Coronavirus
Tenemos que construir nuestro relato pandémico: una mirada crítica a nuestras vidas en grupo (2)

Segunda parte de la reflexión sobre la pandemia; esta vez, con una mirada que “nos ayude a sobrevivir mejor”.
Mascarilla covid-19 pintada
Fotografía: Adam Niescioruk en Unsplash.
5 feb 2022 00:07

En este segundo artículo, vamos a lanzar una mirada crítica hacia el interior, hacia las vidas de nuestros grupos. Una mirada que no sólo sume a nuestro relato pandémico en este momento, sino que nos ayude a “sobrevivir mejor” en general, y en momentos convulsos, en particular.

Para ello nos lanzamos a compartir una serie de ideas y reflexiones (muchas inacabadas) como punto de partida para este necesario trabajo interno.

Una mirada que no sólo sume a nuestro relato pandémico en este momento, sino que nos ayude a “sobrevivir mejor” en general, y en momentos convulsos, en particular

Los colectivos y organizaciones sociales, durante años hemos reflexionado sobre cómo mejorar nuestras prácticas, cómo desarrollar procesos participativos y colectivos que fuesen transformadores, pero sin cuestionar el discurrir de nuestra vida interna, como si fuesen cuestiones separadas. Cómo si, por tener claros los conceptos y prácticas desde la acción educativa y social, de manera automática en nuestros colectivos, no se reprodujeran estructuras subordinantes, tóxicas, competitivas, insanas... Esto puede esconder incoherencias que no estaría mal que analizásemos con detenimiento.

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Como colectivos hemos identificado y reconocido lo que supone la problemática del conflicto Capital-Vida, nos hemos posicionado y nos hemos organizado para intervenir y desarrollar acciones (proyectos) dirigidas a poner PatasArriba el sistema y hacer posible “otras formas” de ser y estar; pero ¿qué supone poner las vidas en el centro a lo interno de nuestras organizaciones? ¿Qué prácticas, estrategias y metodologías son las que se entretejen dentro de nuestras vidas internas de grupo para la resistencia y la re-existencia poniendo las Vidas en el Centro? 

¿Qué supone poner las vidas en el centro a lo interno de nuestras organizaciones? ¿Qué prácticas, estrategias y metodologías son las que se entretejen dentro de nuestras vidas internas de grupo para la resistencia y la re-existencia poniendo las Vidas en el Centro? 

Partimos de la creencia de que nuestros propios colectivos también son escenarios pedagógicos donde practicamos pedagogías de aprendizaje, desaprendizaje, reflexión y acción. Por lo que las cinco organizaciones, atendiendo a nuestra propia diversidad interna, nos hemos puesto también PatasArriba y nos hemos planteado un análisis de nuestro propio proceso de acción como grupos, como organizaciones en las que se dan reflexiones y enseñanzas. Y de estas reflexiones en común, nacen estas “pistas” para meter mano a las autorrevisiones.

Convertir los cuidados en un punto central en nuestras organizaciones, no sólo como un discurso, sino con hechos

Una de las cuestiones que ha puesto de manifiesto la pandemia y sus consecuencias (y que el ecofeminismo ya venía apuntando hace años), es la vulnerabilidad, la interdependencia... Y hasta donde es necesario tener los cuidados como algo prioritario.  Es necesario no sólo tenerlo de referencia, como algo implícito, sino que se explicite en la vida de grupo, que tenga su hueco, aunque es obvio que su expresión será diversa atendiendo a la realidad de los territorios, las personas y las organizaciones. Algunas organizaciones lo tratan de una forma más “modesta”, en otras está más sistematizado e incluso hay un código de buenas prácticas donde se recogen los cuidados, pero sea de una manera u otra, el “¿cómo estoy?, ¿cómo estás?, ¿qué necesito?, ¿qué necesitas...?” no se debe circunscribir exclusivamente a las ocasiones informales, sino que debemos establecer también momentos formales en nuestros colectivos.

La gestión no violenta de los conflictos también debe ser parte esencial de nuestros colectivos

Conflictos se dan continuamente y, aún más si cabe, en escenarios de crisis como el actual. “No podemos” abogar en nuestras acciones por una cultura de paz desde una organización que no atiende a los conflictos, que los evita, los resuelve a golpe de “sentencia”, o directamente los gestiona de una forma competitiva y violenta.

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De nuevo, la realidad se tiene que ajustar a cada colectivo, en casi todos los casos conviene tener cuestiones por escrito, aunque también se pueda cruzar con otras maneras más informales. Lo que sí tenemos claro es que una buena cultura de paz colectiva, en donde los conflictos sean una oportunidad para seguir creciendo se debe dar de manera transversal, pero también específica.

El clima que estamos creando en la vida de nuestros grupos es fundamental

(Re)pensar cómo nos tratamos, cómo me trata el colectivo, cómo lo trato yo a él y a las personas que lo conforman. Saber que hay una serie de líneas rojas que no se pueden atravesar en cuanto a los buenos tratos. En este caso, también, podemos vivirlo en nuestra diversidad, desde una perspectiva jurídica o hasta el propio diálogo del día a día. 

Estamos en desacuerdo con el sistema en el que vivimos, pero este desacuerdo también se debe traducir en que el propio colectivo se construya como un espacio de protección para los propios individuos que lo conforman y haga frente de manera colectiva a las agresiones del sistema. Un espacio seguro, de cuidado y ayuda mutua.

Estamos en desacuerdo con el sistema en el que vivimos, pero este desacuerdo también se debe traducir en que el propio colectivo se construya como un espacio de protección para los propios individuos que lo conforman

El ritmo vital del propio grupo (reforzado muchas veces por la propia burocracia) nos deja tiempo para hacer (la acción), pero nos limita y nos olvidamos que también debemos buscar y encontrar tiempo posteriormente para la reflexión, la evaluación y la celebración. Sólo a través de estos pasos construiremos unas acciones más certeras.

A la hora de “construir nuestro relato pandémico” desde la perspectiva de la vida interna grupal, nos encontramos con la problemática de que tenemos muchas cuestiones habladas, pero, pocas escritas que hagan referencia a nuestras prácticas internas (acuerdos en temas laborales, de cuidados, de organización horizontal...). De vez en cuando hacemos algo, quizá cuando hay que presentar informes, pero no visibilizamos estas prácticas alternativas en la vida de nuestros grupos, no suelen estar bien organizadas, ni estructuradas, ni suele haber personas encargadas de esta tarea... Es básico buscar un hueco para esto, ya que, en un contexto con pocos referentes alternativos de organización, nuestras aportaciones pueden inspirar a otros colectivos y retroalimentarnos con ellos.

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Hay que considerar que el proceso de escribir debe servir como una reflexión colectiva, pero no tiene que atarnos y pueden existir excepciones. Además, damos por sentadas cuestiones que tenemos claras, pero  que, al no escribirlas, como forma de visibilización, otras personas no tienen porqué comprenderlas, o incluso compartirlas.

Tenemos que abordar la coherencia con respecto a los materiales que usamos, de los consumos que realizamos, cómo nos movemos...

(Re)pensarnos en una lógica de organización como ente vivo que consume y se nutre y observar de qué manera lo hacemos para mejorar y contribuir al cambio también desde pequeñas acciones del día a día. De nuevo, puede haber diferentes niveles, desde la revisión de este punto en reuniones, hasta la existencia de protocolos de consumo interno.

Nuestro objetivo sería tender hacia estructuras lo más horizontales posibles

Para ello nos dotamos de mecanismos explícitos, ya que la tendencia “natural” y reconocible socialmente es la otra. No tiene por qué coincidir la estructura “oficial”, que puede ser una, y la práctica, que puede ser otra. Poder(es) se dan en todas las organizaciones y es algo que hay que ir revisando periódicamente. A veces, por los ritmos de trabajo y las diferencias (de todo tipo: edad, experiencias, habilidades) son “inevitables” y no necesariamente negativos, pero a veces son fuente de conflicto y es recomendable revisar nuestra cultura organizacional.

En las organizaciones sociales que haya personas empleadas, no sólo debemos ajustarnos a los convenios del sector y a su legalidad, sino atrevernos a explorar fórmulas imaginativas para ir más allá de lo que obliga la ley. Que ese “mundo que queremos” también pueda experimentarse, aunque sea modestamente, en nuestras organizaciones. De nuevo, adaptando esto a las diferentes realidades, pero, sin olvidar, que siempre es interesante el análisis y la creación colectiva de acuerdos que pueden figurar en nuestros “convenios internos”, incluso explorando la “alegalidad” desde un punto de vista ético.

Debemos tender en las organizaciones que tienen personas empleadas a la igualdad salarial

Esto también da un mensaje del mundo que queremos. Si por una parte es interesante valorar la experiencia, por otra parte, también lo es el aporte de “ideas frescas”. Aunque las funciones sean muy distintas todos los trabajos que se realizan en el colectivo son necesarios para el proyecto y la igualdad salarial es una manera de reconocerlo.

Aunque las funciones sean muy distintas todos los trabajos que se realizan en el colectivo son necesarios para el proyecto y la igualdad salarial es una manera de reconocerlo

No escribimos este artículo con la intencionalidad de “aplicar recetas o normas” sin atender a las realidades específicas, sino para inspirar criterios que pueden y deben gestionarse de forma flexible, en especial, en un momento tan cambiante como el actual. Pretendemos aportar a la reflexión interna que pueda estar dándose en las organizaciones, porque creemos que para poder posibilitar otras formas de ser, estar, pensar, saber, sentir, existir y vivir con las otras (VIDAS), también es necesario trabajar y caminar hacia otros modelos organizativos. Es necesario ponernos PatasArriba a lo interno de nosotras mismas como colectivos.

Este artículo ha sido realizado por los siguientes colectivos: Colectivo Cala, Fundación Entretantos, Mugarik Gabe, El Colletero y Rurex. Se ha desarrollado dentro del Proyecto de EpCG “Mudalmundo Patas Arriba” desarrollado por el Colectivo CALA y financiado por la AEXCID.

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