Andalucía
Andalucía ante las crisis sistémicas del capitalismo: Releyendo el subdesarrollo

Ante los albores de la próxima gran crisis que padeceremos a nivel mundial, se hace cada vez más evidente que Andalucía volverá a ser una de las más perjudicadas por la misma, y, frente eso, necesitamos buscar soluciones, que no se encuentran en lo que hemos venido haciendo hasta ahora. Pero para buscar soluciones, construir una estrategia, debemos primero analizar la realidad"



Campesinos de Purullena, Granada
Campesinos de Purullena, Granada. Rafael Zabaleta Pensar Jondo
Manuel Ares es militante de Izquierda Andalucista y miembro de Café en Andalú
22 may 2020 12:44

«Por qué Andalucía, región con abundancia de recursos humanos y naturales, donde al parecer ‘los hombres han contrariado los designios de los dioses’, se encuentra en una situación tan desfavorable. Esta es la pregunta clave para entender el problema andaluz, y sólo a partir de una respuesta válida a este interrogante resultaría más fácil vislumbrar el camino del desarrollo para Andalucía»

Manuel Delgado Cabeza (1981)


Ante los albores de la próxima gran crisis que padeceremos a nivel mundial, se hace cada vez más evidente que Andalucía volverá a ser una de las más perjudicadas por la misma, y, por tanto, también se hace cada vez más pertinente, plantear la necesidad de un cambio urgente. Ya en la crisis del 2008 fue Andalucía uno de los lugares más castigados por ésta a nivel europeo, con el consecuente drama social que implicó para nuestro pueblo.

En este horizonte de crisis que comienza a vislumbrarse, no se atisban buenos augurios. Nuestra economía, especializada en sectores económicos extractivistas, extremadamente frágiles y dependientes, será devastada con el cese del consumo de las economías centrales -a cuyas necesidades nos encontramos sujetos-, como sucedió hace ya doce años. Lo que está por venir causará estragos, pero de la crisis venidera debemos salir teniendo claro que no podemos seguir utilizando las mismas recetas para dar solución a esta situación (según dicen ‘locura’ es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes), y que esta escena seguirá repitiéndose en tanto no elaboremos una táctica y estrategia político-económica que plantee de forma clara cuáles son las causas de la situación en la que nos encontramos y que nos han traído hasta aquí, y cuáles son las medidas y pasos a llevar a cabo para revertirla.

Las crisis son un elemento inherente al capitalismo, estructurales y cíclicas, y las consecuencias de estas que venimos padeciendo no se dan de forma esporádica ni fortuita, no es el azar el que las produce, sino que hunden sus raíces en la propia configuración histórica y estructura global del sistema capitalista mundial y el papel que juega Andalucía en éste.

Durante siglos, Andalucía ha experimentado los resultados del colonialismo económico y político, ejercido, no sólo por el Estado español, sino también por el capitalismo europeo. Los resultados de un tipo de capitalismo dependiente, periférico, subdesarrollado, extractivista, basado en la exportación de materias primas y fuerza de trabajo, y, desde los años 60, también de turismo. Este hecho, fruto de un desarrollo histórico y económico singular en un lugar concreto, da como resultado una economía débil, incapaz de generar un proceso productivo autocentrado y dinámico, con los consecuentes efectos que produce de altas tasas de desempleo, un empleo precario y estacional, y unos índices de pobreza impropios para un país que, teóricamente, se encuentra situado en el conocido como Primer Mundo. Pero, para poder dar una respuesta y revertir la situación, para estructurar esa estrategia político-económica, primero debemos profundizar en el estudio del por qué se encuentra Andalucía en dicha situación, debemos dar respuesta a aquello que ya planteaba Manuel Delgado en 1981, ¿cómo es posible que una tierra tan rica se encuentre en una situación tan desfavorable?

El origen del subdesarrollo: la falacia de la modernización

Términos como países subdesarrollados o en vías de desarrollos son utilizados frecuentemente por medios, economistas, políticos, etc. Dichos términos no son neutrales, se engloban en el marco teórico hegemónico actual: la teoría de la modernización. Esta teoría tiene su origen en el funcionalismo estadounidense de los años 60. La base del modelo desarrollista la encontramos en las Etapas del crecimiento económico de W. W. Rostow, que parte de la dicotomía desarrollo vs. subdesarrollo. Este modelo etapista plantea que las causas del atraso de los países subdesarrollados, del Tercer Mundo, son propias, endógenas, de forma que, para alcanzar a su contrapunto, la sociedad moderna -aquella en la que se encontrarían los países del Primer Mundo- deben atravesar una serie de etapas, un cambio de corte unilineal. Partirían de un estadio inferior de desarrollo únicamente causado por condiciones propias de la sociedad subdesarrollada. Así, elementos sociológicos, políticos, culturales o económicos serían los que determinan que una sociedad se encuentre en una etapa u otra, y en esa dinámica de desarrollo unilineal, de evolucionismo social -donde no se asume que exista ningún proceso de desarrollo que no sea el que han experimentado los países occidentales-, sitúa el origen de la falta de desarrollo en una carencia de voluntad/capacidad de los países subdesarrollados por encauzarse en la vía del desarrollo.

Como contraposición a dicha teoría, surge la estructura teórica Centro/Periferia y la Teoría de la Dependenciacomo una forma alternativa para analizar las condiciones de desarrollo y subdesarrollo. Su precursor, Immanuel Wallerstein, perfilará a través de su obra El moderno sistema-mundo un nuevo modelo, el sistema-mundo, que sirve para analizar las relaciones de dominancia existentes en el panorama internacional. Estela que recogería una nueva generación de teóricos latinoamericanos en torno a la CEPAL. Nos encontramos con André Gunder Frank, Raúl Prebisch, Theotonio Dos Santos, Fernando Henrique Cardoso, entre otros, así como Samir Amin, que englobarán sus estudios en la Teoría de la Dependencia.

Los teóricos de la dependencia (dependentistas) interpretan el subdesarrollo como dependencia. Los países subdesarrollados no se encuentran en una vía al desarrollo -es erróneo llamarlos ‘países en vías de desarrollo’, pues ese supuesto desarrollo es inexistente-. Serían víctimas de una relación de intercambio desigual en el marco del sistema-mundo capitalista, donde los países centrales/desarrollados no juegan con las mismas cartas en el sistema y comercio internacional, sino que estos países son económicamente más poderosos que los países periféricos/subdesarrollados, y, por ende, la relación con estos es tremendamente desigual, de forma que favorecen el desvío de la plusvalía de los países débiles al centro (1). El subdesarrollo no se concibe sin la existencia de desarrollo, el desarrollo desigual se genera porque hay unas sociedades que se han desarrollado a costa de otras a través de instrumentos como el intercambio desigual. 

Un sistema donde la vía al desarrollo, al contrario de lo que planteaban los modernistas, no es factible encauzarla desde los países subdesarrollados bajo las lógicas imperantes, pues no son causas endógenas las que producen el subdesarrollo -nadie, ningún país, permanecería voluntariamente en un sistema empobrecido y atrasado-, por tanto, son causas exógenas las que lo producen. Señalan cómo el proceso descolonizador, la independencia política -que no económica- del Tercer Mundo, no derivaba en un cambio o transformación de las condiciones de esos países, que, paradójicamente, permanecían dependientes pese a la independencia. De hecho, aquellos que intentaban escapar de las lógicas de intercambio desigual y marginación de la economía-mundo capitalista para construir su propia y singular senda al desarrollo, eran -y son- drásticamente corregidos por vía de intervenciones militares (véase Afganistán, Vietnam, Libia, Siria o Burkina Faso), ofensivas económicas (véase la UE con Grecia, o el bloqueo de EEUU a Cuba y Venezuela) o presión política internacional; y aquellos que, siguiendo las lógicas del sistema, han pretendido pasar a la siguiente etapa, generar desarrollo siguiendo las pautas marcadas por los modernistas y escuelas hegemónicas, han visto absolutamente frustradas sus intenciones, manteniendo -e incluso profundizando- su situación de subdesarrollo y dependencia (véase México, Tailandia, Colombia, Brasil, etc.). 

Esto se debe a que las teorías de la modernización y las concepciones keynesianas del desarrollo identifican progreso económico con la multiplicación de mercancías y el crecimiento en cifras macroeconómicas, pero este crecimiento no contrasta dichos planteamientos, pues no lleva aparejado ningún tipo de desarrollo. Para definir dicha situación, Gunder Frank habla del desarrollo del subdesarrollo (2), de forma que el crecimiento macroeconómico, en tanto se diese en sectores dependientes y bajo la lógica del marco capitalista mundial, no implica desarrollo ni progreso económico, sino una profundización en las condiciones de subdesarrollo y de dependencia económica, así “mientras que en el centro el crecimiento es desarrollo, esto es, que integra, en la periferia el crecimiento no es desarrollo, porque desarticula” (3). 

El subdesarrollo es un fenómeno global, y por ello su análisis no puede ser parcial. No puede atenderse únicamente a las magnitudes macroeconómcias del país concreto y de forma aislada, sino que el análisis debe hacerse en términos globales. Debe estudiarse la interdependencia y las relaciones de intercambio desigual para establecer las causas de ese desarrollo desigual. Porque su explicación “no parte en base a una inferioridad en las magnitudes económicas –no se trata de una cuestión cuantitativa, sino cualitativa-, y no son factores internos los que determinan el proceso de desarrollo” (4). El elemento consustancial al desarrollo, por tanto, no es el cuánto produce, sino el cómo y qué produce, es el papel que ocupa la formación social o económica respecto a la división internacional del trabajo en el sistema-mundo capitalista, de si estamos ante una economía autocentrada, capaz de retener el valor añadido del proceso de producción, o si estamos ante una economía extravertida, que no retienen valor añadido alguno en dicho proceso, pues son economías construidas hacia fuera, basadas en el extractivismo de materias primas y fuerza de trabajo, cuya base es la exportación. 

Las corrientes hegemónicas de análisis del desarrollo son, como apuntan los teóricos de la dependencia, erróneas -o, como las calificaba José Luis Sampedro: reaccionarias-, pues atribuyen a los países pobres la responsabilidad de su subdesarrollo, cuando lo cierto es que su marginación económica, su pobreza, su dependencia, viene determinada por las dinámicas de una estructura internacional donde las economías centrales, como sucede en la división del trabajo, extraen las plusvalías -el valor añadido- de las economías periféricas, impidiendo su desarrollo. No existe una senda o vía al desarrollo, hubo unos países que se industrializaron antes y que introdujeron al resto como periferias para alimentar su industria, primero, a través del sometimiento colonial, y, posteriormente, a través de una fase posterior del imperialismo, la dictadura de los mercados financieros, que, de no ser efectivos, utilizan los instrumentos propios de sus Estados para corregir la indisciplina (como veíamos anteriormente, vía intervenciones militares, ofensivas económicas o presión internacional).

Ante esto, Samir Amin planteará lo que entendía como la única solución factible, la necesidad de la Desconexión: salir -desconectarse- de las lógicas de acumulación del capitalismo mundial que han dado origen a la condición de subdesarrollo, y construir un polo paralelo de desarrollo entre la periferia, entre lo que él denominó el Sur global.

Andalucía: periferia del sistema capitalista mundial

Una vez hemos podido acotar la naturaleza de una periferia, sus elementos propios y el papel que ocupa en la economía-mundo capitalista, es pertinente abordar el análisis en torno a la cuestión andaluza, pues es analizando nuestra realidad concreta (analizar y plantear soluciones de un problema global desde lo local). Para ello, vamos a hacerlo analizando en lo concreto los rasgos esenciales de una periferia, y si estos se adecuan a la realidad andaluza, pues sólo estableciendo de forma clara un análisis sobre la condición periférica de Andalucía, podemos plantear de forma clara una estrategia política y económica para revertir dicha situación.

1.- Extraversión

La primera característica propia de una periferia o país subdesarrollado es la extraversión, es decir, una distorsión de las economías periféricas hacia actividades exportadoras, con una especialización en aquellos sectores en los que son más “competitivas” y tienen ventaja comparativa respecto a otras economías. 

Es característico de la periferia el predominio del capitalismo agrario y comercial que constituye “la característica más visible de las sociedades subdesarrolladas” (5). De hecho, en estos países es quizás en el funcionamiento de su comercio exterior donde más se manifiesta la dependencia económica, ya que en su introducción a la economía-mundo se fija su estructura sobre la base de la exportación de materias primas y productos agrícolas, además, se dan flujos migratorios hacia el centro, el cual puede así reclutar fuerza de trabajo barata. 

El subdesarrollo es un producto histórico, y, como tal, para su análisis debemos partir de que la realidad actual es consecuencia del pasado, y por ello debemos analizar cómo se ha llegado a la situación actual. En concreto, la extraversión de la economía andaluza es fácilmente observable en su recorrido histórico. Desde la conquista castellana de Andalucía y la inserción de ésta como territorio colonial, ya se puede observar cómo la propiedad de la tierra es transformada desde el régimen de propiedad y explotación de la tierra andalusí -donde predomina la pequeña propiedad y formas comunitarias de explotación agrícola- a estructuras latifundistas, de grandes terratenientes y casas nobiliarias castellanas, que obtendrán dichas tierras en su reparto por su contribución a la contienda bélica. 

Andalucía se incorpora a la Corona como suministradora de productos agrícolas a la misma. Este es, de hecho, uno de los elementos centrales que motivaron la conquista de Andalucía, y es que, lejos de la idea romántica de la Reconquista, cuyo relato mitológico únicamente sirve para justificar ideológicamente lo que fue una iniciativa militar económica y política. Es entonces cuando la configuración de Andalucía como economía extravertida comienza a fraguarse, y se mantendrá en los siglos posteriores, donde Andalucía se especializará en el sector agroalimentario, para garantizar el suministro a la Corona y el abastecimiento del ejército, de forma que el qué y cuánto se produce quedaba determinado por las necesidades del centro.

“En los países de la periferia fuertemente integrados al mercado mundial, el sector comercial aparece relativa y particularmente hipertrofiado” (6), Andalucía no será la excepción. La actividad comercial se verá especialmente hipertrofiada, no como una forma de enriquecimiento mutuo e intercambio entre pares, sino como elemento inherente a su condición periférica, de forma que el comercio en Andalucía se centrará en la exportación de la producción agrícola y materias primas, y la riqueza que llegue a nuestros puertos no lo hará con ánimo de quedarse, sino que su destino estaba al norte, a donde era transportada si venía de América, y lo poco que pudiera quedarse era acumulado por las élites locales y nobiliarias de origen castellano.

Con la llegada de la Revolución Industrial, la necesidad de materias primas de los centros industriales situará a Andalucía también como periferia del capitalismo europeo, sirviendo de suministradora de materias primas -minería fundamentalmente- para los centros industriales, fundamentalmente británicos.

Llegados al siglo XIX, España se incorporará al proceso industrial, lo que dará pie a la configuración del eje Madrid-Cataluña-Euskadi como centros industriales del Estado. Respecto a este siglo se ha hablado en diversas ocasiones sobre el intento/proceso de industrialización andaluz. Lo cierto es que, como explican Carlos Arenas y Manuel Delgado, entrado ya el segundo tercio de dicho siglo, se dan distintos contextos bélicos y de pugna de poder en el Estado que desconectarán la producción de los centros industriales del norte (Cataluña y Euskadi), y permitirán que el excedente de capital de la burguesía comercial andaluza sea destinado a la creación de centros industriales en Andalucía (altos hornos, siderurgia, textiles, etc.) que buscaban suplir la producción de los desconectados. Sí bien, una vez reconectados y reestablecido el orden previo, esta breve experiencia industrializadora sucumbirá, sin haber mostrado atisbo de transformar nuestra condición periférica. Este hecho es, también, definitorio de una periferia según André Gunder Frank, ya que “cuando la metrópoli se recuperaba de sus crisis y restablecía los lazos de comercio e inversión que reincorporaban totalmente a los satélites al sistema, o, cuando la expansión metropolitana trataba de incorporar las regiones previamente aisladas al sistema mundial, la industrialización y el desarrollo previo de estas regiones eran estrangulados o canalizados en direcciones que no son autoperpetuadas ni prometedoras” (7).

El proceso de industrialización en Andalucía no llegó a darse, y una vez la producción de los centros industriales del norte eran reincorporados, todos los centros industriales que se generaron en Andalucía fueron progresivamente desapareciendo. Las familias de la burguesía comercial que llevaron a cabo dicho intento redirigieron su actividad a aquellos sectores en los que eran más competitivos y existía una ventaja comparativa respecto a otros países, volvieron a la agricultura. Un ejemplo bastante certero de dicho proceso lo podemos observar en la familia Larios: una familia de la burguesía comercial malagueña que llegado el momento impulsaron con su excedente de capital distintos centros industriales en la capital malacitana, y, una vez se reintegraron los centros productivos, volvieron a la actividad comercial y el sector agroalimentario.

Pero su retorno al sector agrario se hará en base a la plantación de la caña de azúcar, ¿por qué? Porque para finales de siglo España ya había perdido la mayor parte de sus colonias de ultramar, quedando únicamente Puerto Rico, Filipinas, Cuba y Canarias. Cuba y Puerto Rico eran los mayores productores de azúcar del mundo, y llegada su independencia, la producción de azúcar se redirige a Andalucía, que podía permitirse competir en la producción de la misma al encontrarse rota la relación comercial con las otras fuentes de producción -Cuba y Puerto Rico-, pues la caña de azúcar, si bien había casi desaparecido su cultivo para entonces (precisamente porque comparativamente era más barato producirlas en América), había sido cultivada desde hace siglos en Andalucía. Surge entonces la Sociedad Azucarera Larios S.A. (SALSA), que, junto con otros propietarios de grandes latifundios, vieron en la pérdida de las colonias una oportunidad para suplir la demanda de azúcar y comenzó la producción a gran escala de ésta en la zona de la Axarquía, Motril y Salobreña.

Toda la producción agrícola en el campo andaluz se irá progresivamente especializando en aquellos cultivos donde Andalucía tiene una ventaja comparativa respecto a otros países (la trilogía mediterránea y hortofrutícolas), el qué se produce será en función de las necesidades de los países del centro, no las nuestras. 

Sin la tan ansiada Reforma Agraria, la condición de Andalucía no variará sustancialmente. Será en la década de los 50, con el nacimiento del turismo de masas y la industria turística, cuando el papel que ocupa Andalucía en la división internacional del trabajo y su especialización sufra cierta variación, de forma que se especializará, además de en la agricultura, en ese nuevo sector.

Continuando con el ejemplo antes expuesto, en los años 60, una vez se vuelven a conectar los lazos con los países productores de azúcar, la industria agroalimentaria generada en torno a ella morirá. Así, la familia Larios, SALSA, verá en este nuevo sector, el turismo, la actividad a la que redirigir su capital, y nacerá SALSA Inmobiliaria, que os sonará porque su actividad no ha parado desde entonces, y no tienen reparo alguno en poner en peligro un Paraje Natural como es el de Maro (Nerja), de destrozar el litoral y los ecosistemas andaluces, si ello implica ganancias económicas.

2.- Hipertrofia del sector terciario

La segunda de las características propias de una periferia es el padecer una hipertrofia del sector terciario: una distorsión en favor de las actividades “terciarias” que es apreciable en un examen a la estructura de la distribución sectorial: cuantitativamente en términos de PIB los países desarrollados tienen una distribución en los sectores secundario y terciario más o menos pareja, mientras que en los considerados subdesarrollados el terciario es predominante; y en términos cualitativos sucede lo mismo en la distribución sectorial de la población activa, donde en los países dependientes el porcentaje de trabajadores que ocupa las actividades terciarias es mucho más amplio que el que ocupa las actividades secundarias. Esta terciarización de la economía es consecuencia de la insuficiente -o inexistente- industrialización, que lleva aparejada altas tasas de desempleo, precarizado, y estacional en función de la especialización económica.

Un examen en la distribución sectorial en términos de PIB y población activa en Andalucía nos deja ver claramente que el sector terciario se encuentra especialmente hipertrofiado en nuestra economía, fruto de la dependencia en sectores inmobiliarios y aparejados al turismo, además de una Administración ciertamente hipertrofiada a raíz de 40 años de gobierno del PSOE, que ha generado un entramado administrativo que, si bien ineficiente, ha sido engrosado a conciencia.

El turismo como nueva especialización comienza a fraguarse, como veíamos anteriormente, en la década de los 50-60, cuando se desarrollará la estructuración de la costa andaluza en base al turismo. La nueva especialización andaluza como enclave turístico conllevará la consecuente sobredimensión del sector servicios y de la construcción (hipertrofia del sector terciario), convirtiéndose en el principal motor de la economía andaluza, a través del cual se estructurará el tejido económico y social andaluz, que estará marcado por un trabajo asalariado y precario

En esta época se da un crecimiento exponencial en términos macroeconómicos que, si nos encorsetásemos en la Teoría de la Modernización, podríamos entenderlo como síntoma de desarrollo, pero la realidad es que dicho crecimiento se produce en unos pocos sectores dependientes que acaparan la actividad económica andaluza, por lo que únicamente profundizan en la condición periférica de Andalucía. 

Así, nos encontramos como a finales de los 90: con una actividad agroalimentaria reestructurada y especializada en torno a los cultivos sobre los que tiene una mayor ventaja comparativa; un sector servicios vinculado a la hostelería cada vez más predominante y una creciente producción en refrescos, vinos y cerveza. Como no podía ser de otra forma, estos sectores se encuentran fundamentalmente en manos capital de las regiones centrales del Estado y Europa, siendo un elemento consustancial a la condición de periferia la gran presencia de capitalismo extranjero o la dependencia del capitalismo local a éste.

Sin ir más lejos, la propiedad de la producción de aceite en Andalucía, uno de los ejes de nuestra economía -por supuesto, para exportar, como ya hemos visto-, se encuentra en su mayor parte en manos no andaluzas, así el principal grupo aceitero actualmente es el grupo Sos Cuétara S.A., sociedad ajena a Andalucía. También se encuentra gran parte en manos italianas y portuguesas. 

3.-Distorsión en favor de actividades y técnicas livianas

Y, en tercer lugar, una distorsión en favor de las actividades y técnicas livianas, Las técnicas usadas en las ramas productivas de la economía no son las mismas en los países desarrollados que en los considerados subdesarrollados, en estos últimos se da distorsión en dirección de las ramas ligeras de actividad económica, acompañada del recurso a técnicas modernas de producción.

Para la diferenciación entre una economía autocentrada y una periférica es fundamental atender al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Los procesos técnicos y productivos de alta complejidad tecnológica y que tienen un mayor valor añadido no tienen lugar en las realidades periféricas, y eso mismo sucede en Andalucía. En las periferias se dan procesos productivos de escasa complejidad tecnológica, mientras que la tecnología puntera y más desarrollada se produce en las economías centrales.

Este hecho resulta paradójico, pues hay campos de la tecnología y producción donde los distintos países considerados subdesarrollados podrían ser punteros, incluida Andalucía, pero existe un interés porque los procesos complejos de producción y la tecnología permanezcan en los países centrales. China ha venido rompiendo este esquema en las últimas décadas, y la propia Andalucía recientemente ha sido capaz de diseñar y producir un respirador propio para combatir la pandemia con nuestros propios recursos, sin necesidad de acudir fuera para lograr su desarrollo y producción. Nuestro capital humano y técnico bien podría permitirnos ocupar sectores como el energético y convertirnos en una de las potencias punteras en ese sector. Es incomprensible que uno de los países donde más horas de sol hay al año, no sea capaz si quiera de elaborar una alternativa energética ecológica propia, mientras sí lo hacen países del norte de Europa con peores condiciones climatológicas.

Caminando hacia la desconexión: el Sur Global

Llegados a este punto, parece claro que hablar de Andalucía como periferia es acertado. Somos una economía periférica, dependiente, subdesarrollada, marginada, somos colonia. Las condiciones de qué, cómo y cuánto producir no vienen dadas desde nuestras necesidades, sino que vienen impuestas desde el exterior. “Así pues, el motor de la economía andaluza y sus resortes impulsores se sitúan fuera de Andalucía: no controlamos las fuerzas que conforman nuestro destino. Nuestra economía se estructura en función de los intereses de las economías dominantes” (8).

El devenir histórico no ha variado nuestra condición, sino que la misma es fruto de éste, lo que hoy somos está estrechamente relacionado con lo que hemos sido -o nos han hecho ser-. Así, hoy, como siglos atrás, las conclusiones son similares, y ya lo planteaban Francisco Alburquerque y Antonio Ramos en 1980 (9): nuestro subdesarrollo es consecuencia de los mecanismos del sistema capitalista mundial y del papel que jugamos tanto en la división internacional del trabajo, como en la división interna del Estado español; y nuestra burguesía, propia de una colonia dependiente, no tiene interés alguno en escapar de dicha condición y generar un desarrollo autónomo y autocentrado.

Ocupamos, por tanto, un papel periférico, como Senegal, Nigeria, Colombia o Venezuela -por citar algunos-, lo cual no implica que nos encontremos en su situación, pues el encontrarnos en un Estado del conocido como Primer Mundo nos permite ser parte de lo que queda del Estado del Bienestar, de ciertos beneficios sociales, económicos y de protección, pero, aun con ellos, el rasgo definitorio de nuestra economía es su extraversión, su dependencia, su especialización en sectores exportadores, una economía incapaz de desarrollarse en tanto conviva con las lógicas que la mantienen en dicha condición.

No estar en las mismas condiciones que los países del Tercer Mundo nos puede aportar ciertas ventajas, pero también desventajas, la fundamental de ellas no es otra que la soberanía. Mientras el resto de países tienen soberanía -al menos en apariencia, porque como hemos visto se trata de una independencia profundamente dependiente-, esto es, unas instituciones propias, capacidad -aparente- para decidir sobre su futuro, en Andalucía no existe tal posibilidad, y no existe posibilidad alguna de desconectarse de las lógicas que nos han traído a esta situación en tanto no alcancemos nuestra soberanía política, que nos podrá llevar a una soberanía alimentaria, una soberanía energética, una soberanía productiva/industrial, etc. 

La tarea, por tanto, consiste en estructurar una alternativa política capaz de construir un bloque histórico mayoritario que apueste de forma clara por la superación del capitalismo periférico y la construcción de un modelo alternativo, de una transición para la desconexión en los términos planteados por Samir Amin: “definimos la transición como el paso gradual, en condiciones históricas concretas dadas -las de la periferia de hoy integrada en el sistema mundial, que funciona como periferia dependiente- desde un modelo de un desarrollo capitalista dependiente a un modelo de desarrollo nacional autocentrado que desemboca en una superación socialista del capitalismo” (10).

Ese proceso no puede contar con los apoyos de las burguesías locales, pues es característica propia de las burguesías periféricas el estar estrechamente vinculada a los designios de las burguesías centrales, como ya apuntaba Gunder Frank “si la burguesía central es el enemigo estratégico principal, la burguesía periférica es el enemigo táctico número uno”. Deben ser las clases populares y masas trabajadoras las que conformen ese bloque transformador capaz de revertir y superar nuestra condición, un bloque que sea consciente de nuestra realidad nacional y que apueste de forma determinante por la construcción de un modelo alternativo, luchando por conflictos globales desde lo local, por construir nuestra(s) soberanía(s), el camino hacia la desconexión de las lógicas de la economía mundo capitalista y la transición hacia el socialismo, hacia una economía que priorice la vida a la ganancia. Y esto, en conjunción a otros pueblos que, desde la periferia, desde ese Sur global del que somos parte, deseen caminar por esta senda, para construir un polo alternativo de desarrollo, y que los pobres rompan de una vez sus cadenas. Porque Andalucía no es pobre por designio de los dioses, y una tierra tan rica no merece dar a sus hijos “ceniza y amargura como alimento”.

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Wallerstein, I., 2004. Análisis de sistemas mundo: una introducción. s.l.:Siglo Veintiuno Editores.

Gunder Frank, A., 1974. El desarrollo del subdesarrollo. Madrid: ZERO S.A..

Amin, S., 1979. La acumulación a escala mundial: crítica de la teoría del subdesarrollo. Cuarta ed. s.l.:Siglo XXI.

Braña, J., Buesa, M. & Molero, J., 1976. Los orígenes y el desarrollo del capitalismo en España: la formación de un capitalismo periférico. I.C.E., Junio, Issue 514, pp. 119-135.

Amin, S., 1979. La acumulación a escala mundial: crítica de la teoría del subdesarrollo. Cuarta ed. s.l.:Siglo Veintiuno.

Amin, S., 1976. Sobre el desarrollo desigual de las formaciones sociales.Anagrama.

Gunder Frank, A., 1967. El desarrollo del subdesarrollo. Pensamiento Crítico, Issue 7, pp. 159-172.

Delgado Cabeza, M., 1981. Dependencia y marginación de la economía andaluza. Córdoba: Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba.

Alburquerque, F. & Ramos, A., 1980. Notas sobre la formación social de Andalucía. En: Crecimiento económico y crisis estructural en España: (1959-1980). s.l.:Akal Editor, pp. 561-578.

Amin, S., 1975. Sobre la Transición. Colección “LEE Y DISCUTE” ed. Madrid: ZERO S.A..

Sobre este blog
Espacio de enunciación colectiva, encrucijada de ideas y reflexiones en torno a la descolonización de Andalucía, de sus prácticas y de su teoría social crítica. Cooridinado por Javier García Fernández @JavierGarcaFde1
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Sumar y Podemos no garantizan el apoyo a la ley, que limita las posibilidades de declarar nulos los planes urbanísticos, así como la acción ciudadana contra las irregularidades urbanísticas.
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