‘El enemigo interior’: un documental aborda la infección neonazi en las estructuras del Estado alemán

Los delitos de odio se han duplicado en Alemania. Crece el poder político y mediático de los neonazis en un país en el que se suceden los escándalos de infiltración de la extrema derecha en las fuerzas armadas y la policía.
El enemigo interior
'El enemigo interior' analiza la extensión de la ideología neonazi en la Alemania del presente.
12 feb 2021 10:10

Tobias aparcó su coche en medio de una avenida de Hanau, Alemania. Abrió el maletero y cogió un arma automática. Entró a un bar y disparó a discreción. Se dirigió después a un quiosco, donde haría lo mismo, ejecutando finalmente a diez personas de origen turco y kurdo. Ocurrió en febrero de 2020, poco antes de los confinamientos decretados ante la covid19.

Çetin Gultekin perdió a su hermano en el atentado. Ahora forma parte del proyecto #SayTheirNames, una iniciativa para recordar a las víctimas y denunciar los discursos de odio y los ataques racistas de la extrema derecha. Explica ante la cámara cómo los discursos de odio y los ataques racistas son el pan de cada día. Y cómo las autoridades, según él, no hacen nada al respecto. “Antes llevaban botas y la cabeza rapada. Ahora llevan trajes y se sientan en los parlamentos”, afirma.

Desde la llegada de Alternativa para Alemania (AfD) hasta hoy, que es la tercera fuerza del país, la militancia de extrema derecha se ha incrementado en un tercio

Ferat Kocak explica la impunidad con la que actúan las bandas neonazis en Berlin. Lo cuenta ante su coche calcinado durante un ataque neonazi reciente, uno de tantos que puso al barrio de Neukölln en alerta. Nada nuevo según un viejo militante antifascista, que muestra un bate de beisbol lleno de simbología nazi arrebatado a un grupo de cabezas rapadas durante una pelea en Gottingen años atrás. Ya pasó durante los primeros años de la reunificación, a principios de los 90, cuando bandas organizadas de neonazis atacaron las casas y los albergues de personas refugiadas ante la mirada pasiva de la policía. Ahora, Alemania vuelve a enfrentar una oleada de ataques neonazis, muchos de ellos impunes, y, según todos los entrevistados, motivados por el odio que algunos políticos de extrema derecha difunden cada día desde sus parlamentos y los medios de comunicación.

Desde la llegada de Alternativa para Alemania (AfD) hasta hoy, que es la tercera fuerza del país, la militancia de extrema derecha se ha incrementado en un tercio. También los delitos de odio, que se han duplicado en estos últimos años, hasta llegar a contabilizarse 27 cada día en 2016, el año en que alcanzó un peligroso pico.


Siete meses antes de la matanza de Hanau, Stephan Ernst había asesinado al político conservador Walter Lübke, de la CDU de Merkel, por haber defendido la política de acogida de personas refugiadas. Stephan, un conocido neonazi con antecedentes penales por delitos de odio, fue condenado a cadena perpetua hace dos semanas, mientras que Tobías se suicidó tras el ataque, después de asesinar a su propia madre. En octubre de 2019, entre estos dos ataques, otro hombre armado se presentó en una sinagoga en la localidad alemana de Halle y asesinó a dos personas que se encontraban en las inmediaciones.

Desde el ejército, hasta políticos, responsables de inteligencia o los mismísimos servicios secretos, se han visto salpicados por numerosos escándalos recientes por sus vinculaciones con la extrema derecha

Ambos, Stephan y Tobias, pensaban que estaban salvando Alemania de la islamización, de la conspiración judía y del mestizaje. Lo mismo que pensó el terrorista ultraderechista Anders Breivik cuando ejecutó a casi un centenar de adolescentes de izquierdas en Noruega, o Brenton Tarrant en Nueva Zelanda, cuando acabó con la vida de 52 personas musulmanas en una mezquita. Todos estos atentados han sucedido en estos últimos diez años, pero no son los únicos. Las teorías supremacistas sobre el reemplazo demográfico y cultural de Occidente por culpa de las personas migrantes, de los globalistas, del buenismo y de la dictadura progre, nutren a estos fanáticos capaces de armarse y acribillar a decenas de personas a las que consideran culpables o cómplices de este plan.

En Alemania, con los atentados de Hanau, de Lübek y los constantes ataques a personas refugiadas, activistas de izquierdas y ONG, existe una creciente preocupación sobre la infiltración neonazi en los aparatos del Estado. Desde el ejército, hasta políticos, responsables de inteligencia o los mismísimos servicios secretos, se han visto salpicados por numerosos escándalos recientes por sus vinculaciones con la extrema derecha. Pero lejos de ser una novedad, quienes llevan años monitorizando y combatiendo a la extrema derecha afirman que no es nada nuevo.

El caso de la NSU, la organización terrorista neonazi que actuó impunemente durante diez años, a pesar de estar monitorizada e infltrada por los servicios secretos, ya hizo saltar todas las alarmas. Algo había fallado, cuando los informes demostraron que incluso alguno de sus miembros era informante de la policía. Sin embargo, Inteligencia Nacional trituró gran parte de las pruebas, y otras, permanecen bajo secreto de Estado hasta dentro de 120 años.

La tan reivindicada desnazificación de Alemania tras la derrota del III Reich no fue tal y como nos contaron. Ni tampoco es cierta la frase de “esto en Alemania no se toleraría”, que usamos a menudo cuando vemos aquí, en el Estado español, a los franquistas campar a sus anchas. Quizás allí la exhibición pública es más discreta y está más perseguida, pero los nazis, como aquí los franquistas, siguen ocupando puestos en las administraciones, en las estructuras y en los aparatos del Estado. Ahora, además, con una fuerza política en el Bundestag que difunde sus ideas abiertamente, consideradas, como en el resto de Europa, opiniones respetables en democracia, una opción política como cualquier otra. Igual que aquí.

Todo esto y más se explica en el reportaje ‘El enemigo interior: el Estado alemán y los neonazis’ que publica hoy Redfish sobre el auge de la violencia de la extrema derecha y la infección nazi en los aparatos del Estado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. Un documental para tomar nota, que sirve como aviso ante la amenaza del terrorismo ultraderechista, ignorada y minimizada también por el Estado español, tal y como explicó la compañera Ter García hace unas semanas en un reportaje en El Salto basado en el informe que publicará en breve la Fundación Rosa Luxemburgo.

Alemania
¿Quién vota a la extrema derecha alemana?

Alternative für Deutschland (AfD) ha irrumpido en el parlamento alemán: casi un 13% de los votos, que les otorgan un total de 94 representantes. Con una ganancia porcentual del 8,4% con respecto a las últimas elecciones, la islamofobia ha salido rentable a la AfD. Pero, ¿quién vota a la extrema derecha?

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