Euskal Herria
Euskal Herria defiende el derecho colectivo a los cuidados en una huelga general feminista histórica

En Euskal Herria hoy se defiende el derecho colectivo a ser cuidada. El Movimiento Feminista decidió convocar una huelga general para defenderlo. Obtuvieron el sí de la mayoría sindical vasca —todas las centrales, a excepción de CC OO y UGT, que son minioritarias—. Obligaron a los sindicatos a posponer sus agendas y que todo el mes de noviembre lo dedicaran a defender la primera huelga feminista general de la historia. Mujeres y hombres están convocados. Y en la valoración del mediodía no han dudado en calificarla de “histórica”.
La huelga general feminista ha arrancado con piquetes informativos en los principales polígonos industriales. En la fábrica Michelin (Gasteiz), cuyo comité se ha adherido a la huelga, junto con otros 1.500 comités de todo el territorio y todos los sectores, la Ertzaintza ha detenido a dos mujeres. Les imputa un delito de desórdenes públicos. El atestado sigue abierto, informa el Departamento del Interior. Pasadas las 10h, han sido puestas en libertad. A primera hora de la tarde, cinco huelguistas han sido detenidas en Donostia tras encadenarse a la Diputación de Gipuzkoa.
A primera hora de la mañana, la acción se ha trasladado a la estación de autobuses de Bilbao, donde siete mujeres han sido identificadas por sentarse en la salida de la estación, bloqueando el paso de autobuses. Otra activista ha sido identificada, con intención de ser sancionada, en la Subdelegación del Gobierno (en la plaza Moyua), por pegar una pegatina en un poste de tráfico. Agentes de la Ertzaintza también les han arrancado una pancarta. En esta ciudad, cuatro piquetes han salido alrededor de las 7h desde cuatro puntos estratégicos: Juan de Garay, Enekuri, San Mamés y La Salve. Han colapsado el tráfico hasta las 10h.
En Donosti se contabilizan otras 12 identificaciones y una en Durango, donde todas las carreteras también han sido cortadas.


Euskal Herria
Piquetes, acciones y manifestaciones: la huelga feminista general programa tres bloques de protestas
Euskal Herria
Piquetes, acciones y manifestaciones: la huelga feminista general programa tres bloques de protestas
10:30
Michelin, dos detenidas
El primer piquete informativo ha salido a las 4.30h para cubrir el cambio de turno de empresas como Michelin y Tubacex, cuyos comités de empresa se han adherido a la huelga. Ha sido en la planta de neumáticos donde la Ertzaintza ha detenido a dos mujeres por un presunto delito de desórdenes públicos. Pasadas las 10h, han sido puestas en libertad.
10:32
Durangaldea, carreteras cortadas
Los piquetes de Durangaldea se han dividido en cuatro bloques para tomar todas las carreteras de la zona. En Atxondo, ha sido el sindicato agrario quien ha tomado la iniciativa. Posteriormente, hacia las 10h, los piquetes se han desplazado a los centros comerciales de la salida del municipio, luego irán a las residencias de mayores. Antes del mediodía pasarán por los centros de salud y terminarán en el juzgado, con una kalejira.
10:41
Bilbao, tráfico colapsado
Érase una vez un rey al que le gustaba la cacería (y no se llamaba Juan Carlos, ni había sido reinstaurado al trono por el mismísimo Franco). Un día, una mujer mágica y sabia le hace embarcar en un viaje de reflexión sobre las consecuencias de sus actos. Así empieza el Cuento de un Rey Cazador, inventado por Ghaida, una niña síria de 12 años que entonces se encontraba en Grecia esperando su ubicación en el marco del plan de relocalización europeo y una de las muchas pequeñas autoras que contribuyeron para crear el libro Cuentos Viajeros.
Cuando me senté con Ghaida para jugar a inventar cuentos, al empezar el proyecto, nada podría haberme preparado para la aventura que tenía delante. Ghaida hablaba bien inglés, pero le faltaba algo de vocabulario. Así que, al no conocer la palabra en inglés para “cazador”, me explicó que el rey “le hacía a los animales del bosque lo que hace la policía a nosotros, cuando viene detrás nuestro y nos dispara”. Era el cuento por detrás del cuento: ella eligió que su protagonista fuera, no un héroe cubierto de justicia y razón, sino el perpetrador de una injusticia que se ve forzado por las circunstancias a ponerse en la piel de sus víctimas. Así, el rey aprende a empatizar con ellas y pasa a protegerles de otros cazadores en su reino.
El libro Cuentos Viajeros, que incluye ocho historias inventadas por niñas y niños refugiados de Siria y Kurdistán, nace en Grecia a partir de unas ideas aparentemente sencillas: a través de talleres, los pequeños inventaron sus propios cuentos de hadas, que fueron ilustrados y traducidos a diversas lenguas por 23 personas de distintas partes del mundo. A los cuentos les acompaña una introducción y un epílogo, también en forma de cuento, para apoyar a los adultos que quieran hablar con sus pequeños lectores sobre lo que está pasando en Grecia. Está disponible en castellano, catalán, euskera, portugués, inglés, italiano, alemán, holandés y griego.
Queríamos romper con la narrativa dominante sobre personas refugiadas, que las retrata únicamente como víctimas o, incluso, como amenaza. Lejos de olvidar que son –sí– víctimas de la guerra y la persecución en sus países de origen, y de políticas discriminatorias en Europa, había que ir más allá y desafiar esa narrativa reductora y casi deshumanizadora. Porque las personas no nos definimos solo por las tragedias a las que hemos sobrevivido; además de los dolores que llevamos marcados en el alma, todos tenemos también una inmensa capacidad creativa, formas de ver el mundo, esperanzas y deseos.
La princesa Amira, su protagonista, no es una princesa común. Cuando el hada le dio a elegir un deseo, Amira decidió viajar por el mundo, conocer y aprender todo lo que pudiera.
A esta imagen reduccionista y colonialista, le desafían también el grupo de niñas y niños del campo de Oreokastro, en Tesalónica, que inventaron su cuento colectivamente en una asamblea improvisada. Empecé el taller con dos chicas, pero todos los pequeños que estaban alrededor quisieron participar. “Llama a Fatma! –decía uno–, a ella se le da bien inventar cosas!”. La Fatma llegó y completó el equipo: de pronto diez pares de ojos brillaban de ilusión dentro de la pequeña tienda donde vivía toda una familia. La princesa Amira, su protagonista, no es una princesa común. Cuando el hada le dio a elegir un deseo, Amira decidió viajar por el mundo, conocer y aprender todo lo que pudiera. Las pequeñas autoras debatieron largamente qué iba a querer la princesa. ¿Joyas?, ¿un vestido? ¿un príncipe quizá? Eran estereotipos, pero los estereotipos les aburrían. Amira nace en un siglo XXI en el que las mujeres queremos más, así que ella se lanza a la aventura. Después de mucho viajar, la princesa llega a Grecia, donde la frontera está cerrada. Amira decide, entonces, vivir junto a los refugiados que ahí esperan, pues encontró como migrante la felicidad que no tenía como princesa. Son los pequeños los que rebaten la visión colonialista: “¿Y por qué alguien que puede tenerlo todo no iba a querer ser como nosotras? Aquí también hay felicidad”.
Queríamos, además, fortalecer la cultura de solidaridad, más allá de una idea de caridad. La solidaridad que nace de ser capaz de realmente ver al otro, no solo como víctima pero como persona plena, niños como ellos; solidaridad como práctica cotidiana, como forma de vivir, como una inevitabilidad ética que surge del verse a sí mismo en el otro, pese a todas las diferencias que se suelen enfatizar entre un ‘nosotros’ y un ‘ellos’. Los cuentos son un diálogo directo entre niños-autores y niños-lectores, una ventana mágica dónde pueden encontrarse incluso a distancia.
Aunque los niños tenían espacio para decidir de forma autónoma que ideas querían desarrollar, el tema de la solidaridad es constante en el libro. Está ahí en la historia de la Niña en la Flor, que tras algunas desventuras es acogida en una nueva ciudad; también en el cuento de Jurab, el perrito que hablaba, que desarrolla todo su potencial una vez es acogido por dos amigos. O en el cuento que relata cómo tres conejitos que son adoptados por los dueños de un jardín de zanahorias aprenden que los problemas se pueden arreglar hablando con sinceridad y con el corazón abierto.
Los cuentos que inventaron no tienen un gran villano y un gran héroe. Muchos son historias de gente que demuestra su coraje enfrentándose a problemas casi cotidianos o a las dificultades de la vida
Los cuentos que inventaron no tienen un gran villano y un gran héroe. Muchos son historias de gente que demuestra su coraje enfrentándose a problemas casi cotidianos o a las dificultades de la vida. En este aspecto, revolucionan la estructura convencional de los cuentos infantiles, que dividen los personajes en buenos y malos y hacen triunfar al protagonista a través de la derrota de su enemigo. Nos recuerdan que en la vida, a menudo, a lo que hay que combatir es a nuestros propios miedos, inseguridades y bloqueos internos, y que ningún obstáculo es los bastante grande una vez abrazas, individual o colectivamente, tu propia fragilidad y la fuerza de tus sueños.
¿Quién diría, al final, que frente a una invasión alienígena, serían las gallinas del mundo las que expulsarían al invasor? Shahd, de 9 años, elige al que es quizá uno de los más vulnerables entre los animales como su protagonista, y hace de esa vulnerabilidad su mayor arma contra un enemigo intimidatorio. Su historia es un recuerdo poderoso de que hasta en las peores circunstancias encontramos héroes improbables. Como tanta gente que, con coraje y esperanza, enfrentó lo indecible para llegar a Grecia huyendo de la guerra. Como tanta gente creando proyectos solidarios imprescindibles en medio al caos de esta crisis humanitaria.
A los niños y niñas que participaron en el libro no les impusimos requisitos para sus invenciones. No tenían que encajarse en la estructura tradicional de los cuentos de hadas, y no lo hacen. Pero todas las niñas y niños han elegido darle a su historia un final feliz. Al largo del proceso, cada final feliz surgido de sus decisiones creativas fue un ejercicio radical de libertad que construimos y seguimos construyendo juntas. Este ejercicio se multiplica con las muchas personas que utilizan el libro en sus proyectos solidarios. Igualmente importante, el dinero recaudado a través de ls ventas de este libro servirá para financiar viviendas dignas para refugiados en Tesalónica. ¡Que poderosa es la imaginación como ejercicio de libertad colectiva!
Si te hace ilusión venir a Grecia ayudarnos a recuperar viviendas para familias refugiadas de forma voluntaria, contáctanos en travellingtalesbook@gmail.com.
11:02
Seguimiento amplio en la industria
La memoria y los cantes transmitidos de boca a oreja son la arcilla en la que Maria Arnal y Marcel Bagés hunden sus manos, gargantas, entrañas y cabezas para componer música. Con esa materia prima han dado forma a 45 cerebros y un corazón (Fina Estampa, 2017), su primer disco largo tras dos anticipos en formato más breve.
Con un título inspirado por los restos encontrados en una fosa común de represaliados por la dictadura franquista en La Pedraja (Burgos), es un disco que hurga en los silencios de las últimas ocho décadas hasta encontrar canciones que hablan del presente. Y que, además, suenan a hoy.
Sin atrapar a la primera, las escuchas acaban revelando las valiosas y numerosas capas de un trabajo en el que las canciones, bonitas a rabiar, se imponen sin remisión por el peso de dos argumentos irrefutables: la verdad y la belleza.
Nacida en Badalona hace treinta años, Arnal decidió probar lo de cantar durante una baja de larga duración por un accidente laboral. Aunque su madre siempre le recuerda que, antes de hablar, ya daba el cante.
13 de octubre de 2017, vaya momento para entrevistar desde Madrid a una cantante catalana.
Pues sí [risas]. Es un momentazo, aunque no sé si es peor hacerla hoy o el otro día, cuando la habíamos pactado y no pudo ser, justo antes de este desenlace épico.
¿Cómo ves todo lo que ha pasado en las últimas dos semanas?
Es bastante acertado llamarlo crisis territorial, es algo que viene de muy lejos y creo también que es una oportunidad que se abre a un proceso constituyente, a una república. Me ilusiona bastante. Es extraño que la manera por la que se llegue sea a través del independentismo, pero sí ha habido un antes y un después, al menos aquí en Catalunya. Muchísima gente que no es independentista ni nacionalista, como yo, se ha sumado a esta movilización porque ha visto que puede desembocar hacia un proceso constituyente.
Por otro lado, tiene sentido porque fueron 40 años de dictadura, 40 de transición y de democracia, y ahora hay este momento de crisis. Nuestro disco habla mucho de esto. “45 cerebros y un corazón” es una canción que conecta justamente todo esto. Claro que en el 78 se pactó y se redactó la Constitución con miedo a un golpe de Estado, con la emoción a flor de piel, con un trauma muy fuerte. Pero ahora mucha gente que no vivimos la guerra, pero heredamos el miedo, ya probamos con el 15M una experiencia muy transversal, muy potente, y esto creo que nos acerca a un lugar para imaginar otras realidades.
¿Crees que afectará a vuestra manera de hacer música?
Todo se ve afectado. El otro día me decían que los teatros han bajado algo la venta de entradas en Catalunya, a la espera de ver dónde va a parar esta historia. El 11 de octubre tocamos en Santander e íbamos pensando “hostia, a ver cómo va a ser”, porque tenemos un repertorio en catalán y un concepto crítico de nuestra realidad. Sin embargo, fue genial. Te das cuenta de que al tratar con la gente directamente es mucho más sencillo.
Una parte de lo que hacéis es entender la música como un archivo.
No. Lo que hacemos es trabajar a partir de archivos y fonotecas. Hemos hecho canciones a partir de grabaciones de campo que encontramos en internet. Claro que no entendemos la música como un archivo, la entendemos como algo vivo, que nos alimenta y que sirve para generar cosas maravillosas y potenciar emociones.
El resultado suena muy actual.
Sí, esto es importantísimo para nosotros. No tenemos ninguna intención de trabajar sobre la idea de museo, conservación o incluso de taxidermia. Hay muchos proyectos de ‘actualización’ de músicas antiguas, pero no nos sentimos conectados con esta visión. Pensamos más como si estas canciones fueran barro y nosotros le diéramos la forma que más nos sirve. Si necesitamos un vaso, haremos un vaso. Es decir, es entender que estas músicas nos pertenecen y con ellas podemos hacer lo que queramos, que seguramente es la misma relación que tenían con estas canciones quienes las grabaron. Es lo que nos puede servir de la tradición: nos la podemos apropiar para reaccionar ante nuestro presente.
¿Lo que hacéis tiene algo de la búsqueda de Alan Lomax o Violeta Parra?
Claro, hay una conexión de intereses. Lomax cantaba pero no tenía esa vocación de Violeta Parra, que escribía canciones maravillosas y se iba a grabar. Cuando empecé con esto y descubrí los archivos, también fui a grabar a gente. Incluso en su momento quería hacer un archivo, idea que luego desestimé. Fui, por ejemplo, a grabar a Pep Gimeno, ‘Botifarra’, un cantaor de Xátiva, Valencia, que para mí es un referente. Él se ha pasado toda su vida justamente recogiendo canciones de su zona. Algunas de las que cantamos las aprendimos de él, como el “Ball del vetlatori” o “Cant de batre”. Lo que he hecho es cambiar las letras.
Cuando tú escuchas las grabaciones de campo, no puedes tener la certeza de cuándo es esa canción, si se pasó de padres a hijos o si la persona se la inventó en ese momento, si era un campesino o un taxista madrileño cantando cinco minutos mientras se hacía un cigarro. Lo que sí sabes es que esa canción no la va a cantar nadie igual, porque esa persona la canta a su manera. Ese espacio de libertad que te dan esas músicas me interesa mucho. Esto es así también por el tipo de autoría, colectiva, que permite que puedas añadirle tus letras propias.
Habláis de trabajar con “canciones para acompañar la vida, el luto, el trabajo y la fiesta, que hablan de la música como una manera de formar una comunidad”. ¿Ese acompañar la vida es la función principal que ha de cumplir la música?
Para mí sí. Al menos, a mí sí me la satisface, sin duda. Y yo trabajo también desde esa intención.
Algunas comunidades negras en Nueva Orleans hacen de forma literal lo de acompañar el luto con música: la banda toca en el camino del féretro hasta el cementerio.
Sí, esto también se hacía aquí. No así, claro, cada cual a su manera, con sus músicas y su cultura de la tristeza. Precisamente, Botifarra explica que hasta los años 30 se solía celebrar el baile del velatorio, que consistía en un velatorio que se hacía cuando moría un niño menor de siete años y durante toda la noche se le cantaba y bailaba, con el cuerpo propio y con la voz. Se celebraba en el sentido de compartir esa pena enorme que se siente desde las herramientas que tienes y, al mismo tiempo, celebrar esa vida que has tenido la suerte de poder tener cerca.
Marcel y yo hemos tenido muertes familiares, muy cercanas, y para mí descubrir que había existido esta manera de relacionarse con la muerte, no desde el tabú o la vergüenza, fue muy impactante. De este ritual fúnebre nacieron formas de baile y de cante más folclóricas, como un fandango tradicional del que cogí algunas estrofas para crear una letra propia para la canción que hemos hecho. Sin duda, ese espacio para la música existe y puede ayudar mucho encontrar el cauce de la música en momentos en que la emoción se desborda.
En cuanto a formar comunidad, ¿cómo se hace mediante la música?
Uy, eso es una pregunta muy complicada y compleja. Cuando hacemos un directo, estamos con esa idea de compartir algo, que haya un vaivén de la emoción. Nos alimentamos de las reacciones que se generan, intentamos trabajar con una proximidad y sobre la idea de que lo que hacemos puede ser útil a la persona que nos escucha. Desde allí puede haber una conexión muy potente. También lo hacemos desde la posición de evitar ser unos virtuosos a quienes hay que adorar, para nada queremos esa idea del artista.
Para poder formar esa comunidad, ¿es imprescindible que la música se desvincule del capital, de la industria y volver a otros modos de relación?
Creo que podemos continuar viviendo en comunidad a pesar del capitalismo. De hecho, es más necesario. Pero el capital atraviesa nuestras vidas e intentar hacer reductos de pureza es muy naíf y muy difícil. Hay que encontrar la manera de estar donde quieres sin sentirte incómoda con las contradicciones que te atraviesan. O poder pensar y criticar desde ese espacio de incomodidad, con sus contradicciones. Lo he dicho muchas veces: la idea siempre es muy limpia y la realidad, muy sucia. La realidad está llena de mierda.
Defendéis la cultura libre, ¿en qué se concreta esa apuesta?
Trabajamos con licencias Creative Commons y el proyecto nació muy conectado con un colectivo pluridimensional, Compartir Dona Gustet, que orbita en torno a la performance y otros trabajos artísticos. También veníamos de años muy potentes de activismo en Barcelona, relacionados con el inicio de internet, cuando la red podía ser un espacio donde se podía trabajar contra las formas capitalistas que existen en la realidad no virtual. En un momento hubo una esperanza de que internet fuera una ventana abierta hacia un mundo nuevo que se pudiera construir desde otro lugar. Ahora ya se puede decir que eso no ocurrió y la realidad acabó entrando en internet.
Claro que se pueden crear espacios de resistencia que pueden tener muchas formas: de cuidado, de compartir, que a nadie le puedan multar por poner nuestras canciones en una radio libre, por ejemplo. Nuestro punto de partida ha sido todo ese caldo de los movimientos sociales en Barcelona, de la cultura libre, del nosotros frente al yo. Y en eso seguimos, intentando no tener miedo de las contradicciones y poder tener tiempo para pensarlas en común.
¿Y qué pasa con la gente que quiere vivir de su trabajo como músico?
¡Es que cultura libre no es cultura gratis! Tampoco es cierto que en las músicas tradicionales no se cobrara: los joteros que iban a amenizar la fiesta en los pueblos igual no cobraban en dinero pero sí en comida, en jamón o en vino. Son cosas diferentes.
La música como herramienta contra el olvido está muy presente en todo el disco, desde el propio título. Pero la memoria histórica es un tema poco frecuente en la música.
Sí, aunque no sé si eso es bueno o malo. Siempre hemos trabajado desde la idea de que la música es una manera de explicar algo, ella en sí misma es un lenguaje pero luego están el presente, el contexto y nuestras ganas de decir cosas. El hilo conductor del disco es la memoria y su reverso, la desmemoria. Solo hay una canción de memoria histórica, por decirlo así, pero el resto pueden agruparse bajo este concepto.
Por todo ello, en el disco hay muchas cosas.
Sí, y somos solo dos [risas]. Esa intención de comunicar está en todas las partes del disco, no solo en las letras.
Hace unos meses el dibujante Miguel Brieva me dijo en una entrevista que “cualquier trabajo creativo que ahora no pretenda sugerir, aunque sea de manera sutil, la posibilidad de otro mundo mejor, no sirve para nada”. ¿Estás de acuerdo?
En principio sí, pero frases tan categóricas me cuestan un poco. Pero sí, cuando trabajo tengo esa intención.
Así planteado es una responsabilidad muy grande.
Sí, pero creo que no se tiene que ver tanto en el resultado como en la intención, en la práctica, en el proceso por el que puedes llegar a ese resultado.
“Canción total” abre el disco. Es una de las canciones del año. ¿Cómo llegasteis al original de Las Víctimas Civiles, un grupo de Valencia cuya música no tiene nada que ver con la vuestra?
Son muy amigos, nos conocemos desde hace años. Yo participé en su disco. La letra me encanta. Lo digo siempre: las canciones maravillosas como ésta hay que multiplicarlas.
La letra es el retrato de la socialdemocracia.
Y de la tibieza [risas]. Es una canción muy irónica, claramente, y muy divertida. Héctor Arnau, su autor, es una persona a la que quiero mucho y quería darle espacio dentro de nuestra visibilidad.
¿Qué otros grupos actuales os interesan?
Hemos escuchado mucho a Arca y a Kate Tempest, a la que vi en un concierto brutal. Ayer fui a ver a Princess Nokia.
En Madrid hubo problemas en su concierto porque los de seguridad pidieron la identificación a varias personas negras en la entrada.
¿En serio? Qué fuerte… Aquí se escuchaban mal las partes grabadas, la voz en playback. Esa moda que se ha impuesto de llevar cosas grabadas… Me sabe mal porque me gusta lo que hace, el personaje poderoso que tiene y su discurso. Pero ahora casi parece que lo más importante son los vídeos en YouTube y las stories de Instagram.
Hay quien dice que recordáis a Björk.
Björk es una referencia, totalmente. Ella trabaja mucho todo el concepto y lo lleva a un nivel incluso exagerado, con el vestuario y lo demás. A mí me encantaría poder trabajar a ese nivel. Es muy inspiradora, como personaje y por su manera de entender la música. Es un espejo en el que me gustaría reflejarme, sí.
En el disco también hay una mención a Ovidi Montllor.
Él hacía lo que hacemos nosotros: cogía canciones tradicionales y les cambiaba la letra. Tiene un cant de batre super bonito que dice “mamá, yo no quiero ser labrador porque lo que les gusta a las chicas del pueblo es el tractor”. Habla de cosas que en los años 70 eran de su presente. Otra cosa interesante de él es que fue muy menospreciado durante la Transición. Cuando ya no hacían falta voces críticas, la suya dejó de ser escuchada y eso fue muy duro para él. Esto pasó muchísimo, parece que aquella gente que durante la Transición no mantenía un discurso antifranquista sino más bien anticapitalista no interesaba en aquel momento.
Como Chicho Sánchez Ferlosio.
Sí, exactamente.
Es muy llamativo el agradecimiento a Coop57, por lo inusual de hacer público que sin financiación ajena no habría podido salir el disco.
Sí, para nosotros es un orgullo. Casi no habían financiado proyectos de música y ya trabajamos con ellos en la maqueta y ahora en el disco.
¿Os gustaría poder llegar a un público mayoritario?
Si le va bien al proyecto, sí. Pero creo que es un poco complicado.
¿Qué no haríais nunca para llegar a ese público?
No creo que haya que pagar peajes. Una radio como Los 40 Principales no pondrá nunca una de nuestras canciones, así que la pregunta sería: “¿Harías reguetón para salir en la radio?”. Nunca haría el himno del PP [risas].
Creo que no hay que trabajar con la idea de pureza, sino tener una mirada crítica sobre lo que haces y una intención muy clara. La mía es poder generar espacios en los que la música no sea meramente ornamentación, algo inocuo. La música sirve para comunicar cosas que no puedes expresar mediante un discurso.
11:05
Servicios mínimos excesivos
El desproporcionado nivel de acceso a los recursos implica a un tiempo una terrible desigualdad en términos de responsabilidades a la hora de contribuir al destrozo ambiental. Los países más ricos consumen de media diez veces más recursos que los más pobres. Frente a la idea de que nos hayamos en una nueva era geológica, el Antropoceno, donde la acción humana está dejando una huella indeleble en los estratos geológicos, parece más ajustado emplear el término Capitaloceno que, en lugar de asimilar a todos los seres humanos con una “falsa forma de sujeto universal”, identifica culpables y desenmascara las relaciones de poder, la existencia de opresores y oprimidos, de contaminadores y contaminados.
Cuando incorporamos la dimensión de la producción y el consumo en los impactos generados por cada país, vemos que muchos países centrales consiguen maquillar sus perfiles ambientales a base de externalizar impactos derivados de la producción a otros países periféricos, trasladándoles las fases más intensivas en uso de materiales y energía. Así, se les imputa a estos últimos la carga de generar un consumo de recursos y unas emisiones de carbono derivados de una producción que luego será consumida en aquellos. Por ejemplo China es el mayor emisor de GEI, pero al mismo tiempo es la fábrica del mundo. Si hiciéramos una atribución correcta de responsabilidad, habría que restarle al menos una quinta parte de las emisiones que habitualmente se le imputan y que corresponden a la fabricación de productos para la exportación que se disfrutan en otros países. El crecimiento de los países centrales se produce, por tanto, a base de generar una deuda ecológica creciente -también de carbono- con los países del Sur.
El crecimiento de los países centrales se produce a base de generar una deuda ecológica creciente con los países del Sur
Esta desigual responsabilidad es fundamental cuando hablamos de cambio climático. Hay países muy responsables y otros menos responsables. El espíritu de las responsabilidades comunes pero diferenciadas recogido en el Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992) es ignorado sin embargo por los países culpables cuando se trata de asumir compromisos de reducción y/o financiación. Un estudio realizado por la sociedad civil antes del acuerdo del clima de París de 2015 constataba la enorme distancia existente entre cuotas de responsabilidad histórica y compromisos de reducción de emisiones. Así, Estados Unidos o la Unión Europea han hecho promesas de reducción de emisiones que solo cubren una quinta parte de su responsabilidad sobre el problema climático. Incluso algunos países como Rusia asumen una contribución nula. Otros como Japón ofrecen reducciones que no cubren ni una décima parte de su responsabilidad.
Y aunque nadie queda a salvo de los efectos del cambio climático, los países más afectados son los que menos han contribuido. Las previsiones del IPPC pintan un negro panorama para muchas regiones del planeta: subidas del nivel del mar que anegarán estados insulares; sequías extremas en zonas del África Meridional que dificultarán el acceso al agua y la alimentación poniendo en riesgo a entre 80-120 millones de personas; intensificación de los huracanes en América Latina y el Caribe con alto riesgo para las zonas metropolitanas costeras -especialmente si tenemos en cuenta que 60 de las 77 ciudades más grandes de la región están en la costa-; aumento de las inundaciones y las sequías en la región Asia-Pacífico, donde a día de hoy se producen ya dos terceras partes de las catástrofes ambientales, etc.
Migración ambiental
El incremento de estos eventos provocará una oleada creciente de migraciones climáticas. Diversos estudios cifran en torno a unos 200-250 millones el número de personas que se verá obligada a migrar por estos motivos de aquí a 2050. Nadie duda de que el cambio climático será la causa número uno de migración en el mundo en los próximos años. Como ha señalado Harald Welzer, cada vez será más difícil diferenciar refugiados climáticos de refugiados de guerra.Conflictos como el de Siria, que también tienen raíces climáticas, empiezan a mostrar esta cara humana del sufrimiento provocado por el calentamiento global. Junto a los eventos metereológicos extremos, que pueden forzar a un abandono inmediato del hogar, están los procesos de degradación lenta (desertificación, sequías prolongadas, dificultad de acceso al agua y los alimentos,...) que acaban imposibilitando la vida. Estas situaciones, que aumentan la competencia por los escasos recursos, derivan a menudo en conflictos armados y en enfrentamientos tribales sangrientos por los pastos y por el agua,.... Ello provoca un éxodo rural de desplazados internos hacia las muy depauperadas y masificadas metrópolis y una pérdida de soberanía alimentaria.
En último término, parte de esa presión migratoria también acaba llamando a las puertas de los países centrales, aquellos que son principales responsables de la degradación de su medio de vida, para generalmente encontrarse con su indiferencia. La falta de un estatus internacional de “refugiado climático” dificulta aún más la protección internacional de estas personas, a las que políticas migratorias absolutamente inhumanas e injustas niegan el acceso a la posibilidad de una vida digna en otro lugar.
La falta de un estatus internacional de “refugiado climático” dificulta aún más la protección de estas personas a las que políticas migratorias niegan el acceso
Estas oleadas migratorias suponen además una tensión adicional para los sistemas de protección pública de los países centrales, ya de por si degradados particularmente a partir de las crisis, por lo que estas personas son percibidas como una amenaza por parte la sociedades de estos países. Así, los migrantes climáticos enfrentan la doble injusticia de haber sido expulsados de sus territorios, y de ser al tiempo rechazados por parte de aquellos países que tienen la responsabilidad moral de acogerlos. Una vida vivible para todas las personas requiere por tanto no solo entender que vienen tiempos de escasez, sino que por imperativo categórico debemos compartirla.
Diferencia entre personas
En estos tiempos en que cada vez se habla más abiertamente del futuro en términos de colapso, hay que ser conscientes de que hay sectores de la sociedad que en cierto modo ya han colapsado o están colapsando. Y los hay repartidos por todo el mundo. Por ellos es importante poner bajo el foco el elemento distributivo Norte-Sur o países centrales-países periféricos, pero hay que aterrizar aún más y hablar de las personas, para reflejar la correlación directa entre desigualdad e impacto ambiental en toda su dimensión. Hay personas que consumen ingentes cantidades de recursos. Y al mismo tiempo hay amplias capas de la sociedad -de cualquier sociedad, también la nuestra-, que consumen muy poco y que contribuyen infinitamente en menor medida que sus conciudadanos a la generación del cambio climático; personas que son víctimas, por ejemplo, de la pobreza energética porque les han cortado la luz o el gas.Este enfoque es importante porque mientras la diferencia entre la responsabilidad de los distintos países siempre ha estado ahí, la brecha social de emisiones dentro de cada país ha ido aumentando. Hoy día el 10% de la población mundial emite el 45% de las emisiones, mientras que el 50% menos emisor (más pobre) de la población emite solo el 13% de las emisiones. Evidentemente las personas altamente emisoras están principalmente en países ricos, pero no solo. Ese 10% de personas super-emisoras vive en todos los continentes, un tercio de ellas en países emergentes.
Existen, como hemos dicho, países más vulnerables, no solo en función de su exposición a las condiciones climáticas (por ejemplo, en el caso de países costeros) sino, y aquí es donde entra el elemento de distribución de la riqueza, en función de su capacidad de adaptación. Tomando como ejemplo la subida del nivel del mar, habrá países como Holanda que dispondrá de recursos para construir diques y países con menos recursos donde la migración será sin embargo la única salida.
Pero volviendo a hablar de personas, esta diferente vulnerabilidad afectará igualmente a la capacidad de migrar. Como se puede apreciar en la gráfica anterior, hay un porcentaje muy importante de población en los países más afectados por el cambio climático que queda atrapada: esa población de la parte baja de la izquierda de la gráfica tiene razones para desplazarse, pero sus bajos ingresos o su mala salud no se lo permiten. De hecho, cuando vemos imágenes de migrantes en los medios de comunicación tendemos a pensar que se trata de las capas más pobres de la sociedad, pero a menudo son paradójicamente personas que al menos han podido permitirse migrar, que han conseguido algunos recursos para realizar el viaje, mientras que para otras será directamente imposible huir de las catástrofes. Esta población inmovilizada o atrapada correrá el riesgo de padecer situaciones humanitarias más graves aún que quienes emigran.
Y si la desigualdad es un factor de vulnerabilidad previa, también lo es el género. Diversos estudios muestran que las mujeres son más susceptibles de sufrir los impactos del calentamiento global. Los esquemas culturales, la distribución de roles, su menor acceso a recursos económicos, o su escaso nivel de empoderamiento repercuten en su capacidad de adaptación a los impactos del clima, lo que puede hacerlas más vulnerables a las sequías, las inundaciones, o las enfermedades propagadas por el cambio climático. El 90% de las víctimas mortales del ciclón de Bangladesh de 1991 fueron mujeres. Las razones concretas para esta mayor vulnerabilidad son muy diversas, y van desde una mayor probabilidad de ahogarse en caso de inundación por no saber nadar (al no haber sido enseñadas) hasta no disponer de un teléfono móvil para solicitar ayuda. En general el menor acceso a la educación condiciona una falta de capacitación general que permitiría una mejor adaptación.
Sin embargo como hemos visto, hablar de cambio climático es hablar de desigualdad. Y en esa desigualdad, hay todo un escalafón. A pesar de ser las encargadas de proteger el suelo y la biodiversidad, alimentar y cuidar a la comunidad y de, en definitiva, mantener la vida, las mujeres en países del Sur son por lo general las que más sufren los impactos de un cambio climático al que apenas han contribuido. Aun siendo conscientes de que los discursos maximalistas simplifican las identidades de género como si fueran fijas y uniformes, podemos concluir con trazo grueso que en las mujeres la desigualdad es doble. Si el célebre y certero poema de Galeano “Los nadies”, se titulase en realidad “Las nadies” e imaginásemos mujeres al leerlo, entenderíamos mejor esta doble condición.¡El 🌍 no puede más! ¿La culpa? DE TODOS, por el #CambioClimático
— Iberdrola (@iberdrola) 22 de octubre de 2017
Hoy (23:00), en @laSextaTV, #VigilantesDelPlaneta ➡ https://t.co/dhUkgxSoOu
11:09
EH Bildu, en huelga: no acudirán a los plenos del Parlamento Vasco y Navarro
11 de noviembre de 2007. El partido de ultraderecha Democracia Nacional convoca una manifestación de corte racista en el barrio de Usera. Su lema: ‘Contra el racismo antiespañol, contra la inmigración’. La Delegación de Gobierno de Madrid permitió la manifestación racista. Colectivos antifascistas convocaron un contramanifestación. Hacia allí se dirigió Carlos Palomino, un joven antifascista de 16 años.
Así comenzó la jornada en la que Palomino perdería su vida, asesinado por Josué Estébanez de la Hija, un militar del Ejército de Tierra neonazi de 23 años que se dirigía a la manifestación convocada por Democracia Nacional –así lo considera probado la sentencia sobre el asesinato emitida por la Audiencia Provincial de Madrid–. Palomino y Estébanez se encontraron en la línea 3 de metro, a la altura de Legazpi. Dentro del vagón, Josué sacó la navaja y le asestó una puñalada en el corazón a Carlos. Siete centímetros de hoja clavados en el ventrículo izquierdo. Tras ello, le empujó fuera del vagón. También asesta otra puñalada a un compañero de Carlos en las costillas antes de huir con el arma en la mano.
"Fue prácticamente cuestión de segundos y de pronto estaba Carlos tendido en el suelo", explica Mónica Rojas, fotoperiodista que fue testigo del asesinato. Rojas acudía a hacer fotos a la manifestación racista convocada por Democracia Nacional y coincidió en el mismo vagón de metro en el que ocurrió todo. "De pronto, una parada antes de llegar a Usera, el vagón se empezó a llenar. Se cerraron las puertas, pero el metro siguió sin moverse. Al poco comenzó a haber movimientos raros y todo se llenó de humo", relata Rojas. Para entonces, Estébanez ya había apuñalado a Carlos y a su compañero, y había salido corriendo. "Cuando salí del vagón, la primera pisada que di fue sobre sangre, y vi que Carlos estaba muy cerca en el suelo junto a una chica que le auxiliaba y otro chico que llamaba para que viniera una ambulancia. Yo pensaba que estaba herido, pero no de muerte".

Carlos murió en el número 145 del Paseo de las Delicias, en una carpa montada por los servicios de emergencia. Desde el 13 de mayo de 2016, una placa situada en este mismo punto recuerda su asesinato. Antes de ese año, al menos en cuatro ocasiones, compañeros del joven colocaron placas en su recuerdo en la boca de esta parada de metro, pero en todos los casos fueron saboteadas por grupos fascistas.
Josué Estébanez fue condenado, en octubre de 2009, a 26 años de cárcel. En la sentencia, el tribunal daba por probado que el neonazi tenía la intención de matar. La sala le impuso 19 años de cárcel por asesinato y siete años más por intento de homicidio.
El asesinato de Carlos Palomino es uno de los 88 por motivos de odio que el Movimiento contra la Intolerancia ha registrado desde 1990, recogidos por los periodistas David Bou y Miquel Ramos en el trabajo Memoria de 25 años de olvido.
Hoy, a las 19h, una manifestación convocada por sus amigos y familiares, que marchará desde Usera hasta la plaza de Santa María de la Beata, en Legazpi, le rendirá homenaje bajo el lema “Carlos, 10 años sin ti, 10 años contigo”.
11:12
Sumar Mugimendua también se adhiere a la huelga
Sumar Mugimendua, el nuevo partido político que concurrirá a las próximas elecciones del Parlamento Vasco, también se ha adherido a la huelga al considerar que es necesario “poner el foco en la situación de los cuidados, su precarización y la feminización sistemática de estos trabajos y empleos, muchos de los cuales no son remunerados y, cuando lo son, es de forma precaria e inestable. Algo manifiestamente injusto para las personas cuidadoras, pero también para quienes necesitan de estos cuidados”.
11:22
Cacerolada frente a la Diputación de Bizkaia
Trabajadoras de las residencias de Bizkaia han leído un manifiesto frente a la Diputación, institución que decidió privatizar el servicio hace más de 15 años. “La calidad de las personas usuarias no se puede desarrollar”, en las actuales condiciones, por lo que el cuidado es meramente “asistencial”, han denunciado. Solo 10 de 171 residencias vizcaínas son públicas.
11:32
Una carta de las presas de Martutene: diferencias dentro de la cárcel
En tu cara y con tu dinero, y en horario de máxima audiencia. La presencia de Salvador Sostres en el programa de Carlos Herrera ¿Cómo lo ves? para “debatir” sobre acoso sexual es una burla a las miles de mujeres que sufren acoso sexual. Una burla que se hace con dinero público y en la tele pública.
Recordemos el currículum de Sostres, un opinador que se permite decir tras el asesinato de una mujer por su pareja que “un chico normal de 21 años, que está enamorado de su novia embarazada, es normal que pierda el corazón y la cabeza”. O que escribe “una mujer es su cuerpo”. O que “la confrontación hombre-mujer es tan estéril como la confrontación entre empleado y patrón”.
A ese currículum se añaden algunos artículos que le hacen merecedor de una distinción de excelencia en misoginia cuando fue pillado en un descanso de Telemadrid diciendo “lo bueno son las de 17 años, con el primer rasurado” que “no huelen a ácido úrico”.
Empieza el show en la televisión pública, la de todos, que no todas, la que pagamos con impuestos. Carlos Herrera pone su mejor voz de Carlos Herrera para anunciar que se va a hablar de un tema muy serio. Presenta a su mesa, paritaria, eso así: tres hombres y tres mujeres, teatralmente enfrentados en dos mesas separadas. A Salvador Sostres le acompañan Santiago Segura y Pepe Navarro. Enfrente, Isabel Gemio, Marta Robles y Cayetana Guillén Cuervo.
La voz de Carlos Herrera ya nos pone sobre aviso de lo que está por venir: “¿Es un acosador un seductor? ¿Es alguien que corteja? ¿Es alguien que libremente quiere establecer algún tipo de relación erótica festiva?”.
Los tertulianos se apresuran a cimentar con sus comentarios esta visión carca y machista del asunto. “Como no quiero ser acosador te voy a dejar que hables”, suelta Santiago Segura. “El problema es cómo demuestras que un acoso es cierto”, cuenta Pepe Navarro, que ha “sufrido” mentiras en sus propias carnes, dice. ¿Cuál era el tema, Pepe? ¿Tu ego?
En la primera intervención de Sostres cantamos bingo: denuncias falsas, improperios contra la Ley Integral de Violencia de Género e insultos al feminismo
Primera acometida de Sostres y primer topicazo: “Hay gente que utiliza acusaciones falsas para sacar ventaja en determinadas situaciones de separación”. Sigue: “No está bien que un determinado feminismo no permita que se tengan debates como este”. Todavía estamos en la primera intervención del tertuliano: “La Ley de Violencia de Género española es una ley que acusa al hombre por el hecho de serlo, es una ley impresentable”.
Cantamos bingo.
Con las líneas argumentales de Stop Feminazis sobre la mesa, la tertulia ya puede ir al grano y desplegarse en su total falta de empatía con el asunto del acoso sexual, con la excepción de Isabel Gemio, que sí alude a la violencia estructural, repite que “no son enfermos”, lo que motiva la risa de Santiago Segura, y se lleva las manos a la cabeza cuando, en varias ocasiones, se responsabiliza a la víctima de parar el acoso (consejo de Cayetana: hacerlo “de buenas maneras”).
Supergracioso todo.
Pasada la mitad de la tertulia Carlos Herrera da un pasito más hacia la nada argumental. “Esto es un mal endémico del cine... o no”, suelta a la cámara. Pues, no, Carlos. Es un mal de la política, de la ciencia, del periodismo, del deporte, de la moda. De la sociedad, en general.
El contexto es perfecto para que los hombres de la mesa se permitan poner en duda a las mujeres que denuncian acoso sexual y, no contentos con ello, dar consejos a las mujeres acosadas, como que las víctimas graben las situaciones de acoso. ¿Cómo si no vamos a creerlas?
Risas. Más risas cuando Santiago Segura dice que le molesta que le llamen guapo. Aplausos al tertuliano que comentó el olor vaginal de las menores
Entre chascarrillo y chascarrillo, Guillén Cuervo cuenta una anécdota: en una fiesta de la productora Miramax, conoció a Harvey Weinstein, y no la acosó. “No debía de estar lo suficientemente buena”. Gemio vuelve a explicar que no es eso. Marta Robles, que dice que que también hay acoso de mujeres a mujeres y de mujeres a hombres, aunque menos, es la única que sale al paso cuando Sostres saca la bandera de las denuncias falsas.
Hay más.
Hoy en día “no puedes decir a una compañera que está guapa”, dice Sostres. “Estás muy cerca Pepe no seas acosador”, suelta Segura. Risas. Más risas cuando Santiago Segura dice que le molesta que le llamen guapo. Aplausos al tertuliano que comentó el olor vaginal de las menores cuando dice que le diferencia entre piropo y acoso es una cuestión de buen gusto. Aplausos también a Pepe Navarro cuando explica que en Bélgica se ha tipificado el piropo como delito después de que “una jovencita” grabase un documental en el que graba el acoso callejero.
Sigue el festival del humor y Sostres aclara que “las relaciones entre hombre y mujer no son nítidas”, una máxima que apoya el experto invitado, catedrático en Psiquiatría, que añade con sus conocimientos expertos que “es muy raro que la mujer no se dé cuenta cuando le llegan una serie de mensajes subliminales del hombres”.
El debate acaba con los últimos insultos de Sostres al feminismo, que Gemio pide aclarar, pero no puede. A Carlos Herrera le parece aburrido. Mejor pasemos a Puigdemont.
[Este texto ha sido actualizado tras hablar con Marta Robles, que considera que el artículo saca una de contexto su intervención. Marta Robles quiere señalar que defendió la lucha contra el acoso sexual y que, aunque dijo que también hay acoso por parte de las mujeres, matizó que era infinitamente menor que el de los hombres. Además, rebatió el comentario sobre las denuncias falsas, como puede verse en el vídeo de El Salto, y relató una experiencia personal de acoso. “Celebro que ahora las mujeres empecemos a contar los casos de acoso y que, por fin, los acosadores reciban su castigo pertinente. También quiero decir, que un acosador no es un pesado o un baboso que incomoda, pero no agrede; un acosador es alguien que somete a una persona a un ataque y comete un delito que hay que condenar”, asegura.]
13:52
Contrapleno en el Ayuntamiento de Bilbao con mociones feministas
Tras los sucesos ocurridos recientemente en Catalunya, el problema territorial en el Estado español ha pasado a convertirse en una de las más candentes cuestiones de la actualidad. El Procés catalán, masivamente apoyado en las calles por un parte muy importante de la ciudadanía, junto a los históricos reclamos de autonomía e independencia en las nacionalidades históricas, conforman los hitos principales de una situación explosiva que puede conducir a una quiebra desordenada del Régimen del 78, tanto como a su restauración autoritaria sobre la excusa de la unidad nacional.
Para quienes venimos del mundo de los movimientos sociales, el municipalismo y el movimiento obrero, los procesos soberanistas, así como las ansias unitarias, de distintos sectores de la clase política, están repletos de contradicciones y ambivalencias.
El independentismo se alimenta de un interclasismo dirigido por sectores importantes de las burguesías locales con intereses muy ligados a la búsqueda de la continuidad de los regímenes de acumulación del capital en sus espacios territoriales, que se considera estarían mejor salvaguardados por una relación directa con la Unión Europea que eliminase la “parasitaria” intervención de las élites madrileñas que, con la excusa, más o menos venal, de la redistribución, vehiculan parte del excedente a la supervivencia de sus redes de corrupción.
Este independentismo burgués se ve acompañado, también, por amplios sectores de los movimientos populares periféricos, que ven en el proceso de ruptura unilateral una ocasión a la medida para la apertura de procesos constituyentes de profundización democrática, tanto a nivel local, como en el conjunto del Estado (o lo que quede del Estado tras la fractura). Una estrategia que muestra sus límites en la ausencia de articulaciones mutuas y en la imposibilidad, en ese contexto, de construir una izquierda antagonista, a nivel peninsular, que vaya más allá de lo mediático, así como un discurso compartido que supere el nivel de la máxima abstracción, expresada en conceptos como “la plurinacionalidad de España”, que siendo fundamentalmente acertados, nunca arriesgan a descender a lo concreto para diseñar una propuesta articulada y coherente.
La ruptura creciente de las izquierdas, tanto estatales como locales, es una muestra palmaria de que no es la voluntad de transformación social la que está determinando la agenda
La ruptura creciente de las izquierdas, tanto estatales como locales, es una muestra palmaria de que no es la voluntad de transformación social la que está determinando la agenda o las discusiones públicas en los últimos tiempos, sino un nacionalismo estrecho, y muchas veces abiertamente neoliberal, compartido por los centralistas, pseudo federalistas e independentistas mayoritarios.
El unitarismo, por su parte, se repliega sobre la mítica narración de la salvaguarda de España como unidad de destino por medio del Estado centralizado, sólo sostenible desde un repliegue autoritario y autocrático, o sobre un brindis al constitucionalismo ligado a la supervivencia del Régimen del 78 como único horizonte, sin haber desarrollado nunca (en los últimos 40 años) un pensamiento federalista a la altura de las circunstancias. Y ello tanto si el unitarismo se declara de izquierdas o de derechas.
El análisis de la situación parece bascular entre los extremos. Por un lado tenemos el jacobinismo centralista, herencia del franquismo y su imaginería patriotera, del PP y Ciudadanos, que sólo podría sostenerse desde el autismo democrático y la negación obtusa de la realidad, construyendo un proceso de recentralización autoritario y, en última instancia, profundamente desestabilizador del propio Régimen.
Por el otro lado, tenemos las tensiones centrífugas del independentismo, ambivalente y contradictorio a nivel social, que, si siguen siendo encauzadas por las burguesías locales, podrían iniciar un proceso de fragmentación y voladura controlada (por las instancias del capital) del Régimen del 78, dejando inermes a los pueblos ibéricos frente a las oligarquías globales y a los flujos financieros transnacionales, convirtiéndolos en una suerte de protectorados “de facto” de las instituciones europeas, hegemonizadas por fuerzas neoliberales.
PSOE y Podemos, pese a hablar tímidamente de federalismo o plurinacionalidad, no pasan de propuestas genéricas y poco claras, respetuosas en esencia con el statu quo que ha conducido a esta situación
Entremedias, PSOE y Podemos, pese a hablar tímidamente de federalismo o plurinacionalidad, no pasan de propuestas genéricas y poco claras, respetuosas en esencia con el statu quo que ha conducido a esta situación. Colaboración con el régimen que, en el caso del PSOE, se ha vuelto palmaria al participar en la voladura de la autonomía de Catalunya por el gobierno central.
Esa indefinición histórica, marcada por la apuesta decidida por el Régimen y la Constitución del 78, realizada en la Transición por los partidos socialista y comunista, es la que ha llevado a que el federalismo se vea, por los movimientos populares de las naciones periféricas, como una opción vacía de significado y sobrepasada por la realidad.
¿Caben alternativas a la recentralización autoritaria o a la fragmentación en manos de las burguesías locales? Los movimientos populares de la Península Ibérica, podrían perfectamente, bucear en su historia en su búsqueda.
Para el republicanismo federal, uno de las principales vertientes del republicanismo histórico anterior a la Guerra Civil, de tendencias fuertemente municipalistas y socializantes, la pluralidad de España, que había dado lugar a tensiones crecientes, sólo se podía solucionar desde la perspectiva federal.
El federalismo era, en todo caso, lo que se llamaba un “federalismo sinalagmático”, basado en el libre pacto, con una fundamentación mucho más profunda que el federalismo limitado del que suelen hablar los aficionados a las constituciones neoliberales.
Se basaba en las autonomías municipales, y en su asociación, más que en la conformación de fuertes Estados federados centralizados. La cadena federal iba desde el individuo a la Confederación, pero tenía su centro en el municipio como lugar de expresión de la más profunda democracia local, donde las oligarquías podían ser sometidas a un control más estricto por las masas populares. La idea era que los distintos niveles de actuación del principio federativo (municipio, Estado federado, Federación o Confederación) se construían sobre la base del derecho a decidir, en base a competencias que se mantenían, en su mayor parte, en los escalones inferiores, donde el ejercicio del poder estaba más apegado a la voluntad y participación del ciudadano. Esto justificaba el recurso a las autonomías municipales durante la Primera República española, como sustrato democrático esencial.
Esta perspectiva contrasta fuertemente con la situación actual, en la cual la autonomía de los municipios ha sido limitada hasta el extremo con una legislación punitiva que los mantiene inermes al dictado del gobierno, convirtiéndolos en instrumentos pasivos de una política económica destinada al pago de una deuda ilegítima, por contraída únicamente para salvaguardar los intereses de las élites. Nos estamos refiriendo a la llamada Ley Montoro y las últimas modificaciones de la Ley de Bases de Régimen Local.
Muchas de sus corrientes lanzaron o siguieron tambén las las ideas del "latinismo" y del "iberismo" como alternativas a un Estado español débil, sometido, ya entonces, a los intereses geopolíticos de las potencias del Norte
El federalismo fue incluso más creativo desde el punto de vista del análisis territorial: muchas de sus corrientes lanzaron o siguieron también las ideas del “latinismo” y del “iberismo”, como alternativas a un Estado Español débil, sometido, ya entonces, a los intereses geopolíticos de las potencias del Norte, y convertido en el paria conservador y reaccionario de Europa.
La Unión Ibérica, propuesta ya por Abate Marchena, imbuido de los aires liberalizadores de la Revolución francesa, fue un ideal compartido por muchos intelectuales del siglo XIX español y portugués. Pero, pese al fracaso de la Primera República española, el iberismo no fue nunca abandonado por los federales. Podemos reencontrarlo en las tentativas organizativas llevadas a cabo por el republicanismo más radical y filo-libertario de la Segunda República: el Partido Social Ibérico, de Salvador Cánovas Cervantes, en Madrid, o el Partido Republicano Federal Ibérico, que organizará Eduardo Barriobero en Cataluña, al hilo de la Guerra Civil, o el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña. También lo encontramos en las perspectivas de auténticos fundadores del nacionalismo de izquierdas de algunos de los pueblos del Estado Español, como el andalucista Blas Infante.
Es más, desde el republicanismo federal el iberismo se filtrará en los medios obreros libertarios como una especie de música recurrente, íntimamente relacionada con la idea del internacionalismo proletario, pero partiendo de lo cercano. No en vano encontramos referencias claras en los nombres de las organizaciones libertarias como la Federación Anarquista Ibérica (FAI) o la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL), o en obras importantes de militantes anarcosindicalistas decididamente iberistas, como el libro “Hacia una federación de autonomías ibéricas” de Felipe Alaiz, director del principal periódico de la CNT, “Solidaridad Obrera” y, previamente miembro del grupo aragonés de intelectuales “Talión”, junto a Angel Samblancat, Gil Bel, Ramon Acín, Joaquín Maurín o Ramón J. Sender. Después, el iberismo sería continuado por autores de la talla de José Saramago que en su libro “La balsa de piedra” reivindicaba la esencial afición a la protesta de los pueblos peninsulares.
¿Es el federalismo municipalista y socializante una propuesta a la altura de las necesidades populares del día de hoy? En el contexto de la recuperación, en el seno de los movimientos sociales no institucionales, del pensamiento municipalista y ecologista de autores como Murray Bookchin y Janet Biehl, parece que sí. Incluso, los experimentos sociales de Chiapas (los municipios autónomos zapatistas) o Rojava (el confederalismo democrático kurdo, que se ha extendido como proyecto a otros lugares como Sri Lanka) parecen presentar el federalismo y el municipalismo, sobre la base del protagonismo popular y el recurso a la democracia económica y la autogestión, como las alternativas esenciales al concepto dominante del Estado neoliberal, ante la casi segura imposibilidad de recuperar el Estado keynesiano como horizonte real en esta fase del capitalismo senil. Alternativas más o menos cercanas a esta perspectiva se han ensayado también en base al concepto de plurinacionalidad en Ecuador y Bolivia, y otros lugares de América Latina.
La perspectiva de una federación o confederación es la única que puede ahuyentar al tiempo los fantasmas del autoritarismo centralista y de la fragmentación autista
¿Tiene algún sentido el iberismo en este escenario? Despojados de todo esencialismo nacionalista, que ve en abstracciones y linajes reales el origen de los pueblos, para mejor entregarlos rendidos ante las oligarquías locales, la perspectiva de una federación o confederación, basada en el derecho a decidir, de los pueblos de Iberia, es la única que puede ahuyentar al tiempo los fantasmas del autoritarismo centralista y de la fragmentación autista, conformando un espacio practicable para la plurinacionalidad de base democrática.
Municipalismo, federalismo y autogestión, se plantean así como la única alternativa viable a la fragmentación acelerada sin ruptura con el orden socioeconómico neoliberal, que ha pasado a basarse en la gestión descentralizada de las decisiones que se toman a nivel supranacional, o incluso en los despachos ignotos de los fondos de inversión globales y empresas transnacionales.
La plurinacionalidad es una realidad. Los vínculos en común, también
No negamos la existencia de España. No negamos la existencia de Catalunya. No negamos la existencia de Portugal. Sólo decimos que, en un mundo de tiburones globales y oligarquías transnacionales que pueden derribar a los gobiernos moviendo sus capitales en fracciones de segundo, o imponerles rescates y recortes antisociales, sólo la solidaridad y el apoyo mutuo entre los pueblos de Iberia, y entre sus movimientos populares, puede construir una alternativa creíble.
La plurinacionalidad es una realidad. Los vínculos en común, también. El principio federativo y la escala ibérica, necesidades de los tiempos para construir un espacio realmente democrático en nuestra sociedad.
Confederalismo ibérico, pues, y municipalismo democrático, también en lo económico, como primeros puntos de apoyo para conformar una Europa radicalmente diferente y un Mediterráneo distinto. Un camino de apertura para la transición a una sociedad de lo cercano, la sostenibilidad y la participación popular.
14:07
Las trabajadoras del hogar y los cuidados protestan ante la Oficina de Extranjería
Estamos en una cafetería de la Plaza de las Palomas, nombre popular de una explanada de cementazo contigua a Bravo Murillo que el carácter populoso del barrio casi ha conseguido convertir en cálida. A través de la cristalera se ve el lugar donde empezó a reunirse la Asamblea del 15M en Tetuán en 2011. Alguna pintada política, carteles bachateros y gente al paso.
Estoy con María Isabel Tejero, a partir de ahora Isa, como todo el mundo la conoce en Tetuán. El próximo martes, 14 de noviembre, la juzgan por delitos de resistencia, lesiones y atentado a la autoridad por unos hechos ocurridos durante un Stop Desahucios en el barrio, el 20 de noviembre de 2014. Supuestamente, esta mujer de aspecto frágil y dulce tono calmo, lesionó a tres policías antidisturbios, una de las cuales estuvo un mes de baja.
Los hechos existen como relato en el atestado policial, pero nadie que conozca a Isa los cree reales.
Es ésta una mañana de noviembre más cálida que aquella del intento de desahucio que vamos a relatar. Era 20N, pero en el horizonte político del barrio sólo había espacio para el posible lanzamiento de Umberto.
“Era un desahucio que venía de la PAH al grupo de vivienda del barrio y se organizó de urgencia. Creo que llegó a La Enre –[la Enredadera] el CSO donde nos reuníamos entonces- del viernes para el lunes. Era uno de los miles de estafados de Antonio Arroyo Arroyo e iba a perder su vivienda por una deuda inicial de 4.000 euros. En aquellos días se dijo que cobraba 400 euros de RMI (Renta Mínima de Inserción) pero la verdad es que sus ingresos reales eran 66, porque se le restaban los trescientos y pico que cobraba su hijo, que vivía con él”.
Prometía ser un Stop Desahucios tranquilo, pero desde primera hora de la mañana llegaron un gran número de antidisturbios
Como en otras ocasiones, a Isa le tocó ser quien mediara con la comisión judicial y la policía, “por ser la mayor, la de más experiencia del grupo y por tener un talante tranquilo”. Aquel prometía ser un Stop Desahucios tranquilo: era el primer intento y había recursos en trámite. Umberto ni siquiera había sacada nada de la casa aún porque aquellos solían pararse. Sin embargo, desde primera hora llegaron un gran número de antidisturbios pertenecientes a la Policía Municipal, con las defensas preparadas y dispuestos a acordonar la zona. “Limpiarla”, según sus palabras de aquella mañana.
En el momento en el que llegaron las lecheras aún había poca gente en la pequeña calle de la Guzmania. Isa, alguna activista más y un fotógrafo. “Como mis compañeros me habían designado como mediadora para el desahucio, yo iba la última, hablando con los policías, tratando de explicar que se estaba tramitando un aplazamiento en el juzgado y que muy probablemente se pararía administrativamente. Caminaba mirando hacia atrás por aquella callecita empinada mientras ellos nos apremiaban a salir del área, con una mano agarrándome el bolso porque lo llevaba roto y de repente… me caigo al suelo” .
Isa tiene una desviación de columna severa, está dolorida y se hecha hacia atrás para recuperarse. Los agentes la cogen por las axilas y la llevan en volandas mientras ella trata de explicarles su dolencia, pidiéndoles que la dejen un momento para recuperarse. A pesar de todo, la trasladan al callejón peatonal que hay detrás de la calle, la Travesía de los nueve.
Allí, de rodillas, con las manos en el suelo, recuerda tener alrededor unos ocho agentes entre hombres y mujeres, “ellos dicen que eran tres”. El número es importante, ya que según el auto Isa lesionó, en la soledad de este callejón, a tres agentes. “Mira mis muñecas”, me dice haciendo alusión a la fragilidad de su cuerpo, “¿de verdad alguien puede creer que soy capaz de herir a tres policías vestidos de antidisturbios?”.
Isa es identificada y, tras recuperarse un poco, la dejan irse a casa. “Váyase tranquila, no le pasará nada”, le dice el policía al mando. Aún nerviosa, habla con la gente que ha ido llegando, ahora sí, a intentar parar el desahucio. Los deja allí mientras va a recoger a su hija pequeña al colegio.
Meses después llega una notificación por una falta leve, pero en el juicio, nada más empezar, el juez dice que debido a las supuestas agresiones, la vía que corresponde a los hechos es la penal
Aquel intento de desahucio se parará, como aparecía inicialmente en el guion, aunque Umberto será expulsado de su casa en el segundo lanzamiento, pocos meses después. La del desahucio consumado será una mañana especialmente dura en el barrio, en la que muchos de los activistas que resistían en el interior de la casa fueron atendidos por el SAMUR. “En aquella época los desahucios a los que acudíamos eran terribles, con mucha gente herida y detenidos. Muy bestias”.
Después de aquello, la vuelta a la normalidad, que para Isa incluye preparar los bocadillos del recreo y las reuniones del grupo. “Unos meses después llegó una notificación por lo de aquel día: era por una falta leve”. El 3 de febrero de 2015 en los juzgados de Plaza de Castilla hay decenas de vecinos y activistas de todo Madrid apoyándola. Muchos cuerpos como afirmación de cariño. “Nada más empezar, el juez dice que dada la naturaleza de la acusación –se refiere a las supuestas agresiones- la vía que corresponde a los hechos es la penal”.
Es entonces cuando comienza la pesadilla de Isa. “La pequeña tenía entonces ocho años y sufrió mucho. Durante un tiempo le daban miedo los policías y que se me acercara mucho la gente” Ella también lo pasó mal, y el temor nunca se ha ido del todo: le piden más de dos años de cárcel, esa cifra que a todos nos resuena en la cabeza como el tiempo a partir del cual “entras”.
Han sido años de incertidumbre en los que Isa no ha dejado de participar en el movimiento por una vivienda digna. “No sé cómo lo habría sobrellevado sin el apoyo de los compañeros más fuertes y mi pareja”, dice. “Asisto a los desahucios de Tetuán o a los que me pillan en la Línea 1, porque tengo que volver recoger a la niña a la hora de la comida, voy a los que me parecen más injustos e intento no exponerme tanto como antes, no estar en primera línea. Pero hay que estar”.
Nos despedimos caminando por Bravo Murillo. Busca un chino para apañar un disfraz de Halloween a su hija, me habla de la queimada que van a hacer en el Huerto de Ofelia Nieto por la Noche de Difuntos –ella es gallega pero no será la encargada de prepararla-, y yo he perdido la cuenta del número de veces que ha pronunciado la palabra justicia durante la conversación. No se refería a ella misma, pero la merece más que nadie.
15:10
Cinco detenidas tras encadenarse en la Diputación de Gipuzkoa
En 2016, el número de personas en España que habían contratado un seguro privado de salud llegó a los 7 millones, un 32% más que diez años antes, según expone un estudio de la Fundación del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS). En total, 1,71 millones más que hace diez años.
En la última década, 2010 y 2012 fueron los dos únicos años en los que se produjo un descenso en el número de asegurados privados, según recalcan los datos, difundidos por el Sindicato Asambleario de Sanidad (SAS). Aun con el descenso de los años mencionados, los ingresos de las aseguradoras privadas han tenido un incremento continuo, ya que los precios de los seguros también han ido aumentando progresivamente. Las primas de la asistencia sanitaria privada se han casi duplicado en la última década, pasando de los 2,9 millones de euros a los más de 5,1 millones de euros. La media del precio del seguro privado, en los mismos años ha pasado de los 552 euros a los 731 euros.
“Paradójicamente, mientras la crisis capitalista ha depauperado de forma considerable la situación de la clase obrera, distintos sectores empresariales, entre los que se encuentran las compañías aseguradoras, han visto aumentar sus ingresos de forma importante”, explican desde el SAS. “Si baja el número de asegurados y aseguradas, sube el precio de las primas; si aumentan, se mantienen los precios o se hacen rebajas mínimas. Es decir, la lógica del capitalismo”, continúan.
El sindicato denuncia que el deterioro y los distintos procesos de privatización dados en los últimos años en la sanidad pública han favorecido el negocio de las aseguradoras privadas. Como ejemplo de ello señalan a Catalunya y Madrid, las dos zonas con mayor proporción de personas con seguro privado, que son también –tras Andalucía– las dos comunidades autónomas que menos dinero invierten en sanidad pública por ciudadano.
Aun así, el gasto público en sanidad ha aumentado desde 2006 hasta un 17,76%. “Pero este dinero no ha mejorado la asistencia, ya que se ha dedicado fundamentalmente a pagar a las empresas privadas que gestionan la sanidad pública y a las multinacionales farmacéuticas en vez de dedicarse a mejorar el sistema”, afirman desde el SAS.
Otro factor que apuntan desde el SAS es el dinero público desviado a empresas privadas. “A mayor cantidad, mayor número de pólizas”, afirma el sindicato. Respecto a esto señalan de nuevo a Catalunya –la comunidad que destina más dinero a conciertos con cerca de 2.299 millones de euros–, Madrid (870 millones de euros), Andalucía (424 millones) y País Valenciá (322 millones).
El estudio de la Fundación IDIS expone cómo en las comunidades que dedican menos dinero por habitante a la sanidad pública, el porcentaje de población con seguro de sanidad privado llega hasta el 33%.
Desde el SAS también recalcan la influencia de los recortes en sanidad introducidos a partir de 2012, que han ocasionado una bajada en el número de trabajadores sanitarios, camas e inversión. “Ha dado lugar a un deterioro generalizado de los hospitales y del resto de centros sanitarios públicos. Dicho deterioro se hace patente en el desmedido aumento de las listas de espera quirúrgica, diagnóstica y de consultas”. En concreto, desde el sindicato alertan de que la lista de espera quirúrgica ha pasado de las 362.762 personas en 2006 a las 614-101 en 2016, un 69,28% más en una década. Esto, continúa el SAS, “ha llevado a muchas personas a contratar pólizas de seguros privados”.
Relacionadas
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!