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Evasión fiscal
Los Pandora Papers no son un escándalo, son un sistema
LuxLeaks, Panama Papers, Paradise Papers y ahora los Pandora Papers. Vuelve a salir otro de esos escándalos de la mano de periodistas que nos muestran las cloacas fiscales globales y su funcionamiento. Desde presidentes latinoamericanos que repiten mucho eso de que “el dinero está mejor en el bolsillo del contribuyente” a artistas y deportistas que no dudan en abanderar sus nacionalismos frente a las cámaras. Ya no solo aparecen los más ricos del planeta o las empresas más rentables, la industria de la evasión de impuestos toca a las puertas de todo aquel que tenga el suficiente capital como para dejarle una suculenta comisión al mover ese dinero. Ya no es una cuestión solo de grandes empresarios. Existen despachos de abogados con oficinas en la Castellana o la Diagonal que moverán tu capital a Andorra o Panamá, seas rey o youtuber. Y entendedme, no quiero decir que El Rubius o Vargas Llosa no sean ricos, pero no son ningún Amancio ni ningún rey.
La evasión de impuestos cada vez está más disponible y al alcance de todo tipo de capitales. A todos los niveles y en todos los lugares. Y lo peor de todo es que la gran mayoría de esas prácticas son legales, porque el sistema lo permite. O más bien porque el sistema lo promueve, está diseñado para ello.
Erramos al considerar lo que nos cuentan estas nuevas filtraciones como un escándalo, aunque nos escandalice. Es mucho más que eso. Lo que muestran los Pandora Papers y el resto de filtraciones es que el mundo está hecho para los que aparecen en ellos. Los gobiernos liberales (incluidos los que se hacen llamar socialdemócratas) y las organizaciones supranacionales, como el Banco Mundial, el FMI o la Comisión Europea, han estructurado un planeta bajo las normas del libre mercado y la libre circulación de capitales diseñado para que las empresas y los grandes capitales puedan escapar de las haciendas públicas, para que puedan esquivar el reparto de la riqueza que realizan los Estados para repartirla únicamente entre sus accionistas o simplemente no repartirla.
Los bufetes y asesorías no son más que facilitadores. Son aquellos que conocen bien esas estructuras y saben diseñar una personalizada al gusto del cliente
Los bufetes y asesorías no son más que facilitadores. Son aquellos que conocen bien esas estructuras, porque en muchas ocasiones han formado parte de los partidos políticos o son funcionarios que las han diseñado, y saben construir una estructura personalizada al gusto del cliente.
Que quieres comprar una mansión o un yate y no pagar impuestos, pues una sociedad pantalla en Bahamas. Que quieres que los dividendos que recibes de tus acciones en empresas no paguen impuestos al rendimiento del capital, pues los repartes en Luxemburgo y los cobras mediante otra empresa pantalla en Islas Caimán. Que tu empresa necesita instaurarse en Europa pero no quieres contribuir a las arcas de los países europeos, pues te diseñan una estructura con base en Irlanda, que paga dividendos a Luxemburgo y que acaban en una de esas islas caribeñas. Hay técnicas de evasión para todos los gustos y necesidades.
Y con esto no quiero decir que no sean culpables y cómplices de prácticas ilegales o de ayudar a limpiar dinero negro de todo tipo de oscuras procedencias, sino que creo que es necesario mirar a la luna y no quedarse tan solo escandalizados mirando al dedo.
Evadir para subsistir
Sí, suena raro, pero es así. El libre mercado, la competencia globalizada y la esclavitud de las empresas hacia sus accionistas que exigen beneficios y reparto de dividendos en el corto plazo, sumado a que al gran capital cada vez le cuesta más encontrar nuevos mercados que explotar y nuevos países que sangrar, ha endurecido la competencia entre empresas. Es difícil ser “más productivos”, se complica cada vez más explotar trabajadores y los circuitos financieros apenas dan beneficios con los tipos de interés en mínimos históricos. En medio de todo eso, la única manera que tienen para poder crear márgenes de beneficios es ahorrarse la factura fiscal. O evades impuestos o eres más caro que tus competidores. O te llevas tus beneficios a un paraíso fiscal o no repartes tanto dividendo como tus competidores y los inversores venderán tus acciones para comprar de tus competidores, bajará su precio y el valor de tu empresa. Evaden impuestos porque todo el mundo en su nivel y de su clase social lo hace.
Ahí entra la industria de la evasión fiscal y los paraísos fiscales: “¿Quieres ser más competitivo y tus productos más baratos? ¿Quieres contentar a tus accionistas repartiendo un mayor dividendo? Pues te podemos ayudar”. Otra vez, insisto, los bufetes de abogados no son más que pequeñas partes del engranaje de un capitalismo podrido que ya no busca la innovación, sino el ahorro egoísta. La evasión fiscal es un freno a la innovación, porque quién va a querer invertir en I+D para ser más productivos cuando puedes serlo evadiendo impuestos.
Y ojo, no me malinterpretéis de nuevo, no digo que esas empresas no tengan culpa y responsabilidad de sus egoístas actos. Si acabáramos con todos los paraísos fiscales y muchas de esas empresas quebraran no me daría ninguna pena, porque los que me dan pena realmente son las pymes que pagan un 25% de su beneficio y que quiebran porque no pueden competir con multinacionales que pagan un 3% de manera global. Me da pena la empresa que ética y responsablemente contribuye a las arcas públicas y ve cómo una Amazon o una Zara destroza los precios y quiebra al no poder competir con ellas. La evasión fiscal y los paraísos fiscales deforman y desprecian esa “libre competencia” que los liberales dicen defender.
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Países compiten, empresas ganan, ciudadanos pierden
En toda esa vorágine, los Estados también se quedan sin ideas para hacer más atractivos sus países para las empresas y la inversión. La vía que han seguido muchos países es la competición fiscal a la baja, o sea, rebajar tus impuestos a las empresas y a los rendimientos del capital hasta que el ahorro en impuestos atraiga a las empresas, generen negocio y beneficio en el propio país o no. Pequeños territorios que ante la falta de una industria o de exportaciones deciden atraer a pequeñas oficinas donde conviven miles de domicilios fiscales de empresas pantalla a cambio de no cobrarles ni un euro en impuestos.
Más sangrante todavía es el ejemplo de la Unión Europea. Ya no hablamos de pequeñas islas sin industria que han encontrado en la evasión fiscal su nicho de mercado, sino de países en el corazón de Europa. Luxemburgo, Países Bajos, Irlanda y Malta. Los dos primeros responsables de la mayor pérdida de ingresos tributarios para el resto de países europeos, según la organización Tax Justice Network.
Estados que practican un juego sucio frente a sus vecinos porque, claro, queda muy bien decir a tus conciudadanos que les vas a bajar los impuestos mientras llenas las arcas públicas con el dinero que corresponde a los países de tu entorno. Queda muy bien aparentar ser un país que “crea riqueza” en vez de mostrar que no eres más que una sanguijuela de la riqueza creada en otros lugares y que estás al servicio de las multinacionales y no al de las personas.
Entre todas las revelaciones de famosos, esta misma semana se han dado dos noticias que han pasado más bien desapercibidas, pero que tienen mucho que ver con los Papers. La primera, es la publicación por parte de la Agencia Tributaria del resumen de los datos del Informe País por País de 2018 que recoge 122 multinacionales con sede fiscal en España. Los datos mostraban que 20 multinacionales españolas han pagado un tipo impositivo efectivo sobre beneficios del 1,8% de media global.
La otra noticia es que la Unión Europea ha sacado de la lista negra de territorios no cooperantes a Anguila, Dominica y las Islas Seychelles pese a que esta última aparece en los Papeles de Pandora como uno de los territorios protagonistas y fundamentales en las estructuras de evasión de impuestos. Europa, o sea los gobiernos que conforman la Unión Europea, decide justo esta semana levantar el veto de un país que está en el centro del nuevo “escándalo”. Que Europa haga esto no es un escándalo en sí, aunque lo sea un poco, sino que es el “sistema” global y europeo que impulsa.
Más allá de señalar al millonario
¿Cuántos escándalos hacen falta para que dejen de serlo? O, mejor dicho, cuántos escándalos debemos conocer para darnos cuenta de que no son hechos puntuales, sino un sistema global de egoísmo forjado en los dogmas neoliberales. No es la “ingeniería fiscal de una empresa”, sino la estructura global económica hecha a medida para un mundo empresarial y de grandes riquezas. La estructura del, por y para el capital.
Y los nombres que llenan los medios estos días no son simples evasores, sino una nueva clase social que ha decidido que lo del progreso común y los sistemas de bienestar sociales no va con ellos. Se juntan en sus fiestas, comparten los contactos de sus asesores y se suben al carro de la evasión de impuestos. No se ven como delincuentes, sino como integrantes de una nueva élite global por encima del bien y del mal. Se creen seres superiores porque el mundo globalizado está hecho a su medida. En esta última revelación de documentos, además, hemos visto a varios jefes de Estado. Personas encargadas de dirigir un país, eludiendo las responsabilidades fiscales del mismo. Una impunidad absoluta de los lobos que cuidan de las gallinas.
El escándalo de los Pandora Papers nos ayuda a enfadarnos y a abrir los ojos, pero a lo que tenemos que mirar y señalar es al sistema
Por todo ello, lo que se necesita no es hacer pagar a los evasores lo que deben más su sanción correspondiente, que también, sino que se necesita atajar de raíz las técnicas y estructuras globales que facilitan la ingeniería fiscal y las prácticas de planificación fiscal, o sea de evasión de impuestos. No llega con hacer dimitir a un par de políticos, sino que necesitamos decisiones políticas valientes y tomadas de manera conjunta entre Estados para acabar con el negocio de la evasión de impuestos. No podemos contentarnos con señalar a unos cuantos bufetes de abogados, debemos señalar a las instituciones europeas y globales. Ejercer una presión a nuestros gobiernos para empezar un proceso global que desmonte esas redes cooperantes de paraísos fiscales, para sancionar a quienes no cumplan con esas reformas, para dejar sin negocio a esos bufetes y sin posibilidad de evadir a esos millonarios y esas empresas. El escándalo de los Pandora Papers nos ayuda a enfadarnos y a abrir los ojos, pero a lo que tenemos que mirar y señalar es al sistema.
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Gracias... algún día, haremos que esto cambie. Y mientras, trabajaremos para ver ese día.
Desde Wikileaks (2010) pasando por OffshoreLeaks (2013) LuxLeaks (2014) Papeles de Panamá (2016) Paradise Paper (2016) hasta llegar a Pandora, sin olvidar los Papeles de La Castellana. Quousque tandem patientia nostra?