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Violencia machista
La Asociación de Terapia Gestalt expulsa a una escuela tras varias denuncias de alumnas por prácticas abusivas

El 4 de diciembre de 2024 la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG) comunicaba la decisión de la Junta Directiva de dar cumplimiento a la propuesta del Comité de Mediación, tras un proceso de investigación, de expulsar a la Escuela Espailúdic- Escola Gestalt de Catalunya, así como retirar el aval de formación y expulsar a un profesor y suspender a otro, por la comisión de faltas “muy graves”. Y lo hacía después de que varias exalumnas enviaran sus relatos en los que denuncian prácticas de manipulación y abuso de poder, en ocasiones con fines sexuales. El Salto ha tenido acceso a siete de estos relatos.
En las denuncias presentadas ante la AETG, a las que ha accedido esta redacción, varias alumnas relatan haber mantenido relaciones sexoafectivas después de haber sufrido situaciones de manipulación y abuso de poder. Otros testimonios destacan expresiones emitidas durante las clases como “os follaría a todas”, prácticas como desnudar a todo el alumnado en clase con supuestos fines terapéuticos, así como desestimar el abuso sexual que relata una alumna argumentando que “el sexo entre adultos siempre es consentido” o responder a los cuestionamientos de las alumnas poniendo en duda su salud mental.
Según explica la escuela Espailúdic a El Salto, están al tanto de la resolución emitida por la AETG, “que afectó a nuestra escuela”. “La AETG revocó el aval a Espailúdic, no obstante, esta decisión la encontramos no ajustada a derecho y por ello se ha procedido a impugnarla en un procedimiento judicial en curso y, en consecuencia, estamos a la espera de que se resuelva legalmente, habiéndose solicitado medidas cautelares”, explican. Añaden además que la escuela “ha adoptado una serie de decisiones internas para proteger los intereses tanto de los alumnos como de la propia escuela”.
En cuanto a los testimonios de abusos, “en relación con las acusaciones relacionadas con hechos delictivos, de los que a esta parte ni consta que se encuentren en un procedimiento judicial ni que se haya emitido resolución judicial alguna, esta parte se reserva el derecho a interponer las acciones judiciales que a nuestro derecho convengan”.
Varias alumnas relatan haber mantenido relaciones sexoafectivas después de haber sufrido situaciones de manipulación y abuso de poder. Otros testimonios destacan expresiones emitidas durante las clases como “os follaría a todas”
Desde la AETG confirman a El Salto la resolución emitida con respecto a la escuela y los dos profesores, “en aplicación del Código Disciplinario y del Reglamento de Régimen Interno”, sin aportar detalles adicionales “por protección de datos”. “Las decisiones que se han tomado afectan únicamente al marco asociativo”, añaden.
El pasado 31 de marzo de 2025, la escuela anunciaba mediante un comunicado que uno de los profesores dejaba de formar parte del proyecto, pero el centro continuará con su actividad, sin contar con el aval de la AETG. En ese comunicado no especifican los motivos por los cuales esto ha sucedido. Por otro lado, el profesor que se ha quedado fuera de la escuela ha informado por email a algunas alumnas que él prosigue con sus formaciones, anunciando “una nueva etapa personal y profesional”.
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Y dado que estas sanciones no se han hecho públicas, las alumnas han contactado con El Salto para, además de “hacer visibles las estructuras y dinámicas abusivas en espacios terapéuticos para otras víctimas y futuras terapeutas”, “mostrar posibilidades de organización, afrontación y reparación ante el abuso de poder” y hacer visible “la necesidad de revisar las estructuras, dinámicas y prácticas en términos de poder en el ámbito terapéutico”.

El relato de las exalumnas queda recogido en las quejas que presentaron a la AETG y complementado con entrevistas en profundidad con este medio. Mensajes de WhatsApp corroboran las prácticas que relatan las mujeres. Sus relatos se corresponden con hechos ocurridos en diferentes años.
Ellas no se conocían en el momento de los hechos. Algunas de estas exalumnas coincidieron casualmente en un grupo autogestionado de supervisión de casos, en donde confluyen terapeutas de otras escuelas. Un día una de ellas comenzó a relatar su experiencia en Espai Lúdic y el resto se sintieron identificadas, creando un grupo de apoyo específico. De los siete relatos a los que ha tenido acceso El Salto, a continuación recogemos los testimonios de tres alumnas que denuncian abuso de poder con fines sexuales, siempre con nombres ficticios.
Julia y la relación de poder
Julia es exalumna de Espai Lúdic y explica que es la cuarta alumna, que ella sepa, con la que el profesor a quien denuncia ha mantenido una relación. Comenzó en la escuela en 2017 y, además de su alumna, tras la formación estuvo dentro de un grupo de supervisión que él lideraba en el que los terapeutas recién formados comentaban los casos atendidos. Además, el profesor la colocó como observadora, término que se utiliza para el alumnado que permanece en la escuela de ayudante al tutor del curso. Paralelamente, ambos comenzaron una relación sexoafectiva marcada por el abuso de poder, el consentimiento manipulado y la dependencia por parte de él, explica Julia.
“Tras una sesión de supervisión, y sin yo darle mi teléfono, me mandó el primer mensaje de WhatsApp. En ese momento no lo detecté como algo raro. Pero a posteriori me he dado cuenta que había una desigualdad, él era mi profesor y yo era la alumna y que mezclaba intereses personales y profesionales. También me di cuenta que esa manera de contactar por WhatsApp entraba en una estrategia habitual de él para entrar en contacto con alumnas. Por otro lado, yo tenía 28 años y él me sacaba más de 35 años”, cuenta en conversación con El Salto. “Él me decía que veía algo especial en mí, él representaba un referente y yo estaba en una situación vulnerable respecto a él. Tenía la sensación de haber encontrado un apoyo y me sentía halagada. Así fue como empecé una relación con él”, explica.
“Si yo no quería ir a dormir con él, a él le daban ataques de llanto y de ira. Cuando yo decía que me quería ir a casa, él se alteraba mucho o metía más velocidad al coche”, explica una de las alumnas
Julia comenzó a detectar que algo no iba bien cuando el profesor empezó a dar muestras de una extrema dependencia para mantener relaciones sexuales y que ella estuviera a su disposición, explica. “Si yo no quería ir a dormir con él, a él le daban ataques de llanto y de ira. Cuando yo decía que me quería ir a casa, él se alteraba mucho o metía más velocidad al coche”, explica.
Además de tutor de curso, el formador era el encargado del stage de sexualidad, unos talleres residenciales dentro de la formación Gestalt con la temática sexualidad en los que también se abordan los abusos sexuales. “Yo me sentía presionada a tener relaciones sexuales con él. Cuando yo no quería tener relaciones, él se ponía muy nervioso, explicaba que con su expareja había tenido relaciones todos los días o que pensaba que había algo mal en mí. Otras veces se ponía a llorar o decía que así no podía dormir”, explica Julia como muestra de lo que para ella fue una relación de abuso de poder con un consentimiento manipulado que la afectaba a todas las áreas: a nivel profesional, a nivel emocional y a nivel psicológico.
“El me decía que estaba decepcionado con mi comportamiento, se negaba a dar formaciones si yo no iba y me amenazaba con no poder derivarme más pacientes y que quizás no podía seguir siendo observadora", añade Julia. Finalmente, decidió abandonar el centro y comunicar a la escuela el mal uso de poder por parte de este profesor. No recibió respuesta, tal y como se comprueba en los Whats Apps a los que ha tenido acceso El Salto.
Verónica: más allá de la terapia
Verónica entró en la escuela en 2019. El acercamiento con el que era su tutor y también su terapeuta comienza tras una sesión de terapia. Ella tenía 30 años, él 67. “Cuando acabó la sesión yo estaba bastante vulnerable y él me propuso darnos un abrazo. Sentía complicidad conmigo. En ese abrazo me dijo que me sentara encima. Me hacía caricias, me daba besos y me puso la mano por debajo del vestido sin preguntarme antes. Yo no sabía si eso formaba parte de la terapia o no, yo le tenía idealizado, me sentía especial”, relata. Describe que esas situaciones se fueron repitiendo hasta que acabaron en encuentros sexuales. “Todo empezó en un contexto terapéutico donde se traspasaron los límites físicos. Él sabe lo que mueve, sabe lo que pasa. Él me fue embaucando hasta que lo consiguió”, reflexiona Verónica.
“En cuanto a mi futuro, yo quería ser observadora. Mientras duraron los encuentros, en ningún momento me dio a entender que quisiera ofrecerme ese lugar. Pero cuando empecé a mostrarle mi enfado y a cuestionar su profesionalidad, entonces sí me ofreció un lugar como observadora en un grupo”, cuenta Verónica. “No tardó en volver a jugar con su poder diciéndome que si hablaba con alguien sobre lo que estaba ocurriendo entre él y yo, tendría que marcharme de la escuela y perder esa oportunidad”, añade.
Verónica (alumna) considera que la decisión de la AETG es una buena noticia, pese a que la escuela continúe su función sin haber hecho nada por reparar a las víctimas
No fue hasta el momento en el que compartió lo que le estaba sucediendo con una compañera de clase cuando en su cabeza se hizo un “click”. “Ella me dijo que él estaba abusando y busqué un terapeuta que me advirtió de que aquello era un abuso de poder de manual”, cuenta. Verónica considera que la decisión de la AETG es una buena noticia, pese a que la escuela continúe su función sin haber hecho nada por reparar a las víctimas.
Déborah y la invitación de ir a su casa
Déborah señala a otro profesor con el que realizó un taller dentro de una formación de teatro terapéutico en 2021. “Al principio no me di cuenta, yo estaba trabajando un abuso infantil y viví la interacción de este profesor desde ese lugar”, explica, quien indica que el profesor invitaba a las alumnas a su casa para realizar sesiones de ecstatic dance. Cuenta que después de una de esas sesiones, el profesor comenzó a mandarle mensajes de WhatsApp. Un día la invitó a quedarse a dormir con más gente, pero cuando llegó estaba sola con él y se quedó a cenar. “Me dijo que quería tener hijos conmigo, que él no usaba protección”, recuerda Déborah, entre las frases que más le resonaron durante ese encuentro.
“Al principio no me di cuenta, yo estaba trabajando un abuso infantil y viví la interacción de este profesor desde ese lugar”, explica una alumna, quien indica que el profesor invitaba a las alumnas a su casa
Déborah explica que consiguió salir a tiempo de ese acercamiento. “Empecé a hablar con algunas compañeras de mi grupo y me contaron que estaba haciendo lo mismo con otras. Yo no me comuniqué con la escuela directamente, lo hablé con una terapeuta del centro y me dijo que ya lo sabían y que a él ya le habían dicho que eso no podía pasar”, relata.
Sin embargo, opina que lo que le ha sucedido a ella y al resto de compañeras del grupo denunciante, “podría volver a pasar mañana, la escuela no reconoce públicamente lo que ha pasado”, concluye Déborah.
Jerarquía no, reconocer los roles sí
A pesar de que la terapia Gestalt parte de una presuposición de horizontalidad, esta terapia no desconoce la situación de desigualdad que se puede dar entre profesorado y alumnado. De hecho, la AETG cuenta con un código ético que apunta de forma específica a estas situaciones.
El código ético de la AETG establece que constituye un uso indebido del rol de terapeuta o de profesor y un abuso deshonesto de su función “el aprovechar el conocimiento que tiene de sus clientes o destinatarios para satisfacer sus propias necesidades"
En ese sentido, las situaciones narradas por estas alumnas contravienen varios principios. De forma muy concreta, contraviene los artículos 16 y 17, que establecen que constituye un uso indebido del rol de terapeuta o de profesor y un abuso deshonesto de su función “el aprovechar el conocimiento que tiene de sus clientes o destinatarios para satisfacer sus propias necesidades en perjuicio de éstos” y que “el terapeuta gestáltico no debe admitir en principio como cliente a personas con quienes esté ligado por vínculos de cualquier tipo que claramente puedan enturbiar o dificultar el desarrollo de la relación profesional”.

Además, este código llama al terapeuta gestáltico a ser “particularmente sensible al impacto que pueden producir sus intervenciones” y a “evitar cualquier forma de manifestaciones de abuso de poder”. A finales de abril de este año, la AETG aprobó un Protocolo para la prevención, detección y actuación ante situaciones de violencia machista, prácticas abusivas y discriminatorias y otro tipo de violencias que aborda de manera específica situaciones como las que relatan las alumnas en este reportaje.