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Entrevista La Poderío
“El antigitanismo no es solo racismo, es el fallo del sistema”
Este mes de julio se cumplen 275 años de la Gran Redada al pueblo gitano. En 1749 se produjo en España uno de los hechos históricos más desconocidos de su historia, el intento de exterminio del pueblo gitano. Hablamos de ello y de más cosas con la abogada, Séfora Vargas Martín.
Natural de Sevilla, Séfora es una luchadora infatigable por los derechos del pueblo gitano, tanto a través de su actividad profesional como abogada –es una de las primeras abogadas gitanas de España, la mayor parte de ellas andaluzas y de la zona de Levante– como en su parte de activista feminista o de escritora (El precio de la Libertad: lo que les costó a algunas mujeres gitanas ser libres, 2021, e Historia del pueblo gitano para dummies. La supervivencia de unos héroes silenciados, 2023).
Su activismo y militancia son evidentes cuando hablas con ella y te va contando con quién va de la mano en la lucha que mantiene desde jovencita en la defensa de los derechos de su pueblo. Con un extenso currículum y numerosos reconocimientos, lo más interesante es escucharla hablar, poder atender a ese relato de nuestra historia y de nuestra realidad actual, donde el racismo y la gitanofobia persisten. Su charla y las historias que cuenta, hechos reales de ahora y de tiempos atrás, te dejan sin palabras por la violencia y la maldad que a lo largo de los siglos viene sufriendo su pueblo.
En noviembre pasado publicó Historia del pueblo gitano para dummies, un relato de la historia del pueblo gitano donde se ofrecen meticulosamente desgranadas en sus cuatrocientas páginas, las penalidades y vicisitudes del pueblo gitano a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestros días. Un relato que no solo recorre España, también da cuenta de lo sucedido en Reino Unido y Rumanía.
Distintos informes destacan cómo la población gitana sigue sufriendo discriminación en el acceso al empleo, la vivienda, la educación, los bienes y servicios, controles de identificación policial étnico, estigmatización en medios de comunicación y discurso de odio en redes sociales. Según destaca la Fundación Secretariado Gitano, el último ciclo de monitoreo realizado por la Comisión Europea para evaluar la aplicación del Código de Conducta para combatir el discurso de odio ilegal en línea, el antigitanismo, con un 12,5% del total de los mensajes, es el tercer motivo de odio más reportado del total de los mensajes denunciados, después de la orientación sexual (18,2%) y la xenofobia (18%).
Por su parte, el Consejo de la UE, en sus recomendación sobre igualdad, inclusión y participación de la población gitana destaca que en el contexto actual del auge del populismo y el racismo dentro de la Unión, es necesario centrarse en combatir y prevenir la discriminación, incluido el antigitanismo, que es una causa profunda de la discriminación y la exclusión y las agrava.
¿Qué es para ti el antigitanismo?
Para mí el antigitanismo es la perversión del sistema. Cuanto más desmaterializadas estén las resoluciones judiciales, más alejada está la justicia y la garantía de los derechos para el pueblo gitano. No falla la ley, falla la aplicación de esta, fallan los operadores jurídicos. En España, la constante histórica ha sido “integrar a los gitanos”, y condenar la pobreza. Desde ese primer pensador europeo, Luis Vives, con su subventione pauperum, que desde una supuesta perspectiva ética y de justicia desató un escándalo sobre la pobreza, se enterró la idea de ver al pobre desde la caridad cristiana y pasó a ser considerada la pobreza como un problema social que se debía solucionar y erradicar a través del trabajo.
La historia y los datos oficiales dan fe de que existe una persistencia del antigitanismo, independientemente del color político
Desde ese momento se comienza a distinguir entre el “buen pobre”, recuperable para la sociedad y el “vago” u ocioso, que debe ser castigado… ¿Te suena? No importa el color político. La historia y los datos oficiales dan fe de que existe una persistencia del antigitanismo, independientemente del color político.
¿Por qué es peligroso el pueblo gitano?
Pues yo creo que ha sido siempre por ser amantes de su libertad. El no haberse querido someter nunca. El haber vivido siempre como le ha dado la gana, el haber ido de un sitio a otro, libres. Hemos sido los más anárquicos y los más libres de la historia de la humanidad; y de ahí la persecución.
También hemos sido un pueblo muy diferenciado. Tenemos unos rasgos muy diferentes, muy variopintos entre sí, porque no somos nada homogéneos. Hay pelirrojos, rubios, morenos, pero todos tenemos una serie de rasgos parecidos, ojos grandes, narices prominentes, el pelo muy largo, no importa el color, pero el pelo es largo y grueso, cejas muy pobladas. Hay una serie de rasgos identificadores que han hecho un perfil étnico concreto. Y hemos producido siempre un impacto visual grande, porque vestíamos y hablábamos diferente, teníamos costumbres diferentes. Donde quiera que íbamos, cogíamos lo que nos gustaba, pero nosotros no nos vendíamos.
En el momento de la historia donde empezaron a crearse los reinos absolutistas, la hegemonía de los estados, de la política, lo diferente molestaba, de ahí que procesaran a judíos, a árabes y a gitanos. Fue el principio de cuando se creó nuestro estado moderno.
¿Eso explica que el pueblo gitano fuera muy valorado por su trabajo en determinados oficios y a la vez perseguido por los mismos reyes y señores a los que servía?
Exactamente, esa era la tónica. Redadas y redadas de gitanos para llevárselos a las galeras, para llevárselo a la batalla de Lepanto, donde hubo tantas caídas, para hacer municiones, hacer instrumentos, porque eran unos verdaderos “monstruos” en todo lo que era la manipulación de hierro, eran orfebres… Y eso se necesitaba, pero nunca bien pagados, nunca bien mirados, nunca bien retribuidos ni respetados. Nunca.
Pero para mí la historia que más me impacta es la de la Gran Redada (30 de julio 1749), que además fue el primer intento de genocidio biológico. Estamos hablando de un intento de exterminar a todo un pueblo. Impresiona saber cómo se levantan esa gran cantidad de pensadores arbitristas con esos discursos y empiezan a dar supuestas soluciones para terminar con el pueblo gitano. Bueno, esa parte es espeluznante, la verdad. Y como crearon esos estereotipos de las mujeres. Que si éramos promiscuas, que si éramos vulgares rameras. Bueno, es muy fuerte.
¿Crees que el ataque a todo lo que es gitano ha cambiado con el tiempo?
En realidad, se siguen manteniendo casi los mismos tópicos y estereotipos. Son muy parecidos, sólo que van evolucionando con los tiempos. Se vuelven a criminalizar las costumbres. Todo lo que sea identidad gitana, se sigue viendo mal. Se sigue viendo de una forma peyorativa y se sigue criminalizando. Es como si no tuvieran educación, como si sus valores no fueran los valores óptimos. Volvemos a mirar al pueblo gitano desde esa postura supremacista blanca, en la que debes tener los mismos valores que la sociedad mayoritaria. En realidad, no ha cambiado tanto la situación.
Y sin embargo, se habla de gitanofobia desde hace cuatro días...
Sí, cuatro días. Y además, no funciona. Los mecanismos que establece la ley, podemos comprobarlo, no funcionan, porque los operadores jurídicos, los que se encargan de aplicar las leyes y de aplicar las atenuantes, las eximentes, son racistas. Lo digo con todas las letras. Tienen prejuicios. Y cuando se trata de mirar por los derechos fundamentales de las mujeres y de las niñas, todavía peor, son machistas.
Nos vamos por ejemplo al caso de la joven de León en el que la Audiencia Provincial de esta provincia dicta una sentencia con atenuante de prisión para el agresor por ser la joven de etnia gitana. Efectivamente. Pero no es el único. Yo ya conozco tres casos y en los tres se utiliza lo mismo, no aplican el ordenamiento jurídico como tal, derivan la causa a la costumbre gitana. Es una barbaridad. Cuando eso no es costumbre propiamente gitana, son circunstancias de vivir en situación de marginalidad y de exclusión social. Que no es algo que ocurra todos los días. Que nuestras niñas no se casen a los 11 o a los 12 años. Y que cuando ocurre, es una tragedia. Entonces, cuando ocurre ese tipo de situaciones y además sufren violencia de género grave y abusos sexuales, ¿de verdad tienes la valentía de aplicarle una atenuante? ¿En base a qué? Es que lo piensas y es una aberración.
¿Se ha recurrido esa sentencia?
Según todos los medios de información y todas las noticias que hay, sí se está pendiente y se va a recurrir. Han sido notorias las manifestaciones del Ministerio de la Igualdad y todas estas cosas. Así que se espera que se recurra y además hay un gran grupo de activistas, sobre todo mujeres, que vamos a tomar otra serie de medidas. Basta ya, las niñas gitanas, niñas son y más cuando se trata de violencia y de abuso.
Además, ya no es sólo eso, es la diferencia de edad tan grande entre la víctima y el agresor. No es lo mismo que esto ocurra, que de hecho son las causas que la ley despenaliza, entre niños y niñas con edades parecidas, con una madurez parecida, un desarrollo biológico parecido. Estamos hablando que todas las sentencias que hay ahora mismo son un escándalo, la diferencia de edad es brutal. Por desgracia me siguen llegando casos muy fuertes.
Hace unos meses me entraron cinco casos de violencia de género y abuso sexual y tres de ellas eran menores de edad gitanas. Tres de ellas habían sufrido abusos sexuales y no había sido en el seno de una relación, habían sido niñas abusadas. O sea, que no sabemos por qué, pero esto se está multiplicando. Una de ellas tenía 12 años y el hombre tenía 27, otra tenía 13 y el hombre treinta y tantos.
¿Por qué estudias Derecho?
Lo estudié porque pensaba que nuestro pueblo necesitaba personas que se preocupan por defenderlo. Casi todos los gitanos que hemos hecho Derecho, lo hemos hecho por esa necesidad de justicia, justicia social, justicia política, justicia económica, para resarcir el daño que hemos sufrido. Casi todos hemos estudiado por eso. En todos los abogados y abogadas que yo conozco, esa era nuestra motivación, intentar ayudar a nuestro pueblo. Y en mi caso fue así. Sin embargo, muchas veces te defrauda y te desengaña, cuando el propio sistema es antigitano, cuando el racismo y la discriminación se producen dentro de la administración, dentro de la judicatura.
¿Te sorprende que haya racismo y gitanofobia en un país como el nuestro, con un desarrollo legislativo en materia de derechos humanos y, en el caso de las mujeres, con un importante desarrollo en materia de igualdad?
Sí, pero no funciona nada cuando hablamos de gitanos. Una de las definiciones que doy del antigitanismo es justo eso, el antigitanismo no es solo el racismo y la discriminación, el antigitanismo es el fallo del sistema. Las garantías constitucionales, los derechos humanos fundamentales, que deben proteger, preservar la identidad de un pueblo, no funcionan. Y es que te pones a observar y no funciona nada. Hay cientos de fallos en servicios sociales, cientos de abusos por parte de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Cuando se producen situaciones de acoso escolar, los mismos directores o jefes de estudios no abren protocolos de bullying. Es terrible.
¿Y esto ocurre por igual en todas las Comunidades de nuestro Estado?
Sí, sí, da igual. Porque yo atiendo casos de toda España.
Durante tu ejercicio profesional como abogada has desarrollado un importante trabajo en lo que se refiere a la venta ambulante y los abusos que se dan en esta actividad. ¿Cómo empezaste a trabajar en ese tema?
La Asociación para la Promoción y Desarrollo Integral del Pueblo Gitano, APRODIEG, nace en 2012 –Séfora es fundadora y presidenta– y uno de sus principales objetivos es dignificar la venta ambulante. De hecho me atrevo a decir que mi asociación fue de las primeras de España que tenía como uno de sus objetivos principales la dignificación del comercio ambulante, aparte de luchar por las mujeres, por nuestros niños y por más cosas. Y fue así porque yo era hija de vendedores ambulantes. Mis hermanos siguen siendo vendedores ambulantes. Yo nací viendo abusos muy fuertes por parte de la fuerzas y cuerpos de seguridad hacia la comunidad gitana en los mercadillos.
Recuerdo una escena, en Matalascañas, que se me grabó a fuego en mi cabeza. Una señora mayor gitana, una anciana, que estaba vendiendo compact disc, que sabemos que es un delito contra la propiedad intelectual, pues esta señora anciana de luto estaba con su nieto, que tendría unos cuatro o cinco añitos. Llegó la Guardia Civil de paisano y uno cogió al niño por los pelos y lo levantó del suelo. Cuando vi eso me fui para el Guardia Civil y a voces le dije de todo. Afortunadamente todas las señoras que había allí, clientas, hicieron lo mismo. Entonces el hombre se cortó y se avergonzó. A mí, casi me llevan detenida.
Son imágenes que te marcan y que se siguen produciendo. Nuestros niños, niños son. ¿Te das cuenta? No se respeta la infancia. No se tiene en cuenta el interés superior del menor. Ven como un criminal a un niño de 4 o 5 años que está junto a su abuela ayudándola a vender. Es terrible. Entonces, muchas situaciones así me obligaron a crear una asociación que luchara por los derechos fundamentales del pueblo gitano que trabaja en la venta ambulante. Y de ahí empecé a llevar macrocausas de 400 vendedores, en Huelva, Sevilla. He asesorado en toda España durante la pandemia. Mi compañera Sandra y yo hicimos hasta lo imposible para que la Junta de Andalucía, en la época de la pandemia, incluyera la venta ambulante como actividad esencial porque si no, no hubieran vuelto a vender, lo pasaron muy mal los vendedores ambulantes.
Tú eres abogada porque quisiste y porque tu inteligencia y tu capacidad te lo permitió, pero ¿no estás un poquito harta de escuchar eso de: “Uy, ¿gitana y abogada”?
Mira, una de las frases que más me repetían cuando yo era jovencita era: ¡ah!, ¿eres gitana? Pero bueno, tú no lo digas, no lo digas que no lo pareces, que no se te nota. Me lo decían como si fuera algo malo, ¿sabes? Entonces yo me cabreaba y siempre repetía lo mismo: mire señora, ni serlo ni parecerlo es para mí ningún problema, es más, me siento tremendamente orgullosa de que me haya parido una gitana.
Eso era lo que le decía continuamente a todo el mundo. Ahí te das cuenta de cómo sigue existiendo esa gran cantidad de prejuicios, cómo el antigitanismo está tan arraigado en la mentalidad de la gente. Y a veces, no son ni conscientes de ello. Pero sí, son muy prejuiciosos con la comunidad gitana.
¿Cuáles serían para ti los grandes logros conseguidos por tu pueblo?
Mira, el mayor logro que tiene el pueblo gitano hoy es haber sobrevivido, el seguir vivos. Partiendo de esa base, todo lo demás es un regalo de Dios, de la vida y de haber podido resistir. Muchas veces hablamos de feminismo y yo siempre hago una diferencia entre feminismo blanco y el feminismo gitano, porque nosotras hemos tenido que luchar solo para poder vivir. Nuestra lucha no era la igualdad efectiva entre géneros, era el derecho a poder vivir, poder sobrevivir. Era la resiliencia que teníamos que tener porque no nos quedaba otra.
Nuestra lucha no era la igualdad efectiva entre géneros, era el derecho a poder vivir, poder sobrevivir
Esto históricamente ha pasado en todos los procesos más opresivos de la historia. En el panorama español, por ejemplo, cuando se empezó a aplicar la pena de galeras, en 1539, empezaron a llevarse a los hombres y las mujeres se quedaban descabezadas sin sus maridos, que eran los que supuestamente mantenían la familia, porque al padre de familia se lo llevaban a las galeras condenado. Entonces las mujeres se veían en la obligación de echarse a las calles y luchar, haciendo los trabajos que ejecutaban los hombres y, por hacer esos trabajos que hacían los hombres, eran castigadas y perseguidas. Entonces, esa lucha, esa rebeldía, ese clamor de las mujeres gitanas, nos ha mantenido hasta hoy.
Y sí, es cierto que hemos conseguido muchas cosas. Afortunadamente hay un nivel muy grande de personas gitanas, de niñas y niños, de mujeres que han llegado a alcanzar logros como universitarios y muchas personas gitanas que han llegado a alcanzar cuotas de poder, pero la mayoría de ellos, muchas veces, lo han hecho con estrategias de supervivencia, muchas veces ocultando que son gitanos, muchas veces pasando como de puntillas para que nadie los viera porque en el momento que dices, “yo soy gitana” o, “yo soy gitano”, la persecución empieza. A mí me ha pasado. Yo he sufrido persecuciones en mi facultad. A mí me han hecho la vida imposible algunos profesores, solo por ser gitana.
Yo recuerdo aparcar mi coche en el parking de la facultad, porque mi primo, que era funcionario allí, me dejaba meter el coche en su plaza porque no la usaba, y cuando los profesores veían la marca de mi coche decían que cómo era posible que siendo vendedora ambulante tuviera ese coche, que yo era traficante. Eso me lo he tenido que comer yo.
O una vez que sufrí un delito gravísimo de discriminación, con insultos muy graves por parte de una alumna, y cuando lo denuncié se me echó encima la mitad del Departamento de Derecho Constitucional de la Facultad y la otra mitad de Penal, porque entre ellos decían que eso no era tan grave, que era parte de la libertad de expresión. La libertad de expresión tiene límites y si te llaman puta no es libertad de expresión, es un insulto. Te podría contar veinte mil situaciones parecidas. Hemos conseguido muchas cosas, pero ¿qué precio nos ha costado?
Mujeres gitanas
Si hablamos de mujeres gitanas, ¿quiénes serían tus referentes?
Si te soy sincera, yo he nacido y he crecido sin referente como tal, sin prototipo de mujer en el que yo me fijara. No he tenido. Yo pertenezco a esa primera generación de mujeres gitanas que nos tocó romper moldes y crear nuevos referentes. Y crecer sin referentes te produce un desarraigo muy fuerte y un sufrimiento muy grande, porque te niegas a perder tu identidad, pero eres consciente de que si estudias no la pierdes, entonces, ha sido esta una lucha tan fuerte que nos ha marcado a todas. Pero como referente femenino te tengo que hablar de mi bisabuela, de mi abuela y de mi madre. Para mí son mis verdaderas heroínas.
Yo pertenezco a esa primera generación de mujeres gitanas que nos tocó romper moldes y crear nuevos referentes. Y crecer sin referentes te produce un desarraigo muy fuerte
Muchas veces se desconoce la historia de la lucha de las mujeres gitanas en nuestro país. Hay asociaciones de mujeres que se crearon en el siglo pasado, en los años 90, que siguen hoy en día luchando, muchas veces en solitario.
Claro, nuestro feminismo lleva ya mucho tiempo. La gente no se lo cree, pero llevamos mucho tiempo luchando. Yo tengo la suerte de que fui vicepresidenta de la primera asociación de Mujeres Gitanas Universitarias, AMURADI, la más antigua de Europa. También fui fundadora y tesorera de FAKALI, la primera Federación de Mujeres Gitanas. Pero antes que nosotras ya había una asociación de mujeres gitanas en Granada, la Asociación Romi, que fue la primera de España, a principios de los 90, liderada por Loli Fernández. Llevamos muchos años luchando y créeme que, en aquel contexto, cuando surgieron, era muy difícil porque teníamos mucha presión con nuestros propios hombres, con nuestra propia cultura. Se nos ha criticado mucho y aún hoy seguimos estando en una situación muy desfavorable.
Se han incrementado los ataques al movimiento feminista no solo en España sino a nivel internacional. En este sentido, ¿cuál es el mayor peligro que afrontan las mujeres gitanas?
Las manipulaciones religiosas. El sometimiento que están sufriendo las mujeres en nombre de Dios, es lo peor. Lo que no consiguieron las 250 disposiciones antijurídicas gitanas, lo que no consiguió la Gran Redada, lo que no consiguió la Ley de Vagos y Maleantes, lo que no consiguió la dictadura franquista, lo están consiguiendo las malas interpretaciones bíblicas. Es terrible.
¿Qué está pasando?
Un retroceso. Una involución. La valentía, el valor y el coraje, la rebeldía que tenían esas mujeres, se las ha comido el mal cristianismo. Se ha desautorizado la voz de la mujer. Se ha vuelto a relegar a la mujer a un segundo o tercer plano. Las mujeres para el coro, para cantar y para cuidar a los niños, pero nada de tener un papel de importancia en la iglesia, nada de participar en cuestiones de liderazgo dentro de la Iglesia y, por supuesto, ni predicar ni tomar ningún tipo de iniciativa, ninguna autodeterminación.
Y lo peor de todo es cuando sufren violencia de género, la iglesia, en muchos casos, y no voy a generalizar porque no todas son iguales, pero en muchos casos la tapa. Se utiliza como una tapadera donde se están matando derechos fundamentales. Estoy hablando de mujeres que sufren violencia de género y que no se les permite denunciar.
Antiguamente y de forma generalizada, está mal visto que la mujer gitana denuncie. Denunciar es de payas. Así nos lo repiten y nos lo han repetido continuamente nuestras madres, nuestras abuelas. Se nos ha inculcado una cultura de soportar. Cuanto más soportes, más buena mujer, mejor gitana eres. Romper eso ha costado mucho. Pero es que cuando hemos tenido un momento de lucidez y se ha podido romper, como yo explico en mi primer libro, El Precio de la Libertad, llega la iglesia y hace ese blanqueamiento, esa anestesia, que le vuelve a restar poder a la mujer. Ahora se las somete en nombre de Dios y se utilizan excusas como el perdón: “Bueno, pues si tu marido se ha equivocado, perdónalo, hay que perdonar, el Señor nos llama a perdonar”. Mire usted, yo puedo perdonar, porque es de ser cristiano pero, si lo que han cometido tiene trascendencia en la esfera del delito, eso hay que denunciarlo. A mí que me dejen de tonterías.
¿A qué iglesias nos estamos refiriendo?
Principalmente a la Iglesia Evangélica de Filadelfia. Pero no podemos olvidarnos que todo el movimiento evangélico es igual, porque también conozco muchos casos de mujeres que no pertenecen a la iglesia de Filadelfia y están exactamente igual.
Antigitanismo y cómo construir nuevas narrativas
Juan de Dios Ramírez Heredia fue el primer político gitano en nuestro país, diputado a Cortes en 1977 y más tarde eurodiputado, ¿contribuyó la política a darle visibilidad al pueblo gitano?
Fue una de las épocas más rompedoras. Hasta que no llegó la transición democrática y la Constitución, no estuvimos en una situación de igualdad jurídica, efectiva y real. Y en aquel momento, en los años ochenta, el 80% o el 75% de la población estaba en condiciones de marginalidad y exclusión social. En el año 85 todavía había muchas escuelas que no permitían a los niños gitanos entrar en sus colegios.
Estamos hablando de que fueron unos años muy difíciles, pero fueron años donde hubo ya logros, donde se tuvieron que romper esas barreras. Fueron años de mucha ruptura, pero claro, también fue para toda la sociedad porque entramos en la época de la Democracia.
Las pasadas elecciones del 9 de junio han supuesto un aumento de la representación de la extrema derecha en Europa. ¿Qué puede suponer estos resultados para las reivindicaciones del pueblo gitano?
Partiendo de la base de que todas las posturas extremas son terriblemente peligrosas para las clases medias y gente vulnerable o minorías étnicas, el espectro político del eje izquierda-derecha, o las antiguas monarquías soberanas y religiosas con el eje iglesia-monarquía, jamás han sido benévolos con el pueblo gitano.
Recordemos que hasta en los tiempos más disruptivos y avanzados en la conquista de valores y derechos, como fue la II República, se aprobó el 4 de agosto de 1933 la famosa Ley de Vagos y Maleantes, cuyo peso de hostigamiento recayó en su mayor tiranía sobre la población gitana.
No ha habido bondad jamás con el pueblo gitano. Yo ya he aprendido a distinguir que estos ejes políticos y religiosos son dos caras de la misma moneda. Recordemos también la implicación tan nefasta que tuvo la iglesia en el proyecto de exterminio biológico de la Gran Redada. Cómo se le negó al pueblo gitano el derecho de asilo eclesiástico e incluso, cómo el Padre Francisco Rábago, jesuita y confesor de Fernando VI, respondió con carácter urgente el 19 de julio de 1747 a su consulta, en la que urdía el plan de la Gran Redada, exonerando la conciencia del regio penitente de cualquier duda o escrúpulo con la siguiente afirmación:“Me parecen bien los medios que propone (el gobernador del Consejo) para extirpar esta mala raza de gentes, odiosa a Dios y perniciosa a los hombres… Grande obsequio hará el rey a Dios nuestro señor si lograse extinguir esta gente”. Después de esto, sobrevino la tragedia y el primer intento de genocidio biológico.
Se siguen produciendo delitos y discriminaciones cuando el sujeto al que hay que respetar, proteger y velar, es gitano o gitana
Nunca ha habido clemencia en el pasado, ni en el panorama político actual. Actualmente en España, donde gobierna la izquierda y donde además vivimos tiempos de convulsión e inseguridad, se producen decenas de delitos de odio prácticamente a diario. Tenemos una Constitución inmejorable, unas leyes envidiables que han servido de marco referencial en Europa y además nuestra democracia ha sido ejemplar; sin embargo, en medio de ese esplendor, se siguen produciendo delitos y discriminaciones cuando el sujeto al que hay que respetar, proteger y velar, es gitano o gitana. No funciona el sistema. Mucho me temo que, más allá del eje o espectro político que se mantenga, con la causa gitana nunca funciona bien.
¿Ves difícil construir nuevas narrativas para combatir los discursos de odio contra el pueblo gitano?
Pues lamentablemente sí, lo veo complicado porque, como decía antes, falla la base, fallan los operadores jurídicos, falla el sistema de garantías, fallan los servicios sociales.
¿Y cómo se puede llegar a la ciudadanía para eliminar todos estos estereotipos que tanto daño hacen?
Yo creo que habría que producir un cambio muy fuerte dentro de toda la sociedad, y lo primero que hay que hacer es estudiar la historia del pueblo gitano desde el colegio, incluirlo como asignatura obligatoria. Que se nos conozcan de verdad, que se nos dé el valor que tenemos como pueblo, que el año que viene vamos a hacer 600 años que estamos en la península, que somos españoles. Si nos siguen manteniendo como ese reducto social, si se nos sigue tratando como esa bolsa de marginales, de antisociales, de…, nunca va a haber un cambio.
Los medios de comunicación tienen una responsabilidad muy fuerte en la sacralización de esos estereotipos. Tienen mucha culpa de que se siga hablando de clanes, de reyertas, de ajustes de cuentas. No cuidan el código deontológico, todo lo contrario, fomentan el odio, fomentan los delitos de odio, vuelven a segregar, rompen el civismo, rompen la cultura de la paz.
Entonces, son muchas cosas. La base es la educación, los medios de comunicación, el que los operadores jurídicos hagan bien su trabajo y se quiten ese antigitanismo, esa malversación que tienen dentro de ellos, ese elemento intangible que no se ve pero que les afecta, porque llega a producirse una desmaterialización del derecho. Cuando tú no aplicas la ley, lo que aplicas son tus propios prejuicios. Y haciendo alusión a la cultura gitana, se está produciendo una desmaterialización del derecho. O sea, son muchas cosas en áreas muy importantes que, si se aplicaran, tendrían un impacto directo positivo en la comunidad.
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Extraordinaria entrevista, gracias. El daño que generan las religiones se extiende a la política, porque en barrios con alta población gitana el partido más votado ha sido Vox. Curiosamente, en los últimos años han sido las mujeres gitanas quienes han construido narrativas valientes cargadas de razón. Ánimo.