Especulación
Privatización y expolio del Ivima: ni huerto comunitario ni vivienda social

 Situado a escasos metros de Plaza Castilla, este terreno será subastado en mercado libre vulnerando la función social que se había planificado. Se trata del último caso de privatizaciones en este barrio, donde el Ivima desde hace décadas es el actor principal de su transformación urbanística.

Huerto Ventilla
Actividad con los vecinos del barrio de la Ventilla en el solar que el Ivima quiere subastar. Ivonne Herrera Pineda

Un cartel de varios metros permanece en el Huerto de la Ventilla, donde apenas se puede leer “Comunidad de Madrid. Plan de Vivienda Joven. Próxima construcción de 34 viviendas, trasteros y garajes con protección pública”. Muchos años al sol esperando aquellas viviendas que nunca llegaron han descolorido el cartel, que hasta hace muy poco convivía con un fondo de plantas y decoración llamativa y con un flujo constante de niños y mayores. Al fondo, aún se puede leer con claridad una letra redondeada que dice “no hay mayor belleza que la naturaleza” y unas palabras alrededor: “Familia, relax, pensar...”.

El Huerto de la Ventilla no se entendería sin la acción o dejación del Ivima. Este proyecto surge precisamente como alternativa a un terreno inerte y lleno de escombros que había dejado este organismo durante casi una década. La asociación vecinal Ventilla-Almenara, como representante y promotora del huerto, se comprometió en sus inicios a desalojar este terreno en caso de construirse vivienda social. Ahora bien, actualmente es requerido por el Ivima no para construir vivienda social sino para salir a subasta, lo que no garantiza el objetivo social y público que lleva asociada esta parcela.

Buscando una continuidad del proyecto de huerto urbano, la asociación Ventilla-Almenara ha negociado con el Ivima una cesión temporal de otra parcela, situada en la Avenida de Asturias, hacia donde se está trasladando el huerto actualmente. Sin embargo, esta parcela está alejada del centro neurálgico del barrio y la cesión es de cinco años, por lo que tampoco se garantiza la estabilidad del proyecto a largo plazo.

Si rastreamos la trayectoria del Ivima resulta cuando menos dudosa esta estrategia que consiste en expropiar a vecinos y vecinas para más tarde ofrecer estos bienes en el mercado libre
Esta situación fue llevada a la Asamblea de Madrid el pasado 11 de octubre, gracias a la intervención del diputado Marco Candela (Podemos). Ante la pregunta que éste realizó sobre el destino de esta parcela, la consejera de vivienda, Rosalía Gonzalo López, señaló: “Los ingresos que se consigan con esa enajenación los destinaremos a la construcción de vivienda pública”. Pero la Ventilla conoce muy bien el proceder de la Agencia de Vivienda Social (AVS), antes Ivima. Este organismo, con grandes deudas, fruto de una pésima e interesada gestión, pretende obtener fondos para la construcción de vivienda social despojando al vecindario de sus propios recursos. Si rastreamos su trayectoria resulta cuando menos dudosa esta estrategia que consiste en expropiar a vecinos y vecinas para más tarde ofrecer estos bienes en el mercado libre.

El huerto como proyecto comunitario

Desde hace siete años, la Asociación Ventilla-Almenara ha promovido este huerto comunitario, construido por las propias vecinas y vecinos, dando lugar a uno de los recursos sociales más vivos de todo el distrito. El Huerto de la Ventilla con el tiempo se ha ido diversificando y enriqueciendo con un enfoque global de bienestar, que combina el cultivo ecológico y las prácticas medioambientales con el trabajo socioeducativo en torno a los cuidados y a las relaciones vecinales. Esto ha permitido plantear un trabajo multidisciplinar y tejer una amplia red de colaboración con diversas entidades del distrito, a través de talleres, cursos o actividades dirigidas a la integración social, el bienestar psicosocial, la capacitación y el trabajo comunitario.
Se trata además de la única zona verde recreativa dentro del entramado del barrio. Aquí se han celebrado cenas colectivas, conciertos u obras de teatro
Se trata además de la única zona verde recreativa dentro del entramado del barrio. Aquí se han celebrado cenas colectivas, conciertos u obras de teatro, o simplemente se ha ido a “tomar el fresco” en las noches de verano. El barrio de la Ventilla, el de toda la vida, se rescataba en esta parcela y su éxito venía por ser un espacio de socialización, donde se reunían vecinos y vecinas de todas las edades y donde compartían actividades. También donde se promovía el apoyo mutuo desde prácticas cotidianas. Por ejemplo, ha servido para que las niñas y niños conozcan de dónde viene una lechuga o cómo se cuida una gallina y un conejo. Asimismo ha posibilitado que niños con dificultades psicosociales puedan salir adelante y adquieran nuevas habilidades. “¡No sabes, esto es mejor que una terapia!”, decía la abuela de uno de estos niños.

Ha sido pues la ciudadanía protagonista y beneficiaria de este espacio, y a quien se le ha arrebatado lo que ha creado con esfuerzo colectivo durante años. Quizá quienes gestionan el Ivima no tengan en cuenta que desmantelar un proyecto comunitario anclado en el espacio supone romper el paisaje físico y social creado por el vecindario, pero también despreciar el trabajo que han invertido en ello, al exigirles una nueva y mayor inversión de esfuerzos colectivos. Este proyecto para sobrevivir debe comenzar otra vez desde cero. Y el motivo no se vive como legítimo, pues la vivienda social que se esperaba hace años en esa parcela ha dejado de existir, dando paso a planes muy distintos.

Ivima y la Ventilla: la vivienda como espacio de disputa

El barrio de la Ventilla ha sido transformado a través de grandes operaciones, abruptas y sin continuidad con su historia. El protagonismo en este proceso lo ha tenido precisamente el Ivima, primero imponiendo una remodelación que comienza en los años 80, que dura casi tres décadas, y que conlleva expropiaciones generalizadas a sus vecinos, un cambio drástico en la fisonomía del barrio y la pérdida de zonas comunes, fuertemente demandadas por el vecindario.

El urbanismo de las grandes ciudades ha ido transformando este barrio y poco a poco lo ha ido cercando entre grandes rascacielos. Hoy, cuando el centro financiero más importante de la capital se proyecta en expansión es cuando La Ventilla, a escasos metros, adquiere especial interés para grandes inversores. Y casi simultáneamente una institución pública como el Ivima, en vez de responder a las necesidades de quienes pueblan este espacio, facilita la mercantilización de lo público y la expulsión de sus habitantes.

En agosto de 2013, el Ivima vendió casi 3.000 viviendas sociales de 32 promociones del Plan Joven a los fondos de inversión Goldman Sachs y Azora. La Ventilla fue uno de los barrios más afectados
Recordemos que entre los objetivos del Ivima están la promoción de vivienda pública y el abordaje íntegro del fenómeno de la exclusión social. Sin embargo, la gestión de este organismo desde hace tiempo ha dado muestras de todo lo contrario. En agosto de 2013, el Ivima vendió casi 3.000 viviendas sociales de 32 promociones del Plan Joven a los fondos de inversión Goldman Sachs y Azora. Pisos sociales, tasados en 100.000 euros, fueron vendidos a este fondo buitre por 63.000 euros cada uno, sin que los inquilinos tuvieran ni información ni la opción de compra. La Ventilla fue uno de los barrios más afectados por esta operación. Sólo en este barrio el Ivima vendió 270 viviendas a Goldman Sachs. A los pocos meses de la subasta, los inquilinos se enfrentaban a condiciones arbitrarias y a una subida de su alquiler, comenzaban los primeros desahucios y los pisos duplicaban el valor en el mercado libre.

Hoy parece escribirse otra versión de la misma historia. El colectivo Tetuán Resiste conoce muy bien la situación de emergencia habitacional vivida en el distrito y sus conexiones con la acumulación de poder de entidades privadas y financieras, que además son respaldadas por la administración pública. A partir de los informes del Consejo General del Poder Judicial, se estima que sólo en los últimos tres años se han dado más de 600 desahucios en el distrito.

Tetuán Resiste ha frenado bastantes lanzamientos gracias al apoyo vecinal. Sin embargo, el parque público de vivienda es a todas luces insuficiente, llevando a situaciones de gran angustia a miles de personas que demandan una alternativa habitacional que no llega. El sufrimiento causado a quienes se les niega el derecho a la vivienda no se reduce sólo al aparato burocrático que deben afrontar ni a las respuestas desesperadas que tienen que activar frente a la inacción de las instituciones públicas. En las ocasiones en que se consigue la tan ansiada respuesta, una vivienda donde vivir, esto puede implicar la expulsión del distrito hacia la periferia de la ciudad de Madrid. Personas arraigadas en el barrio son invitadas a marcharse, donde no tienen familiares ni amistades, y donde deben comenzar la vida desde cero.

“Lo cierto es que la semana que viene, la sede del huerto urbano de la Ventilla va a ser víctima de una historia repetida, de la tragedia y la farsa del invariable modelo urbanístico del Partido Popular”
Esta expulsión practicada desde hace tiempo por el Ivima hoy vuelve a repetirse persiguiendo un modelo de ciudad, pero también de sociedad. El diputado Marco Candela señalaba en la Asamblea de Madrid: “Lo cierto es que la semana que viene, la sede del huerto urbano de la Ventilla va a ser víctima de una historia repetida, de la tragedia y la farsa del invariable modelo urbanístico del Partido Popular”. No andaba desencaminado al apuntar al urbanismo como problema central y al evidenciar su componente político. Desde los estudios urbanos, y concretamente desde la sociología o la antropología, sabemos que las personas que habitan las ciudades son capaces de configurar paisajes a través de la conjunción de habilidades, intereses y necesidades.

Este conjunto complejo forma composiciones, cohesiona actividades heterogéneas y las hace emerger como construcciones colectivas, salvándolas de la mera fragmentación. Esto ocurrió con el huerto de la Ventilla, donde sus pobladores se reunieron desde situaciones diversas para encontrarse en un proyecto común que hablaba de barrio pero también de forma de vida. Lo mismo ha ocurrido con el movimiento de vivienda, donde vecinas y vecinos han puesto en riesgo su integridad física y psíquica para demandar un derecho básico y exigirlo con mayor fuerza para quienes más lo necesitan.

Si miramos esta situación con detenimiento, veremos que la construcción de la ciudad no es un proceso unívoco, responde a diversos intereses. Y sin embargo, podemos ver con claridad quiénes salen perdiendo. Decisiones como la de subastar la parcela pública en mercado libre revelan que no se ha entendido las necesidades de vecinas y vecinos que durante años llevan trasmitiendo un mensaje hacia las instituciones públicas. Esta subasta, impuesta de manera acelerada, cae como un peso sobre la propia ciudadanía, obligada a reaccionar, a levantar otra vez la voz. El barrio, obligado a activar sus medios limitados. El huerto, empujado a rehacer su proyecto y fortalecer sus conexiones. El movimiento de vivienda, empujado a seguir luchando por un derecho y a la vez procurando un techo concreto con cada caso.

En el momento en que las voces más vulnerables no forman parte de la ciudad y son silenciadas a golpe de Boletín Oficial, la gestión de lo público se convierte en algo perverso, y en ocasiones el paisaje es la mayor expresión de estas dinámicas. Como decía un profesional de la sanidad pública en una de las asambleas vecinales del huerto: “las ciudades están enfermas y el huerto es un intento de curarnos”. Tanto huerto como vivienda social disputan el espacio por un derecho ciudadano que es transformar la ciudad desde abajo. Ambos proyectos han tejido red vecinal para evidenciar el derecho a existir en la ciudad. Es tarea de nuestros representantes políticos mirar hacia aquí, esforzarse por gestionar lo público escuchando las necesidades de la gente, no promoviendo intereses que nada tienen que ver con la vida cotidiana del barrio.

Sobre la autora
Ivonne Herrera Pineda es antropóloga, investigadora social, desarrolla una tesis doctoral sobre sociabilidad y apoyo mutuo en el distrito de Tetuán. Participa en el 15M de Tetuán y en el Huerto Urbano de la Ventilla.

 


Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Madrid
Gran Premio de España El escondite Ifema: la sombra del pufo valenciano sobrevuela la F1 de Ayuso y Almeida
Las cinco ediciones del Gran Premio de Europa que acogió Valencia costaron a las arcas públicas 308 millones de euros. Como en el circuito que Madrid pretende montar, los dirigentes regionales hablaron entonces de “coste cero” para el erario público.
Consultoras
CLIENTELISMO EN URDAIBAI La consultora que manipuló el contrato de viabilidad del Guggenheim diseñará el plan de Busturialdea
La Diputación de Bizkaia encargó en diciembre a la empresa 97 S&F, ligada a excargos del PNV, el programa estratégico comarcal para “definir un sistema de búsqueda de consensos entre los municipios y agentes locales”.
Urbanismo
Urbanismo en València Benimaclet rechaza el lavado de imagen del nuevo PAI de València
La Asociación de Vecinos califica el diseño planteado por el arquitecto Ezquiaga de una “agresión”, mientras Cuidem Benimaclet anuncia una respuesta masiva para volver a parar el PAI.
#1109
17/10/2017 2:35

Eso de lo que hablas está muy lejos de parecer un huerto urbano. Es un pegote en esa zona.Si me dices que eso puede ser un centro social que favorezca las relaciones me parecerá bien, pero tal cual se ha encontrado estos últimos años cualquier actuación me parecerá adecuada excepto la que tiene.

0
9
Juana
17/10/2017 11:51

Anónima, respeto tu opinión, pero como vecina (no sé si tú lo eres de la Ventilla) puedo decirte que ese pegote al que te refieres es un pedazo de oxígeno para el vecindario intergeneracional y para las entidades que hacen terapias en él. Ese "pegote" es un lugar verde, con asientos, con calma, alejado del tráfico, sin alcohol ni tabaco... Donde los niños pueden jugar sin cortarse, y los padres y madres pueden sentirse con esa calma; es un espacio donde entre la comunidad se enseñan valores y donde siempre se sale mejor de cómo se entra. La subasta de este espacio está dentro de la estrategia de gestrificación del distrito de Tetuán y evidentemente de la Operación Chamartín. Eso a lo que llamas pegote desde hace siete años dejó de ser un descampado lleno de basura y cemento, para ser un huerto y un centro social al aire libre estupendo. Respeto que no te guste y que prefieras otra cosa, pero no comparto en absoluto que prefieras en ese espacio más ladrillo para viviendas privadas, objeto de la especulación y destinadas a unxs pocxs, antes que defender la vivienda pública tan necesaria para el distrito y para el resto de ciudadanxs de Madrid.

7
0
Javier
17/10/2017 11:51

Anónima, dudo mucho que hayas entrado nunca al huerto y que conozcas realmente el trabajo que allí se ha estado haciendo durante todos estos años.
Muchas gracias a todas y todos los que habéis participado y mucho ánimo con el nuevo proyecto.

7
0
Genocidio
Ayman Qwaider “A la gente se le pide una cantidad excesiva de dinero para poder salir de este campo de exterminio de Gaza”
Profesor especializado en educación en emergencia y educación inclusiva, Ayman Qwaider vive en Australia. Desde allí, intenta ayudar a su familia a salir de Gaza, mientras denuncia la ocupación israelí y la complicidad de la comunidad internacional.
Ocupación israelí
Opinión Las palestinas también existen
La morbilidad femenina, el conjunto de enfermedades, factores de riesgo y motivos de consulta recurrentes en las mujeres que merecen una atención específica, tiene múltiples ejes de discriminación: no es lo mismo en Suecia que en Palestina.
Palestina
Palestina Viaje al fondo del horror
El fotoperiodista Javier Bauluz cubrió la primera Intifada, la primera gran rebelión del pueblo palestino desde la creación del estado israelí.
Economía
En primera persona Instrucciones por si encuentras muerta a tu suegra
Todo el que está en el mundillo sabe que el sector funerario vive casi un duopolio de facto y lo máximo que se está dispuesto a hacer es poner una multa de vez en cuando. Cuando alguien llama a una, ni se imagina al entramado que está llamando.
Educación pública
Iglesia Semana Santa: negocios, procesiones en colegios, inmatriculaciones y fervor
Más allá de la expresión cultural, la Semana Santa tiene una esfera económica que genera millones de euros y otra social que le sirve a la Iglesia Católica para legitimar sus privilegios dentro del Estado español.
Venga, circula
Venga, circula Un paso, luego otro
Llega un día en el que vemos con claridad algo que solíamos observar en los demás pero que nunca —prometíamos— nos sucedería a nosotros.
Sexualidad
Consultorio de sexualidad ¿Qué tengo si me diagnostican Síndrome de Ovario Poliquístico?
Afecta a entre un 7 y un 13% de las mujeres en edad reproductiva, y el 70% están sin diagnosticar. Pero, ¿qué es el SOP y como podemos apaciguar sus síntomas?

Últimas

Ocupación israelí
Palestina El Salto te ofrece una camiseta para apoyar económicamente a la UNRWA
No cesamos de buscar nuevas vías para visibilizar un mayoritario clamor social que pide un alto el fuego al que apenas se da cabida en el discurso mediático convencional. Todos los beneficios de esta campaña irán destinados a la UNRWA.
Maternidad
Maternidades Reaprender la espera
El tiempo de gestación es largo y va a un ritmo distinto al que acostumbras: el ritmo natural al que desarrolla una playa, un monte, un océano. Y no estamos ya habituados a darle la mano a la pausa.
Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda La PAH València clama por el derecho a una vivienda digna: “¿Duermen tranquilos?”
Centenares de personas protestan frente al palacio de la Generalitat para exigir que se haga efectivo el derecho a la vivienda ante la insoportable alza de los precios.
Momus Operandi
Momus operandi Todo es una narración
Nos dicen que las mentiras son la única realidad. Que aprendamos a mentirnos, que nos engañemos, que no nos importa la salud, ni los derechos laborales, ni las violencias estructurales.
Sidecar
Sidecar Crisis intratable en la República Democrática del Congo
Una y otra vez los actores externos han fracasado a la hora de contener la escalada de violencia en la República Democrática del Congo.
Más noticias
Accidentes laborales
Accidentes laborales Detenidos tres empresarios en Galicia tras la muerte de un migrante que trabajaba sin equipo de protección
El joven de 28 años, que estaba empleado con un contrato irregular, falleció el 26 de febrero tras precipitarse desde una carretilla elevadora sin la protección necesaria para esa labor.
Deportes
Rugby femenino +35 Las Milnoh Granada, un club de rugby femenino +35 creado y gestionado por mujeres
32 mujeres nacidas en mil novecientos y pico, federadas en un equipo que les ha dado un espacio propio, sentido de pertenencia, una tribu donde “yo soy porque somos”

Recomendadas

Argentina
Argentina Myriam Bregman: “El de Milei es un típico gobierno neoliberal con recetas ortodoxas clásicas”
Quien fuera candidata de la izquierda a la presidencia en las elecciones en las que Milei salió victorioso, evalúa las consecuencias del gobierno de La Libertad Avanza y las respuestas que están dando los distintos actores políticos.
Ríos
Radiografía fluvial de España La tierra que no amaba sus ríos
Los ríos ibéricos agonizan. Casi la mitad de las masas de agua está en mal estado. Presas, sobreexplotación, contaminación y crisis climática son sus principales amenazas, con la agroindustria como mayor agresora.
Memoria histórica
Marc Solanes “Mi bisabuela luchó en el frente y fue considerada una mala madre, pero lo hizo por sus hijas”
En ‘Las niñas de Elna’ (Pollen, 2024) el periodista reconstruye la historia de las mujeres de su familia resolviendo enigmas para resignificar la imagen de la mujer en la historia.
Euskal Herria
Korrika Correr a favor del euskera cruzando fronteras
La Korrika es el mayor evento de Euskal Herria. En la última edición de esta carrera de más de 2.500 kilómetros ha participado un tercio de la población vasca.