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Masculinidades
Soy un hombre cobarde
Reivindico y defiendo el derecho a no ser valiente, a ser un hombre cobarde, porque es la más dura oposición que podemos plantar a ese hombre valiente y arrogante del patriarcado.
Miembro de la Asociación de Hombres Por la Igualdad de Género (AHIGE) de Andalucía.
Confieso que me aburre este modelo de hombre. Siempre igual, las mismas poses, iguales chulerías, similares arrogancias, repetidas bromas. Tanta mentira y forzada superioridad me asquea. Porque sí o sí, este es el traje que hemos comprado y con él que, a veces con comodidad, otras con estreches, y casi siempre con complicidad, andamos por la vida. Más preocupados por aparentar y demostrar, que preguntarnos quiénes somos y qué queremos. Porque en parte, si lo miraros bien, los hombres somos una gran estafa.
Todo en nosotros es competitividad, fuerza, valor, y superioridad y bajo ese andamiaje planteamos la vida. En nosotros no existe nada más allá, que ser macho o maricón. Ser más, es una obligación que se nos impone, y la fortaleza, un distintivo natural de nuestro género.
Si observamos el mundo que nos rodea también vemos que gira en torno a esos valores que no responden a los afectos ni al mundo de los sentimientos, sino a conceptos bien distintos. Honor, valentía, coraje, fuerza, superioridad, guerra, violencia, virilidad son algunos de los principios fundamentales de esta heteronormatividad que rige nuestras vidas. Bases sobre las que se asienta la masculinidad, y la manera que tenemos de entender la existencia.
Hombres que acompañan, que son vilipendiados y despreciados por un sistema que no los valora porque que ve en ellos la antítesis de su modelo de masculinidad, hombres que manifiestan los temores que otros esconden y que todos los seres humanos llevamos dentro.
Sin embargo, somos muchos los hombres que ni somos ni queremos ser así, y aunque los ejemplos y referentes de ese paradigma lo copan todo, si nos desprendernos del traje de emperador que siempre nos quedó chico, podremos ver qué no es necesario ser como ellos para ser hombres.
Para quienes crecimos en un mundo sin colores y tan solo dos canales de televisión, el universo de las plataformas de series y cine en internet nos ha permitido descubrir, que los raros no somos tan raros, y que, aunque invisibles, somos mucho más de los que creemos. La cultura, que nos forma y define, nos permite comprobar las enormes mentiras de ese hombre, al que aspirábamos, que todo lo puede, todo lo gana, y a todo se atreve.
Recientemente he visto la película Rosalie Blue y la serie L’Attaché, donde los protagonistas masculinos no responden a lo que entendemos ha de ser un hombre, y sin embargo son hombres a los que creo que debemos imitar y parecernos. Hombres tiernos, reflexivos, inseguros, tolerantes, compañeros, cuidadores. Las dos cintas, de una belleza e inocencia extraordinaria nos muestran a hombres de los que es difícil no engancharse, y nos regalan la ilusión de que otro tipo de hombría es posible.
Hombres cobardes, que no utilizan ni maltratan a las mujeres, respetuosos con las personas, que no desean quedar por encima de nadie, ni salen en los anuncios de Martini. Hombres que acompañan, que son vilipendiados y despreciados por un sistema que no los valora porque que ve en ellos la antítesis de su modelo de masculinidad, hombres que manifiestan los temores que otros esconden y que todos los seres humanos llevamos dentro.
Creo que en el mundo necesitamos más hombres cobardes. La realidad quizás sería otra muy diferente de la que es
Si uno recurre a los diccionarios para saber con exactitud el significado de la palabra cobarde, el resultado no puede ser más desalentador. Pongo algunas acepciones, “que no tiene valor o ánimo”, “pusilánime, sin valor ni espíritu”, “persona poco valiente, que tiene poco valor en situaciones difíciles o peligrosas”. Y a pesar de ello, reivindico y defiendo el derecho a no ser valiente, a ser un hombre cobarde, porque es la más dura oposición que podemos plantar a ese hombre valiente y arrogante del patriarcado.
Reconozco que tengo muchos miedos, que lloro y estoy lleno de inseguridades, pero también que cuido, amo y vivo como esos otros hombres no lo saben hacer. Soy un hombre cobarde, que se emociona en el cine, al que de pequeño le daban miedo los indios de las películas del oeste, y que todavía cierra los ojos cuando hay sangre en la televisión. Un hombre que acompaña y cuida a una mujer valiente y poderosa como solo ella sabe serlo, de la que me siento orgulloso en ser su segundo. Creo que en el mundo necesitamos más hombres, no digo ya como yo, pero si cobardes. La realidad quizás sería otra muy diferente de la que es.
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Tiene cojones reivindicar la cobardia, que es precisamente la actitud que utiliza el sistema para no cambiar.
Gentuza!
En estos tiempos oscuros de capitalismo en reestructuración para darnos la vuelta de tuerca definitiva de la asfixia, dónde toda corriente seudoprogre procede de los laboratorios sociales del poder para ocultar asi el abismo entre ricos y pobres, reivindicar la cobardía masculina en vez del coraje en mujeres y em hombres, es algo suicida y patético. Quedas bien en apariencia con tu compañera con tu florielogio, pero en la práctica es ridículo.
ser valiente ahora también es un síntoma del patriarcado?? la gente está perdidísima
Si los hombres solo podemos escoger dos roles unidimensionales para ser...Pues vaya. Sé que es un recurso literario lo de reivindicar el derecho a ser cobarde. Son los cobardes los que se encastillan en esos personajes que quieren hacer pasar por tipos duros o sensiblones. Tienen la crueldad de hacerlo siempre por un motivo, para parasitar a su entorno.
Ya lo decía The Doctor: "never be cruel or cowardly". No existe ese derecho, por fortuna, pero sí existe el tiempo de conocernos más. No tenemos que ser o lo uno o lo otro.
Cobarde, vulnerable, sensible, humanos al fin y al cabo y no esos superhéroes marchitos arrogantes de toda la vida. Genial
Magnífica reflexión que tod@s deberíamos hacer. Yo también prefiero ser cobarde y no por eso dejar de ser guerrera. Muy bonita la escritura.
Interesante reflexión que nos debe hacer repensarnos nuestra forma de entendernos