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Resulta difícil de creer, pero al parecer nadie quiere ver al enorme elefante dentro de nuestro sistema educativo. Aunque salta a la vista, se nos intenta ocultar la grave anomalía que supone su estructura dual, configurada paralelamente por centros públicos y centros privados-concertados, en una proporción similar. Hay que aclarar que esta dualidad es atípica en la mayoría de países de la UE, donde sus sistemas educativos se basan en una potente red pública que acoge un promedio del 80% de la población escolar.
No obstante, esa anomalía estructural es ignorada en el proyecto de ley recientemente aprobado por el Gobierno vasco. No hay ninguna línea al respecto, ni en la exposición de motivos, ni en su articulado. En consecuencia, tampoco se contempla ninguna medida correctora que promueva un fortalecimiento progresivo de la red pública.
Por el contrario, el proyecto presenta un Servicio Público Vasco de Educación, equiparando a los centros públicos con los privados-concertados, en un mismo marco. Un constructo ficticio, con apariencia y terminología novedosa, pero vacío de contenido y sin ningún soporte legal. Incluso los servicios jurídicos del propio Gobierno vasco lo han enmendado, mostrando serios reparos en su informe. No se puede considerar como público aquello que es de naturaleza privada.
Educación
País Vasco Un informe jurídico del Gobierno vasco tumba la principal base del Pacto Educativo
Una vez llegados a este punto, es interesante revisar los Principios de Abidjan sobre las obligaciones de los Estados de proporcionar educación pública y de regular la participación del sector privado en la educación. En ellos se recoge la regulación del derecho internacional acerca de los derechos humanos en relación al derecho a la educación. Concretamente, con respecto al financiamiento público a una institución educativa privada (principio 65) señala que “es una medida de duración determinada que el Estado demuestra públicamente que es la única opción efectiva para avanzar en la efectivización del derecho a la educación”. Obviamente, la realidad de la CAPV es bien distinta.
Sería esclarecedor contrastar dichos principios con los datos de nuestro sistema educativo, si se realizara una auditoría que abarcara las últimas décadas. A pesar de que ya han transcurrido más de 40 años desde que la CAPV goza de competencias plenas en educación, y 30 desde la promulgación de la Ley de la Escuela Pública Vasca, hoy en día la sociedad vasca continúa todavía sin contar con una sólida red pública, extendida por todos los pueblos y barrios de nuestra geografía. Quizás se pueda encontrar su explicación acudiendo al pasado. Conviene recordar el pacto escolar firmado entre PNV, PSE y EE, en junio de 1992, donde se acordaba mantener “el actual equilibrio entre redes…”, que entonces también estaba en torno al 50%.
Es inadmisible que se haya ido alimentando constantemente a diversas patronales de la red privada con fondos públicos
Mientras, se ha ido alimentando constantemente a diversas patronales de la red privada con fondos públicos, por medio de conciertos educativos, además de otras vías de sobrefinanciación. Es inadmisible que aún se concedan conciertos educativos cuasi ilimitados. Y al igual que se han puesto topes a los precios o a los beneficios en varios sectores —energético, bancario, alquileres—, también se debe intervenir en educación y topar la concesión de conciertos, así como la sobreoferta de plazas escolares en centros privados-concertados.
Así pues, ante la oportunidad histórica que ofrece una ley que pretende diseñar el ámbito educativo para las próximas décadas, parece razonable pensar en cambiar el rumbo de la política educativa. Es necesario abandonar la vía de supuestas medidas paliativas, que sólo sirven para mantener el actual statu quo, un modelo dual que favorece precisamente la segregación. Hay que apostar de una vez por la Escuela Pública Vasca como eje vertebrador y referente principal del sistema educativo, enfocada a su homologación con los estándares europeos.
Ahora, tras haberse trasladado esa misma apuesta ante la Comisión de Educación del Parlamento Vasco, a través de las magníficas comparecencias realizadas recientemente por diversos agentes educativos, y cuando próximamente va a comenzar el debate parlamentario, aún queda la esperanza de que quienes apoyan el proyecto de ley, se quiten la venda de los ojos y miren al “elefante”, dual y segregador, que tienen delante. Sólo a partir de ese reconocimiento se podrá corregir nuestra anomalía educativa y avanzar en una transformación gradual, pero profunda, hacia un nuevo modelo donde la escuela pública vasca sea hegemónica.
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No me molesta la existencia de la escuela privada, pero la concertada es una aberración repugnante. Numerosos colegios privados fueron pasándose a la concertada durante las últimas décadas en mis islas. ¡No saben nada! Pero la culpa no es de esos chupópteros, sino de quien se los permite.