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Se aproxima septiembre y la vuelta al cole de nuevo ocupará nuestras conversaciones cotidianas. Y no es para menos, pues es un negocio muy jugoso que mermará las carteras de las familias incrementando sustancialmente el volumen de negocio de las editoriales que monopolizan el mercado del libro de texto. Y la verdad es que me da pena que los docentes lo sigan alimentando; sobre todo en primaria, pues en secundaria parece que se mira más por la reutilización de los materiales. Pero ahora, con la excusa del cambio del currículo, todo a la basura. Puedo entender ciertos cambios, como alguna asignatura que aparece u otra que desaparece. Pero ¿es de verdad necesario cambiar los libros de matemáticas cada cuatros años? Pues no, es un invento. Recuerdo de mi época de profesor secundaria que de una edición a otra lo que había era un cambio de páginas y poco más. Un gazpacho con el mismo contenido de lo anterior pero en diferentes páginas.
¿Cómo es posible que un libro para 3º, 4º o 5º de Primaria de matemáticas o de lengua, de las editoriales acomodadas, ronde los 40 euros? Pues sí, eso pienso yo: un robo
¿Y la economía circular? ¿Y el ahorro energético?... pues ahí vamos, avanzando torpemente. Gastando presupuesto público en el naming pero obviando políticas efectivas a tal efecto. Nos lo venden como algo moderno, pero años atrás los libros eran aprovechados y reutilizados de manera improvisada entre familias, amigos y vecindario. No hacían falta ni bancos de libros, ya que la propias familias se ocupaban de que los textos siguieran recirculando. No era por ecología ni por circularidad económica ni otras propuestas de coaches, gurús y vendehumos varios. Se hacía por puro saneamiento de la economía doméstica, que no es poco. Y además repercutía en el entorno próximo, favorecía al medio ambiente y era una clara puesta en práctica de economía circular ¡Qué remedio! Ahora se ponen trabas a estas prácticas, cuasi consuetudinarias y después de las puñaladas en las facturas de la mochila escolar nos vienen con los cuentos del ahorro energético y la economía circular. ¡Pero si lo han asfixiado institucionalmente las mismas instancias que hablan de la innovación educativa y del cambio pedagógico, cuando en la mise en place nos llevan a en sentido contrario al cambio!
¿Y qué me decís del precio? ¿Cómo es posible que un libro para 3º, 4º o 5º de Primaria de matemáticas o de lengua, de las editoriales acomodadas, ronde los 40 euros? Pues sí, eso pienso yo: un robo. Ahora alguien afín a los que disponen, materializan y legitiman esta canallada (léase instancias políticas y mercado editorial) dirá eso de que “las familias se quejan del precio de los libros de los niños pero se gastan más dinero en videojuegos”... Pues no, no tienen razón. Y es una argumentación bellacamente falaz: el precio de los libros de texto en sí es excesivo, un robo. Porque por su gran tirada, por su mercado cautivo y por la seguridad y tranquilidad de que toda la tirada se venderá cada temporada, se convierte en un negocio redondo y altamente lucrativo ¿Os ha extrañado los casi 40€ del libro de 3º de primaria? Pues coged un cuadernillo de actividades de inglés o francés de la ESO: unos 30€ por cien páginas. Ahora comparadlo con obras maestras para esas edades en las que el deseo de aprender sigue intacto, a falta de la chispa que lo alimente: El Libro de la Ciencias, de la Historia, el de la Mitología o cualquiera de esta serie de Editorial Akal,con 352 páginas, gran cantidad información escrita e ilustraciones. No llegan a 30 euros. Eso sí, los libros de texto de esa editorial son sensiblemente más caros.
Ahora comienzan a ponerse de moda las licencias de uso para libros electrónicos. Licencias para acceder a un contenido digital válidas para el año en curso pero más caras que el libro en papel al que sustituyen
¿Y qué dicen de esto los partidos políticos? No dicen nada, se callan. En Extremadura hace unos pocos años se les llenó la boca diciendo que los libros serían gratuitos. Pues no, nunca se llevó a la práctica. En la vecina Andalucía sí son gratuitos. Para todos. Y eso que gobierna el PP. Entonces ¡Sí-se-puede! Otra cosa es que se quiera. Ojo, no quisiera que en la plenitud dialéctica recibiera un ataque reduccionista y se tachara este texto, o mi persona en una secuencia ad hominem, de estar mediatizado políticamente. Simplemente me acojo a lo Marx escribió a Arnold Ruge en 1843 : “hay que someterlo todo a una crítica implacable”.
Educación
El monopolio de los libros de texto
¿Y qué hay de la revolución digital? ¿De la pizarras digitales, tabletas y ordenadores que pueblan nuestras aulas desde hace años? Pues ahora comienzan a ponerse de moda las licencias de uso para libros electrónicos. Licencias para acceder a un contenido digital válidas para el año en curso pero más caras que el libro en papel al que sustituyen, con una vida a priori superior. Y si toca repetir curso, a pagar de nuevo el mismo libro. Lo dicho, estamos vendidos. Cambio de interfaz pero mismo proceso: se trata de un lavado de cara que favorece al sistema establecido, que cambia papel por bits, aprovechando el cambio para vender lo mismo pero producido más barato por más precio.
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A mí me sigue pareciendo insultante que no tenga cada colegio un banco de libros que se pasen de generación en generación. Coño, si yo tengo 25 años y recuerdo que en parte de mi vida educativa se hacía eso, no sé si cambió la legislación o que ha pasado para que de deje de hacer. Si además es que esos libros con suerte de le dejan a algún conocido, eso si no acaban cogiendo polvo (por el hecho de lo que han costado) hasta que se tiran por no ocupar espacio.
El tema de la determinación de precios oligopólica aparte, que también habría que meter mano ahí.
Así es. La escuela se ha mercantilizado y se deja llevar por las modas de usar y tirar. Y eso que el respeto al medio ambiente y blablablá forma parte de los pilares pedagógicos. Pero como en muchas otras facetas de la vida, nos estamos rindiendo al mejor postor.