La Punta, una apuesta para el futuro

Una conversación con el último alcalde pedáneo de La Punta recupera la memoria de esta parcela de la huerta de València por la que la ciudadanía no ha dejado de luchar ni un solo segundo desde que empezó la especulación urbanística.

Ignasi Vázquez. La Punta.
El Salto País Valencià Ignasi Vázquez delante de un edificio de La Punta.
12 sep 2019 07:00

El menosprecio a la vida en la huerta valenciana ha sido una constante en el crecimiento de la ciudad en los últimos 60 años. El progreso y el desarrollo son las grandes palabras con las que se ha cubierto de cemento este patrimonio histórico y cultural, que lo es también productivo y medioambiental y que, en definitiva, supone todo un ecosistema levantado durante siglos alrededor de la ciudad de València. La Punta, al sur de la ciudad, es uno de los grandes territorios de huerta donde se ha sufrido esa destrucción que implica construir progreso. De la mano del último alcalde pedáneo de La Punta, Ignasi Vázquez, miembro de la plataforma L`Horta és Futur – No a la ZAL, recorremos y reconocemos un espacio cercado y amenazado pero también lleno de vida, en una combinación de luz, agua y brisa marina con la que sus vecinos cultivan esta tierra.

Un territorio acechado
Intervenida por distintas infraestructuras a lo largo del tiempo, desde el nuevo cauce del Turia tras la Riuà del 57, pasando por la autovía del Saler, la circunvalación ferroviaria, Mercavalencia y la depuradora de Pinedo, La Punta es hoy un territorio fraccionado. Por esta razón resulta difícil para los vecinos urbanitas ubicarlo y reconocerlo. “Tradicionalmente La Punta ha sido un territorio con una conciencia de pueblo muy fuerte, donde pequeños propietarios de tierra cultivaban sus productos y los vendían en los mercados de la ciudad".

Sin duda, la agresión más fuerte que tuvo que sufrir La Punta en los últimos tiempos fue la aprobación de la ZAL (Zona de Actividades Logísticas) del puerto de València a principios de este siglo. “Más de 100 familias fueron expulsadas con carácter urgente por un interés general que a día de hoy todavía no se ha demostrado. Se destruyeron alquerías y barracas, una de las tierras más fértiles y trabajadas desde siglos atrás, se convirtieron en un inmenso descampado. Todo se hizo de forma violenta, sin dar alternativa, en un proceso, en el que se vulneraron los derechos humanos de las vecinas, como se reconoció y acreditó posteriormente. Los vecinos expulsados, gente que no estaba capacitada para vivir sin su red de apoyo, terminaron en un piso con graves problemas psicológicos y muchos de ellos murieron poco después de ver destruidas sus tierras y sus casas. Hubo resistencia activa entre vecinos y activistas que okuparon viviendas y territorio para su defensa, algunos pasaron por prisión y otros tuvieron que salir al extranjero".

Hoy hay muchas dificultades para la gente que sigue viviendo aquí. “Las infraestructuras han ido fracturando el territorio, separando a las familias, aislándolas del mar, de Nazaret y de Pinedo". Tampoco ayudó la Ley especial de protección de L‘Horta aprobada por el gobierno del PP, que supuso una trampa por no permitir realizar obras en este espacio ni por consiguiente rehabilitar las casas. “De este modo las nuevas generaciones se tienen que marchar de La Punta. Si te marchas no puedes trabajar la tierra, no puedes cultivar viviendo en un piso en València".

Los 700 mil metros cuadrados que supuestamente el puerto necesitaba con urgencia, continúan desde 2002 como un inmenso páramo

De nuevo la ZAL
Como decimos, el proyecto de la ZAL arrasó un territorio, sus vecinos y un modo de vida tradicional. La huella de esta agresión todavía puede verse a día de hoy, los 700 mil metros cuadrados continúan desde 2002 como un inmenso páramo. “Efectivamente no hay nada construido porque está ilegalizado. El puerto actuó sin un soporte jurídico. Hay 3 sentencias judiciales del Tribunal Supremo y del Tribunal Superior de Justicia en 2009, 2013 y de nuevo en 2015, que anulan el plan de pleno derecho. En dichas sentencias se recoge el término “ex tunc”, que viene a significar que el territorio debe dejarse como estaba antes de la destroza, es decir: huerta productiva donde vive gente".

Pese a ello, desde la alcaldía se ha vuelto a proponer un plan para la ZAL que prácticamente calca el que aprobó el gobierno de Rita Barberá. Cuenta Vázquez que “sólo añaden un supuesto carril bici ampliado con una franja de árboles que no cambia nada, es ridículo”. PSOE y Compromís se acogen al estudio de un plan hecho en 2007, cuando el puerto aún no había sido ampliado y cuando las alarmas por el cambio climático no eran tan urgentes como ahora. “Teniendo la zona industrial del Puerto de Sagunto muchísimo más grande y donde no existe huerta, incluso también en Ribarroja, no entendemos su insistencia con la ZAL”, añade.

Desde la plataforma L`Horta és Futur – No a la ZAL se ha presentado un recurso pidiendo la paralización cautelar, el propio Ignasi ha destinado íntegramente su asignación como alcalde de La Punta a los costes judiciales de la demanda, como medida de protesta . “Si ya se dijo que era ilegal, cómo podrá no serlo en el futuro. No queremos que se construyan polígonos y almacenes industriales sin la garantía legal para que luego se ratifique de nuevo que es un plan ilegal, no queremos que se repita la historia".

Nuestra propuesta es utilizarlo para construir un corredor verde que una la desembocadura del antiguo cauce del Turia con la Albufera

A día de hoy, en términos legales, el inmenso descampado que ocupa la ZAL es un espacio público. “De ahí nuestra propuesta de utilizarlo para construir un corredor verde que una la desembocadura del antiguo cauce del Turia con la Albufera. Ahora no hay conflicto de intereses, si se instalan las empresas será más difícil hacer que se vayan. Pensamos que es muy difícil que se reconstruya todo tal cual como estaba, el mismo pueblo que había. Pero como plataforma y como vecino de la Punta, nos interesa que sea un espacio de huerta y sirva también para salvaguardar los alrededores. Si no puede ser todo huerta, que lo sea al menos la mayor parte y que el resto sea un espacio público patrimonial, de ocio, pero que no se quite el protagonismo a la tierra cultivable, se tiene que dar ese sentido de huerta real y productiva".

La Autoridad portuaria
El hecho de que el cambio de gobierno con PSOE y Compromís a la cabeza no haya supuesto un cambio en las políticas de protección para La Punta y la reconversión de la ZAL sino más bien al contrario, lleva a Ignasi a preguntarse cuál es el poder que tiene la denominada Autoridad Portuaria de la ciudad de València. “Tiene una estructura un poco opaca. En su consejo administrativo participan Conselleria, Ayuntamiento, sindicatos y empresas. En la práctica parece funcionar como un ente autónomo que no depende totalmente de ninguno de los poderes políticos que deberían regular su actividad y su crecimiento, ya sea el Ministerio, la Generalitat o el Ayuntamiento. El conflicto con el puerto de Valencia no lo tiene sólo la Punta, también la Malvarrosa y el Cabanyal, es una cuestión que atañe a toda la ciudadanía. El puerto es un gran negocio. No entendemos por qué el poder político es tan sumiso a la voluntad del puerto y por qué prevalecen los intereses privados a los de la ciudadanía. ¿Es el puerto una empresa al servicio de los ciudadanos o la cosa funciona al revés?”

Si levantan el polígono industrial que supondría poner en marcha la ZAL, se taponará la brisa que entra y refresca la ciudad, la temperatura puede subir hasta dos grados

El crecimiento del puerto en los últimos años también está dejando su huella a nivel medioambiental. “La construcción del espigón y las sucesivas ampliaciones, han roto las corrientes de tierras, lo que supone la pérdida de playas en el sur y la Albufera. Si levantan el polígono industrial que supondría poner en marcha la ZAL, se taponará la brisa que entra y refresca la ciudad, la temperatura puede subir hasta dos grados".

L`Horta és Futur
València es la única ciudad de toda Europa que tiene una huerta periurbana. Sin embargo, esta riqueza se obvia y prevalece el modelo que representa el puerto, basado en la importación y exportación de grandes mercancías, un modelo anticlimático. Frente al modelo de crecimiento y comercio a gran escala, lugares como La Punta representan un modelo productivo basado en comer de lo que se produce en cercanía, alimentando una actividad económica que es respetuosa medioambientalmente.

“Aquí la gente vive y ha vivido toda la vida con un modelo productivo que respalda el trabajo de sus labradores, garantiza la calidad del producto local y no contamina el aire. Es un ejemplo de lo que llaman economía sostenible. La preservación de la huerta puede ser incluso un reclamo turístico, no de un turismo de masas, pero sí para que la gente que viene a València pueda conocer este patrimonio, pasear por la huerta y comer bien. Hay que poner este patrimonio en valor".

Los vecinos se cuidan los unos a los otros, el nuestro es un modelo de vida en comunidad

Ignasi va más allá al considerar que el valor patrimonial de la huerta no es sólo el ambiental y productivo sino también humano, un estilo de vida. “Hablo del tipo de relación que tenemos quienes vivimos aquí, donde los vecinos se cuidan los unos a los otros, el nuestro es un modelo de vida en comunidad, familiar. Es lo contrario al individualismo que se vive en las ciudades, donde mucha gente tiene problemas depresivos, psicológicos, de soledad, porque no se cuidan entre ellos. Frente al valor de explotar y sacar rentabilidad de todo, está el valor de cuidar las cosas. Cuidar la tierra y a las personas que viven en ella; el valor del entorno, de la tierra y el humano están unidos. Esta es la gran enseñanza de La Punta, ese es su patrimonio, esa es también su apuesta de futuro y no la podemos perder".

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