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Energías renovables
Euskal Herria Bizirik: “Las renovables pueden ser el sustento de hoy, pero serán la miseria de pasado mañana”
El 18 de enero se presentó la red Euskal Herria Bizirik en defensa del territorio para hacer frente a la avalancha de megaproyectos. Desde la red señalan a los gobiernos y a la élite corporativa, sus iniciativas privatizadoras y la destrucción de la zona rural y natural. Denuncian el modelo económico actual, “cuya máxima es generar el mayor beneficio privado posible, sin tener en cuenta parámetros medioambientales o sociales”, y señalan la “farsa” de la llamada “transición verde”, ya que “verde solo es el color del dinero que pretenden embolsarse con sus juegos especulativos”.
Por otro lado, a dos meses de las elecciones de la CAV, las presiones y actos de conveniencia se hacen notar. La transición energética y la emergencia climática son términos que resuenan en los discursos de los partidos políticos; temas de gran preocupación, de donde depende el respaldo social de muchas decisiones políticas y el reconocimiento de varios partidos. Es más, un 8 de febrero el Gobierno Vasco aprobaba la Ley de Transición Energética y Cambio Climático con el apoyo de PNV, PSEE y EH Bildu donde destacan el objetivo de “alcanzar la neutralidad, la resiliencia y una transición justa para 2050”.
Paralelamente, la preocupación de tales partidos es notable ante una red que señala directamente a los gobiernos de turno, sus relaciones empresariales, y “la crisis ecosocial que ellos mismos han provocado”. Ejemplo de la desazón es el artículo publicado en Berria el domingo 18 de febrero por Aritz Otxandiano Kanpo, hermano del candidato a lehendakari por EH Bildu, Pello Otxandiano. En él argumenta la “visión cerrada” del movimiento Euskal Herria Bizirik, su posición “absoluta”, y su discurso y lectura, según Otxandiano, “simplificada hasta el límite”.
Crisis climática
CRISIS CLIMÁTICA Una ley vasca maniatada para responder a la “emergencia climática”
Centrales eólicas, fotovoltaicas, líneas de alta tensión, Tren de Alta Velocidad, vertederos, Guggenheim de Urdaibai, macroplantaciones, etc. Además, la infraestructura necesaria para construir todo esto. ¿Hay suficiente terreno para tanto megaproyecto?
Es una pregunta trampa. El territorio es el que es. Luego está la cuestión de para qué se utiliza. Al fin y al cabo la tierra es lo único que tenemos, es necesaria para mantener la vida, para garantizar nuestra alimentación, el bienestar y la naturaleza; y si se utiliza para instalar proyectos que sirven para que unos pocos puedan acumular está claro que todo lo demás no lo podrá cumplir.
Explicáis que “por si acaso, los protagonistas del blanqueo no quieren profundizar demasiado en el origen de la situación ecológica, social y política actual, quizá porque [...] se explicará la necesidad de erradicar todo el sistema”. ¿En qué contexto aparecen estos megaproyectos?
Por un lado, vivimos una crisis ecosocial que las mismas élites políticas y económicas han provocado. Es decir, se están empezando a ver las consecuencias del modelo económico, se ve que no es sostenible y la gente ha empezado a espabilar. Por otro lado, tenemos que observar el contexto de Europa. Todos estos proyectos, intentos e imposiciones, se están orquestando desde allí. Ahora mismo, la Unión Europea está teniendo serias dificultades para hacer crecer su PIB comparado con otras potencias y todo lo que necesita lo tiene que importar, tiene muy poca capacidad de producir en su territorio comparado con su producción industrial. Para mantener toda esa industria y su predominio se está dando una ofensiva en la que destacan dos elementos clave: la capacidad de imposición económica y la fuerza militar.
Están utilizando el miedo y el discurso de gravedad del cambio climático para dar un giro en el modelo, profundizando en sus intenciones de crecimiento permanente
¿Cómo llega a ser la transición verde una manera de mantener ese crecimiento económico?Para conseguir el crecimiento económico que busca Europa nos han vendido un capitalismo verde para que la gente vea con buenos ojos el ciclo de riqueza que se va a dar a continuación y, así, para seguir aumentando la acumulación del capital. Todo ello lo han disfrazado de verde y a nosotros nos ha llegado en la forma de energías renovables. Están utilizando estos proyectos para intentar darle un nuevo impulso al ciclo acumulativo, una nueva imagen para continuar alimentándolo, y al mismo tiempo se está buscando nutrir la necesidad energética que requiere esta nueva vuelta de tuerca del capitalismo. Se está intentando hacer creer que el sistema se puede mantener y que, además, impulsa un cambio. Que es una alternativa, cuando en realidad no lo es porque los planteamientos no están hechos con una visión de sostenibilidad, sino de rentabilidad, rentabilidad económica.
Tanto los partidos como las empresas inciden en la gravedad de la situación a la hora de implantar proyectos de renovables. Respaldan sus iniciativas con la necesidad de hacerle frente a la emergencia climática. ¿Es el miedo el instrumento para legitimar estos proyectos?El miedo o la urgencia son las herramientas que están utilizando para no dejar tanto tiempo de debate y para poner sobre la mesa esta iniciativa lo antes posible. Y es verdad que la situación es grave, hoy de nueve límites biofísicos necesarios para garantizar la vida en este planeta hemos sobrepasado seis. Sin embargo, ellos solo plantean un discurso que le da respuesta al límite climático, y, vista su apuesta, esta voluntad es más bien dudosa. Están utilizando el miedo y el discurso de gravedad del cambio climático para dar un giro en el modelo, profundizando en sus intenciones de crecimiento permanente. Además, la izquierda europea se esconde en ese discurso de urgencia y prisa para argumentar la imposibilidad de aplicar otro tipo de modelo económico y otro modo de trabajo, delegando estos cambios a un segundo plano, lo que llega a ser una excusa para evitar la cuestión que en realidad está en la base. Al final, lo que están consiguiendo es anular el debate más que legitimar proyectos.
En un artículo publicado en Argia explicáis que “el maniqueísmo está de moda: estás a favor o en contra de las energías renovables, con nosotros o con los demás”. ¿Se está tratando de enfrentar a la población?
Más que enfrentar a la ciudadanía, están simplificando el debate. Subrayando que tienen ellos y son ellos la respuesta y que el resto es una quimera. Gobiernos y élites económicas se dedican a hacer una serie de propaganda, de publicidad, que confunde a la ciudadanía. Por ejemplo, es imposible que las renovables sustituyan a la energía fósil, pero están haciendo creer a la gente que es así. Utilizan un lenguaje con el que nos explican qué tenemos que hacer para mantener este nivel de vida. Nos dicen que hace falta instalar una central eólica en nuestros montes o una fotovoltaica en nuestros campos, porque es “energía verde” y, si te opones, te hacen sentir culpable. Que no eres solidario te dicen. Pero lo que no dicen es el daño que va a causar su proyecto, todo el destrozo que va a producir hoy y mañana. Hace 50 años cuando el movimiento ecologista impulsaba proyectos renovables se deslegitimizó por completo. Ahora según su conveniencia se han apropiado de ello y han moldeado el discurso previo de sostenibilidad y justicia hacia sus intereses.
También denunciáis: “En esta tragedia contemporánea se identifican fácilmente a los dioses y a los que serán sacrificados en su honor.” Dioses por un lado y sacrificados por otro. ¿Es la transición verde una imagen renovada y decorada de una lucha de clases?
Sí. La base del funcionamiento de la sociedad capitalista actual nos lleva a ello: producimos más de lo que se necesita y la parte más grande se acumula en pocas manos. Esta riqueza viene por una parte de la fuerza de trabajo que se nos expropia a los trabajadores y por otra de la explotación de los recursos naturales. La acumulación del capital viene al fin y al cabo de haber pagado menos en el proceso de producción y esto tiene consecuencias sociales y ecológicas muy graves. Es un problema de energía, de medioambiente, pero también de sanidad, de educación, de vivienda, de todo. Todo se está empobreciendo y muchas personas se quedan por el camino: gente de la zona rural que no va a poder mantener su forma de vida, gente que no puede pagar la electricidad y que no va a tener acceso a ella, o gente que de la noche a la mañana va a ver que su puesto de trabajo sobra. Mientras tanto, en todo esto, el mensaje está dirigido justo a esas personas, es más, se habla sobre los sacrificios necesarios para poder mantener esos puestos de trabajo.
Es imposible que las renovables sustituyan a la energía fósil, pero están haciendo creer a la gente que es así
Sin embargo, la mayor parte de estos proyectos se impulsan con dinero público. ¿Cómo lo vamos a pagar?
Aquí es importante entender cómo funcionan los fondos que se dirigen desde Europa, como es el caso de Next Generation, los fondos más grandes destinados al crecimiento económico hasta el día de hoy. Este dinero se dirige a los estados y nos hacen creer que es para proyectos renovables o sostenibles, pero es un engaño, ese dinero se lo están llevando las multinacionales. Además, estos fondos no son un regalo, son préstamos. Dinero que luego el estado está obligado a devolver. Por una parte esto lleva a una pérdida de autonomía de los estados ya que Europa los tiene atrapados por medio de la deuda. Por otra parte, el partido político de turno tendrá menos recursos para gestionar las prestaciones sociales. Decíamos que la riqueza siempre va a venir de la explotación de la naturaleza o de las personas, en este caso el estado va a rascar de las personas.
Pero, ¿las administraciones no están para velar por el interés general de la población?
El estado es un órgano que garantiza el crecimiento económico y todos los partidos que formen parte de él están obligados a responder a ese incremento. Hablan del “interés general”, pero por este camino estamos perdiendo el poder adquisitivo de la población y se nos está hipotecando haciéndonos creer que sus políticas van a traer la solución. Sin embargo, la destrucción que van a causar las eólicas y fotovoltaicas en el terreno, en la biodiversidad y en los pueblos, no traerán un bienestar para la mayoría, al contrario. En nuestro territorio es muy llamativa la relación que han creado entre EH Bildu, la firma noruega Startkraft y la cooperativa Krean del grupo Mondragón. En Azpeitia, por ejemplo, fue EH Bildu el que les dio la voz a Startkraft: “Este es el modelo, esto nos traerá bienestar y es por ello que necesitamos eólicas en el monte”. Y éste puede ser el sustento de hoy, como máximo de mañana, pero será la miseria para pasado mañana y en adelante.
Este febrero el parlamento ha aprobado la Ley de Transición Energética y Cambio Climático con los votos de PNV, PSE-EE y EH Bildu. ¿Cómo pretende afrontar esta ley la urgencia actual?
No ha sido una ley muy pública, se ha hablado en momentos muy puntuales y no ha habido debate público. En ella repiten una y otra vez la necesidad de reducir emisiones y parece que la solución mágica para todo ello es la eficiencia y la historia de las 0 emisiones. La eficiencia entendida dentro de una lógica de crecimiento no va a traer una reducción real. Es una trampa bastante clara. También porque para reducir las emisiones las están llevando fuera y están entrando en la lógica de la importación. Pero esas emisiones siguen siendo nuestras. Es otro mercado, uno de las emisiones, y al final es el que tiene dinero y poder el que puede contaminar más.
¿Qué lectura hace la ley sobre la resiliencia necesaria para adaptarse a los cambios que vienen?
Más allá de las menciones, no toma medidas reales, o las que propone están contrapuestas por otros puntos de la ley. Es interesante cuando habla de que hay que parar la artificialización de la tierra y que hay que evitar la erosión. Sin embargo, toda la parte de la ley que trata sobre las renovables va totalmente en contra de ello y no se propone ningún mecanismo que haga contraposición entre esas dos partes. Por ejemplo, no propone una figura para defender los campos de alto valor, un banco de tierra para garantizar la alimentación de un futuro, una protección de las redes de agua de los pueblos. Y la resiliencia es justo eso: la capacidad para poder enfrentarse a los problemas tú mismo, con tu propia red, desde el apoyo mutuo e impulsado desde la autonomía. Al darle todo el peso a las energías renovables y facilitando todo su proceso están haciendo todo lo contrario.
En el mercado de las emisiones, al final el que tiene dinero y es el que puede contaminar más
Sin embargo, la misma ley admite que esos proyectos tienen un lado destructivo en el ambiente, en la comunidad, y demás.
Los perjuicios que traen los proyectos están bastante claros y en la ley plantean un canon para las eólicas y fotovoltaicas. Les ponen un impuesto. Pero una cosa es lo que se ha dado a entender y otra lo que dice la ley. Se ha dado a entender que ese canon es una medida de compensación hacia los habitantes para pagar el daño generado por esos proyectos. Dicen que será dirigido a las zonas perjudicadas para la inversión social y la protección del medio ambiente. Sin embargo, la ley expone que ese canon se dará para conservar el medioambiente, reponerlo, y restaurarlo. Desde el momento que la ley pone ese objetivo, lo que llega a ser un impuesto finalista, no se puede dirigir para otra cosa. Es decir, la misma ley cierra la posibilidad del gasto social. Además, este apartado tiene un segundo párrafo que al mismo tiempo defiende que esas inversiones se dirigirán para fomentar el uso razonable de la energía en toda la CAV, no solo para las zonas perjudicadas.
Los partidos destacan la participación ciudadana y la democratización de la energía que son objetivos centrales de la ley. ¿Es propaganda o una garantía?
Son puntos de la misma ley para que sean aceptados socialmente. Hablan del 20% de la potencia que se le ofrecerá al pueblo, a la industria y a los comercios como inversión. Pero no sabemos si es el 20% de la energía que se produce o el 20% de la propiedad. En la prensa se ha escrito de todo, pero una cosa y la otra no son la misma. A parte, pone al mismo nivel a los habitantes, a la industria y al comercio. Puede ser propaganda, sí; dan a entender que nuestra factura a finales de mes será más baja y que tendremos un poder de gestión o de decisión sobre esos proyectos, pero eso no es así. Y los tres partidos están en el mismo saco, han priorizado el crecimiento económico al bienestar de la ciudadanía.
¿Qué papel tendrá Euskal Herria Bizirik de aquí en adelante?
Cuando hablamos de bienestar no hablamos solamente del nuestro y del de hoy, también miramos a las generaciones futuras. Ellos hablan de mantener el bienestar de hoy, pero están hipotecando el futuro. Por ello, Euskal Herria Bizirik estará delante de cada megaproyecto que nos quieran imponer. El 20 de marzo hemos convocado una concentración en Barakaldo. Ese día se harán unas jornadas importantes sobre las eólicas en el BEC. También invitamos a la gente a la manifestación nacional que haremos el 13 de abril en Azpeitia.