Madrid
Mujeres hipotecadas: “No solo nos queremos desendeudadas, sino que pensamos que la deuda es con nosotras”

Las entidades bancarias como BBVA aún reclaman el dinero de pisos que recuperaron expulsando a sus inquilinas por impago y los volvieron a vender. Mujeres afectadas por estas deudas exigen renegociar y aseguran que no pueden pagar, no es que no quieran.
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Acción reivindicativa de PAH Vallekas en una sucursal del BBVA de Getafe para exigir la condonación de la deuda hipotecaria de Ghita. Foto: PAH Vallekas.

“He venido para negociar, para buscar una solución, para vivir como el resto de la gente. Me estáis condenando toda la vida. He pagado lo suficiente, habéis cogido el dinero y me habéis quitado la casa. La habéis subastado y recuperado vuestro dinero al doble”, dice Ghita Hachemi en voz alta frente al personal de una sucursal del BBVA, en Getafe. Una veintena de compañeros suyos de la asamblea por el derecho a la vivienda de PAH Vallekas la han acompañado hasta aquí y corean: “No nos vamos sin una solución”.

La deuda de Ghita viene de una hipoteca de hace más de diez años, de la época en que estalló la burbuja inmobiliaria. Con ella, se desató la crisis económica y el consiguiente rescate de los bancos, mientras que la mayoría de la gente se quedó sin casa pero con la deuda. El caso de Ghita es sangrante porque se quedó sin la casa hipotecada que estuvo pagando al BBVA durante cuatro años. “Fuimos a sentamos con el banco para ver si podíamos negociar y así alargarnos el tiempo y pagar menos. Luego el banco no quiso y dijo que la hipoteca no se puede tocar y que había que esperar al procedimiento judicial”, narra Ghita a El Salto de camino a Getafe. Por un mal consejo de su entonces abogado, salieron de la casa antes incluso de que ordenaran el desahucio. Posteriormente, por el Código de buenas prácticas para proteger a los clientes más vulnerables frente a los desahucios que recomendó el gobierno en su momento, acordó y firmó con el banco un alquiler de una vivienda del Fondo Social del BBVA.

“El sufrimiento que Ghita ha vivido en todo este tiempo lo vuelve a repetir cíclicamente porque parece que no hay manera de resolver el que una persona pueda estar estable a largo plazo, en una vivienda”

Pasados unos años, el banco quiso desahuciar a Ghita de esta otra vivienda, donde actualmente vive, y la demandó por impago. Sin embargo, en el juicio la inquilina pudo presentar todos sus recibos pagados, y le ganó la partida al BBVA. La entidad financiera movió ficha y esta vez subastó la vivienda, con Ghita, su marido y sus cuatro hijas dentro, a un inversionista. El banco, que el año pasado acumuló 10.054 millones de euros de beneficios, le reclama 55.000 euros y 17.400 de intereses y costas, deuda por la que actualmente le embargan 200 euros todos los meses, que corresponderían a la cantidad que recibe como suplemento alimenticio por familia numerosa.


De acuerdo a la información que han recabado en PAH Vallekas, la empresa de promoción inmobiliaria Birano, actual propietaria de la vivienda, ha demandado a Ghita y la quieren desahuciar también. “En cualquier momento la pueden echar a la calle. Nosotros señalamos al BBVA como responsable”, señala Sonia García, integrante de la asamblea vallecana. “El sufrimiento que ha vivido en todo este tiempo lo vuelve a repetir, y así, cíclicamente, porque parece que no hay manera de resolver el que una persona pueda estar estable a largo plazo, en una vivienda”, subraya. Mientras tanto, los bancos registran ganancias multimillonarias que aumentan cada año.

Este año PAH Vallekas retoma como lema 'Vivas, libres y desendeudadas nos queremos', “para contrarrestar el discurso porque pensamos que la deuda es con nosotras”

No es la primera vez que PAH Vallekas se planta en los bancos a reclamar renegociación de las deudas de personas que siguen atrapadas en hipotecas impagables, pero siempre en fechas cercanas al 8 de marzo, visibilizan especialmente los casos las mujeres. En años anteriores han repetido sus conocidos “correbancos”, es decir, visitas a varias sucursales bancarias demandando renegociación de hipotecas, quitas de deuda o acceso a alquiler social. Este año retoman como lema el título de un texto de Luci Cavallero y Verónica Gago, Vivas, libres y desendeudadas nos queremos. “Lo ponemos en el centro porque no solo nos queremos desendeudadas, sino para contrarrestar el discurso, porque pensamos que la deuda es con nosotras”, enfatiza Sonia.

Desahucian al obrero, rescatan al banquero

Esta frase es una consigna recurrente del movimiento de vivienda de Madrid en las acciones de protesta como la de la mañana de este miércoles 5 de marzo. Alegan que “los bancos no se han hecho responsables de los créditos abusivos y temerarios que otorgaron durante la burbuja, cuando troceaban las hipotecas y las vendían en paquetes en los mercados secundarios obteniendo enormes beneficios”.

“Dicen que han rescatado bancos, pero a los ciudadanos no los han rescatado. Los bancos siguen machacando la vida de la gente”, denuncia Ghita

Así, llegaron a otorgar miles de hipotecas de riesgo ya que en caso de falta de pago, y al no existir en aquel momento la dación en pago, es decir devolver la casa y quitar la deuda, las entidades financieras sabían que se quedarían con la vivienda y seguirían cargando al hipotecado la cantidad pendiente como deuda de por vida. “Dicen que han rescatado bancos, pero a los ciudadanos no los han rescatado. Los bancos siguen machacando la vida de la gente”, denunciaba Ghita en la misma sucursal donde firmó la hipoteca. “Todo lo que hemos pagado, más lo de la subasta de las la casa, ya la tienen pagada”, defiende.

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Foto: PAH Vallekas

En su caso, comenzó pagando 800 euros mensuales en 2006, la cuota de un préstamo hipotecario de 192.000 euros, por una casa de 45 m2, en Getafe. Luego vinieron los años de la crisis y las empresas cerraban y su marido se quedó sin trabajo mientras que las cuotas al banco alcanzaron los 1.100 euros en el año 2010. Al no poder hacer frente a los pagos, intentaron renegociar la deuda con la negativa rotunda de BBVA quien ejecutó la hipoteca y se quedó con esa primera vivienda.

Con carteles con “condonación de la deuda ¡ya!”, y otras consignas los y las compañeras de Ghita se plantaron este miércoles en el BBVA de Getafe para exigir atendieran su petición: que la atendieran, que le dieran la posibilidad de conocer el estado de su deuda, que hasta el momento sigue sin tenerlo del todo claro.

Como en muchas asambleas de las PAH y sindicatos de vivienda, todavía existen muchas personas que arrastran situaciones deudoras desde los años 2012, 2013. “Por más que te lanzan mensajes de 'eso ya está resuelto o 'para eso hay una ley'. El que hace la ley hace la trampa, en este caso, o ni eso, es que realmente nunca fue una ley para nosotras sino una hecha a medida de los bancos, que siempre tienen la sartén por el mango”, insiste García.

Endeudadas pero organizadas

Después de haber llegado la policía a la sucursal de BBVA de Getafe, Ghita y otra de sus compañeras lograron arrancar a la directora de la entidad un correo electrónico donde enviar la documentación y el compromiso de atenderla. Ghita solo espera que no se repita la actitud del gerente que le atendió en alguna otra ocasión que intentó renegociar que, según su testimonio, le dio la espalda y le dijo que no se daría la vuelta hasta que se fuera. Esta vez Githa no se lo encontró y logró que al menos, la directora pudiera escucharla.

“La deuda de por vida es una trampa ejecutada, además, por las principales instituciones financieras globales, aquellas que obtienen miles de millones de beneficios, como el caso del BBVA”, reclaman desde PAH Vallekas, este 8 de marzo, para visibilizar que esta problemática afecta singularmente a las mujeres. Consideran que tiene que haber una reparación, un reconocimiento del trabajo que realiza más de la mitas de la población y en quienes sigue recayendo mayormente el trabajo reproductivo.

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Ghita solicita al BBVA condonación de la deuda que aún le reclama el banco, a pesar de este que se quedó con su piso y luego lo subastó dos veces. Foto: PAH Vallekas

Por ello insisten, “la deuda es con nosotras. Ni los bancos ni las empresas ni todos los gobiernos del mundo tendrían dinero suficiente para pagar todos los trabajos que hacemos las mujeres cada día en todo el mundo”. Sonia admite que el reconocimiento no ha llegado sino todo lo contrario: “Parece que tuvieras que estar pagando por poder vivir pidiendo permiso, es insoportable. Vamos a pelearlo”, zanja Sonia.

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