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Crisis climática
La crisis climática ha añadido un mes de temperaturas extremas a España en el último año
Entre mayo del año pasado y el del curso actual, España ha experimentado 48 días con temperaturas extremas. Si el cambio climático inducido por el ser humano no existiera, la cifra se reduciría a 18 jornadas, un mes completo menos de termómetros desorbitados. Así lo constata un estudio publicado este viernes por especialistas de World Weather Attribution, Climate Central y el Centro del Clima de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
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El calor elevado vivido en España a lo largo del último año no es una excepción si miramos lo datos globales; la mitad de la población mundial —4.000 millones de personas— también ha sufrido el añadido de 30 días al número de jornadas de calor extremo anual. Estos episodios frecuentes e intensos de altas temperaturas se asocian a una “enorme” variedad de efectos, según explica Mariam Zachariah, investigadora del Imperial College de Londres: “Enfermedades causadas por el calor, muertes, presión sobre los sistemas sanitarios, pérdidas de cosechas, disminución de la productividad e interrupciones en el transporte”, enumera la especialista.
El número de jornadas con calor extremo se duplicó (como mínimo) en 195 países el pasado año
En 195 países, el cambio climático duplicó como mínimo el número de días de calor extremo, definido por temperaturas superiores al 90% de las observaciones históricas de su zona en comparación con un mundo sin cambio climático. El estudio también analiza eventos de calor concretos y, en el caso de España, concluye que el episodio de calor que se vivió entre el 18 y el 23 de junio del año pasado fue diez veces más probable debido al cambio climático.
Los autores del estudio señalan en las conclusiones que la necesidad de adaptación y de medidas contra el calor es “urgente” y apuntan hacia los planes de prevención como “clave” en la preparación para las olas de calor que están por venir. Friederike Otto, codirectora de World Weather Attribution, va un paso más allá para recomendar cambios sistémicos que limitarían el número e impacto de las oleadas de calor: “Reestructurar nuestros sistemas energéticos para que sean más eficientes y se basen en renovables y crear sociedades más igualitarias y resilientes”.