Opinión
            
            
           
           
           
           
La Sublevación de la Tierra en Francia (que deberíamos imitar)
           
        
         
El pasado 25 de Marzo daba comienzo la  quinta edición de Soulèvements de la Terre, La Sublevación de la  Tierra, un conjunto de movilizaciones y protestas  contra la agricultura intensiva e industrial y sus impactos  socio-ecológicos, contra infraestructuras que destruyen el  territorio y aíslan los ecosistemas como autovías y trenes de alta  velocidad, contra el extractivismo, etc., que se extenderá hasta el  31 de agosto. En esta quinta edición el lema es “Acaparamiento,  agro-industria, artificialización… quitémoslos de en medio”.
En esta ocasión se inició con una gran acampada y concentración contra la macrobalsa de regadío que se está construyendo en Sainte-Soline, una localidad eminentemente agrícola del oeste de Francia que, como todo el resto del país, está sufriendo un inusitado periodo de sequía.
Sequía acumulada durante años, que el verano pasado obligó a paralizar varias centrales nucleares por no contar con volúmenes de agua suficientes para su asegurar su refrigeración, y que está poniendo en jaque el modelo de agricultura intensiva de regadío.
Esta extrema sequía, desconocida en un país tradicionalmente húmedo, ha llevado al gobierno de Macron a aprobar un plan de construcción de megabalsas plastificadas de almacenamiento de agua, que extraen del subsuelo para ponerla a disposición de los regantes, en un intento desesperado de mantener el mismo modelo de agro-negocio pese a la disrupción climática y la disminución cada vez más acuciante de las precipitaciones pluviales.
En apenas 2 horas [...] hirieron a 200 personas, 40 de ellas de gravedad, dos en coma (a día de hoy la vida de Serge Duteil-Graziani todavía pende de un hilo)
El plan de Macron ha encontrado desde el principio  una  férrea oposición no sólo de sectores ecologistas y  conservacionistas que observan en este otro proceso de “aceleracionismo  climático” (más emisiones de la maquinaria pesada, de los  polímeros empleados para impermeabilizar, de las bombas de  extracción de aguas del subsuelo…) y de afectación de los  ecosistemas (desecación de humedales, hundimiento del nivel  freático, seca de pozos tradicionales, etc.), sino que también se ha  encontrado con la beligerancia de pequeños y medianos agricultores  que ven en estos proyectos otro intento de acaparamiento y  privatización del agua que ataca directamente a sus producciones y a  sus comunidades rurales. Sensibilidades distintas que se han agrupado  en Bassines Non Merci, que junto a la Confèdèration Paysanne  llevaron el caso de las macrobalsas a la ONU el pasado día 22 de  marzo coincidiendo con el día del agua.
La convocatoria, pese de estar prohibida por la prefectura de Deux-Sèvres, contó con una masiva participación de en torno a 30.000 personas, y es que estos Levantamientos de la Tierra están respaldados por una amplísima coalición heterogénea de 200 organizaciones ecologistas, sociales, sindicales campesinas como la Confèdèration Paysanne o Atelier Paysan, etc, y en esta ocasión también contaron con representación internacional de activistas de otros lugares del mundo, como la delegación de la nación Mohawk que lucha contra un oleoducto.
Estos Levantamientos de la Tierra están respaldados por una amplísima coalición heterogénea de 200 organizaciones ecologistas, sociales, sindicales campesinas
La manifestación en campo abierto por las tierras de cultivo trató de llegar a una de las grandes balsas en construcción para mostrar el rechazo a este tipo de infraestructuras, pero un enorme despliegue policial empleando una inusitada violencia lo impidió. Para defender un simple agujero de una balsa en medio del campo, la policía usó helicópteros, quads, y un amplísimo despliegue de furgones, desatando una auténtica ola de violencia indiscriminada contra los manifestantes contra los que dispararon 4000 granadas lacrimógenas GM2L en apenas 2 horas, granadas que hirieron a 200 personas, 40 de ellas de gravedad, dos en coma (a día de hoy la vida de Serge Duteil-Graziani todavía pende de un hilo).
En Francia no es costumbre resignarse estoicamente a  recibir palos y granadas policiales y salir huyendo, de modo que los  manifestantes respondieron a la desproporcionada acción policial y  la enfrentaron, no sólo defendiéndose, atendiendo y evacuando a las  numerosas personas heridas, ya que la policía impidió el acceso de  ambulancias al campo de batalla, sino también quemando furgones  policiales y las armas que había en ellos, destruyendo una de las  bombas de extracción de agua y ocupando las líneas del LGV (tren de  alta velocidad). El 30 de marzo, coincidiendo y cooperando con el  movimiento contra la reforma de las pensiones se manifestaron en las  prefecturas de comisaría de todo el país exigiendo el fin de la  violencia policial y en solidaridad con las dos personas en coma.
Al mismo tiempo, el ministro del interior Gèrald Darmanin, anunció en la Asamblea Nacional su intención de disolver el movimiento de Soulèvements de la Terre, lo que se ha encontrado respuesta en una masiva campaña de autoinculpación a la que se han sumado más de 50.000 personas, gentes del mundo de la cultura, artistas, científicos, un premio nobel de la paz, militantes y dirigentes de los partidos de izquierda, de los sindicatos, de la universidad, organizaciones de otros países, etc.
El ministro del interior Gèrald Darmanin, anunció en la Asamblea Nacional su intención de disolver el movimiento de Soulèvements de la Terre
Por su parte las organizaciones de todo el mundo  agrupadas en la Vía Campesina también han hecho un llamamiento a la  solidaridad con el movimiento francés y para condenar la deriva  autoritaria y represiva del gobierno. Campañas de solidaridad que  dan muestras del gran apoyo social que las luchas de defensa  socio-ambiental están teniendo contra esta nueva vuelta de tuerca  del desarrollismo y el extractivismo que ha puesto en marcha el  gobierno neoliberal de Macron. En cualquier caso, no se entiende muy  bien la pretensión del ministro del interior de disolver o  ilegalizar algo como Soulèvements que no tiene identidad legal, sino  que es una alianza de organizaciones y colectivos de base, una red  cooperativa de lucha y reivindicación. Pero la retórica represiva  también tiene su clientela y cuenta con los altavoces de los medios  de comunicación que tratan de difamar al movimiento con acusaciones  de “ultraizquierdismo” y “ecoterrorismo”.
Sin duda la escasa repercusión mediática que ha tenido esta movilización y la brutal represión policial tiene que ver con su coincidencia con el amplísimo movimiento contra la ampliación de la edad de jubilación, pero también tiene que ver con el sesgo urbanocentrista de la inmensa mayoría de los medios de comunicación y con esa eco-ignorancia generalizada que sigue mirando para otro lado y minimiza el impacto del cambio climático en nuestras vidas, como si este sólo tuviera que ver con una cierta incomodidad cotidiana soportable con aire acondicionado y no con la amenaza de colapso del sistema agro-alimentario en ciernes, algo que comprometerá la reproducción de la vida humana y la estabilidad social del “jardín europeo” del insensato Borrell.
 
En estas latitudes peninsulares dónde la sequía es ya dramática y amenaza con arruinar la agricultura y el mundo rural convendría poner atención a las palabras del movimiento francés: “las jornadas de Sainte-Soline conllevan una afirmación: ¡no se trata de someterse a las decisiones gubernamentales frente a la sequía! Nos corresponde a nosotras tomar decisiones ineludibles sobre los usos prioritarios de un agua cada vez más escasa, limitar la codicia industrial que deseca las tierras y defender con todas nuestras fuerzas los bienes comunes, nuestras necesidades y las de la agricultura campesina. Necesitamos hacer cambios como el de Sainte-Soline en muchos otros frentes en defensa de la tierra: el envenenamiento generalizado por pesticidas, las granjas industriales y la agricultura digital, el enterramiento de bosques, humedales y parcelas agrícolas bajo el hormigón, la devastación de la biodiversidad… Estas acciones están a nuestro alcance en todas partes, siempre que consigamos alejarnos de la impotencia y la eco-ansiedad, construir amplias alianzas y establecer estrategias eficaces de resistencia. Este es el reto de las Sublevaciones de la Tierra”.
En este país y en Extremadura contemplamos el movimiento francés con una mezcla de envidia y desesperación. Envidia de la capacidad de aglutinar a sectores muy diversos en torno a objetivos comunes y compartidos
Otro paralelismo que compartimos en  este país con nuestros vecinos franceses, es el uso y abuso por  parte de las autoridades de la vía represiva para la gestión de los  cada vez más frecuentes e intensos conflictos socio-ambientales,  sirva el ejemplo de la persecución y castigo penal a las pacíficas  acciones directas de Futuro Vegetal o Extinción Rebelión, o la  petición de penas de prisión a las 15 activistas de la Rebelión  Científica que protestaron en el parlamento tiñendo su fachada de  rojo. No en vano el gobierno efectivamente más progresista de la  historia (entiéndase el progreso como devastación ecológica e  inacción y aceleración climática) no ha tenido tiempo de derogar  la ley mordaza en estos 4 años de coalición.
Pero hasta aquí llegan los  paralelismos, por desgracia en este país y en Extremadura  contemplamos el movimiento francés con una mezcla de envidia y  desesperación. Envidia de la capacidad de aglutinar a sectores muy  diversos en torno a objetivos comunes y compartidos,  interseccionalidad lo llaman los modernos, pero preferimos el término  simbiosis.
Así es la simbiosis de sectores ecologistas y agropecuarios en el mismo frente que hay en el país vecino, algo desde todo punto de vista lógico y necesario. Y resulta especialmente llamativa en una región como la extremeña dónde todas las organizaciones agrarias se alinean con el gran agro-negocio más destructivo y los grandes terratenientes, y están afectados de eco-fobia y un sesgo de subjetividad derechista y ultraderechista, pese a que ello atenta contra sus propios intereses objetivos.
La simbiosis de sectores ecologistas y agropecuarios [...]resulta especialmente llamativa en una región como la extremeña dónde todas las organizaciones agrarias se alinean con el gran agro-negocio más destructivo
Por no hablar de ese espíritu cainita  que impera en nuestras izquierdas (no hay más que ver estos días el  espectáculo que nos están dando tirios y troyanos a la izquierda  del PSOE) y que alcanza al propio y dividido movimiento ecologista,  movimiento al que le está costando mucho salir de sus dinámicas  legalistas, “onegeistas”  y/o subsidiarias de los partidos  políticos, en un momento en que la urgencia de actuar para impedir  el expolio del agua y la tierra, el clima y la biodiversidad nos está  pidiendo pasar a la acción directa, algo que sólo han entendido las  nuevas organizaciones como Extinción Rebelión, Futuro Vegetal,  Rebelión Científica, y eso pese a que en este país en el pasado sí hubo una cultura de acción directa ecologista en la lucha contra las  centrales nucleares, los grandes embalses (Solidarios con Itoiz), o  las repoblaciones de pinos (Phoracanta).
Es desesperante ver que mientras en  Francia la ciudadanía ha levantado ZAD, Zone à Défendre, que son  campamentos permanentes para defender bosques como el de  Notre-Dame-des-Landes del intento de convertirlos en “bio-masa”,  a nosotras se nos olvide seguir el ejemplo de la Acampada  Anti-Autovía de Navarra en estos momentos trágicos en que toda la  región extremeña (por no decir todo el país) se va a convertir en  una zona de sacrificio para una nueva ronda de acumulación  capitalista basada en el despliegue masivo de nueva minería, nuevas  infraestructuras y macroplantas energéticas en manos de las gigantes  empresas del Ibex 35, con las sempiternas excusas del empleo, la  lucha contra la despoblación y ahora la economía verde y circular.
Como dicen en su comunicado las  compañeras de Soulèvements hay que salir de la impotencia y la  desesperación. El otro día una compañera me decía resignada que  ya Gaia nos va a hacer descabalgar de la locura del crecimiento  infinito y la acumulación absurda de capital, pero la cuestión es  que no hay una separación entre Gaia y nosotras:  Gaia lucha contra  el capital y su devastación a través de nuestros cuerpos, de  nuestras mentes, de nuestros corazones, a través de la cooperación  social que logremos establecer. Todo el planeta es ya una Zona a  Defender porque todo el planeta es para el capital una zona de  sacrificio, y lo que nos pide Gaia en este momento crítico y  dramático de la historia humana es que afinemos nuestra  sensibilidad, que pongamos nuestros mejores recursos cognitivos,  intelectuales y morales al servicio del bien común, que nos unamos  en una simbiosis virtuosa y que nos sublevemos contra el designio de  muerte y destrucción que emana de la mega-máquina industrial y  desarrollista.
¡Que florezcan mil Sainte-Soline!
Agricultura
        
            
        
        
“Necesitamos devolver la dignidad a la gente que sostiene el mundo, los campesinos”
        
      
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