¿Qué le pasa a la izquierda extremeña?
Tari González: "Permitirán este simulacro de democracia mientras sus intereses no peligren"

Volvemos con nuestra sección de reflexión sobre la izquierda extremeña con la Secretaria General de Mujeres Libres de Extremadura, la trabajadora social y antropóloga Tari González.  

Cofundadora de Mujeres Libres Extremadura en 2005, es actualmente su Secretaria General. Milita hace más de 20 años en el movimiento libertario y en el feminista, sin dejar de lado otras causas sociales como el antirracismo, el antifascismo, el ecologismo, etc. Trabajadora social y antropóloga experta en género, trata de dedicar toda su actividad -tanto como trabajadora, como militante- a los movimientos sociales.

¿Qué fue, en Extremadura, de la oportunidad de cambio que se vislumbró a partir de 2011? ¿Puede hablarse de una crisis orgánica del Régimen extremeño del 83, o solo de una reconfiguración del sistema regional de partidos? 

Durante el movimiento del 15M se dieron experiencias interesantes cuya influencia sigue viva hoy. En primer lugar, en las movilizaciones de las plazas, dejamos de ser “las cuatro de siempre”, para asistir a movilizaciones masivas. Se coordinaron colectivos, surgieron otros como los Campamentos Dignidad, la marea verde por la educación, las plataformas antidesahucios, etc. Todo ese movimiento sigue ahí. Además, la influencia del 15M se puede ver también en el movimiento social más fuerte del momento: el feminismo, con quien comparte la visión anticapitalista y antijerárquica.

Creo que la oportunidad de cambio sigue intacta, porque esa es la verdadera semilla del cambio: la crítica radical a la estructura socioeconómica, la crítica a los sistemas jerárquicos que la sustentan. Otra cuestión es que nos creamos que ese cambio es posible, nos atrevamos a hacerlo posible. En mi opinión, hay varios problemas claves en la izquierda, que se han ido agudizando con el tiempo. El primero de ellos, para mí, es claro: si el 98% de la población no consigue defender sus derechos frente a los intereses del 2%, es porque gran parte del ese 98% anda confundidx, pensando que forma parte del 2%. Es decir, la conciencia y la cultura proletaria se han ido desdibujando y desapareciendo. La mayoría no es consciente de cuáles son sus verdaderos intereses, están defendiendo los del amo, pensando que así, algún día, lograrán un puesto más cercano al suyo. La mayoría no es consciente de la necesidad de destruir las jerarquías, de la necesidad de “condenar a muerte al amo”, como ocurre en Novecento. En la obra de Bertolucci lo que desaparece no es la persona, sino la jerarquía, el rol y la figura del amo. La primera gran fractura del movimiento obrero se produjo en torno al debate de cómo tomar los medios de producción y cómo gestionarlos. Anarquistas –comunistas libertarios- y comunistas estatistas defendieron posturas opuestas. La revolución española del 36 fue la plasmación de las posturas del comunismo libertario: una sociedad horizontal que se autogestiona en todas las facetas de la vida. Los diferentes regímenes comunistas han ensayado el funcionamiento de diferentes visiones del comunismo de Estado. Desde esa primera división, gran parte de las personas que podrían formar parte de la “izquierda” decidieron apostar al posibilismo, al parlamentarismo, al juego democrático.

Así, jugamos con las cartas marcadas que nos ofrece ese 2%, al juego que ellos inventaron, con sus reglas, en su terreno. Para que juguemos, reparten palos y zanahorias en igual proporción, y así, mantienen al burro girando –sin moverse del sitio- para que haga funcionar su máquina. Pero la posibilidad de que el burro se libre de las anteojeras y de la sujeción a la rueda, sigue intacta. Le bastaría con confiar en sus propias posibilidades, en su fuerza y su capacidad. El 15M fue un despertar en ese sentido, el comienzo de un sueño que sigue vivo. Por primera vez en muchas décadas, gran parte de la población vio claro que se necesitan cambios estructurales y que el pueblo organizado puede llevar a cabo dichos cambios.

Desde esa primera división, gran parte de las personas que podrían formar parte de la “izquierda”, decidieron apostar al posibilismo, al parlamentarismo, al juego democrático.

En mi opinión, la reconfiguración del sistema regional –y nacional- de partidos es un intento de atajar la crisis del régimen extremeño y del régimen estatal. La crisis económica hizo evidente las contradicciones y las miserias del régimen socioeconómico. Aparecen nuevos partidos para canalizar un descontento mucho más amplio, una crítica que va mucho más allá del rechazo al bipartidismo. Asistimos a un momento donde las posiciones políticas se están polarizando de un modo que no habíamos visto desde hace muchas décadas. En este sentido, estamos volviendo a una situación semejante a la de la década de los 30 del siglo pasado; de cómo se resuelva esta polarización social, depende que el régimen salga fortalecido o no. Hemos vivido en un simulacro de democracia que ha permitido que las élites que ya gobernaban con el franquismo se hicieran cada vez más y más poderosas. El 15M surgió ante el descontento social frente a la corrupción y los privilegios de las castas política y económica. El IBEX 35, en respuesta, se organizó para montar un “Podemos de derechas”, que con mensajes populistas confundiese a las masas desinformadas sobre las causas de la crisis. Permitirán este simulacro de democracia mientras sus intereses no peligren. Si llegaran a peligrar, el capitalismo tiene muy ensayada su respuesta, puesta en práctica en anteriores crisis. Una democracia deficiente, que permite que en su seno se desarrollen partidos fascistas, puede degenerar muy rápidamente en un sistema fascista. 

¿Qué balance haces de la acción de la izquierda social, política-institucional, y cultural extremeña durante esta legislatura 2015-2019 que ahora concluye?
Por una parte, el hecho de que partidos como Unidas Podemos hayan canalizado el descontento social ha contribuido a la desmovilización de genuinos movimientos de base, que han apostado más al juego parlamentario que a la movilización social. Abundando en las ideas ya expuestas, esto significa que hemos dejado de lado la construcción de mecanismos y dinámicas horizontales –verdaderamente democráticas- para insistir en un juego en el que estamos condenadxs de antemano a perder.

Hemos dejado de lado la lucha por deconstruir las estructuras jerárquicas, para pasar a reforzarlas en el juego parlamentario

Hemos dejado de lado la lucha por deconstruir las estructuras jerárquicas, para pasar a reforzarlas en el juego parlamentario. Por otra parte, esta desmovilización coincide con el surgimiento de partidos de extrema derecha; por lo que la situación parece, cuanto menos, preocupante. El movimiento obrero que se opuso a los fascismos de la década de los 30 y 40, era el movimiento obrero más fuerte y organizado que ha visto este país. En este momento, por desgracia, estamos muy lejos de conseguir ese nivel de participación y organización.

¿Ves deseable y posible la unidad de la izquierda transformadora y los actores del cambio en Extremadura? ¿Qué desafíos les aguardan en el medio plazo del próximo cuatrienio, y qué estructuras y estrategias necesitaría desarrollar para enfrentarlos con éxito?

Por supuesto, la unidad parece ser la única respuesta posible en una situación así. Parece que el enemigo común no logró unir históricamente a las distintas fuerzas de la izquierda. La cuestión es que estamos en un momento histórico muy diferente. Si la Segunda Guerra Mundial y la escalada nuclear hicieron que el mundo peligrase en el pasado siglo, en este nos enfrentamos a una amenaza aún peor. La insostenibilidad del sistema capitalista se ha hecho evidente a través de la crisis climática y ecológica global. Las migraciones por culpa del cambio climático serán masivas en las próximas décadas, al hacerse imposible la vida en muchos puntos del planeta densamente poblados hoy. No se trata solo de la deriva autoritaria de un país o de un bloque de países; a escala global, nos enfrentamos a la posibilidad de que la vida –humana y animal- sea imposible en este planeta. Así que tenemos que hablar de algo mayor que la propia unidad de la izquierda. Tenemos que hablar de que la población a nivel mundial ha de reaccionar antes de que sea tarde. O eliminamos el capitalismo, el patriarcado que lo sostiene, y la violencia y la explotación que conllevan –más evidente o más soterrada, según el momento histórico- o, simplemente, todo habrá acabado.

En mi opinión, el mayor desafío que tienen los movimientos sociales es desarrollar una verdadera cultura de democracia participativa y directa. Arrastramos problemas que surgieron en el franquismo y que nunca han sido resueltos. El movimiento social que sobrevivió a la Transición se dividió en una pléyade de organizaciones subvencionadas que trataron de asumir las funciones que el Estado de Bienestar –que empezó a ser desmontado antes de que pudiera desarrollarse siquiera- no asumía. El 15 M fue, en este sentido, un movimiento capaz de articular una cultura verdaderamente democrática, desde la organización horizontal y la acción directa. La gente comenzó a organizarse en plazas y barrios, desde la unidad de unos objetivos claros y compartidos. Profundizar en esta estrategia, la concienciación y la organización popular, es –y ha sido a lo largo de la historia- el único camino posible. Ante el ascenso del fascismo, ante la desinformación, la mentira y el odio, la respuesta ha de ser más y mejor cultura democrática, más y mejor organización popular. 

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#33391
23/4/2019 18:45

Pues el período de federica montseny como ministra fue provechoso. Hay que recordar que ella misma decía que fue la época de su vida que más ayudó a propiciar el cambio social

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0
#33390
23/4/2019 17:12

Que capacidad tiene el movimiento libertario para echar siempre la culpa a los demás y no realizar ninguna autocrítica. Me gustaría saber como piensan parar al trifachito si a la vez piden la abstención, después vendrán los lamentos

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