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Sanidad pública
Carta a las vecinas: nos están robando Osakidetza
Osakidetza ignora y empuja a la desesperación a pacientes con alto riesgo de suicidio, vulnerando sus derechos durante años y vendiendo después, a diestro y siniestro, la prevención del suicidio. Es más difícil conseguir un informe completo, a poder ser correcto (con tus propios datos, claro), al que toda paciente tiene derecho, por cierto, en la infrasanidad pública vasca de hoy que obtener un salvoconducto en una guerra mundial. Y sin informe, una condena. Una condena a perder derechos económicos y sociales, cuya percepción está vinculada a dicho informe. Una condena para aquellas que, de por sí, tienen alto riesgo de exclusión social. Un agujero que colabora en la invisibilización de su situación y de la paciente misma, empujándola a la más pura desesperación, viéndose en la tesitura de perder los derechos más elementales, que conllevan el riesgo de un sustento, de una vivienda.
Osakidetza ignora y empuja a la desesperación a pacientes con alto riesgo de suicidio, vulnerando sus derechos durante años y vendiendo después, a diestro y siniestro, la prevención del suicidio.
Con la total pasividad y paroxismo, por no decir pasotismo, por parte del citado organismo público, Osakidetza, que no da solución alguna al limbo al que condenan a pacientes discapacitadas. Incumplen su propia normativa una y otra vez, después de años de quejas y reclamaciones por parte de las mismas. Todo ello hace patente, aún más si cabe, el escandaloso declive que vive el Servicio Vasco de Salud, que no por estar más silenciado tiene algo que envidiar al que pilota el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad Autónoma de Madrid: esperas de un mes para un médico de cabecera, más de 7 horas para atender una urgencia, ambulatorios saturados, personal sobrepasado con turnos infinitos y una Atención al paciente desbordada que termina desapareciendo tras respuestas que, a veces, han rozado el insulto.
Esperas de un mes para un médico de cabecera, más de 7 horas para atender una urgencia, ambulatorios saturados, personal sobrepasado con turnos infinitos y una Atención al paciente desbordada
Se acaba de conocer un dato extremecedor: en Euskadi hay más de 115.000 pacientes en espera de una consulta hospitalaria y 53.635 pendientes de una prueba complementaria (casi el doble que el dato de antes de la pandemia).
Están jugando con la vida de las personas para obtener rentabilidad por otros cauces tras incumplir su normativa, desgastar su servicio más básico y acabar con el derecho a una sanidad digna para todas, no solo para quien pueda pagársela. ¿Se habrán producido ya, en el silenciado entorno del Servicio Vasco de Salud, las primeras muertes de aquellos que fueron diagnosticados tarde? ¿Cuánto más estamos dispuestos a tolerar? ¿Por qué el Gobierno Vasco puede permitirse el lujo de no cumplir con sus obligaciones, de no dotar de medios y personal a nuestra sanidad pública en favor de una mercantilziación salvaje y una privatización más que evidente?
Salud
Sanidad pública vasca Los intereses privados que amenazan la salud pública, detrás de los ceses y dimisiones en Osakidetza
Esquilmadas, empobrecidas y explotadas, no podemos permitirnos ni poner una estufa ante el frío, ante el capitalismo inhumano que nos devora, sin poder reaccionar. ¿A qué estamos esperando en Euskadi? Desengáñense, queridos vecinas, ¿quién nos atenderá si sufrimos un infarto o un accidente? ¿Qué haremos si encontramos el hospital cerrado? ¿De qué nos servirá un hospital abierto si en él ya no quedan sanitarias? Despierten, vecinas.
¿Quién nos atenderá si sufrimos un infarto o un accidente? ¿Qué haremos si encontramos el hospital cerrado? ¿De qué nos servirá un hospital abierto si en él ya no quedan sanitarias? Despierten, vecinas.
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El gobierno vasco tiene un déficit enorme en el Servicio Sanitario, que debe resolver. No puede dejar de endeudarse para no dejar a sus ciudadanos sin atención sanitaria, y si no saben gestionar que dimitan.
No van a dimitir simplemente están siguiendo el camino de la privatización en todo el sector público. Mientras se les vote su hoja de ruta es bien clara y la de la ciudadanía es organizarse y manifestarse, no queda otra.