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Memoria histórica
Lo que une a las víctimas de la transición: su memoria es una batalla por los derechos humanos

El pasado 10 de mayo en coincidencia con el aniversario del tripe asesinato de los jóvenes Luis Cobos, Luis Montero y Juan Mañas, que fuera conocido como Caso Almería, se realizó un acto institucional de reconocimiento a Juan Mañas como hijo predilecto en su localidad natal, Pechina.
El acto fue organizado por el ayuntamiento y con un marcado carácter institucional, con toda la corporación municipal y a la que se sumó a mitad del evento el subdelegado del Gobierno. Algunas voces amigas de la familia pudieron hablar y expresar su solidaridad como Carlos Bachiller, José María Carrillo, entre otros, y también pudimos escuchar las voces comprometidas de Manuel Gerena, Alba Sorroche y Antonio Cuéllar y Lucía Sócam, que cantó uno de sus temas dedicado a Javier Verdejo, otro asesinato impune de la transición en Almería. De entre las intervenciones me viene a destacar una que no dejó indiferente a nadie, pues el periodista Antonio Torres, un veterano de los medios almerienses, detalló las primeras horas de su cobertura y primeras pesquisas del caso. Ofreció ciertos detalles que a más de uno nos dejó con el mal gusto del horror y el crimen, con algunas imágenes descritas demasiado duras para familiares y vecinos. Supongo que era su intención retratar con realismo aquello y así de paso abrir boca para su futura publicación sobre este tema.
Por mi parte, en condición de vocal de la asociación andaluza de Víctimas de la Transición pude dedicar unas palabras que resumo como aportación ante la encrucijada que tenemos en un futuro inmediato. Voy a reconstruir mis palabras en la medida en que fueron escritas y también leídas.
“Os voy a trasladar un saludo, una reflexión y una propuesta, esta última sería una propuesta hacia la sociedad, más que algo concreto a este ámbito por el que estamos aquí hoy reunidos.
Es para mí orgullo estar en este acto junto a la familia Mañas Morales, con la que hemos compartido desde hace algún tiempo, algunas vivencias muy importantes para la lucha de los familiares de las víctimas de la transición.
Gracias a los familiares del Caso Almería y a otros que sucedieron en el año 1982 la ley de memoria democrática no se quedó, como querían algunos, con la aprobación de la nueva constitución española de 1978. Es más, también ampliamos el período llamado transición y por supuesto que los albañiles de Granada también entraban en este. Gracias al empeño demostrado por la familia Mañas se ha tomado en serio el Caso Almería con un caso de terrorismo, en este caso de Estado. Y lo pudimos decir bien alto en el Parlamento Europeo en Bruselas cuando realizamos el segundo encuentro estatal de víctimas de la transición, con una delegación de ochenta personas y con familiares de Manuel José García Caparrós, Arturo Ruiz, entre otros.
Gracias al encuentro de estas familias así nació la asociación andaluza, de la que esperamos retomar su actividad, después de que nos dejara demasiado pronto nuestro querido amigo Manuel Ruiz. Nuestra intención es seguir dando la batalla para denunciar ese hilo negro que une todos los asesinatos de la transición, desde Arturo Ruiz a García Caparrós, de los abogados de Atocha al Caso Almería…un hilo que viene de la dictadura y que ha tejido su red dentro y fuera del estado, a través de paramilitares o cuerpos policiales directamente ultraderechistas. Ninguno de nuestros muertos llevaba una pistola, eran personas sencillas, trabajadoras, que si llevaban algo en la mano sería un pasquín.
Gracias a la denuncia y a la presión se consiguió un hecho importantísimo como fue que la dirección general de la Guardia Civil pidiera perdón a la familia en un acto institucional en el que pudo estar María Morales. La misma María Morales que abrazó con cariño el Premio García Caparrós cuando lo recogió en Córdoba y su nieta Mari Carmen dejara aquellas palabras para siempre, pues la memoria había germinado de esta forma en los jóvenes de su familia.
Lo recorrido por la familia Mañas Morales ha sido gracias a su convicción de que la desmemoria puede hacer peligrar nuestros valores democráticos como sociedad. Por eso nunca dejaron de perseguir la dignidad de Juan Mañas. De hecho gracias varios de los pilares que hacen posible una sociedad no pudieron tapar el vil asesinato cometido por aquellos guardias civiles.
No pudieron ocultar el crimen porque gracias a la prensa aquello no pudo quedar así. El trabajo de Antonio Torres o Antonio Ramos Espejo supuso dar luz ante tanta oscuridad. El periodismo de investigación y crítico es fundamental para tener una democracia sana y real.
Así como el papel desarrollado por los abogados, una Cristina Almeida y sobre todo un Darío Fernández, que sufrió la persecución y la presión policial por su increíble apuesta por la verdad y la justicia. Los abogados valientes, los juristas comprometidos, son también fundamentales para una democracia viva.
Y por último, sin familias, sin el pueblo trabajador y honesto, que no quieren olvidar porque han sido golpeados en lo que más duele, en la vida de algún ser querido… sin las familias de las víctimas no habría memoria. La memoria es fundamental para que no se repitan estos hechos. La divulgación y el compromiso con la difusión de estos hechos es tarea de todas y todos, de la administración y también de la ciudadanía, para que haya una garantía de no repetición por la vía de la educación y la intervención sociopolítica.
Sigamos construyendo estos pilares básicos para que la democracia se regenere ante los envites involucionistas de los que no quieren la memoria. Hay algo que al final une a las víctimas de la transición, su memoria es una batalla actual y necesaria por los derechos humanos.
Se lo debemos a Juan y María, aquellos padres de Juan Mañas, y a todas las víctimas de la transición, que allá donde estén, estarán sonriendo cada vez que los nombramos, porque así les damos la vida que le quitaron”.