Vida, una historia de valentía y no sometimiento a un destino marcado por las violencias

Vida, una joven de Guinea Conakry, llegó a nuestras costas hace seis años. Ahora, en Granada, ella es una joven más que lucha día a día por salir adelante, trabajando y estudiando y orgullosa de haber conseguido dejar atrás una vida de maltrato y violencias.
10 ago 2025 08:00

Un lugar donde se permite la ablación y la sumisión a los hombres, no es un país para mujeres. Es lo que ocurre en Guinea Conakry. Lo cuenta desde su experiencia personal Vida, nombre ficticio de una joven, que tras ser sometida a mutilación genital a los seis años y obligada a casarse a los once, escapó y llegó a España, a Motril (Granada), siendo una adolescente, a los quince. Lo hizo tras un peligroso periplo por varios países africanos, hasta cruzar el Mediterráneo en patera. Hoy, con veintiún años, nos relata su experiencia de huida y superación, y habla de su gran vínculo con su madre y hermanas, y con hermano que le ayudó a escapar de aquella vida no-vida. Ella nos cuenta que las mujeres de su país, las mujeres de África, son muy valientes e inteligentes ’más que los hombres’, nos dice.

Vida, ¿cómo estás? 
Yo estoy muy bien. Gracias.

Qué estás haciendo en Granada?
Estudio y trabajo.

¿Y qué estudias?
Enfermería

¿Por qué escogiste enfermería?
Porque era algo que me gustaba mucho, pero también porque una hermana tuvo un accidente en mi país y la llevamos al médico, pero el médico nos dijo que si no pagábamos no la atendería. Entonces la niña no pudo sobrevivir.

¿Cuántos años tenía?
Tenía cuatro años. Muy pequeña. Tuvo un accidente de moto.

Vida es alegre, conversadora y especialmente amable. Natural de Guinea Conakry, en la costa oeste de África, esta joven estudia y trabaja en Granada, como tantas otras chicas de su edad. Trabaja en una empresa de comida rápida y estudia enfermería. La gran particularidad de Vida, entre otras, es su tremenda valentía. Esa alegría y ganas de vivir que ves en ella se sustentan en una fuerza y voluntad acuñadas desde niña, desde que tuvo que enfrentar el inicio de una larga historia de violencias hacia su persona.

Con decisión y empeño, esta joven sabe que tiene derecho a ser libre, a formarse, a seguir luchando por cumplir sus sueños, como el poder traer a su madre y a sus hermanas para estar juntas y darles una mejor vida. ¿Tiene derecho? Ustedes dirán, pero primero, pasen y escuchen a Vida.

La joven que llegó a través del mar

“Tengo veintiún años y llegué con quince recién cumplidos a España, a Motril y luego a Granada. Primero al Bermúdez de Castro (Centro de Protección de Menores) y luego al centro de Loja. Venía con un primo hermano, pero como hemos crecido juntos, yo siempre lo he considerado como un hermano. Cuando llegamos a Motril nos separaron porque decían que no éramos hermanos verdaderos y que no podíamos estar juntos. Nos mintieron, porque nos dijeron que nos iban a llevar a sitios distintos y que luego nos volveríamos a encontrar. Pero no fue así. Mi hermano estuvo buscándome mucho tiempo, pero no supo nada de mí ni yo de él. Entonces, él se fue a Francia y yo me quede aquí. No tenía dinero para irme. Intenté escaparme varias veces. Al final me quedé”.

“Mi papá siempre casa a sus hijas a edad temprana, a los once, doce, catorce, a esa edad ya tienes que tener marido. Seguir en tu país supone que no vas a tener un buen futuro, no vas a poder ni estudiar”.

¿Qué te obligó a escapar de tu país?
Nací en una familia muy humilde. Mi papa es polígamo, tenía muchas mujeres y muchos hijos. Mi mamá también tiene muchos hijos. Mi papá siempre casa a sus hijas a edad temprana, a los once, doce, catorce, a esa edad ya tienes que tener marido. Seguir en tu país supone que no vas a tener un buen futuro, no vas a poder ni estudiar. Tú serás la mujer de la casa y no podrás hacer nada más. El hombre con el que te casan será el que traiga el dinero. Si falta sal u otra cosa, él será quien la compre pues tú no tienes dinero porque no estás trabajando. Y si ese hombre dice: tú hoy no vas a comer, pues tú no comes. Yo conozco esa vida. Mi madre vivió también vivió. Ella no quería esa vida para mí porque pasó mucho con un matrimonio temprano y con muchos hijos. Mi madre ha sufrido muchas dificultades y por eso siempre decía: “yo quiero lo mejor para mis niñas, que tengan un buen futuro, que estudien, que sepan de sus deberes y sus derechos y no que no solo estén ocupadas de la casa, cocinando, atendiendo al marido y a los niños. Eso yo no lo quiero para mis hijas”.

Mejor ahogada que seguir viviendo así

¿Cómo llegas a España?

En un barco. Pagamos mucho dinero. Fue mi hermano quien me lo pagó.

¿Y cómo fue tu viaje desde tu ciudad?
Uff, tardé mucho. No fue ni un día ni dos. Tuve que pasar por distintos países, Sierra Leona, Liberia, Nigeria… hasta llegar a Marruecos. Si vas en avión, sales de tu país hasta Marruecos y luego te buscas la vida allí. Pero no, nosotros tuvimos que atravesar muchos caminos por distintos países hasta llegar a Marruecos, y allí tuvimos suerte.

¿Por qué dices que tuvisteis suerte?
Porque cuando llegamos allí no tardamos mucho en salir. Conocimos otra gente que llevaban dos o tres años viviendo en muy malas condiciones. Nuestro viaje fue mucho más corto, unos dos meses o así.

¿Es peligroso el camino que tuviste que recorrer?
Muy peligroso. Imagina que estás en ese barco y solo ves agua. Tu vida está en las manos de Dios o en las de los hermanos que están en ese momento contigo. No sabes si vas a sobrevivir. El agua tiene muchos colores, a veces es azul, a veces tiene colores muy raros, y a veces ves cosas debajo del agua que no sabes que son. No ves barcos, ni personas, ni nada. No ves nada. Pasas mucho miedo. Es muy peligroso. La verdad es que no es fácil que una persona pueda salir de su país así. Hay mucha gente que muere en el agua. Niños que se pierden de sus padres y padres que pierden a sus hijos

¿Encontraste buenos compañeros de viaje?
Sí. No fue tan malo. Pero cada uno de nosotros íbamos a nuestro rollo. Yo siempre estaba con mi hermano.

“Si tenía que morir, moriría en el mar, porque el mar era una bendición muy grande. Yo no estaba preocupada por mi vida, estaba preocupada por mi madre y mis hermanas”

Cuándo escapas de tu país ¿cuál fue tu mayor temor?
A mí me buscaban en todos los sitios. Mi foto estaba por todos lados porque yo me había escapado de mi casa. Mi marido no me podía ver. Y es que a mí me casaron con unos once años, creo, poco después de mi primera regla. Así que cuando escapo de ahí ya no tengo ni miedo. Lo único que me preocupaba era no hacerle daño a mi madre o a mis hermanas. Esa era mi única preocupación. Pero yo no estaba preocupada por mi vida, porque yo en ese momento no quería vivir. Por eso, cuando me escapé pensé que, si tenía que morir, moriría en el mar, porque el mar era una bendición muy grande. Yo no estaba preocupada por mi vida, estaba preocupada por la gente que iba a dejar, mi madre y mis hermanas. Sólo eso, la verdad.

El corte, la mutilación de las niñas

“Cuando yo era chica mi tía vino y me llevó a escondidas de mi familia, a un sitio muy peligroso donde te quedas hasta que te curas. Cuando te llevan a ese sitio solo te dan de comer arroz con un aceite rojo que nosotros usamos mucho en África. Solo comes eso. Al día siguiente te llevan a otro sitio fuera de esa casa, un sitio que está mucho más lejos. Allí las mujeres te agarran de las manos y pies y no te dejan moverte”.

¿Cuántos años tenías?
Pues tendría unos cuatro o seis años.

Y tú ¿estabas sola? ¿no había nadie de tu familia?
Mi madre no estaba, ni mi padre. No había nadie de mi familia. Solo estaban esas mujeres. Algunas incluso hacían brujería. Varias chicas mayores sufrieron mucho allí. Sangraban tanto que parecía que se iban a morir, aunque no morían. El dolor era insoportable. Algunas niñas no resistían los apretones cuando las sujetaban y les hacían eso y acababan muriendo. Te inmovilizan con fuerza para poder cortarte. Y luego, después de todo el daño que te han hecho, ellas están contentas. Se ponen a celebrarlo, se visten con ropa nueva, preparan comida, hacen fiestas… Es horrible. Cuando a ti te han marcado para siempre, ellas lo celebran.

¿Vosotras pensabais que a todas las tenían que cortar?
Sí, yo pensaba que todas las mujeres tenían eso, que las cortaban.

Y te enteras cuando llegas aquí, a España.
Sí. Aunque en la escuela muchas veces nos decían que la ablación no se debe practicar. Pero cuando llegabas a casa y contabas a tu familia lo que te habían dicho, casi te mataban.

Porque en tu país, está prohibido, ¿no?
No, no está prohibido. En mi país no está prohibido.

“Cuando tienes la regla te sientes muy mal. Tienes muchos dolores. Y algunas mujeres que tienen hecha la ablación, cuando se quedan embarazadas, se pueden morir al parir”.

A tus amigas y conocidas de tu país ¿también se lo han hecho?
Sí, todas mis amigas y casi todas las mujeres que conozco, lo tienen hecho. Claro.

Y ¿veíais normal la ablación?
Sí, porque si tú no tienes la ablación hecha hay tradiciones de tu país que no podrás hacer nunca. Ellos lo consideran así, pero realmente eso no es así.

¿Tienes contacto con amigas de tu país?
Poco.

Y ¿sabes si se sigue practicando la ablación allí?
Sigue igual porque a una de mis hermanas la robó mi tía para hacerle eso y mi madre tuvo que escapar de la casa. Yo tengo tres hermanas pequeñas que no tienen la ablación. Mis hermanas tuvieron que convencer a mi madre. Mi madre lo entendió pero el resto de la familia no. Por eso mi madre tuvo que esconder a mis hermanas pequeñas.

¿Qué años tenían?
Seis, siete y nueve. Son niñas. Mi madre se las llevó a otro pueblo para decir allí que las niñas tenían hecha la ablación porque si no, las mujeres de allí podrían cogerlas directamente y hacérselo.

Como te pasó a ti cuando te robaron, ¿no?
Sí, mi tía paterna.

La mutilación que te practicaron de pequeña, ¿ha supuesto problemas en tu crecimiento y desarrollo?
Claro que tienes problemas. Y especialmente cuando tienes la regla, te sientes muy mal. Muy mal. Tienes muchos dolores. Algunas mujeres, cuando se quedan embarazadas, pueden morir a la hora de parir y a muchas otras le tienen que hacer la cesárea para sacarles el niño. Y también, cuando estás con tu pareja, no te sientes como tú misma, te sientes como si fueras otra persona. No sientes como deberías de sentir.

¿Por qué no tienes placer?
Porque no tienes placer o porque no quieres tener relaciones o por muchas otras circunstancias. Cuando tú estás con tu marido él puede sentir, pero, ¿y tú qué? El marido te puede tocar cuando a él le da la gana, aunque tú no quieras. A él no le importa. Cuando viene del trabajo te puede coger y hacer lo que quiera y tú no puedes decir nada porque si dices algo siempre lo van a defender a él.

Las campañas de información y sensibilización que se realizan para  terminar con la mutilación genital femenina, ¿crees que sirven para conseguir erradicar esta práctica inhumana?
Sí, claro. Pero sirven solamente en Europa porque en África, para que sirva de algo, esa sensibilización se tiene que realizar allí. Tenemos que ser nosotros quienes convenzamos a los presidentes, ministros y soldados de que esto debe terminar. Que cojan a quienes lo hacen y los metan en la cárcel y que no salgan de ahí. Solo así se irán reduciendo estas prácticas. Hay que ser muy estrictos con esto para que la gente tenga miedo a seguir con todo esto. Pero tenemos que ser nosotros, no podéis ser vosotros los blancos los que vayáis allí a convencer a nadie pues eso lo van a entender cómo una nueva colonización. Nunca lo van a aceptar si viene de vosotros. Todavía mantenemos el recuerdo de la colonización de mi país por los blancos y el daño que nos hicieron. Los negros hemos sido muy maltratados.

En el centro de menores

“En el centro de menores he tenido dos psicólogas y han sido muy buenas especialistas. Las dos son las mejores. Me han ayudado mucho”.

¿En qué te han ayudado?
En mis miedos, mis preocupaciones. Yo estaba mentalmente muy mal, con mucho miedo. Muchas veces no podía dormir, estaba muy preocupada… Ahora ya no es así, pero en aquel momento hablar de mis problemas era muy difícil. Yo pasé casi un año que cuando estaba con la psicóloga apenas hablaba porque no confiaba en ellas. Yo decía: tú eres blanca y yo soy negra y no confío en ti, así que no me preguntes. Y así estuve sin apenas hablar. Yo quería irme con mi hermano y punto. Todos los días la liaba. Pero cuando cogí confianza empecé a hablar con ellas y ya el miedo se me empezó a quitar.

¿Y te ha servido el hablar, compartir con otra persona todo por lo que has pasado? 
Sí. Aunque no me gustaba mucho hablar de lo pasado.

¿Has vuelto a ver a tu hermano?
No, todavía no lo he visto.

Pero ¿has hablado con él?
Sí, hablamos a veces. No mucho, pero hablamos a veces

¿Cuando lo encontraste? ¿Te haría mucha ilusión verle, no?
Sí, lo descubrí gracias a un educador que tuve en el centro y me ayudó a encontrarlo, porque yo no tenía móvil. Lo encontré en Facebook y empezamos a hablar. Mi hermano está en Francia y está bien. Está casado.

Y él, ¿practicaría la ablación a sus hijas?
No. Él dice que eso está muy mal, tiene una mentalidad abierta. Piensa que las mujeres tienen sus derechos y su libertad y se las tiene que respetar. Dice que nos tenemos que cuidar porque una vez que tenemos hijos nuestras vidas están limitadas. Él siempre habla de esas cosas. 


“En mi país las mujeres son muy valientes. No solo en mi país, en todo el continente. En África las mujeres son más valientes que los hombres y son muy inteligentes”

¿Crees que la maternidad limita mucho a las mujeres?
Sí. Y sobre todo si estás sola, sin tu madre ni tu familia. Pero si estás con tu familia creo que no, que puedes hacer tu vida normal porque tienes apoyo.

¿Hablas con tu madre?
Sí, hablo con ella a menudo.

¿Ella está contenta de que estés aquí?
Sí, está muy contenta. Y está orgullosa de mí. Y yo también estoy orgullosa de mi madre porque gracias a ella estoy aquí. En mi país las mujeres son muy valientes. No solo en mi país, en todo el continente. En África las mujeres son más valientes que los hombres y son muy inteligentes, pero no lo explotan bien, no lo manejan bien. Hay que luchar por nuestros derechos. Aquí las mujeres tienen sus derechos, no es como en mi país. Allí puedes terminar de trabajar, haber estudiado en la Universidad y todo eso y por ser mujer en muchos sitios no te van a dar trabajo. Te discriminan por ser mujer.

Un ejemplo de esa valentía de las mujeres de las que hablas eres tú
Pues sí. No es fácil dejar a tu familia y dejar todo atrás. Tú estás hecha a tus costumbres, a tu cultura. No es fácil dejar todo lo que conoces y además, siempre te preguntas cómo será la vida allí donde vas, a quién te vas a encontrar y cómo te va a ir.

Cuando miras atrás ¿te sientes orgullosa de tu vida actual?
Sí. Yo aprendo muy rápido y soy muy valiente, en el trabajo o donde sea. Me gusta escuchar y respetar a la gente, con sus maneras de ser distintas. Yo respeto a la gente sin importarme que sean blancas, negras o lo que sea. Porque gente mala hay en todos lados y a mi no me gusta generalizar.

¿Cuáles son tus ambiciones en estos momentos Vida?
Poder traer a mi madre y a mis hermanas a vivir conmigo y terminar el grado superior de Enfermería para poder  pasar a la Universidad.

Tras escuchar a Vida, destacamos algunos apuntes a considerar sobre lo que ha marcado la vida de esta joven de Guinea, un ejemplo que puede servir de muestra de otras muchas jóvenes valientes que luchan día a día por cambiar esa no-vida a la que están sometidas desde pequeñas por el mero hecho de haber nacido mujer.

La Mutilación Genital Femenina (MGF)

En la actualidad son más de 230 millones de mujeres y niñas vivas que han sufrido esta mutilación. En la mayoría de los casos se realiza en la infancia, entre la lactancia de la bebé y hasta los 15 años.

La mutilación genital femenina, la circuncisión de la mujer o la ablación genital femenina son todos los procedimientos que implican la extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos u otras lesiones causadas a los genitales femeninos por razones culturales o no médicas. Esta práctica inhumana contraviene los derechos humanos de las mujeres y niñas y es una clara consecuencia del sistema patriarcal y la extrema violencia que ejerce contra las mujeres por el mero hecho de ser mujer.

A nivel internacional existen normativas y protocolos en contra de la MGF. En nuestro país existe legislación al respecto como, entre otras, la Ley Orgánica de 2005 para perseguir extraterritorialmente esta práctica o protocolos como el de 2015

Si bien en ocasiones se asocia a algunas religiones, ningún libro sagrado lo recoge, y es practicado tanto por comunidades musulmanas, cristianas o judías centrando su incidencia en países de África, Oriente Medio y Asia. Dependiendo de la comunidad en la que se practique, existen diferentes versiones, una más extremas que otras, pero todas ellas mutilaciones que suponen tanto daños físicos como psicológicos que acompañan a las mujeres a lo largo de toda su vida.

A nivel internacional existen normativas y protocolos en contra de la MGF. En nuestro país existe legislación al respecto como, entre otras, la Ley Orgánica de 2005 para perseguir extraterritorialmente esta práctica o protocolos como el de 2015 para abordar desde el ámbito sanitario, estatal y autonómico, orientaciones que permitan mejorar la salud de las mujeres y las niñas a las que se ha practicado la MGF, así como para prevenir y detectar el riesgo de su práctica en niñas que están en una situación de especial vulnerabilidad.

Menores Extranjeros no acompañados, una deuda pendiente con la infancia y la adolescencia

No pasan desapercibidos los mensajes que invaden redes sociales y portadas de determinados medios de comunicación, así como los mensajes que protagonizan programas y discursos de partidos de extrema derecha y derecha, incrementando los discursos de odio racistas y xenófobos hacia las personas migradas, incluidos y resaltados en los últimos tiempos, los y las menores extranjeras no acompañadas.

Para el Defensor del Pueblo el uso del acrónimo ‘MENA’ para referirse a la infancia en movimiento y los discursos de odio, aumenta el riesgo de que se produzca una deshumanización de estos menores. “Esta práctica, dice, invisibiliza sus distintas realidades y la obligación de velar por su interés superior, generando, en algunas ocasiones, situaciones de discriminación cuando alcanzan la mayoría de edad”.

En nuestro país, que cuenta con una población cercana a los 49 millones de personas, a 31 de diciembre de 2023 figuraban inscritos un total de 12.878 menores no acompañados bajo la tutela o acogimiento de los servicios de protección (en 2022 fueron 11.417). De estos menores 10.570 fueron niños y 2.308 niñas (Registro de Menores Extranjeros No Acompañados).

Al ser menores de edad, objeto de protección atendiendo al principio del Interés Superior de Menor, se debe priorizar su protección y bienestar teniendo derecho a la educación, a la salud y siendo las Comunidades Autónomas, coordinadas con el Estado, las responsables de garantizar esta protección a través de sus servicios de protección.

En el informe  “Niñas y niños extranjeros en España solos o acompañados” de Defensor del Pueblo de mayo de 2025 se destaca que la inmigración en general y, en particular la situación de las personas que se hallan en irregularidad documental, es usada como argumento de confrontación, cada vez con más frecuencia, “no solo en Europa, sino a escala mundial”. También apunta la necesidad de aplicar enfoques de género en todo lo relación con la migración y el refugio, manifestando que “en un momento histórico en el que, como ha manifestado el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Discriminación contra las Mujeres y las Niñas, se ha producido una escalada contra la igualdad de género, resulta urgente reafirmar la igualdad sustantiva y los derechos humanos de las mujeres y las niñas, especialmente si son migrantes y refugiadas”.

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