Feminismos
“Si hemos aprendido algo es que tenemos que seguir profundizando y trabajando sobre la imagen que queremos mostrar como mujeres rurales”

El XI Foro Feminista Rural 2021 pone el foco en la representación y simbología de las mujeres andaluzas a través de herramientas comunicativas y la mesa camilla. Charlamos con Lidia Gutiérrez, una de las organizadoras del encuentro que tuvo lugar en Jubrique y en el que ha recalcado la importancia de construir un relato propio para desmontar estereotipos.
Lidia Gutiérrez - Jubrique
Lidia Gutiérrez, en la finca Los Picuelos, Jubrique | Foto: Chico
La Poderío
4 dic 2021 11:49

Los castaños dorados del pequeño municipio Jubrique (Valle del Genal, Málaga) acompañan el XI Foro Feminista Rural “Rocío Eslava Suárez”, tiñendo de feminismo rural andaluz de saberes y creatividad.

Lidia Gutiérrez, una de las organizadoras de este encuentro, al que acudieron alrededor de 100 personas, nos comparte cómo “desmontar los estereotipos de las mujeres rurales a través de herramientas comunicativas”. La representación, la simbología y los procesos de construcción de relatos propios es lo que “nos acerca a conectar las unas con las otras y a compartir nuestros saberes de lo cotidiano”.

Narrar la complejidad de la ruralidad y los feminismos, debatir en torno a la imagen que se proyecta y “reflexionar sobre cuestiones que nos atraviesan desde el relato propio” sirve para desmontar la fotografía plana y reduccionista que se tiene de las mujeres rurales en Andalucía.

La consolidación del Feminario en Andalucía que organiza la Universidad Rural Paulo Freire Serranía de Ronda es una realidad. ¿Cómo ha sido la trayectoria?
Ha sido un proceso largo. Empezamos un grupo inicial de mujeres donde nos preocupamos por nuestra realidad como mujeres rurales, y por darle nombre a las cosas que nos pasaban y poder reflexionar sobre ellas.  De ahí pasamos a trasladar las inquietudes, dudas y lo que queremos revisar para compartirlas con otras mujeres de otros pueblos del Valle del Genal, de Ronda y de la Sierra de Cádiz. Y también con mujeres que nos acompañan en entornos urbanos. 

Dependiendo del año y de las temáticas que abordamos, acuden diferentes mujeres, aunque siempre vienen feministas fieles. 

Ha sido un trabajo muy largo, el camino que hemos recorrido, sin duda, siempre es enriquecedor y motivador cada foro que montamos y todo lo que significa el proceso. 

¿Está sirviendo este encuentro anual para articular una fuerza feminista y rural en Andalucía? ¿y para dialogar con otros movimientos?
Nosotras venimos trabajando el feminismo andaluz desde casi los inicios. Consideramos fundamental juntarnos y liderar procesos y cuestionamientos desde el territorio. Hace unos años, tuvimos un taller con Mar Gallego, y este año han venido muchas chicas jóvenes. Cada una desde su ámbito (maquetación, diseño, comunicadoras, libreras, etc…), está revisando la historia del feminismo desde nuestra tierra, desde donde partimos y desde quiénes somos.

El feminismo rural andaluz que nosotras defendemos se liga mucho a la sostenibilidad de la vida, de los territorios…

Somos mujeres andaluzas, somos mujeres de pueblo, y tenemos muchas a nuestro alrededor que nos han enseñado gracias al conocimiento que acumulan. El feminismo rural andaluz que nosotras defendemos se liga mucho a la sostenibilidad de la vida, de los territorios…

En esta edición, habéis querido poner el foco en la representación y simbolismos de las mujeres rurales. ¿Cómo lo habéis abordado?
La imagen está muy presente en nuestras vidas. La misma cotidianidad y el uso permanente de pantallas, nos llevó a configurar esta edición del feminario. Tenemos que reconocer que ha sido complejo armar el programa. Queríamos traer experiencias distintas y no nos ha resultado fácil traer a toda la gente que consideramos fundamental. Creo que nos faltó un poco de orientación sobre qué contenido diseñar. Nos abrumaba cómo abordar la imagen que seguimos proyectando las mujeres rurales, no solo el uso de las tecnologías.

Tras el proceso de consultar e indagar, logramos confeccionar un programa rico gracias a la orientación y acompañamiento de compañeras como La Poderío, Pikara, y por supuesto, de referentes, que nos han recomendado a otras… ¿Cómo nos representan a las mujeres rurales en los medios? ¿Cómo es nuestra simbología y representación en el mundo rural, y bajo qué estereotipos? ¿Qué herramientas podemos utilizar para representarnos nosotras como queremos? Esas han sido algunas de las preguntas que nos planteamos.

Es importante fijarnos en cómo, desde los espacios institucionales y oficiales, se tiende a representar a las mujeres rurales como planas y homogéneas

El debate que tuvimos en torno a esa imagen fue muy bonito y enriquecedor para seguir reflexionando sobre la complejidad, la heterogeneidad de las mujeres rurales. Es importante fijarnos en cómo, desde los espacios institucionales y oficiales, se tiende a representar a las mujeres rurales como planas y homogéneas, como si no hubiera diversidad. Entonces decidimos enfocar el debate de la mesa con esas heterogeneidades desde las ocupaciones (periodista, cuidadora, veterinaria, ganadera…). Fue bastante enriquecedor compartir lo que ellas mismas hablaban desde esa representación.

Habláis de construir un relato propio utilizando herramientas comunicativas, ¿Con cuáles habéis trabajado? y ¿por qué?
Hemos tenido a tres profes fantásticas. Con Araceli Pulpillo hemos comenzado a diseñar un Fanzine, a través del collage, donde hemos podido expresar y construir un relato propio. Creo que utilizar herramientas físicas, que podamos tocar, crear, y que nos permita subrayar, compartir textos, recortar  y observar el proceso juntas, es maravilloso. De este espacio salió el ruralzine “Lo rural tiene castaña”

Tampoco faltó el taller de cartelería con Anouk, la maquetadora de Agenda Comadre, donde pusimos nos dispusimos a sacar nuestra creatividad. 

El taller de radio, lo hicimos con Caterina de Tena Pérez, donde salieron varios podcast en los que abordamos la ruralidad y los feminismos. 

¿Cómo percibes el perfil de las personas asistentes? ¿Son diversos? ¿Ha evolucionado en estos años?
Siempre ha sido diverso, pero lo más notorio de esta edición es que ha habido muchas chicas jóvenes. Nos han hecho ver cómo el uso de las tecnologías es inevitable y cómo tenemos que aprovecharlas. Esto ha enriquecido mucho el debate intergeneracional. De hecho, una de las asistentes aludía a la importancia del uso de las redes sociales para dar a conocer cómo es la vida de los pueblos. Esto hace que muchas jóvenes puedan ser referentes de otras desde los entornos rurales. 

Nos ha parecido fundamental esa combinación. Por una parte, queremos mostrar y generar conocimiento y nuestros propios contenidos, y por otra, cómo usar las redes virtuales con criterio y cuidado puede dar un resultado positivo para utilizarlas como nos interese a nosotras como mujeres protagonistas de nuestras vidas. 

De hecho, habéis repensado la tecnología de cómo invade nuestros cuerpos a través de la radio… ¿Cómo fue el proceso?
Me pareció muy interesante indagar en este sentido. Por un lado, hubo una performance, donde se mostraba cómo llenaba y aturdía nuestras vidas el uso de las tecnologías. Tras esta representación, tuvimos una sesión pedagógica en la que hicimos una reflexión conjunta sobre  los usos de las redes y comprometernos, de alguna manera, para que no ocupen ni invadan tanto tiempo en nuestras vidas. 

Por eso, reivindicáis el diálogo y los cuestionamientos feministas  desde la mesa camilla...
A nosotras nos encantan las mesas camillas. Es ese rincón íntimo, propio, de poderío. Un espacio para compartir con nosotras, para dedicarnos tiempo, para escucharnos y establecer ese diálogo de saberes. 

Tanto las más jóvenes ”internautas”, como las más mayores, clásicas feministas por así decirlo, compartimos y nos sentimos cómodas, íntimas en esa mesa camilla. En ese espacio común generamos ideas, nos contamos unas a las otras cómo nos atraviesa todo esto del feminismo.

Las ideas del feminario empezaron a salir de una reunión en la mesa camilla. Tanto las propuestas, como las reivindicaciones de lo que fue el comienzo del  feminario parte de este espacio cálido e íntimo

De hecho, lo reivindicamos, y es así que hace unos años, hicimos una sistematización de la trayectoria del feminario y lo llamamos “De la mesa camilla a lo tengo en la agenda”. ¿Por qué? Porque las ideas empezaron a salir de una reunión en la mesa camilla. Tanto las propuestas, como las reivindicaciones de lo que fue el comienzo del  feminario parte de este espacio cálido e íntimo. De ahí surge la idea de comenzar a realizar los foros feministas que, a día de hoy, seguimos haciendo y a los que acude gente fiel cada año. 

¿Cuán importante es rescatar la memoria y la historia de mujeres rurales para poner en valor esos saberes tradicionales y a la vez cuestionar las desigualdades que se dan?
No podemos cargar siempre con esa losa de reivindicar los saberes tradicionales. Siempre ha habido ese debate, el tener cuidado a la hora de plantear ese legado y la importancia que tiene para la sostenibilidad de la vida, pero cuestionandonos. 

Reflexionamos, por ejemplo, sobre la gestión tradicional de los huertos. Para nosotras tener la perspectiva y las prácticas de la agroecología y de los canales de circuitos cortos es fundamental. A la vez, tener en cuenta las dinámicas de socialización, de comercialización y lo que implica como forma de vida y estar en los pueblos. Por tanto, tenemos que revisar los conocimientos que heredamos y, a la vez, tener presente el ecofeminismo. Por ello, tenemos que generar debate y reflexionar para que esos conocimientos lleguen a la gente joven, actualizándolos y ayudándonos a mantener nuestros pueblos.  

El feminario, entonces, ¿qué importancia le da al sector primario, al trabajo con la tierra y la alimentación?
Para nosotras todo lo que tiene que ver con el sector primario y la soberanía alimentaria son ejes fundamentales de nuestro pensamiento y reivindicaciones. Los pueblos se mantendrán si sigue habiendo sector primario, por eso hay que mantenerlo ya que forma parte de nuestra diversidad económica. 

¿Qué pasa? Que la parte más remunerada, más profesionalizada y más reconocida ha estado y está en manos de los hombres, pero las mujeres siempre hemos estado ahí. 

Para nosotras es fundamental que se reconozca la labor que desempeñamos. Al igual que en el ámbito de los cuidados de las personas, de las familias o de los cuidados de la vida, que también se tienen que profesionalizar y tener su reconocimiento. Por tanto, el sector primario y el modelo tiene que ir redireccionado a pequeña escala y teniendo como marco la soberanía alimentaria. Al igual que tenemos como referente el feminismo andaluz y rural.

Esos cuidados están feminizados y poco valorados, sin otorgarles reconocimiento. ¿Cómo lucháis contra ello?
Los ejes vertebradores de nuestras vidas son los cuidados y la agroecología. Lo que intentamos trabajar en nuestra zona es que haya mayor corresponsabilidad y reconocimiento. Sobre todo, las mujeres que cuidan a mayores porque no sienten que realmente se les valore por el trabajo que hacen. Está mal remunerado y además, no se sienten profesionalizadas por llevar a cabo esas tareas. De hecho, las acciones formativas que llevamos a cabo es la visibilización  de los cuidados, y su importancia, y seguir trabajando para que se profesionalice.

Consideramos que desde el mundo rural, poner los cuidados en el centro está más cerca que en las ciudades

Consideramos que desde el mundo rural, poner los cuidados en el centro está más cerca que en las ciudades. Hay una dinámica de comunicación y de apoyo mutuo que favorece esos cuidados y, por ello, hay que ponerlos a la luz, y mostrar cómo  esas estrategias de resistencia, de apoyarse las unas a otras, también son fórmulas para que la gente se mantenga en los pueblos. 

En general, la imagen que se proyecta de las mujeres rurales es plana y homogénea. En Andalucía, además, se limita a estereotipar los cuerpos y relatos. ¿Cómo trabajáis desde la diversidad y la complejidad? ¿Cómo se desmontan esos estereotipos?
Espacios como los foros feministas son lo que nos permiten desmontar los estereotipos y representaciones que se nos otorgan porque podemos hacer público lo que pensamos y contamos. Y contárnoslo a nosotras mismas. 

De hecho, en el foro, y a partir de lo que añade Remedios Zafra, hemos debatido sobre  el riesgo del uso masivo de información que circula a  través del whatsapp y redes sociales, pues hacen que las ideas que tengamos de las mujeres rurales, se estanquen, no evolucionen y no cambien….

La tendencia que hay es que las mentes sigan siendo más conservadoras que transformadoras, debido a la cantidad de información, que hace que la pasemos muy rápidamente, y no profundicemos…

Si hemos aprendido algo es que tenemos que seguir profundizando y trabajando sobre la imagen que queremos mostrar

Si hemos aprendido algo es que tenemos que seguir profundizando y trabajando sobre la imagen que queremos mostrar. El espacio, por haber tenido los foros cada año en un pueblo tan pequeñito en nuestra comarca, como Jubrique, ya invita a reflexionar. Es interesante ver cómo hay personas que acuden y se interesan por los temas que abordamos, eso para nosotras ya son avances. Acercar el feminismo a pequeña escala es donde se generan los cambios. Acercarlos y cuestionarlos desde nuestro territorio. 

Y también habéis bailado…
Siempre bailamos, las condiciones favorecían mover los cuerpos, y más en el entorno del Valle del Genal, que por estas fechas es un espectáculo. La energía que tuvimos, el calor que generamos y el apoyo que sentimos, propiciaron que se diera una noche maravillosa entre todas. 

Sentir tanta diversidad, tantas experiencias, el saber que podemos construir conjuntamente desde la ruralidad andaluza feminista, hizo que moviéramos los cuerpos y nos acompañáramos…

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