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Memoria histórica
La música perdida del himno de Rafael Alberti a la aviación republicana
Una composición olvidada de Jesús García Laoz sobre un texto desconocido del poeta Rafael Alberti
Se podría pensar en principio que un himno a La Gloriosa podría referirse a la revolución que tuvo lugar en España en 1868, si no se reparase en el autor de la letra, Rafael Alberti, y en el texto de la misma, que tiene por protagonista a la aviación republicana. Se la conoció así, como La Gloriosa o La Sufrida, porque enfrente tuvo durante la Guerra Civil a La Numerosa, llamada de ese modo por la decisiva colaboración de la aviación alemana e italiana en apoyo del golpe de Estado fascista, al que se unieron 175 pilotos de las Fuerzas Aéreas de la República Española (FARE). Fueron en total 215 aviadores los que mantuvieron su fidelidad al régimen legal y democráticamente constituido, mientras que 185 no tomaron partido.
Al mando de las FARE estuvo el general Hidalgo de Cisneros, que contó con el único apoyo de la Unión Soviética para hacer frente a la aviación nazi-fascista a partir de noviembre de 1936. La URSS envió a España casi 800 pilotos de combate y más de 600 aviones, así como un cierto número de técnicos aeronáuticos. Otros 800 pilotos republicanos recibieron una acelerada instrucción aérea en aquel país.
De la intensa actividad bélica llevada a cabo por La Gloriosa o La Sufrida dan cuenta las impresiones que dejaron escritas Dolores Ibarruri y el general Vicente Rojo. La primera lo cuenta en su libro El único camino: “Sin la aviación y los tanques, la defensa de Madrid, más que difícil habría sido imposible. El pequeño número de aviones de que disponían las fuerzas populares estaba todo el día en el aire, confundiendo al enemigo, que no podía imaginarse que fueran siempre los mismos aviones y los mismos aviadores quienes realizaban el milagro de cubrir y defender el cielo de Madrid”.
El general Rojo hace lo propio en su obra España heroica: “La aviación colaboró con las tropas de tierra de una manera que en algunos momentos fue decisiva. Su audacia la llevó a batirse en difíciles condiciones de inferioridad y con un espíritu de acometividad y de sacrificio ejemplares. Parecía que todos medían bien la transcendencia de aquellos días de lucha. Hubo jornada en que se logró, merced a los cazas, evitar por cinco veces consecutivas el bombardeo de nuestras líneas. Sobre el cielo del Jarama un día y otro, mañana y tarde, la aviación velaba por nuestras fuerzas de tierra. Fueron muchos los combates librados a la vista de nuestras tropas, algunos con un total de más de cien aparatos (era la primera vez en la historia de la aviación que se libraban combates de aquella envergadura), y el coraje que ponían nuestros aviadores en atacar y derribar aviones enemigos producía en tierra un saludable efecto de emulación”.
Dos himnos quisieron realzar el valor combativo de las FARE y la popularidad de la que gozaron entre la ciudadanía partidaria de la República, sobre todo en el primer periodo de la guerra. Uno, más conocido, tiene como letrista a un tal Félix Vicente Ramos, del que no se saben más datos. La música es de Carlos Palacio (Alcoy, 1911-París, 1997), a quien el Ministerio de Instrucción Pública encargó en 1936 una serie de canciones de combate. Es el compositor asimismo del himno a las Brigadas Internacionales, con letra del poeta alemán Erich Weinert. El de La Gloriosa lleva por título Alas rojas:
Los cielos de España
llenáronse de alas
que luchan audaces
por su redención.
Esas alas rojas la vanguardia son
del antifascismo
que ahogará sin compasión
a la bestia negra de la reacción.
Alas, rojas alas,
nervio y corazón.
Cuando van los «chatos»
por el cielo azul,
cuando van los «chatos» por la inmensidad.
Esas alas negras
del fascio mundial
que asesinan niños
de la población leal,
huyen alocadas
con miedo cerval.
Alas, rojas alas
nervio y corazón.
Honor a vosotros,
cóndores de acero
que sois los titanes de la libertad.
El pueblo os adora
y al veros volar
confía en el triunfo de la causa popular,
que vuestro heroísmo ha de conquistar.
Alas, rojas alas
nervio y corazón.
El segundo himno se basa en un texto de Rafael Alberti, con música de Jesús García Leoz (Olite, 1904- Madrid, 1953), un compositor que se prodigó como autor de bandas sonoras en el cine, con un último trabajo en Bienvenido Mr. Marshall, de Luis García Berlanga. La canción a La Gloriosa se estrenó con motivo de la clausura de una exposición de la aviación republicana organizada por las Juventudes Socialistas Unificadas. Lo cantaron los Coros Confederales en el Palacio de la Música de Madrid.
Según escribe Eladio Mateos Miera en Rafael Alberti y la música, a partir de un símil tan obvio como el de los aviadores que suben al cielo como símbolo de una nueva España esperanzada y fraterna, el verdadero sentido de la canción es afirmar el valor de la aviación en la defensa tanto de la población civil como de los combatientes por tierra y mar. Alberti elige un tono solemne y un metro cultista, dos cuartetos de endecasílabos con rima asonante, separados y acabados por una cuarteta octosilábica monorrima, repetida como estribillo.
Mateos destaca lo cuidado del ritmo, las anáforas, repeticiones y aliteraciones, así como la regularidad y clasicismo métrico, de modo que en su criterio se trata sin duda del más cuidado de los cantos de lucha que hasta entonces había escrito el poeta gaditano, y el más preocupado por la musicalidad verbal del texto, que debe acompasarse con la melodía del compositor. García Leoz fue responsable musical del Teatro de Arte y Propaganda y de las Guerrillas del Teatro del Ejército del Centro, que la Alianza de Intelectuales instaló en el Teatro de la Zarzuela. Parte de sus ideas estéticas sobre la escena musical las dejó escritas en un artículo publicado en la revista El mono azul.
Cuenta la excelente escritora Teresa León, esposa de Rafael Alberti, que algunas de aquellas canciones las escribieron al alimón en un bar del barrio de Cuatro Caminos, durante los terribles bombardeos de Madrid, dice que para espantar nuestro miedo. Es posible, por lo tanto, que el Himno a La Gloriosa no sea del todo de su marido.
Asegura en su tesis doctoral Mateos Miera (Grabada, 2003) que se trata de una desconocida composición albertiana, que no ha sido recogida en ningún libro o recapitulación del autor y de la que se perdió la música, algo que estamos en condiciones de rebatir gracias al documento hallado en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, publicado por Ediciones Española de Barcelona, y que ilustra y motiva este artículo. El texto del Himno a La Gloriosa dice así:
Somos la nueva juventud que un día
Soñó con tener alas y volar.
El viento es nuestra sola compañía,
El cielo azul de España nuestro hogar.
Nuestras alas son la confianza
De la mujer y el niño en la ciudad.
En nuestro vuelo vuela la esperanza,
En nuestro canto la fraternidad.
Que siempre victoriosa
Viva en el aire La Gloriosa.
Que siempre victoriosa
Baje del aire La Gloriosa.
Luchad tranquilos héroes de la tierra
Soldados de los campos y del mar.
Que mientras lleve el aire un ala en guerra
Las alas nuestras no se plegarán.
Si a nuestra luz manchó una deshonrosa,
Sombría nube de odio y mortandad,
Siempre ¡salud, salud! A La Gloriosa,
Porque en sus alas va la libertad.
Que siempre victoriosa
Viva en el aire La Gloriosa.
Que siempre victoriosa
Baje del aire la Gloriosa.
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El manuscrito de la música se encuentra entre el legado del compositor catalogado por mí misma, aunque está incompleto. Puede encontrarse la referencia en mi tesis doctoral sobre el compositor.
Muy interesante encontrar músicas perdidas de un tiempo de guerra.
Fue una guerra en que la aviación de los alemanes e italianos decidió la derrota de la república, sobre todo en el Ebro, la batalla decisiva.
Fue real aquel estado de ánimo y resistencia o pesaba más el hambre y el terror de las bombas?