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Periodismo
La voz silenciada del País Valencià
Según cuatro inspectores de trabajo, los profesionales que escriben un par de veces al mes columnas de opinión en una cabecera deben estar dados de alta en la Seguridad Social por ese medio. Da igual que tengan otro trabajo, que choque con el régimen de incompatibilidades o que sean autónomos de verdad. También debe estarlo una notaria que ha confeccionado tres escrituras para la empresa. O eso le trasladaron el pasado 16 de diciembre a La Veu —La Voz, en valencià—, un medio de actualización diaria que publica todo su contenido en lengua propia, el único nacido en el País Valencià de estas características.
Uno de los cuestionamientos más repetidos tras conocerse la noticia ha sido en qué se traduciría que el resultado de esta inspección se trasladara a otros medios: “No conozco ninguna cabecera en la que no haya colaboradores externos”, expone Moisès Vizcaino, editor de La Veu. Tampoco es capaz de obviar la coincidencia de la fecha en la que se inicia la inspección con la publicación de un artículo en El Confidencial, el 28 de noviembre de 2019, en el que se exponía que un juzgado de Barcelona investigaba si las ayudas al valencià otorgadas al Diari La Veu —entre otros— por el gobierno de Ximo Puig favorecían una trama que desviaba fondos a empresas involucradas en el Procés, acusaciones que se demostraron falsas: “¿De dónde viene esta inspección? No me consta que estuvieran haciendo una serie de inspecciones al sector en el País Valencià. Puede que la fecha sea casualidad, pero coincide”, apunta. También lamenta que en el largo periodo que duró la inspección, ninguno de los cuatro funcionarios se presentara nunca en la redacción para ver quiénes había y quiénes no, o de qué forma funcionaban, ni que en las 93 páginas que ocupa el acta se haga alusión a las particularidades de su forma jurídica.
La fecha en la que se inicia la inspección coincide con la publicación, en El Confidencial, de que un juzgado de Barcelona investigaba si las ayudas al valencià otorgadas por Ximo Puig favorecían una trama que desviaba fondos a empresas involucradas en el Procés, acusaciones que se demostraron falsas
“Lo que se puede concluir leyendo el acta es que estas personas o bien han cometido una negligencia porque no han comprobado los centenares de documentos que hemos aportado o que han obrado de mala fe, porque los hechos que se recogen no tienen nada que ver con la realidad”, asegura el que también es abogado. El acta de liquidación, que asciende a 62.000 euros, deja a la cabecera y a su editor en una situación complicada. No solo a ellos, también al panorama mediático valenciano en su conjunto: el golpe a la cooperativa se produce en un contexto de sucesivos despidos en ediciones locales de varias cabeceras. El Levante, Diario Información y El Mundo, entre otros, han propuesto en las últimas semanas ERE que afectan a decenas de profesionales en Alacant, València y Castelló. La propia marca liderada por Vizcaino es heredera de otra que tuvo que cerrar en 2019 por resultar insostenible económicamente —Diari La Veu— y que quiso reconvertir su modelo a través del apoyo en la sociedad, en una búsqueda incesante por la supervivencia.
La trayectoria de La Veu, con sus transformaciones y caídas, sirve para ilustrar la situación a la que se enfrentan aquellos medios que deciden apostar por lo opuesto a lo hegemónico en territorio valenciano, ya sea lengua, formas de funcionar o ideas
La Veu del País Valencià nació en 2013 bajo el impulso de un grupo de entusiastas profesionales de varios ámbitos. No se les puede llamar de otra forma: en ese momento, la Generalitat Valenciana estaba gobernada por un Partido Popular entre cuyas filas permanecían personalidades que posteriormente serían condenadas por algunos de los casos de corrupción más sonados del país, y de quienes las políticas distaban de resultar el escenario ideal para crear un medio de ese tipo. La trayectoria de La Veu, con sus transformaciones y caídas, sirve para ilustrar la situación a la que se enfrentan aquellos medios que deciden apostar por lo opuesto a lo hegemónico en territorio valenciano, ya sea lengua, formas de funcionar o ideas.
Primera etapa: excepciones
Moisès Vizcaíno no duda en el término a emplear para definir la primera etapa del medio que decidieron poner en marcha hace ahora más de siete años: autenticidad. “Había una ilusión por hacer un medio en valencià, alternativo, opuesto totalmente a las políticas de corrupción, en un contexto en el que el PP tenía mayorías absolutísimas en todos los niveles: local, autonómico, estatal, europeo”, contextualiza el abogado. “Esos tres primeros años se enfocaron en defender unos valores claros, en ser combativos”.
A ir a contracorriente con los discursos que habían vencido a las urnas, se añadió el tener que sobrevivir en un contexto de reparto de dinero público, a través de publicidad institucional y subvenciones, nada amigable para quienes se salían del circuito. En un debate organizado el pasado viernes 22 por la plataforma Decidim!, Vizcaíno compartió que hasta el cambio de gobierno, la cabecera que lideraba consiguió tres subvenciones de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) que apenas alcanaban los 2.000 euros. A partir de 2015, con la llegada del Botànic y los cambios en las normativas para el reparto institucional, la cuantía recibida por La Veu por su empleo de la lengua propia ascendió a 50.610 euros. Según las resoluciones, en 2016 fueron 38.000 euros y en 2017 algo más de 44.000 euros, sumas que apenas “dan para un mes de gastos”. Mientras, algunos medios que lograban mayores cantidades por su nivel de difusión utilizaban traductores automáticos para la publicación de noticias en català, lo que en última instancia les permitían acceder a unas ayudas que, por otra parte, han contado siempre con la oposición de un sector de la población valenciana.
Medios de comunicación
Dinero público para medios de comunicación privados
“En el País Valencià, cualquier acto de normalidad que se hace en lengua propia, en lengua catalana/valenciana, siempre es objeto de la ira y el odio del anticatalanismo fascista que lo que quiere es exterminar una cultura y una lengua diferente”, expone Vizcaíno. “Por supuesto que no tenemos nada en contra del castellano, pero el castellano vive en plenitud en el País Valencià, mientras el valencià tiene grandes dificultades para sobrevivir, siendo como es una lengua propia que debería disfrutar de especial protección por parte de las instituciones públicas”. El año 2018 fue el último que La Veu recibió subvenciones —26.000 euros— por el fomento del valencià. La Veu y cualquier otro medio: estas ayudas llevan dos ejercicios sin ser convocadas.
Segunda etapa: decepciones
A lo que sí ha tenido acceso La Veu, y ha resultado su principal fuente de financiación, ha sido a la publicidad institucional, si bien no llegaba a ser de los principales medios en los que más se invertía por esta vía. Vizcaíno sabía que no quería que el medio estuviera hipotecado por la banca, y ahí es cuando llega la segunda fase: “Cambiamos porque buscamos la viabilidad a través de homologarnos a lo que era el resto de los medios, de entrar en la rueda de la financiación a través de la publicación institucional y que no solo fuera un diario combativo, sino más estandarizado, normalizado, con una redacción, un equipo de periodistas, un director... Una estructura más de periódico clásico”.
A veces, lamenta Vizcaíno, es más difícil hacer periodismo “con quien creías en ese momento que era un gobierno de cambio social, de un compromiso con la lengua”
Entrar en la rueda naciendo con una vocación más bien revolucionaria tuvo su precio: perdieron parte de su comunidad. “Si no hubiéramos hecho eso, posiblemente La Veu también hubiera acabado, porque esa etapa más auténtica también había llegado a su fin”. El modelo, dice, estaba agotado, necesitaban un cambio: “Pero puede ser que yo me equivocara como editor por sacrificar parte de la cabecera y confiar en quien no tenía que haber confiado”, reconoce, haciendo alusión a algo que ya apuntaba el columnista Sergi Tarín. A veces, dice, es más difícil hacer periodismo “con quien creías en ese momento que era un gobierno de cambio social, de un compromiso con la lengua”. Sin embargo, lamenta, ese apoyo no llegó con fuerza por parte de un sector del gobierno del Botànic: “En la segunda etapa el medio se había profesionalizado, pero las cosas no salieron bien porque algunas personas no cumplieron su palabra”.
Tercera etapa: llamamientos
En esta tercera fase, la fase de agermanaments, pretenden recuperar, y creen que lo están haciendo, a parte de esa comunidad que se alejó en las sucesivas transformaciones de un proyecto que probablemente les dejó de representar. “Creo que la gente está agradeciendo que a la autenticidad de la primera etapa le hayamos sumado la profesionalidad de la segunda y ahora la implicación de la sociedad”, resume. Ya no quieren vivir de publicidad institucional, sino salir de la rueda y que sea la ciudadanía quien empuje: pretenden que el 80% de sus ingresos procedan de cuotas.
El acta de la inspección sienta un peligroso precedente: “No estamos hablando solo del periodismo escrito en lengua catalana, sino del periodismo que apuesta por la libertad de expresión”
Aunque estaría muy bien, aventura, que la administración rectificara con el tema del acta de inspección, Vizcaíno adelanta que ni un euro de lo que han invertido las personas en esta tercera fase va a ser gastado en pagar la infracción si se ejecuta, y recuerda que tienen un plan de empresa: “Si alguien pensaba que con esta inspección, con esta multa económica injusta, se acabaría el poco periodismo que se hace en català en el País Valencià, está muy equivocado”, advierte. También recuerda que los hechos sientan un peligroso precedente: “No estamos hablando solo del periodismo escrito en lengua catalana, sino del periodismo que apuesta por la libertad de expresión”.
En cualquier caso, están dispuestos a seguir adelante y se defenderán tanto por la vía administrativa, como por la judicial, y también a través del apoyo que han brindado tanto la sociedad como compañeros del gremio: “La vida es así, toca continuar luchando y ayudando unos a los otros para que mientras haya una injusticia en el mundo, se denuncie”. Fue la motivación que llevó a Vizcaíno a traspasar el ámbito de la abogacía y apostar por aquella autenticidad que, con sus errores y aciertos, sigue tratando de asomar en un panorama que no augura nada bueno: “Igual soy un utópico, pero qué haría el ser humano sin utopía”.