Opinión
Europa, la guerra y el lenguaje que engaña

Sin pudor alguno, se utilizan expresiones como aumento del gasto en defensa y seguridad, para ocultar el enorme crecimiento del gasto militar.
Tanque apuntando
Foto de Komarov Egor en Unsplash. Licencia Unsplash
29 jul 2025 06:00

Una primera reflexión sobre el gasto militar tiene que empezar necesariamente con el lenguaje, con las expresiones que utilizamos para denominar las cosas. Podría parecer a primera vista un asunto periférico y de escasa relevancia, que distrae de las cuestiones de fondo, de las que verdaderamente tienen enjundia. Me parece sin embargo que este planteamiento es un error o, peor aún, contienen un sesgo que desenfoca el análisis. Porque lo cierto es que los temas que se consideran relevantes, el perímetro de los mismos, el enfoque con el que se abordan depende en buena medida de cómo los enunciemos.

Aunque, como acabo de apuntar, el tema me parece trascendental, no pretendo entrar en profundidad en el mismo. Sin ánimo de exhaustividad, en la figura siguiente aparecen algunos de los términos más utilizados, con los que el lector seguramente está familiarizado. Términos que en absoluto son “neutrales”, aunque, voluntaria o involuntariamente, se presentan de esa manera. Detrás de cada uno de estos enunciados hay una intencionalidad política que se pretenden enmascarar.

En la ceremonia de la confusión que supone el lenguaje mayoritariamente utilizado —¡ay, también por una parte de las autoproclamadas izquierdas!— se levanta la bandera de la defensa de Europa, frente a las amenazas externas

Algunos ejemplos al respecto. ¿Cuántas veces hemos escuchado o leído que la “comunidad internacional” plantea, propone, presiona o decide? Pero ¿existe esa supuesta “comunidad internacional”? ¿Metemos en el mismo paquete a los países que registran altos niveles de renta por habitante y a los que se encuentran atrapados en la pobreza más absoluta? ¿A los localizados en el África Subsahariana y a los situados en el norte de Europa? ¿A los que están inmersos en la trampa de la deuda externa y a los que cuentan con una contrastada capacidad financiera? ¿A los que cuentan con un poderoso ejército y a los que se encuentran al albur de estos? ¿A China, Estados Unidos y a los denominados BRICS?

Más aún, hablamos de países —España, Francia, Alemania— como si este término aludiera a una realidad homogénea, con entidad propia. Pero ¿acaso están ausentes las clases sociales, no desempeñan un papel relevante en la configuración de las relaciones de poder y en el curso de la economía, no existe el conflicto de intereses? ¿No son importantes, diría que decisivas, las enormes y crecientes desigualdades de renta y riqueza dentro de cada país y entre los diferentes países?

En este contexto, ¿qué valor tiene referirse a Europa o al “proyecto europeo” cuando la Europa realmente existente está atravesada de importantes y crecientes disparidades sociales, económicas, políticas y territoriales? En la ceremonia de la confusión que supone el lenguaje mayoritariamente utilizado —¡ay, también por una parte de las autoproclamadas izquierdas!— se levanta la bandera de la defensa de Europa, frente a las amenazas externas, presuponiendo —y eso es mucho presuponer— que Europa encarna una comunidad de intereses. 

Un planteamiento tan superficial como erróneo, pero que tiene mucho recorrido mediático y político. No sólo distrae de los problemas reales de la muy mal denominada “construcción europea”; es un regalo para las oligarquías económicas, cuyas prácticas depredadoras quedan convenientemente envueltas y protegidas en la bandera de “más Europa”.

¿Algún cambio al respecto en el escenario de creciente militarización de la economía y la sociedad europea? Si acaso, una intensificación de la propaganda -a la que obscenamente se califica de información- que llega a la ciudadanía desde los medios de comunicación convencionales y, sobre todo, a través de las redes sociales. Todo vale al servicio de la intoxicación.

Así, sin pudor alguno, se utilizan expresiones como: aumento del gasto en defensa y seguridad, para ocultar el enorme crecimiento del gasto militar, más gasto en este concepto equivale a más Europa y a una Europa políticamente más fuerte, todo ello es compatible con un mayor bienestar social de la ciudadanía, Europa está en guerra, si quieres la paz prepárate para la guerra… estos son tan sólo algunos ejemplos de la ceremonia de la confusión y de una perversión del leguaje muy rentable para las elites y que hace imposible el debate o sitúa a los que intentamos impulsarlo como adversarios irredentos del sueño europeo y/o cómplices de Putin.

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