Personas refugiadas
Solicitantes de asilo denuncian la falta de citas y piden a Escrivá agilizar el acceso al sistema de acogida

Desde febrero de 2022 no se consiguen citas a través de la página web para iniciar el proceso de asilo. Los colectivos han presentado una solicitud para que las personas puedan acceder a la acogida tras registrar por escrito su necesidad de refugio.

Fotógrafo

bsky
IG

17 feb 2023 15:42

En la mañana del 17 de febrero, decenas de personas sostienen carteles y portátiles frente al ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Son solicitantes de asilo, se han desplegado a la derecha de la puerta que da acceso al recinto, y están rodeadas de otras decenas de personas que les apoyan en el casi imposible proceso de conseguir una cita que les dé acceso al sistema de acogida. Denuncian que hay una última frontera que no consiguen atravesar, la de una administración que pone entre ellas y sus objetivos una web que nunca da respuesta, y que les obliga a pagar altas sumas de dinero a locutorios o abogados. 

“¡Citas ya!”, “¡Marlaska culpable”, “Sin citas no hay derecho”, se lee en los carteles. “Seguimos sin citas de asilo”, muestran las pegatinas que han pegado en la parte trasera de los ordenadores. La convocatoria, que terminará con la entrega de quejas en el registro del ministerio para que se les permita acceder al sistema de acogida, ha sido organizada con el apoyo de San Carlos Borromeo, Valiente Bangla, la Red Solidaria de Acogida, o Sercade. Quienes se estrellan día tras día con la falta de citas van pasándose el micrófono para denunciar lo que sucede frente a esas pantallas que no permiten ni siquiera salir de la casilla de partida. 


“Vengo de pasar 20 horas frente al ordenador intentando sacar una cita”, expone un ciudadano colombiano, presente en el país desde el 10 de diciembre, consciente de que van a pasar más meses y la cita sigue sin llegar. Micrófono en mano, cuenta cómo tuvo que huir de su país porque su vida corría peligro debido a su activismo social. Recuerda que no han venido a hacer turismo, que los presentes han tenido que marcharse. “¿A quién le gusta estar separado de sus seres queridos, de sus padres?”, y se pregunta cómo es que España no garantiza lo que son derechos humanos: “No queremos compasión, queremos justicia”. De fondo alguien grita, “¡vergüenza!”. “Escrivá, Marlaska poned solución, es inconcebible que se tenga que pagar 200, 300 por una cita, ¿por qué los ministerios no hacen su trabajo?”.

“Vengo de pasar 20 horas frente al ordenador para sacar una cita. No queremos compasión, queremos justicia. Es inconcebible que se tenga que pagar 200, 300 euros por una cita, ¿por qué los ministerios no hacen su trabajo?”

Desde febrero de 2022 es imposible conseguir una cita de asilo en la web, lo denuncia Ane Ormaetxe, abogada del Centro Pastoral San Carlos Borromeo. La de hoy 17 de febrero es la continuación de una serie de acciones que se han organizado por este motivo, la primera en junio, la segunda el pasado diciembre. En aquella ocasión la acción fue frente al Ministerio de Interior, ese mismo día presentaron quejas al Defensor de Pueblo ante la falta de citas. “Como no se ha resuelto seguimos aquí, delante del ministerio de inclusión ahora, porque es el responsable de dar acogida a las personas refugiadas”. Pero esas personas necesitan para acceder a la acogida esa cita imposible de lograr y que depende de Interior: “Lo que decimos es que no se pueden pasar la pelota entre ministerios, tendrán que dar respuesta a estas personas”.

Sobre las personas concentradas frente al ministerio, hay un cartel en el que pueden leerse las palabras “soñar -partir -llegar”, bajo el texto, los retratos de dos hombres y una mujer africanos. El sol transparenta el cartel y hace que los barrotes de la verja parezcan encerrar a las personas retratadas. Detrás, ondea la bandera de España en el Ministerio.

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No sabemos si Al Munthasir soñó, pero lo que sí hizo fue partir, de Darfur, hace más de dos años. Es una de las personas que han tomado el micrófono para denunciar la imposibilidad de pedir cita. Él, que tuvo que atravesar por tierra Libia y recaló, tras jugarse la vida en el Mediterráneo, en una Italia gobernada por los discursos contra las personas migrantes, se ha topado con una nueva frontera, una pantalla que se muestra  insondable.

“El Ministerio no tiene una voluntad real de acogida hacia las personas que piden refugio”, explica Ormaetxe, quien señala que los retrasos empiezan en el 2015, y ocho años después no hay ninguna solución. Eso sí, se han cambiado las formas de pedir cita, antes se hacía cola en comisaría, ahora las filas son invisibles. Hasta que las personas solicitantes de asilo y los colectivos se juntan como este 17 de enero para visibilizar cómo afecta esta situación a sus vidas.  

“Perdí a la hija que esperaba con todo el estrés, yendo de un lado para el otro, asistiendo a varias organizaciones, al Ayuntamiento, a la Cruz Roja, preguntando en todas partes. Fue por el cansancio y el agotamiento. Para lograr esta cita, mi bebé se sacrificó”

Carla llegó a España el 27 de diciembre desde Colombia. Ella sí ha conseguido la cita, pero no por la web. Lo que ha perdido por el camino es irreparable. “Perdí a la hija que esperaba con todo el estrés, yendo de un lado para el otro, asistiendo a varias organizaciones, al Ayuntamiento, a la Cruz Roja, preguntando en todas partes. Fue por el cansancio y el agotamiento. Perdí a mi bebé el 25 de enero”. Con la cita arranca el proceso de acogida que atraviesa en pleno duelo. “Para lograr esta cita, mi bebé se sacrificó”.

“Trabajamos con los colectivos, codo a codo, para luchar por derechos, dignidad y libertad. Nosotros conocemos lo que pasa en la calle, los Ministerios no”, explica Mohammad Fazle Elahi, presidente de Valiente Bangla —asociación que participa en estas protestas desde hace años— frustrado porque nada cambie: “los políticos dicen que no hay trabajadores. Pero gasta en asesores, en bombas, en armas, en lugar de en recursos sociales. La gente necesita la cita y no puede conseguirla, mientras que en los locutorios o los abogados tienen citas, te las dan hasta por 400 y 500 euros. ¡Qué vergüenza dejar a la gente sin ayuda”. 

Personas refugiadas
El duro invierno de las personas solicitantes de asilo
Los solicitantes de asilo dependen de las redes de solidaridad ante una administración que dificulta cada vez más su acceso a derechos


“Sin cita es imposible entrar en el sistema”, lamenta Al Munthasir, quien lo ha intentado también a través de Acnur. Cuando salga de esta exclusión en la que se encuentra, este solicitante de asilo sudanés querría trabajar, traer a su familia, ayudar a su gente. “Como todos aquí”, explica, “nos juntamos para organizarnos y defender nuestros derechos. Aquí hay gente de todas partes y todos estamos unidos por la misma situación”.

Las quejas que se van presentando sin embargo, se unirán a un escrito, que insta al ministerio a que dé acceso al sistema sin necesidad de cita. Después de todo, recuerda Ane Ormaetxe, eso fue a lo que se comprometió el Ministerio en un escrito al Defensor del Pueblo en mayo de 2022, “ahí se afirmaba que las personas que hubiesen manifestado su voluntad de solicitar asilo por un escrito vía registro presentado en el Ministerio de Interior tendrían acceso al programa de acogida, sin embargo, eso no se está cumpliendo”. En Cruz Roja, que sería la “puerta de entrada al sistema de acogida”, se les exige que hayan formalizado su solicitud con esa cita, no pueden acceder. “Vamos a presentar una solicitud al Ministerio pidiendo que se acoja a estas personas que ya han manifestado que quieren solicitar asilo”. 

Las personas van entrando poco a poco al registro a presentar su queja. Unos y otros se van dando instrucciones, se traduce del árabe al inglés, o del español al francés, para que toda la documentación se presente adecuadamente ante un registro que no está acostumbrado a tanta afluencia. Al lado derecho de la puerta, un grupo de antidisturbios charla tranquilo bajo otro cartel. En este, los refugiados son blancos. En él pone: Ucrania, urgente. Mientras, del otro lado, los otros siguen esperando una respuesta.

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