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Gordofobia
O no existen o no tienen trama: los cuerpos gordos no caben en la ficción audiovisual
Más de mil setecientos —1.721, concretamente— personajes analizados: apenas cincuenta —57, concretamente— son gordos en películas y series españolas. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 más de la mitad de la población se situaba por encima del denominado “normopeso”; la cifra de estos cuerpos en los productos audiovisuales de ficción se ubica en el 3,3%. Es decir, la ficción española no representa de forma alguna la diversidad corporal de la sociedad, y es lo que quería demostrar con cifras el Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA) en su último informe Análisis sobre la representación de la diversidad corporal en la ficción española del 2022 en cine y televisión.
“Este informe era muy necesario por diversas razones”, arranca Paula Serna, gerente de relaciones públicas del ODA en declaraciones a El Salto. Cuando explica la primera, hace alusión a un aspecto que señalan en el informe en sus primeras páginas: “La diversidad corporal suele ser la gran olvidada cuando se habla de diversidades”. Además, tal y como señalan en el estudio, es una diversidad que no se puede esconder. Habida cuenta de que “los movimientos gordes y las teorías que abordan el cuerpo llevan décadas señalando la importancia de las corporalidades como espacio de lucha y protesta”, tal y como destaca la integrante del Observatorio, quisieron ponerla en el centro del análisis en esta ocasión.
“Más allá de los porcentajes, la importancia, la verdadera diferencia, reside en cómo es dicha representación, en qué roles, tropos y estereotipos se perpetúan y, al mismo tiempo, que horizontes nuevos se trazan”
El segundo motivo tiene que ver con qué papel juegan en las ficciones esos cuerpos gordos: “Consideramos que más allá de los porcentajes, la importancia, la verdadera diferencia, reside en cómo es dicha representación, en qué roles, tropos y estereotipos se perpetúan y, al mismo tiempo, que horizontes nuevos se trazan”, valora Serna. En este punto, cabe destacar una demanda del sector creativo cuando se habla de diversidades —sexuales, raciales, corporales, etcétera—; que los personajes que se muestran como ‘diversos’ no sean meros acompañantes de otros personajes normativos protagónicos, que tengan su propia trama, y que esta no gire (preferiblemente) únicamente en torno a su condición sexual, corporal, racial o de discapacidad, del mismo modo que sucede en la vida misma.
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¿Se sigue esta máxima en la ficción española? La respuesta es que a medias. En el caso de las películas, solo 17 de los 40 personajes con cuerpo diverso tienen trama propia, es decir, tienen alguna relevancia en la trama. El 42,5%. En el caso de las series, el porcentaje se incrementa ligeramente: 47,8%, 22 de 46 personajes. Para medir la relevancia de los —escasos— personajes gordos en la historia, el ODA ha utilizado, explican desde el colectivo, uno de los pilares del test de Vito-Russo: “Uno de los elementos es que si la desaparición del personaje tiene un cambio significativo en la trama entonces es porque tiene trama propia. Es decir, valoramos que tenga su propio arco, narrativa, que no sea solo un acompañamiento de otros personajes”.
En cualquier caso, los cuerpos normativos siguen siendo aplastantemente mayoritarios en los productos audiovisuales: más del 93% de los personajes, tanto principales como secundarios, de toda la ficción española no son gordos en las 99 películas y 59 series —61 temporadas en total— analizadas, siguiendo una metodología detallada en el anterior informe de ODA, donde el organismo analizaba la presencia de personajes LGTBIQ+ en la ficción.
Aparte de si tienen trama o no, también es importante analizar qué papel tiene la corporalidad del personaje en su trama, es decir, si la trama del personaje gordo gira en torno al hecho de que esté gordo. Y sí sucede, especialmente en el caso de las mujeres: “Cuando aparecen mujeres gordas en pantalla, se resalta con más frecuencia como una anomalía y se convierte en parte indisoluble de sus tramas, ya sea como víctimas de comentarios o presiones sobre su corporalidad o como protagonistas de tramas de empoderamiento”.
Las representaciones de personajes gordos sometidos a la cultura de la dieta “mantienen en el imaginario colectivo que las dietas no son algo problemático y que, además, es legítimo que las personas gordas sean objeto de burla”
Para Serna, las implicaciones de este fenómeno son diversas: por un lado y respecto a la corporalidad, “el principal problema es que se genera la idea de que una persona gorda no puede existir en pantalla sin que se haga mención a su peso”. Y por otro lado, añade, “la cultura de la dieta es una realidad y lo interesante sería representarla desde su problematización y mostrar la clara relación que existe entre los mandatos de la feminidad y la delgadez, pero encontramos en muchas ocasiones que las referencias a las dietas se realizan desde la superación personal o como una forma de generar comedia a costa del personaje gordo”. Estas representaciones, dice la miembro del ODA, “mantienen en el imaginario colectivo que las dietas no son algo problemático y que, además, es legítimo que las personas gordas sean objeto de burla”.
En el mismo sentido se manifiesta Elena Crimental, directora de comunicación del Observatorio, en la carta que firma dentro del informe aludiendo a la necesidad de estudios como este: “Necesitamos romper con esos clichés dañinos que hacen uso de los cuerpos gordos solo desde el humor, el patetismo o la anomalía. Para que, así, la otredad deje de ser presentada como grotesca”. Al hilo, las declaraciones de Carlota Pereda, directora de Cerdita, en el informe: “Sara [la protagonista del filme] merecía su simpatía [del público] cuando era buena, pasiva, algo risible, víctima. La incomodidad surgía cuando ese cuerpo se humanizaba, adquiría una dimensión compleja, real, sexual, fuerte. La transgresión entraba cuando empezamos a mostrar a un ser humano real”.
Series como Sex Education basan su éxito, según muchos estudiosos, en la representación de la diversidad —sexual, racial, corporal, de discapacidades— que presenta. A este respecto, Serna reconoce que productos audiovisuales como este van “dando pasos” aunque “la diversidad de cuerpos es aún relativa” e intuye que “quizá la buena aceptación está en que con la poca visibilidad de cuerpos gordos, cada píldora que se nos da, la abrazamos por la falta de referentes con la que contamos”.
Intersecciones LGTB, raciales, de discapacidades... y de clase
Además de analizar los personajes gordos por edad y género, el ODA también hace alusión a las intersecciones que existen entre la gordura y otras opresiones. ¿Cuántos personajes gordos negros hay? ¿Hay gordas con discapacidad representadas en las series o películas españolas? ¿Hay personajes con cuerpos no normativos LGTB? De nuevo, se encuentra poca cosa. De entre los 78 personajes con cuerpo diverso, solo ocho pertenecen al colectivo queer —dos gays y una persona bisexual en películas; un gay, una bisexual, dos lesbianas y una persona trans en series—.
En lo que se refiere a los personajes racializados, de los 43 encontrados en películas españolas solo tres son también personas gordas
En lo que se refiere a los personajes racializados, de los 43 encontrados en películas españolas solo tres son también personas gordas; en el caso de las series, de los 29 personajes con corporalidades diversas el 86% son blancos; las investigadoras solo han localizado dos personas gitanas, una árabe y dos negras y una latina, lo que implica de nuevo una lejanía absoluta con respecto a la realidad sociodemográfica española. La situación no mejora demasiado cuando se habla de personajes con discapacidades: solo 17 de los 86 cuerpos gordos o diversos de productos audiovisuales de ficción españoles presentan alguna discapacidad, y las redactoras del informe afirman que existe en este caso, además, “cierta instrumentalización” ya que “en demasiadas ocasiones se emplean para dar color al universo de la historia”.
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También se hace una breve alusión a la relación entre gordofobia y clase social adelantando que se abordará en posteriores informes. Preguntada al respecto, Serna adelanta la dificultad existente para analizar esta interacción al encontrarse ante “una tendencia a la clase-mediación de les personajes de ficción que, aunque se supongan de clase baja o que el guion señale que tienen problemas económicos, después los personajes, las casas y las formas de vida siguen el supuesto ideal de clase media”.
“Aunque los personajes se supongan de clase baja o que el guion señale que tienen problemas económicos, después sus casas y sus formas de vida siguen el supuesto ideal de clase media”
Sobre esta cuestión de la clase social y de la gordofobia resulta interesante reseñar que Carlos Montero, director de la serie adolescente Élite, respondía, preguntado por la no presencia de cuerpos no normativos, que los de los personajes “son cuerpos a los que aspiramos, ya sea para parecernos a ellos o para acostarnos con ellos. ¿Cuáles son las razones de mostrar estos cuerpos y no los de verdad? Pues los mismos de estar contando una élite española que tampoco existe. Es una estilización, una idealización”.
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Consejos y trabajo pendiente
El informe reúne una serie de consejos para productores audiovisuales que pudieran resultar en una ficción más diversa. Sobre si hay un cambio generacional para bien en este sentido, aunque sea progresivo, Serna dice que sí, pero con matices. “Es cierto que siempre encontramos más personajes diversos en series para jóvenes, lo que puede ser un indicio de que este público exige una pluralización de las narrativas, pero este hecho no está exento de problemas: ¿Se extenderá esta tendencia a producciones entendidas para grupos de mayor edad? ¿Son las ficciones juveniles usadas como una suerte de pinkwashing desde las empresas?”, reflexiona.
“Hay una tendencia a entender que cada personaje solo puede tener un rasgo no hegemónico —ser una persona racializada, con discapacidad, LGTBIQA+, gorda…—, y cuando se pone el foco en ese rasgo se tiende a generar una visión estereotipada”
También inciden en la necesidad de que no solo haya más personajes gordos, sino que los mismos tengan más trama y se incluyan dentro de las mencionadas intersecciones. “Hay una tendencia a entender que cada personaje solo puede tener un rasgo no hegemónico —ser una persona racializada, con discapacidad, LGTBIQA+, gorda…—, y cuando se pone el foco en ese rasgo se tiende a generar una visión estereotipada. Los cuerpos LGBTIQA+. racializados y con discapacidad son diversos y, además, mostrarlo nos lleva a poder señalar que el ideal corporal es binario, blanco y capacitista”. Tal y como señalan en el informe, resume la experta, “hay que desmontar las estructuras de las hegemonías corporales para que todas las personas nos veamos reflejadas en el audiovisual”.
Preguntados por si creen que los resultados de diversidad corporal hubieran cambiado en caso de haber analizado productos audiovisuales de no ficción, desde el ODA responden que “no nos atrevemos a hacer una afirmación a este respecto pues carecemos de un estudio sobre no ficción”, aunque se aventuran a intuir “que no ocurrirá nada lejano a lo que hemos podido ver en la ficción, pues las ficciones son gordófobas porque la sociedad también lo es”. Añaden, también, el interés que despertaba para el organismo “reflexionar sobre la dicotomía ficción - no ficción y preguntarnos hasta qué punto cuando creamos nuestros imaginarios, identidad, valores, etc, realmente trazamos esa línea divisoria”, haciendo alusión a que “al fin y al cabo, la no ficción sigue unos modelos de casting y producción muy parecidos a la ficción”, lo cual implica que “la línea no sea tan clara”.
Si bien Serna reconoce que los discursos antigordofobia están cada vez más presentes en la sociedad, también recuerda que hay esferas en las que todavía no han llegado, “entre ellas, gran parte del audiovisual”. Por eso, el equipo del Observatorio considera que “la ficción debería ser un referente para la sociedad y es importante reflexionar sobre el concepto de idealización, por qué y quiénes generan lo que consideramos ideal”.
Y es que, tal y como afirma Carlota Pereda, “la ficción forma parte esencial de nuestra socialización y nuestra educación sentimental”. De hecho, para Serna es significativo el hecho que de todos los informes realizados por el ODA —que lleva desde 2020 analizando diversidades en el mercado audiovisual— “este es el que más violencia y rechazo ha recibido en redes, una respuesta que nos demuestra que la gordofobia está plenamente instaurada en sociedad y que es un tema sobre el que trabajar”.
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...A mí esto de fiscalizar estadísticamente los contenidos de las obras de creación artística... y esto de "aconsejar" a los creadores... me huele a totalitarismo y a cuerno quemao.
(Pero debo estar equivocado; me lo haré mirar).