Coronavirus
Algunas experiencias de la pandemia

Notas sobre algunos aspectos relativos a la pandemia y el estado burgués.
Otra Extremadura 3
Tom

(Campamento Dignidad)

4 ene 2022 08:30

En todas las sociedades sometidas a la propiedad privada de las fuerzas productivas y a la apropiación por una minoría del producto socialmente producido, se generan problemas irresolubles para el orden establecido, ya sean ambientales, sanitarios, productivos, educativos, de consumo o de otras características.

Así, en estos momentos, nos encontramos con la incapacidad del Estado burgués de responder a la pandemia de enorme magnitud que ha ocasionado el virus. Los diferentes gobiernos, ante la impotencia de aplicar acciones políticas que ataquen la raíz del problema, dejan campar libremente al virus recurriendo a la inutilidad de las acciones mediáticas y propagandísticas. Desde los medios de comunicación hacen llamamientos continuos a la responsabilidad individual de las personas. El aparato del Estado se transforma en una verdadera máquina de confundir y generar obediencia, cuando el asunto requiere de compromisos institucionales que no se atreven ni siquiera a nombrar.

No se puede paralizar la producción de plusvalía

La realidad es que, ante este caos, ningún gobierno se aventura a parar el sistema productivo y como resultado, la paralización de la producción de plusvalía. El Estado tiene que proteger la generación de plusvalor, aunque sea a costa de la proliferación y propagación del virus. La maquinaria productiva no se puede detener puesto que se vendría abajo todo el sistema social.

El Estado tiene que proteger la generación de plusvalor, aunque sea a costa de la proliferación y propagación del virus

En términos generales, el excedente de la producción y consumo del que se nutren los presupuestos del Estado es imprescindible para asegurar el funcionamiento de los diferentes aparatos del Estado, las millonarias subvenciones y ayudas que necesitan con urgencia los diferentes sectores económicos y financieros capitalistas, y garantizar ciertas cantidades presupuestarias para el sostenimiento de la sanidad, la educación, la dependencia y otros gastos sociales, aunque sean las mínimas imprescindibles para mantenerlo en pie la estabilidad social y política del sistema.

En las diferentes partidas de los presupuestos estatales se refleja el escaso compromiso de los partidos burgueses con las clases explotadas, ya sea en políticas sanitarias, educativas, de viviendas, de empleo, escasas ayudas sociales (fracaso del Ingreso Mínimo Vital), y en general, acciones para mejorar la calidad de vida y de lucha contra la pobreza generalizada. Algunos organismos internacionales denuncian el abandono del Estado español hacia la población más desfavorecida.

La burguesía controla las dos formas de gestión de la sanidad: la privada y la pública

La primera, destinada a la atención de las clases sociales con capacidad económica y la segunda, en serio proceso de desmantelamiento se ofrece a los sectores sociales más desfavorecidos: clase obrera, pensionistas e inmigrantes.

El Estado como forma política de la burguesía siempre actúa asegurando la defensa de sus intereses; no obstante, para mantener la estabilidad y evitar conflictos que alteren la acumulación de capital y la continuidad de la explotación asalariada debe satisfacer algunas de las necesidades básicas que tienen las clases explotadas y otros sectores oprimidos.

La sanidad burguesa globalmente considerada, integra a la gestión privada y a la pública, al igual que otros servicios públicos. El modelo sanitario presenta dos patrones diferenciados: uno de titularidad esencialmente privada y otra en manos del Estado. A pesar de esta fragmentación, la primera mantiene una interrelación continua y fuerte con la estatal, no sólo a través del establecimiento de los conciertos privados, o por medio de la prestación de un conjunto de servicios sanitarios que se desvían desde lo público, o por la fuerte financiación procedente de los presupuestos del Estado.

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Paralelamente al crecimiento de las desigualdades y a la polarización social que se está produciendo con la crisis económica, agudizada por la pandemia, se acentúa la centralización y concentración de la atención sanitaria en el sector privado. Este despliega su actividad en un espacio social definido por la burguesía y capas altas de las clases trabajadoras, una minoría social con suficiente capacidad adquisitiva.

Paralelamente al crecimiento de las desigualdades y a la polarización social, se acentúa la centralización y concentración de la atención sanitaria en el sector privado

En el polo opuesto, el sector sanitario dependiente del Estado, reducido por las privatizaciones acometidas en estos últimos años por los diferentes gobiernos, y sometido a un desmantelamiento global en sus recursos materiales y humanos, se ve impotente de ofrecer la calidad sanitaria conveniente a las personas usuarias: clases trabajadoras, pensionistas, inmigrantes y sectores más desfavorecidos de la sociedad española.

La sanidad pública en una sociedad burguesa no garantiza la satisfacción colectiva de la salud

A consecuencia de la pandemia la sanidad pública se ha visto totalmente superada puesto que sus débiles estructuras de funcionamiento no están organizadas para garantizar una satisfacción colectiva de la salud. El sistema sanitario público en una sociedad democrática-burguesa no está diseñado para producir calidad de vida, se rige por las leyes de mercado con el cometido básico de contribuir, con el menor coste de medios posibles, a la reproducción de la fuerza de trabajo, y en condiciones concretas, a que haya la mano de obra suficiente en condiciones adecuadas de salud para satisfacer la demanda del sistema productivo.

En la sociedad democrática-burguesa la sanidad es una mercancía más para enriquecer a la burguesía

Las vacunas, mascarillas y otros elementos para combatir la pandemia están mercantilizados. En un mundo asolado por la pandemia el negocio es lo que prevalece. Algunos hechos lo ponen de manifiesto. Mientras en unos países ricos sobran las vacunas, en otros, con graves problemas económicos hay grandes escaseces. El capital los produce cuando hay una demanda que provoque beneficios, si no hay demanda no se fabrican, aunque sea previsible su necesidad, esto ha venido ocurriendo en diferentes fases desde el origen de la pandemia.

Mientras en unos países ricos sobran las vacunas, en otros, con graves problemas económicos hay grandes escaseces

Los organismos reguladores, tanto la EMA como el FDA, encargados de la vigilancia y aprobación de los medicamentos, son organizaciones ligadas estrechamente a los propietarios de las grandes empresas farmacéuticas a los que favorecen dando vía libre a sus medicamentos y a la exclusividad de las patentes para que sigan enriqueciéndose de manera excepcional. En este orden de cosas, los gobiernos paralizan las inversiones estatales en vacunas y medicamentos para no interferir en el lucro de aquellas compañías mafiosas.

La burocracia estatal ha sido incapaz de tomar medidas para poner la industria nacional a producir los elementos más necesarios en la lucha contra el covid-19, de tal modo que medios mecánicos básicos han escaseado en los centros sanitarios en los momentos más críticos de la pandemia; además, se permite que otros elementos materiales que debieran estar en manos del Estado se vendan en las farmacias con un costo importante para la ciudadanía, mascarillas, gel, test sanitarios.

La privatización y el desmantelamiento de la sanidad pública han sido realizadas y mantenidas por los diferentes gobiernos de la burguesía, ya sean del PP o del PSOE

El abandono de la sanidad pública por las políticas burguesas se manifiesta muy especialmente en momentos señalados como al que ha dado lugar la pandemia y también, en otros momentos de normalidad. Un buen ejemplo de esto son las listas de espera de las diferentes fases médicas, diagnóstico, atención o intervención quirúrgica, o el excesivo número de pacientes por médico en consultas de atención primaria.

El modelo sanitario no tiene en cuenta para nada la prevención de las enfermedades y el cuidado de la salud desde el momento del nacimiento y a lo largo de la vida de las personas, puesto que es mucho más caro que la intervención puntual. Además, si hay prevención no hay gasto sanitario, no se compran medicinas y las farmacéuticas ganan menos dinero. La prevención de las enfermedades requiere muchos tipos de atenciones y, en consecuencia, mucho dinero que el Estado no está dispuesto a gastar.

La prevención de las enfermedades requiere muchos tipos de atenciones y, en consecuencia, mucho dinero que el Estado no está dispuesto a gastar

La sanidad pública prescinde de un buen número de servicios para las clases trabajadoras ya que no los considera necesarios para la reproducción de la fuerza de trabajo: masajistas, fisioterapeutas, dentistas, nutricionistas, odontólogos. Tampoco, se cuida de habilitar una serie de factores sociales necesarios para una vida de bienestar, como pueden ser la vivienda, el derecho a los suministros básicos de luz, agua y gas y el transporte público.

Debemos acabar y mandar al basurero de la historia a la Dictadura del Capital

Para que las clases populares y trabajadoras dispongan de unos servicios públicos universales, gratuitos y de calidad debemos acabar y mandar al basurero de la historia a la Dictadura del Capital. En el capitalismo no se entiende la salud para el bienestar y el goce de la mayoría de la población sino para que las burguesías y los dueños de la riqueza sigan obteniendo más beneficios y del modo más rápido posible. Bajo el gobierno de la burguesía, todo lo referente a las necesidades sanitarias están determinadas por las necesidades de la clase dominante. El Estado burgués trata al pueblo que proporciona la fuerza de trabajo como un simple rebaño, como una manada a la que hay que alienar para que desconozca las razones profundas del origen y el poder de la clase propietaria de las fuerzas productivas, del capital.

El Estado burgués trata al pueblo que proporciona la fuerza de trabajo como un simple rebaño, como una manada a la que hay que alienar para que desconozca las razones profundas del origen y el poder del capital

Como hemos indicado anteriormente la sanidad burguesa agrupa y complementa la pública y la privada; la primera para atender a los pobres y reproducir la fuerza de trabajo y la privada para ricos. Estamos por la construcción de una sanidad socialista, bajo control de las clases trabajadoras, universal, gratuita y de la máxima calidad.

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El camino hacia ese objetivo viene marcado en nuestros programas políticos por la lucha integral contra la dictadura del capital; denunciamos la sanidad burguesa como un elemento que sufre las consecuencias de la lucha entre el capital y el trabajo.

En este espacio político, exigimos el incremento de recursos humanos y materiales en los centros sanitarios dependientes de las administraciones públicas, las ampliación y extensión de todos los tratamientos de carácter preventivos y los relacionados con la intervención sanitaria, la inclusión de ciertas especialidades que no cubre el sector estatal, tales como la odontología, fisioterapeutas, nutricionistas y la supresión del empobrecimiento del Estado como resultado del desvío de fondos públicos al sector privado.

Exigimos el incremento de recursos humanos y materiales en los centros sanitarios dependientes de las administraciones públicas

También, somos conscientes de que no podemos detenernos en la reivindicación aislada de la nacionalización o estatalización de la sanidad pública porque la burocracia que vive a costa del Estado burgués más pronto que tarde reaccionaría para volver atrás. La historia nos enseña que la burocracia se transforma en casta institucional permanente que de modo inmediato realiza el acaparamiento privado de la propiedad pública, y con facilidad se reconduce nuevamente a la búsqueda de sus beneficios y tasas de ganancias, que son el oxígeno que permite la vida misma del capital.

Por eso, no se pueden mantener aisladas las luchas contra la dictadura del capital, ya que una sanidad de calidad al servicio del pueblo que atienda las necesidades de todas las personas, desde el nacimiento hasta la muerte, sólo se conseguirá cuando el poder del Estado esté en manos de la clase trabajadora, cuando se haya derrocado el poder de la burguesía y se la haya apartado definitivamente del Estado, hasta ese momento no podremos tener realmente una sanidad popular de calidad.

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