz de dar un golpe de Estado porque el Parlamento se oponía a aprobar una ley que él exigía... Es un ejemplo clarísimo de cómo está cambiando todo el panorama político y religioso por la influencia de las iglesias evangélicas. El avance de estos nacionalismos populistas excluyentes —tres palabras inseparables— está consiguiendo un cambio radical en la esfera política de América Latina.
Lo mismo podríamos decir de Guatemala o de Honduras, dos países que tienen un crecimiento extraordinario de estos sectores evangélicos. O de Costa Rica, donde en las últimas elecciones, ganó en la primera vuelta el candidato del movimiento evangélico. En la segunda vuelta se coaligaron todas las fuerzas progresistas y sectores conservadores y consiguieron que no fuera presidente.
Todos estos movimientos tienen en común los discursos y las prácticas de odio. En concreto, contra lo que llaman la ideología de género, contra el feminismo, al que califican como cosa del diablo, contra los derechos sexuales y reproductivos, contra el matrimonio igualitario, contra el aborto, la eutanasia, los migrantes y los refugiados
¿Qué tienen en común todas estas experiencias tanto en el gobierno como en la oposición, tanto religiosos como políticos? ¿Cuál es el programa de esta internacional del odio?
Lo que tienen en común son los discursos y las prácticas de odio. En concreto, el discurso y la práctica de odio contra lo que llaman la ideología de género, contra el feminismo, al que califican como cosa del diablo, contra los derechos sexuales y reproductivos, contra el matrimonio igualitario, contra todo lo que tiene que ver con el comienzo y el final de la vida, la interrupción voluntaria del embarazo o la eutanasia, un rechazo a la homosexualidad, a la educación afectivo-sexual, un negacionismo del cambio climático y de la violencia de género... Por otra parte, ese odio y ese rechazo a los colectivos y refugiados inmigrantes. Aquí en España, en concreto, un odio a la población musulmana.
¿Por qué vende tanto el odio? ¿Por qué es tan útil recurrir a él?
[Suspiro] Es una pregunta difícil de contestar, porque lo que no se puede aceptar es que el odio es una actitud que pertenece a la naturaleza del ser humano. No es algo natural e inevitable. Se trata de algo que se incuba y se programa, y se fomenta a través de múltiples mecanismos, hasta el punto en el que se llega a normalizar. No sabría responder. Lo expresa muy bien Günther Anders, en su libro ‘La obsolescencia del odio’, cuando dice que el principio de Descartes “Pienso, luego existo” ha sido sustituido por “Odio, luego existo”. En ese sentido, ¿qué es el odio? Es esa autoafirmación y autoconstrucción a nivel colectivo por medio de la negación y la aniquilación del otro. De alguna manera, lo que hace el odio es eliminar a todas aquellas personas que consideras enemigas siguiendo esa oposición, esa dialéctica entre amigo y enemigo. Desde ese punto de vista, el odio es la mejor forma de empoderarte y convertirte en el único o en el dueño, una estrategia que es contraria a los principios del cristianismo, que dice que hay que amar a tu enemigo.
¿Cuál es la relación entre estos movimientos y las élites económicas?
Yo no sé si existe una relación orgánica entre ellos, pero como dice el Evangelio “por sus frutos los conoceréis”... Toda esa élite oligárquica, toda esta política ultraliberal y toda esa economía capitalista salvaje a la que hemos vuelto cuenta con el apoyo de todos estos movimientos. Es imposible que organizaciones religiosas integristas tuvieran tanto apoyo e influencia si no fuera por los medios de comunicación controlados por el neoliberalismo. Al mismo tiempo al capitalismo salvaje le viene muy bien esta legitimación por parte de los sectores conservadores.
¿Se está desinflando la internacional del odio tras la derrota de Trump?
No lo sé, todavía es pronto para conocer las repercusiones de la derrota de Trump o del impeachment que se está preparando en Brasil contra Bolsonaro. Trump ha perdido las elecciones, pero no ha desaparecido el trumpismo; Bolsonaro está siendo muy deslegitimado, pero todavía hay una parte muy importante de la población que está en esa órbita. El hecho de que Trump haya perdido las elecciones no significa que haya desaparecido su influencia en la esfera política religiosa internacional. ¿Muerto el perro se acabó la rabia? Pues yo creo que no. Esa rabia está muy consolidada en la ciudadanía mundial.
El covid ha reforzado el criptoneofascismo porque para amplios sectores supone un fracaso de la política y una derrota de la ciencia. Los dirigentes de las iglesias de Brasil afirman que contra el coronavirus, solo queda la coronafé
¿La crisis del covid ha fortalecido a esta internacional del odio o, al contrario, ha servido para evidenciar sus carencias?
El covid ha reforzado el criptoneofascismo porque para amplios sectores supone un fracaso de la política y una derrota de la ciencia. Los dirigentes de las iglesias de Brasil afirman que contra el coronavirus, solo queda la coronafé... El propio Matteo Salvini en los mítines que daba en campaña electoral ya decía que no confiaba en la ciencia y que había que recurrir a la propia religión. Estas situaciones dramáticas, sobre todo las que siembran la muerte de manera tan extendida, sirven para reforzar y reafirmar los planteamiento ultraconservadores del cristianismo, la tendencia al milagrismo...
Una especie de milenarismo...
Sí, efectivamente. Lo mismo sucedió en la época de la depresión de 1929 en EE UU. ¿Qué hicieron los fundamentalistas? En vez de hacer un análisis político y económico de las causas que desembocaron en la depresión hicieron una lectura apocalíptica y dijeron que estábamos al comienzo de la aparición del anticristo.
Todo este auge de la extrema derecha religiosa coincide con el papado de Francisco, que parece estar bastante lejos de todo esto. ¿Qué está pasando en el Vaticano? ¿Cómo se explica que haya salido un Papa que no parece reflejar lo que piensa la Iglesia?
Posiblemente porque en este caso el Espíritu Santo no se ha equivocado. Fueron 33 años de pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que yo llamo de la Edad de Hierro de la Iglesia Católica, con ese integrismo político, con esa condena de la modernidad. Ese modelo ya estaba completamente agotado, no tenía ninguna salida. Ese agotamiento llevó a los cardenales que eligieron al Papa Francisco a decirse por un cambio para no perder los pocos fieles que quedan en la Iglesia.
Pero la propia curia romana está arrepentida en buena medida de esta elección y allí es donde el Papa tiene a sus más fuertes y serios adversarios. Estos planteamientos de reforma interna de la iglesia, de crítica y denuncia del neoliberalismo han generado el rechazo de un amplísimo sector del episcopado mundial y de estos movimientos ultraconservadores.
A mí me parece que en España hemos sido demasiado alegres al considerar que con la transición desapareció el nacionalcatolicismo. No es verdad. El nacionalcatolicismo sigue vivo y activo.
¿Y en el caso de la Iglesia en España?
A mí me parece que en España hemos sido demasiado alegres al considerar que con la transición desapareció el nacionalcatolicismo. No es verdad. El nacionalcatolicismo sigue vivo y activo.
Hay una herencia que viene de lejos, que es esta alianza entre el trono y el altar, y la Iglesia nunca se ha sentido cómoda y a gusto con los modelos democráticos. No lo estuvo con la República y fue uno de los factores más desestabilizadores, y siempre se ha sentido mucho más cómoda y mucho más cercana a los Gobierno autoritarios y a los gobiernos militares. Ahora mismo la jerarquía católica en su mayoría no se siente a gusto en la democracia.
Parece que ahora hay una línea directa entre los discursos de odio de la iglesia y Vox.
Sobre todo en las cuestiones que tienen que ver con la sexualidad, con el matrimonio igualitario, con el principio y el final de la vida... ahí sí que la alianza es total. Cada vez que en los mítines Salvini hacía una apelación al rosario, al crucifijo o a las estampas de la Santísima Virgen María automáticamente la Conferencia Episcopal italiana se posicionaba en contra y le decía que se estaba apropiando y manipulando la religión. Todavía hoy en España no he escuchado una sola condena, una sola crítica, ni siquiera un solo alejamiento de la jerarquía católica con respecto a los planteamientos y posicionamientos de Vox, Hazte Oír y de todas estas organizaciones ultracatólicas.
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Hay un matiz importante: Pablo Hasel está encarcelado porque nunca tuvo poder. Los odiadores a los que se refiere el artículo son orgánicos al capitalismo. No solo tienen capacidad para subordinar mediante la intimidación, sino que disponen de los recursos necesarios para expandir su necroideología por toda la sociedad. Y resultan altamente atractivos. Díaz Ayuso tal vez represente la forma más acabada esta ideología nihilista. Ése impostado, o no, atolondramiento le permite excretar odio a las clases desposeídas víctimas de su ideología y al tiempo recoger sus adhesiones. Ésa misma ausencia en la que parece estar la hace aparecer narcisistamente cercana. Es como una superheroína destructora, una Joker nihilista atractiva por cuanto siniestra. Su personaje es la metáfora perfecta de nuestro tiempo, delirante, irreal, esterilizado de futuro.
Ayuda mutua.
Yo no diría que desprenden odio, salvo que tú lo quieras...yo lo llamo rebeldía, contestación...el significado de "muerte a los Borbones" lo entiendo no como una muerte física, si no una "destrucción" de esquemas políticos del Medievo...
Pablo Hasél se llevó 48 horas buscando la palabra "rebedia" en el diccionario y luego resulta que se confundió y no era un dicionario eran las páginas amarillas .🤣😂😅😁🇪🇸