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Documental
Laura Hojman: “La historia de María Lejárraga es la de las mujeres de España, un relato robado que recuperar”
“¡Apasionaos, mujeres desapasionadas!. Salid sincera, decidida y serenamente en busca de la verdad, que, a mitad de camino, saldrá ella a vuestro encuentro”, esta es solo una de las maravillosas reflexiones que María de la O Lejárraga escribió en sus Cartas a las Mujeres de España, una recopilación de textos feministas publicados en la revista Blanco y Negro en 1916. El libro ha sido imprimido de nuevo por la editorial Renacimiento, por primera vez con el nombre y el rostro de María en la portada, y 106 años después agota en cuestión de semanas cada nueva edición que sale a la venta, y ya va por la tercera. Ciertamente, la pasión de María se ha transmitido después de un siglo a una velocidad vertiginosa gracias al trabajo audiovisual de una joven directora sevillana, Laura Hojman.
Laura muestra su sorpresa y agradecimiento en una entrevista a El Salto Andalucía por el fenómeno María Lejárraga. Cuenta que al principio les costó mucho trabajo que su documental A las Mujeres de España. María Lejárraga arrancara: “Partíamos de un personaje prácticamente desconocido, fue muy difícil llevar a la gente hasta el cine y ha sido muy bonito ver cómo mediante el boca a boca se ha ido transmitiendo la información y ha llegado a proyectarse siete meses ininterrumpidamente en las salas, una barbaridad para un documental”. Laura cuenta con experiencia previa, el anterior Antonio Machado. Los días azules, tampoco nos dejó indiferentes, fue ganador de seis premios Asecan del Cine Andaluz, nominado a los Premios Forqué, exhibido en muchos festivales y en Filmin, plataforma donde también encontrar el de Lejárraga.
La pregunta que nos planteamos es ¿cómo un documental sobre una mujer desconocida, un trabajo de una pequeña productora, Summerfilms, ha llegado a ser el único documental español nominado por los tres grandes premios nacionales de cine: Los Feroz, los Forqué y los Goya? Laura Hojman reconoce que su productora no ha contado con presupuesto suficiente para hacer esa gran campaña que requieren este tipo de certámenes, es más “ni siquiera tenemos una jefa de prensa”.
“María Lejárraga se ha convertido en un símbolo de reivindicación propia de las mujeres, el documental no es la historia de una sino la de todas, y por eso ha conectado de una manera tan íntima y tan importante”
Cierto que han influido factores como su emisión en el programa Imprescindibles de TVE, pero Laura atribuye el éxito sin ningún tipo de duda a que “María Lejárraga se ha convertido en un símbolo de reivindicación propia de las mujeres, el documental no trata solo de la historia de María Lejárraga; no es la historia de una sino la de todas, es nuestra historia, la de las mujeres de España; y por eso creo que ha conectado de una manera tan íntima y tan importante y la hemos tomado como una bandera de reivindicación propia. Me parece increíble porque siempre he entendido el cine como una herramienta de cambio social y es lo que está pasando. Espero que sea un camino que avance y que haya venido para quedarse”.
La luz de María Lejárraga ilumina una historia oscura
María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra crearon incluso antes de casarse en 1900 una marca empresarial con el nombre del esposo. Llegaron a un acuerdo en el que María escribía el producto y Gregorio lo vendía. Así lo demuestran cartas intercambiadas por ambos, estudiadas por las expertas que intervienen en el documental de Laura Hojman. Antonina Rodrigo, Rosa Montero, Vanesa Monfort, Juan Aguilera, Isabel Lizárraga, Manuela Carmena, Maria Luz González y Remedios Zafra parten de la premisa de que Gregorio Martinez Sierra no escribió ni una sola línea de ninguno de los trabajos que todavía se le atribuyen a él y en algunos casos aparece María como coautora.
Esta era una herramienta de la que se valían mujeres en otra época en la que trabajar con firma femenina no era fácil, como fue el caso de la marca de fotografía Robert Capa, formada por Endre Ernő Friedmann y su esposa Gerda Taro, otra mujer olvidada por la historia. María solo quería escribir y Gregorio era un magnífico empresario teatral, juntos lograron grandes éxitos: Canción de Cuna, obra llevada al cine hasta en cinco ocasiones o el libreto de Amor Brujo junto a Manuel de Falla, y produjeron de todo: teatro, obras musicales, poesía, cuentos, novelas, comedias, traducciones. Esta sociedad mercantil se vio truncada cuando una tercera persona entró en escena, y es que Gregorio Martínez Sierra se enamoró de otra mujer, la actriz Carolina Bárcena, con la que tuvo una hija y formó una vida lejos de María pero todavía “participando” de su escritura. Lo hizo hasta el final, cuando murió no reconoció los derechos de autoría de María, que lo perdió todo.
Lejárraga tuvo que rehacer su vida y lo hizo dedicándola al feminismo y la política. Participó en la fundación de varias asociaciones feministas, defendió los derechos de las mujeres y en 1933 fue elegida diputada al Congreso de la República por Granada en las primeras elecciones españolas donde las mujeres pudieron ejercer el derecho al voto. Laura Hojman confiesa que a menudo surge la cuestión sobre cómo fue posible que una mujer tan feminista permitiera la firma de su obra con el nombre de su marido. Para Laura la respuesta es clara: “María sufrió una evolución de lo individual a lo colectivo, vivió un proceso vital y una toma de conciencia feminista con la que no contamos al nacer. En un principio lo que quería era escribir y se valió de esta herramienta que le funcionó muy bien y luego se dio cuenta de su error”.
Hojman destaca el hecho de que cuando María saca a la luz su nombre, firma por primera vez los discursos y da la cara, lo hace rodeada por un grupo de mujeres, mientras que en la primera parte de su vida es una mujer en un mundo de hombres. “Esto, que parece una tontería, es importante; cuando estamos rodeadas por un grupo de mujeres que nos da seguridad, que nos hace sentir que no estamos solas, que no hacemos las cosas solo por nosotras, sino que lo hacemos por el colectivo, por las demás, porque somos parte de algo más grande, me parece interesantísimo. Estoy segura que María lo hizo porque se da cuenta que su voz es importante para otras, que representa a otras y puede mejorar la vida de todas las mujeres”.
El objetivo de la cineasta es transmitir la luz que emanaba de María Lejárraga, “una mujer con un discurso político tan contundente que nunca partía desde la bronca, el enfado o desde un lugar duro sino que lo hacía desde la luminosidad, la alegría, la reivindicación de la vitalidad, diciéndole a las mujeres que tenían que salir de sus casas, implicarse en el trabajo, para María el feminismo era una invitación a la vida”. Laura ha sabido contagiarnos esa alegría de María. “Creo que con la belleza, la alegría, con la amabilidad, hemos llegado a personas que no se hubieran acercado desde otra perspectiva a un documental feminista. María era muy lista porque combatía con esto ese prejuicio horrible de que las feministas eran unas señoras que andaban todo el día cabreadas, enfadadas y de mal genio”, cuenta.
El país que pudimos llegar a ser, nuestra historia robada
Laura insiste en mostrar el documental no como una biografía de María Lejárraga sino como “el retrato de un país que no se nos ha contado, del país que podíamos haber sido, que avanzaba hacia la modernidad, la igualdad y en el que las mujeres eran un auténtico motor de cambio social”. Hojman desmonta, con datos y archivos de la época, nuestra idea de que España siempre ha sido un país atrasado, a la cola de derechos, igualdad o servicios sociales, “antes de la Guerra Civil, nuestro país avanzaba muchísimo, las mujeres votaron casi una década antes que las mujeres en Francia, las mujeres consiguieron sacar adelante unas leyes que estamos debatiendo ahora mismo de nuevo”.
“Fuimos un país en el que se publicaba un ensayo feminista que hablaba de la deconstrucción del amor romántico, la reivindicación del tiempo y el espacio propio como Cartas a las mujeres de España, 13 años antes que Una habitación propia de Virginia Woolf”Para la autora, María Lejárraga no era una excepción o una rareza en aquellos tiempos, “María era una más en un país que daba lugar a mujeres como ella, como Elena Fortuny, Luisa Carnés, Concha Mendez, Victoria Kent, toda una generación de mujeres que estaba haciendo trabajos de una modernidad absoluta, un país en el que se publicaba un ensayo feminista que hablaba de la deconstrucción del amor romántico, de la reivindicación del tiempo y el espacio propio como Cartas a las mujeres de España, 13 años antes que Una habitación propia de Virginia Woolf. Me parece el ejemplo perfecto para hacernos una idea del país que éramos y de concienciarnos del drama que supuso la Guerra Civil Española y la dictadura, donde todo esto no solo se cortó y prohibió sino que se nos ocultó, y dio lugar a una generación de mujeres encerradas en casa, a las que no se dejó estudiar. Fue un retroceso cruel y terrible cuyas consecuencias seguimos arrastrando”.
“Todo lo que una vez fue tiene que volver a ser, no puede quedar en la nada”
La intención de Laura Hojman es hacer memoria, “no por un ejercicio de nostalgia sino para mirar el presente, saber de dónde venimos y poder afrontar el futuro, de otro modo no podemos avanzar”. El documental de María Lejárraga habla de nuestras antecesoras, de nuestro relato, de nuestra historia robada; un relato que, como dice Remedios Zafra, se intentó ocultar, decapitar, extirpar, pero no se pudo matar; y así lo siente Laura Hojman, “quería que el documental sirviera para que en este país se abriera una reflexión seria y profunda sobre la necesidad de incorporar a estas grandes mujeres a nuestra historia oficial, porque hay que recordar que ni María Lejárraga ni ninguna de las mujeres de la película aparecen en los libros de texto. No quiero que las nuevas generaciones crezcan como yo, sin estos referentes”.
Y para terminar, la directora confiesa la dificultad que entraña ganar el Goya en febrero pero, después de todo el afecto que ha recibido con este trabajo, “me gustaría ganar el Goya para devolver algo tan bonito como lo que me estáis dando a mi, tanto cariño y apoyo”.
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Muy bueno. Lo triste es que hoy todavía seguimos respirando ese aire rancio del franquismo, de manera que todavía hay algunas jóvenes investigadoras que dicen preferir poner en sus trabajos como fuente "el autor" porque les da más credibilidad que poner "la autora".