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Sequía
Los olivares se ahogan: la sequía y la ola de calor ponen en jaque la producción de aceite en España
Los olivos andaluces empiezan a asomar sus primeras flores, pero el agua que necesitarían para mantenerse vivas durante las próximas semanas ni está ni se la espera. En esta época del año se da una de las dos fases críticas en el cultivo de la oliva y el momento en el que se presenta, además de adelantado, es incierto. Si la previsión meteorológica de esta ola de calor se cumple, sumada a la sequía generalizada en el resto de la península Ibérica, la cosecha de esta campaña puede ser “catastrófica”. El adjetivo lo pone Cristóbal Cano, agricultor olivero y secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) de Andalucía: “Las perspectivas no son nada halagüeñas. Sumamos cuatro años seguidos de precipitaciones escasas. Nos adentramos en un escenario inédito en nuestro terreno”.
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Algo parecido piensa Alicia Moya, una joven agricultora que tomó el relevo de la plantación familiar, hace ahora tres años, en el municipio jienense de Alcalá la Real. Unas veinte hectáreas donde combina cultivo de secano y de regadío: “Si hablas con la gente mayor, te explican que sí que han sobrevivido a sequías en su historia y supongo que a esta podremos sobrevivir. Lo que es nuevo es esta ola de calor a finales de abril”. Esta dificultad añadida en la fase de floración conduce a los cultivos a una exposición a temperaturas de casi 40ºC, lo que se traduce en entre 15ºC y 20ºC más de la media histórica para esta época del año, según los registros de la Agencia Española de Meteorología. “Si la ola de calor llega como parece que va a llegar, condicionará gravemente la cosecha, independientemente de lo que pase en unas semanas esta floración se va a ver afectada”, recalca el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Andalucía.
España está en estado de sequía meteorológica desde enero de 2022 y además de la influencia irremediable sobre la agricultura de secano, la disponibilidad de agua para el olivar de regadío se está viendo muy comprometida. En la última comisión de desembalse de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, se le ha otorgado a los olivares una concesión de 400 metros cúbicos por hectárea, “mientras que la dotación en condiciones medias es de 1.250 metros cúbicos por hectárea”, denuncia el secretario general de la UPA Andalucía. “El año pasado aconteció exactamente lo mismo y condicionó totalmente la producción para convertirse en una de las peores cosechas de la historia. El año pasado tuvimos la peor de lo que va de siglo y parece que vamos a por la siguiente”, insiste Cano. El sector primario en general, y el de la oliva en particular, es inestable por definición, pero las malas cosechas se han ido alternando con otras buenas que concluyen en un equilibrio a medio plazo y largo plazo. “El cambio climático está desestabilizando esto y nosotros solo podemos seguir mirando al cielo todos los días y esperar que llueva”, explica la olivera Alicia Moya.
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Los olivares se secan y los agricultores se asfixian, pero el grueso de la población también se verá afectada cuando vaya al supermercado a comprar uno de los productos fundamentales en los hogares españoles: el aceite de oliva. “Esta cosecha debería producir de media 1,5 millones de toneladas de aceite de oliva, pero no se va a llegar a las 700.000 toneladas”, calcula el equipo de Rafael Pico, director general de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador de Aceites de Oliva (Asoliva).
Lo habitual es que, entre campaña y campaña, haya un remanente de aceites no vendidos que sirve de enlace entre ejercicios, pero ni siquiera con la suma de esas 450.000 toneladas más otras 200.000 toneladas importadas se satisfará la demanda media histórica dentro y fuera del Estado español. Pico ahonda en la previsión: “En una campaña normal, la exportación suele ser de 1,1 millones de toneladas. Dentro de España acostumbra a estar por encima del medio millón de toneladas. Esto se traduce en que la demanda es mucho mayor que la oferta”. Es decir, una subida de precios en toda la cadena productiva y también para el consumidor final. Los precios del aceite de oliva han aumentado casi un 60% desde junio, situándose en torno a 5,4 euros por kilo a estas alturas del año.
El aceite de oliva representa el tercer producto agroalimentario más exportado del Estado y da sustento a 300.000 familias
En el Estado español, el competidor clave del aceite de oliva es el aceite de girasol, importado principalmente de Ucrania. La invasión rusa ha producido un desabastecimiento en el mercado internacional que ha llegado a duplicar el precio del aceite de girasol. “El diferencial de precio entre ambos es el menor que yo he visto en toda mi vida”, añade el experto en comercio internacional. Esto ha ocasionado que los consumidores internacionales y nacionales se decanten por la opción más saludable: el aceite de oliva. “Las ventas se dispararon desde marzo hasta agosto de 2022 que es cuando se ponderó la gran sequía que arrastramos hasta hoy”, ahonda Pico.
Y es que España es el principal actor en el mercado mundial del aceite de oliva, que se caracteriza por una tendencia creciente del consumo precisamente gracias a su valor nutricional. Además, es el primer exportador mundial de aceite de oliva con unas exportaciones que suponen en torno al 65% de su comercialización total, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El aceite de oliva representa el tercer producto agroalimentario más exportado del Estado y da sustento directo o indirecto a alrededor de 300.000 familias, además de un saldo positivo en la balanza comercial. Y en ese contexto internacional, los otros principales productores como podrían ser Italia y Grecia viven situaciones de estrés hídrico similares.
Tanto en la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Andalucía como en la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador de Aceites de Oliva coinciden: “No va a haber suficiente producto para mantener los consumos de aceite de oliva”. Dicho en otras palabras: el precio al que se pondrá en el mercado será cada vez más inaccesible para las clases trabajadoras.
“Los agricultores no nos quedaremos desabastecidos”
“A veces veo la televisión y me sorprende lo simples que son los argumentos que escucho: los últimos en quedarnos sin aceite seremos los que lo producimos”, explica con retranca la agricultora jienense Alicia Moya. “La gente a menudo se cree que la sequía o las olas de calor son problemas del campo y parece mentira que no sepan de dónde salen los productos que están en los supermercados”, insiste y remata: “Los agricultores no nos quedaremos desabastecidos”. Conscientes de que el origen fundamental del problema es la falta de lluvias, las tres voces de la cadena productiva piden un plan de choque desde las diferentes administraciones con terrenos olivareros que “traten de paliar un desastre histórico”.
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Más de un tercio de los olivares andaluces son de regadío. Los cultivos forzados intensivos, con variedades clónicas son "el futuro": olivos enanos, en forma de seto, mecanizados, que apenas emplean mano de obra.
Añadase la roturación de tierras y eliminación de la cubierta vegetal ("hierbas y maleza") que mantienen la poca humedad de la tierra, fomenta la biodiversidad y los insectos polinizadores.
Agricultura industrial, exportación, beneficio a toda costa (y cortoplacista) frente al derecho a una alimentación sana y suficiente. Soberanía alimentaria.
Todos ahora se rompen las vestiduras por "la sequía", como si esta fuera una especie de maldición bíblica y no el efecto (anunciado desde hace decenios) derivado de unas prácticas agroganaderas aberrantes que en el caso del olivar se traducen en el uso masivo de herbicidas, en la intensificación brutal del olivar de regadío, en la emisión de cada vez más gases de efecto invernadero por cada tonelada de aceitunas... Hasta convertir un cultivo tradicional y sano en un monocultivo tóxico para el clima, destructor de la biodiversidad e insano. Ahora todos a pedir ayuda a papá estado y nadie se hace cargo de su responsabilidad, como los de la UPA que llevan decenios atacando al ecologismo mientras se labraban su propia ruina y la de todos y todas.