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Especulación urbanística
Valdecañas: otro paso en una historia de injusticia a la carta
Frente a sentencias previas, frente a informes oficiales y declaraciones de inconstitucionalidad, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ratifica mantener en pie lo ya construido de Marina de Valdecañas.
Sea usted rico, tenga esa red de relaciones que se cultivan desde la cuna (son tonterías eso del mérito y la capacidad, el ascensor social siempre se atasca entre el primer y segundo piso, lo justo para salir a gatas) y emprenda, construya. Cree un espacio para su solaz, para compartir su ocio con sus iguales, desde el que sacudir el mantel sin problemas, que alrededor alguien, contento, recogerá las migas. Monte una Marina —con un par, nada más y nada menos que una Marina— en Valdecañas, Cáceres, Extremadura. Llámele entonces, no se rompa mucho los cuernos, Marina Valdecañas y a navegar, que el viento de su clase soplará lo justo y necesario. Da igual que donde levante su proyecto sea, en ese momento, un área protegida ZEPA, o que esté dentro de la Red Natura 2000. Da igual todo, en realidad, porque desde arriba se lo afinan. Inicie las obras el año 2007 y hágalo sobre 130 hectáreas de terreno legalmente protegido. De entrada, cada oveja con su pareja, la Asamblea de Extremadura en bloque votará que su sueño se convierta nada menos que en Proyecto de Interés Regional (PIR) y, por tanto, se recalifiquen los terrenos para su resort. Sin sonrojo, que lo de la economía verde y circular todavía no se habrá inventado.
Sin problema con las denuncias que vendrán tras la pequeña barrabasada parlamentaria, porque los jueces, implacables en su rectitud, necesitan tomarse su tiempo. Ponga a funcionar lo que ya tenga del complejo en 2010, que los hechos consumados cuentan si eres de los de la sartén por el mango y aunque después, caramba con el después, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura dé la razón en 2011 a sus opositores (esos pesados de los ecologistas) y le ordene derruir lo edificado, persista. No mueva ni una piedra. La impasibilidad es una virtud de los nobles, de los dueños, de los amigos de los dueños y de sus colocados estratégicamente en cada poder. Tres dicen que había, desde la Revolución Francesa: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. A ellos súmese un cuarto, que es la prensa, para cerrar correctamente esta breve contextualización ilustrada (aunque, en verdad, por estas tierras aún estamos esperando la Ilustración, pero eso da para otra columna).
Hay dos tipos de sentencias: las que cumplen los de siempre y las que, vaya por Dios, afectan a los egregios navegantes de agua dulce, a sus colegas, a los que mandan a sus colegas y a los que ellos y sus colegas mandan
Especulación urbanística
Valdecañas: corrupción estructural
A continuación, a toque de corneta, la propia Junta de Extremadura recurrirá la sentencia y modificará la Ley del Suelo para cubrir el PIR previo y permitir, que es lo que cuenta, que la cosa fluya. La Asamblea de Extremadura dirá que sí a todo, populares y socialistas como un solo hombre, que lo que importa es hacer región. Todos los ladrillos permanecerán en su sitio, mientras tanto. Ya hemos visto desfilar por delante, recordemos, el legislativo, el ejecutivo y el judicial, cada uno en su sitio, como en su sitio permanece, intocable y serena, nuestra querida Marina.
Aparecerá un recurso (no olvidemos que el TSJEx habrá mandado demoler y de alguna manera se tendrá que frenar el asunto), cómo no, anda que no hay recursos ahí arriba. Y lo perderán en 2014 (cómo va pasando el tiempo, no somos nada). El mismísimo Tribunal Supremo ratificará en esa fecha la orden de demolición completa y restauración de lo dañado. Pero, ¡ay!, el gobierno extremeño, cómo lo lamenta, cuánto lo siente, dirá que es imposible hacer cumplir la sentencia. Porque hay dos tipos de sentencias: las que cumplen los de siempre y las que, vaya por Dios, afectan a los egregios navegantes de agua dulce, a sus colegas, a los que mandan a sus colegas y a los que ellos y sus colegas mandan.
Entonces, magnánimo y comprensivo como corresponde ante tan dolorosa negativa, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura encargará en 2015 un informe al CSIC para ver si se tira todo, nada, la mitad, o se tira mejor, todo derecho, a terminar el asunto, que con la tontada ya van ocho años. Ocho años. A los que sumaremos los tres que costará que el informe vea la luz, ratificando que sí, que aquello habrá que deshacerlo por completo, sin pega. Y ya estaremos en el 2019. Fase de alegaciones, vista pública y en ésas que el Tribunal Constitucional (esta vez el Constitucional, por encima sólo está ese brumoso Olimpo llamado Europa) declarará inconstitucional aquella modificación de la Ley del Suelo que tan bien vino en su día. Aunque la Constitución, ya sabe usted, como todo, se puede pulir depende de quien tenga la lija. O hasta puede ignorarse, recuerde aquello de que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.
Premio a la contumacia en la ilegalidad. Usted tendrá en pie exactamente todo lo edificado, todas las obras concluidas; aunque se acometieran en terreno no urbanizable, aunque se levantaran con un soporte legal declarado inconstitucional, aunque hubiera que, de acuerdo con sentencias previas, demolerlo completo
Especulación urbanística
Érase una vez… una urbanización en Valdecañas
A lo que vamos. Retornará el asunto al TSJEx, porque las leyes y las sentencias hay que interpretarlas, contextualizarlas, ponerles un tiempo y un espacio donde respirar. Y este tribunal dictará en junio de 2020 que nada, que qué pena, que será materialmente imposible ejecutar las dos sentencias de derribo, la del Supremo y la suya propia. La suya propia, recalquemos. Ordenará, por tanto, una demolición parcial de lo aún no concluido y aquí paz y después gloria. Hablará también de que no se trata de no cumplir lo previamente sentenciado por su propio puño y letra, sino de equilibrar, mire usted, que una cosa es una cosa y seis media docena, que son necesarias —literal— “adecuación y armonía”. Habrá recurso de reposición y en septiembre de ese mismo año, ahora mismo, esta vez ágil como la pantera negra de Granada y contundente como el cocodrilo de Valladolid, el susodicho TSJEx se ratificará en sus conclusiones, dándose la razón (en esta ocasión será que sí, no como con la sentencia previa, inejecutable en opinión de sus señorías). Lo que tenga que ser, que venga de vuelta al recurso de casación que podrá haber ante el Supremo (el mismo que ya mandó derribar en su totalidad con el resultado ya conocido).
Victoria y círculo cerrado. Premio a la contumacia en la ilegalidad. Usted tendrá en pie exactamente todo lo edificado, todas las obras concluidas; aunque se acometieran en terreno no urbanizable, aunque se levantaran con un soporte legal declarado inconstitucional, aunque hubiera que, de acuerdo con sentencias previas, demolerlo completo, aunque los expertos sostengan que eso, exactamente eso, reducirlo a escombros y devolver el terreno a su estado previo, sería lo menos dañino para el bien común.
Todo en orden, todo ejemplar, todo en su sitio en todas partes, injusticia a la carta desde la periferia de Madrid a la de España, que es lo que finalmente resulta ser esta Extremadura
Es lo mismo, siempre y en todas partes. Sea usted rico y verá cómo su confinamiento, en mitad de una pandemia global, se convierte en dulce estancia, suave, no como el de los barrios obreros, ésos de donde tempranito y apelotonados (es su condición, ya se sabe) salen los que le levantan la casa, le limpian la mierda y le ponen las copas. Y es que siempre ha habido clases, pensarán algunos, aunque no se atrevan a decirlo desde su escaño, esos que administran —en realidad— la legalidad y sus pliegues, los mismos que empujan suavemente la dura pelotita en el hoyo correspondiente de un campo de golf cualquiera en una zona que, en su día, vaya tontería, fue declarada protegida. Protegida de los pobres y sus pobres recursos, claro, que toda protección es poca cuando se trata de disciplinar mayorías.
Exiliados de todo lo que no sea su resignación, contentos por poder levantarse de madrugada a abrillantar las casas que jamás podrán habitar, cuidar el césped de una pradera mentirosa donde nunca correrá su galgo, hacer las camas de los señoritos y señoritas, acumular su basura, ver pasar sus coches, venderles una chocolatina o cuidar sus barquichuelos cargados de pretensiones, habrá gente contenta con este penúltimo final, este punto suspensivo de una larga lista. Es de entender, en este océano del sálvese quien pueda. Luego, cuando vengan más duras, se preguntarán muchos y muchas cuál fue el día en el que empezaron a interpretar el peor papel de Los Santos Inocentes.
El medio ambiente, la protección del entorno, las irregularidades urbanísticas, la colusión de intereses, la justicia, la propia ley, son minucias. La gente de orden sí que sabe hacer las cosas, interpretar el tiempo y el espacio, administrar una tierra considerada siempre exclusivamente suya. Todo correcto, todo ejemplar, todo en su sitio en todas partes, injusticia a la carta desde la periferia de Madrid a la de España, que es lo que finalmente resulta ser esta Extremadura. Pero el problema real no son estas cosas; el problema de verdad, sabe usted, son los okupas.
Especulación urbanística
Nino Trillo: "Solo existe un espacio de la red natura 2000 que haya sido desprotegido por un proyecto urbanístico"
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Pero poniendo el dedo en la llaga, ¿Creen ustedes que a la mayoría de esos obreros oprimidos les importa un pimiento la Red Natura 2000, los espacios protegidos y los bichos y las plantas que lo habitan? En esa masa, cada vez más adoctrinada y carente de compromiso social y medioambiental, está la clave para que este Sistema criminal, continúe funcionando como hace dos mil años. No hay que olvidar, que para la mayoría de la población somos (con desprecio): LOS ECOLOGISTAS ESOS.
Pues habrá a quien le importa algo y a quien nada. En cualquier caso, no por eso nos vamos a callar, porque entonces añadiríamos a la insensatez y a la burricie domesticada el silencio. La paciencia también es útil.
Esa carencia de compromiso social hay que enfrentarla a la necesidad de comer y tener cubiertos las necesidades básicas, esas que se suponen derechos constitucionales y que quedan en el limbo para las personas sin recursos. No podemos seguir mirando y atacando al obrero que trabaja para comer y hace lo que puede para ello; lo mismo construir viviendas en Valdecañas que fragatas de guerra en Cádiz. A ver si fijamos el punto de vista en quiénes son los que llevan a cabo esas políticas y sustentan y se sustentan de este sistema. Luego ya hablaremos de lo consecuente que somos con lo que pensamos y hacemos y la poca conciencia para todo lo loable del obrero y el lumpen.
Buenísimo el artículo, Manolo. Lo demás, lamentable. Así seguimos, y encima clamor de contento. Qué bueno es el señorito, que para fiestas me regala un puro de lo campechano que es.
A ver cuánto tarda alguien en salir a justificar lo injustificable. La ley, por lo visto, sólo se aplica por abajo. Por arriba. al golf, que es lo suyo.