Derecho a la vivienda
¿Qué hacemos tras las marchas por la vivienda?

El hartazgo por los alquileres inasumibles ha protagonizado semanas de manifestaciones históricas por todo el país. Ahora, la PAH propone que los problemas de vivienda nos pillen organizadas.
Manifestación vivienda 13O buenas - 18
Una integrante de la PAH sostiene una pancarta con el lema “Fuera buitres. La vivienda no es un negocio”, en la manifestación por la vivienda del pasado 13 de octubre. Álvaro Minguito

Tener una casa es un derecho fundamental del que dependen otros derechos. Es una red que mantiene todo en pie: proyecto de vida, trabajo, salud mental e incluso nuestros barrios y ciudades. La profunda crisis de precios de alquiler, que algunos achacan a la mercantilización de la vivienda y especulación de los fondos de inversión frente a la inacción estatal, ha llegado por fin a las agendas mediática y política, pero ya llevaba mucho tiempo ocupando otro espacio: los desvelos de gran parte de la ciudadanía, como ha demostrado en las calles.

Tras unas semanas de manifestaciones históricas en varias ciudades convocadas por varios sindicatos de inquilinos, incluyendo la más reciente en Barcelona o la que llenó las calles de Madrid, nace una pregunta: ¿cuál es el siguiente paso? El pasado 16 de noviembre una asamblea abierta en el madrileño barrio de Vallecas, organizada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) del distrito, ofreció una propuesta destinada a organizarse mucho antes de que llegue el desahucio.

Historias de resistencia

La PAH surgió en 2010 durante la crisis inmobiliaria para movilizar, de ahí su nombre, a personas con problemas hipotecarios. Años después incluye a personas en situaciones precarias más adaptadas a los tiempos, principalmente dificultades con el alquiler, pero también personas que no han encontrado más alternativa que la ocupación.

Ana acudió a la PAH de Vallecas por primera vez en 2013. Había avalado a alguien que no pudo seguir pagando su casa y el banco amenazaba con embargar ambas viviendas. “Y luego iba a por mis avales, porque mi vivienda todavía tenía deudas”, cuenta. Aunque tanto ella como la persona a quien avaló perdieron sus casas, la PAH le ayudó a negociar con el banco para liberar a sus avalistas. “Si yo hubiese estado sola hubiesen sido muchas más personas las afectadas”, dice. “Esto iba en cadena, no afectaba solamente a la que no podía pagar sino a muchas personas que venían detrás”.

Tras nueve años viviendo de alquiler en un edificio, un día, al levantarse para ir a trabajar, encontró a la policía y la comisión judicial en la puerta de su casa: de nuevo, la sombra del desahucio sobre ella. Les mostró el recibo del alquiler que pagaba mensualmente, pero no sirvió de nada. Su casa era propiedad de una constructora que había quebrado y la vivienda la había absorbido la Sareb: “Nunca nos dijeron que cambió de propietario, nunca nos enteramos de quién era la propiedad hasta que la comisión judicial estaba en la puerta de mi casa”, cuenta. “La empresa gestora de la Sareb era quien nos cobraba a nosotros el alquiler, nosotros no lo sabíamos. Le debía a la Sareb 23.000 euros, y seguía cobrando a los vecinos. Nos estaba estafando”.

Regresó a las asambleas de la PAH Vallekas, pero esta vez no lo hizo sola, sino con las vecinas de su bloque. Se organizaron para pedir que regularizaran sus alquileres, que se respetaran los contratos que estaban en vigencia. “Todas las vecinas nos plantamos en su momento para decir, o firmamos todas o ninguna, pero de nuestras casas no nos vamos”, cuenta. No fue fácil: “Nos querían echar de una manera o de otra, nos ponían trabas, nos mandaban distintas gestoras, nos llamaban a cada vecina por separado para ofrecernos distintas condiciones y a los que teníamos un trabajo más estable nos querían echar de las casas”. Dos años después, ella y sus vecinas siguen en el edificio, donde siguen peleando, esta vez por contratos sin cláusulas abusivas.

Luchas cruzadas

En las asambleas de PAH Vallekas, celebradas cada miércoles en el centro social autogestionado de La Villana, no solo se comparte el problema de vivienda: una vez que empiezas a tejer ese vínculo surgen muchas otras violencias que se cruzan. Un despido que te lleva a perder la casa, una situación de maltrato o la discriminación que sufren de forma sistemática las personas gitanas, migrantes o señaladas como extranjeras. Por eso, en el espacio físico de La Villana se cruzan diversas luchas: una red de apoyo laboral, clases de castellano, despensa solidaria, colectivos feministas o escuelas para niños, entre otros.

Ana es un ejemplo de cómo estas violencias se entretejen: mientras enfrentaba su desahucio, su jefe le debía cinco meses de sueldo. En la Villana, la asesoraron laboralmente y logró cobrar ese dinero. “He aprendido que si nos juntamos todos podemos conseguir muchas cosas”, dice.

Inés es otro ejemplo. Víctima de violencia de género, madre soltera de tres niños y con una hija con necesidades especiales, en su calvario también se cruzó el abuso laboral: “Me enteré de que la empresa donde trabajaba no me había cotizado los últimos meses y me había dado de baja, yo no tuve opción a cobrar paro ni nada”. Sin ayuda de servicios sociales, ayuntamiento o entidad alguna, se vio forzada a tener que elegir entre comer o pagar el alquiler de su piso, propiedad de un fondo buitre. “Yo intenté hablar con ellos a ver si llegábamos a un acuerdo, a ver si podía pagar menos cantidad. Nunca se pusieron en contacto conmigo, nunca nadie me dio la cara”. Optó por la segunda opción: dejó de pagar el alquiler.

Tras la carta de desahucio, y con la amenaza de que le quitaran a sus hijos, llegó a la PAH de Vallecas. “Ha sido una experiencia encontrarme apoyada por una familia que me ha asesorado, me ha dado mucha fuerza, porque cuando llegué, aparte de estar económicamente mal, estaba desmoralizada”, recuerda. “He llegado a tener una vivienda gracias a la ocupación, lo digo con la frente bien alta. Estamos luchando por tener una vivienda digna que es un derecho que tenemos todos los ciudadanos”.

La vivienda: derecho o bien de mercado

“Se ha normalizado en el imaginario colectivo de sacar rentabilidad de un bien básico como la vivienda”, denuncia una de las portavoces de la PAH Vallekas. Frente al discurso que señala la construcción de nueva vivienda como una solución a la crisis, este colectivo propone lo contrario: una moratoria a la construcción de nueva vivienda, expropiar casas vacías a los “fondos buitre”, bajar alquileres y acabar con el alquiler turístico y con la compra con uso especulativo, entre otras. Denuncian, también, la campaña de criminalización hacia las personas que se ven obligadas a okupar: “No es la ocupación lo que nos hace vivir con miedo, lo que nos hace vivir con miedo es la especulación, perder la casa, no poder pagar el mes que viene”, opinan. Y señalan a quienes consideran los culpables de la crisis de precios de vivienda: quienes han contribuido a la especulación inmobiliaria y los desahucios, como SAREB y los bancos, el Estado, los pequeños rentistas y plataformas como Airbnb, también cómplices de la subida de precios y la turistificación.

Uno de esos bancos es Caixabank, propiedad de la casa de Pilar, una vecina del barrio que ha sufrido varios intentos de desahucio a pesar de contar con acreditación judicial como víctima de violencia machista. “Yo tenía mi casa del IVIMA y por malos tratos me tuve que ir”, comparte su historia. “Okupé la casa porque no tenía dónde ir, mi familia no me apoyaba de dejar a mi marido”. Llevaba viviendo allí 14 años. Ni la entidad bancaria ni las administraciones le ofrecieron alternativas habitacionales.

Cuando recibió la carta de desahucio, la PAH de Vallecas le prestó asesoría y apoyo. El pasado 31 de octubre lograron parar su cuarto intento de desahucio, precisamente el mismo día que CaixaBank anunciaba unas ganancias de 4.248 millones de euros hasta septiembre.

Cómo organizarse contra los abusos

La plataforma opera bajo el modelo de sindicalismo social: “Es aquel que no lucha solo en la fábrica, sino que lucha fuera, en la calle, intentando que la vida sea posible”, explica una portavoz de la PAH de Vallecas. A través del apoyo mutuo y la acción colectiva, los problemas individuales se convierten en causas compartidas: “Tú llegas sola y desesperada a la asamblea un día porque al día siguiente te echan, o porque te maltrata tu marido y tienes que dejar la casa, o porque tienes que okupar. De repente tu problema deja de ser tuyo, ya no estás sola”.

¿Cuál es el paso ahora, después del impulso de las multitudinarias movilizaciones por la vivienda? “Seguir no solo defendiéndonos sino atacando primero”, sugieren desde la plataforma. Para ello van a lanzar el Comité ambulante de vivienda, una campaña para llegar a más gente de la zona, en el marco de lo que está haciendo esta y otras plataformas de inquilinos en diferentes distritos y ciudades. “Hemos identificado más de 50 edificios en el barrio que tienen conflictos potenciales con la propiedad. Queremos acercarnos a esos bloques, acercarnos a las vecinas, hacer asambleas con ellas, apoyarlas, ayudarlas a organizarse contra los propietarios de esos bloques”, explican. Para ello organizarán salidas, informaciones y talleres, pasando también por los colegios, e invitan a todo el que quiera unirse. “Que las familias nos conozcan, que sepan que hay solución a los problemas de vivienda y no están solas, que el problema puede hacerse colectivo”, dicen y avisan: “Cuando vengan los problemas de vivienda, lo mejor es que nos pillen organizadas”.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Derecho a la vivienda
Contra la mercantilización de la vivienda El movimiento por la Vivienda protesta contra el negocio de este derecho y el pago de 94.000 euros en multas
Afectadas por hipotecas y alquileres abusivos así como por la falta de acceso a vivienda digna convocan una concentración frente al Ministerio de Economía se ha concentrado frente al Ministerio de Economía, este martes.
Opinión
Opinión No seas idiota (según los griegos)
Así se llamaba en la Atenas clásica a los ciudadanos que se desentendían de los asuntos públicos. No era un insulto a su inteligencia, sino a su falta de implicación.
Madrid
Madrid La Sareb mantiene el tercer intento de desahucio de siete familias en el bloque de la calle El Yesero
Previsto para este martes, las vecinas acompañadas por la asamblea de PAH Vallekas esperan que el 'banco malo' detenga las órdenes de desalojo y prosiga la negociación de alquileres sociales.
PSOE
Crisis de Gobierno “El Gobierno está en la UCI”: los aliados de Sánchez afilan el discurso en clave electoral
A la espera de nuevas pruebas que puedan afectar directamente al presidente del Gobierno o algún indicio de financiación ilegal del PSOE, Podemos radicaliza su crítica al bipartidismo y Sumar habla de “un cambio de 180 grados”.
Alicante
Alacant Martín Villa y el expolicía Daniel Aroca irán a juicio por un asesinato político durante la transición
El exministro y empresario será investigado por crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura franquista. Se trata del primer caso de estas características dirigido desde un juzgado español.
Baleares
Un modelo insostenible El rechazo a la turistificación se expande en Canarias, Baleares y Barcelona
Tras la masiva manifestación en las Islas Canarias del pasado mayo, Palma de Mallorca, Barcelona y San Sebastián salen este 15 de junio a la calle contra un modelo de turismo desmedido insostenible para el territorio y sus habitantes.
Consumo
David Sánchez “Shein está diseñado para crear adicción a través de patrones muy oscuros”
David Sánchez Carpio es director de la Federación de Consumidores y Usuarios (CECU), una de las organizaciones que han denunciado al gigante chino de venta de ropa por internet ante la Comisión Europea. “No hay que culpabilizar a los consumidores".
Opinión
Opinión Amor, alienación y nostalgia en la obra de Wong Kar Wai
El cine de Wong Kar Wai logró captar la avalancha de nostalgia que florecía en el capitalismo tardío frente a la desorientación y la enajenación de los propios sujetos sociales.

Últimas

Oriente Medio
Oriente Medio Decenas de muertos en una noche de sirenas y misiles cruzados entre Israel e Irán
Después del ataque israelí contra la infraestructura energética y militar iraní, cientos de misiles iraníes atraviesan el cielo israelí e impactan en Tel Aviv, Bat Yam, Tamra y Haifa.
Crónica
Justicia En la sala de un juicio a una madre protectora
Esta es una crónica de un juicio a una mujer que pidió medidas por sospechar de abusos sexuales a su hija en el domicilio paterno sin que ninguna institución moviera un dedo y, un mes después, cogió un vuelo a su país para intentar protegerla.
Editorial
Editorial Justicia irracional
Por acción o por omisión, las instituciones violentan a las mujeres. Se llama violencia institucional.
Relato
Relato Rendirse
A mi pesar me tocaba compartir mesa con aquellos documentos y, como estaba de los primeros (no lo habría imaginado al llegar), ya no conseguía quedar por encima, con lo que me gusta.
Portugal
Antifascismo Concentraciones en varias ciudades de Portugal en repulsa a la agresión a un actor por un grupo neonazi
Cientos de personas se concentran en distintas ciudades portuguesas en repulsa a la agresión al actor Adérito Lopes por parte de un grupo de neonazis el pasado 10 de junio.
Navarra
Navarra Denuncian la criminalización de menores y falta de recursos en Marcilla
Trabajadoras del COA de Marcilla denuncian criminalización de menores, falta de recursos y condiciones indignas, mientras el Gobierno de Navarra traslada a 23 menores y refuerza la seguridad tras el brote racista.

Recomendadas

Violencia machista
El Estado que revictimiza Violencia institucional: “Si lo hubiera sabido antes, no hubiera denunciado nunca”
Rocío ha sufrido violencia psicológica, física y sexual por parte de su expareja. Y también violencia institucional en todas las puertas de la red de recursos institucionales que ha ido atravesando.
Galicia
Galicia Activistas bloquean una planta de Altri en Portugal y avisan de que frenarán su expansión en Galicia
El grupo atrancó con cadenas y soldadura las entradas de la planta de Celbi en Leirosa, en la mayor acción directa hasta el momento contra la expansión de la multinacional papelera en territorio gallego: “O povo é quem para Altri”.
Rap
Los Chikos del Maíz “La música urbana está llena de fachas y votantes de Vox”
Tras un fin de gira accidentado, Toni y Nega dan una tregua indefinida a su proyecto con dos conciertos en Madrid. Horas antes de llenar la sala en la primera cita, visitan la redacción de El Salto.
Río Arriba
Río Arriba Luis González Reyes: “Vivimos en un mundo en el que la escasez es un elemento central”
Primera entrevista del programa Río Arriba en formato podcast y vídeo donde hablamos de las nuevas guerras neocoloniales por recursos en la era de Trump y Putin, de la escasez, del decrecimiento y el colapsismo.