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Escucho la radio que está puesta en el bar en el que estoy comiéndome un bocata. Estoy casi seguro de que son los 40 principales por el tono dicharachero y casi eufórico del presentador, a pesar a que son las 12 de la mañana. Parece que va contento (estoy casi seguro de que los presentadores de los 40 van turnándose porque, después de una hora escuchando “temazos” y hablando como lo hacen, tienen que ir a sentarse y calmarse un ratito). El caso es que el tío empieza a hablar del cambio climático y básicamente dice enfadado que “no es tan difícil”... que él siempre recicla. Stop.
¿Pedir o hacerlo nosotros mismos?
Hay una cosa que nos preguntamos sobre la movilización contra el cambio climático (preferimos llamarla así antes que “movilización por el clima”) y es esta: ¿quién va a respondernos “aceptamos vuestras reclamaciones” o “no aceptamos”? En una huelga, cuando se pide algo, el gobierno se ve obligado a contestar y a partir de que cumpla o no, los manifestantes actúan en consecuencia. Si pedimos algo, al menos deberíamos exigir cosas concretas a corto, medio y largo plazo (aunque ya sabemos que las de largo plazo solo son solo papel, pues que se cumplan dependerá de que se siga peleando por ellas). Así, cuando el gobierno incumple unas promesas, ya podemos asumir que van a incumplir las siguientes y no quedarnos esperando como tontos. Pero aquí no está claro qué es lo que se pide.
Sin embargo, creemos más que de pedir, tenemos que empezar a hacer las cosas por nosotros mismos, en colectivo. Si donde hay una necesidad hay un derecho, este se consigue tomándolo, no pidiéndolo. Y sí, es verdad, ahí empiezan los problemas: “¿qué hacemos? ¿cómo?” Pero ahí estamos afrontando el problema de verdad.
Y es que nos han acostumbrado a pedir para que no sepamos afrontar los problemas por nosotros, como sociedad. Que haya un problema como el cambio climático y tantas personas nos juntemos, pero solo para pedir que otros (unos pocos) lo arreglen es un poco... extraño. Pero más extraño es pedir ayuda precisamente a esos inconscientes que han causado o al menos permitido esta desgracia ecológica, a esos que llevan décadas convirtiendo un planeta grande, limpio y lleno de vida en un secarral contaminado, a base de infectar la tierra, el aire y el agua, haciéndolo invivible para los animales (que se han extinguido incluso por especies enteras) y para nosotros, solo porque quieren acaparar “recursos” con los que no saben ni qué hacer. No es que ellos no puedan solucionar esto, es que además, no quieren.
Que haya un problema como el cambio climático y tantas personas nos juntemos, pero solo para pedir que otros (unos pocos) lo arreglen es un poco... extraño
Desde las instituciones se difunde el mensaje de que es el gobierno quien puede hacer algo contra el cambio climático. Los medios de comunicación también parten de esta visión. Que si cumbres, reuniones, planes... hasta un Ministerio de “transición ecológica”. Nuestra función consistiría únicamente en protestar para que lo hagan. La verdad es que esta es una carta que el poder tiene en la manga desde hace al menos 20 años, en el año 2000 ya hubo un simulacro con campañas, candidatos a presidente “ecologistas” (que resultaron ser un timo) o anuncios en la tele de empresas “concienciadas”, aunque no tan bien hechos como los que hacen ahora para metértelos cuando estás viendo vídeos en youtube.
Pero cuando los estados tienen que ajustar los niveles de contaminación a la ley, ya sabemos lo que hacen: ajustan la ley a la contaminación actual. Cambian los límites fijados en base a lo tolerable para la salud humana, como ya han hecho varias veces en los últimos 30 años. Y mientras tanto, aquí no ha pasado nada. Bueno sí, varios millones de nuevos diagnósticos de cáncer en todo el planeta por las condiciones de vida del mundo moderno. Sin embargo, las empresas juegan un papel mucho más importante, son ellas las que mandan y no los gobiernos. Pero no parece que tengan pensado cambiar de estrategia ni aunque nos lleven al abismo (ya lo están haciendo).
El sistema se lo come todo
Nos encontramos ante un nuevo problema estructural, igual que lo es el patriarcado. El poder lo sabe y por eso, como ocurre con el feminismo, quiere monopolizar el discurso, silenciar, cooptar o comprar a las organizaciones (o crear las suyas propias), definir la estrategia (o un sucedáneo de ella) y decir qué es lo que hay que hacer (y por tanto qué no) antes de que esto le suponga un problema de verdad. Con frecuencia aceptamos, sin pensarlo demasiado, premisas sobre qué es lo importante de verdad o sobre qué vamos a hacer al respecto. Salir por miles a la calle un día no significa éxito, solo es el principio de algo que puede ser grande.
Hace poco casi nadie era feminista, ahora es"feminista" todo el mundo. Y aunque han cambiado algunas cosas importantes, ha cambiado muy poco, porque no ha cambiado lo estructural de esta sociedad. Para eso sirve esta estrategia. Quizás dentro de un año todo el mundo sea "ecologista", y se sientan orgullosos de sus actos de consumo “eco”. Lo ecologista en todo caso sería consumir lo menos posible. Decía una amiga que los más ecologistas son la gente del tercer mundo y no lo saben.
Hace poco casi nadie era feminista, ahora es "feminista" todo el mundo. Y ha cambiado muy poco, porque no ha cambiado lo estructural de esta sociedad. Quizás dentro de un año todo el mundo sea "ecologista"
Sin embargo, el capitalismo se nos adelanta, las empresas mismas hacen la crítica al cambio climático (nunca autocrítica) y lo presentan como un problema sin culpables (o lo que es lo mismo: “del que todos somos responsables”). Y difunden su mensaje y sus vídeos por televisión, youtube, radio... Así, la gente no hace su propia interpretación, que seguramente sería mucho más realista (y claro, encontraría a dichas empresas como culpables).
Con esto, por cierto, abren un nuevo mercado del que se benefician sobre todo las grandes empresas, las que pueden adaptarse al nuevo modelo y pagar grandes campañas publicitarias, (“debe habeeeer... otra forma de vivir” decía un anuncio de cerveza este verano), aunque la empresa anunciadora contamina, fabrica millones de botellas y contribuye al cambio climático. Pues sí, hay otra forma de vivir, pero la que proponen ellos es precisamente la misma de siempre.
“Debe habeeeer... otra forma de vivir” decía un anuncio de cerveza este verano, aunque la empresa anunciadora contamina, fabrica millones de botellas y contribuye al cambio climático
Además, desde algunos partidos y think tanks que se dicen de izquierda, también se está promocionando una “solución tecnológica” para poder resolver o mitigar dicho problema. Sin embargo, “no se tiene en cuenta el elevado impacto que está suponiendo producir dicha tecnología, ni se está cuestionando que es esa misma lógica sistémica que nos ha traído hasta aquí”. Es como querer salir de un pozo cavando más, solo porque ya tenemos una pala.
Está claro, no quieren que nos planteemos que la única solución está en nosotros. Eso mostraría la situación tal como es: una guerra entre los de arriba (que no necesitan que nos salvemos todos, solo salvarse ellos) y los de abajo. Las "acciones individuales" son parte su discurso. Sin embargo, y aunque no podemos olvidarnos de nuestra responsabilidad, las emisiones y desechos que generamos no son ni el 20% del total (lo que ya es una pasada), el resto viene de las multinacionales. Y precisamente para poder frenar el cambio climático abrupto, sería necesario reducir en un 80% las emisiones y desechos, y aun así, la mayoría de los territorios afectados ya no podrían recuperarse.
Estos días hemos visto que incluso nuestras diferentes universidades anuncian que se comprometen en la lucha por la emergencia climática. Hemos intentado saber qué es exactamente lo que van a hacer y lo hemos descubierto: nada. Hoy en día, parece que decir que se apoya una causa no implica hacer algo por ella (es decir, no implica apoyarla). Desde los rectorados de las universidades dicen que este es un tema muy importante, bla bla, que secundan este o aquel manifiesto, que irán a la manifestación. ¿Esa es la manera en la que se implica una institución con una causa? Pues vamos apañados. Qué mejor muestra de que las instituciones no saben hacer nada ni cuando quieren. En realidad si podrían hacer algunas cosas útiles, pero implicaría renunciar a convenios con empresas y bancos. Y no lo van a hacer.
En la Complutense, por ejemplo, han anunciado que tienen una hoja de ruta en la que se va a trabajar con la coordinación del vicerrectorado de... tecnología. Otros que creen que la tecnología arreglará todo (aún siendo el cambio climático un problema que tiene que ver con muchos factores diferentes) sin necesidad de cambiar nada a nivel humano o en la producción. Tampoco dicen en qué consiste dicha hoja de ruta.
Estos días hemos visto que, incluso nuestras diferentes universidades anuncian que se comprometen en la lucha por la emergencia climática. Hemos intentado saber qué es exactamente lo que van a hacer y lo hemos descubierto: nada
Convocatorias por el clima
Las convocatorias del movimiento por el clima se fijan a nivel internacional, así que los estudiantes que las secundamos a menudo no nos conocemos entre nosotras. Esto puede hacer que vayamos de convocatoria en convocatoria sin objetivo, plan propio, ni estrategia. Quizás nos valdría más centrarnos en luchar contra la central térmica, incineradora, refinería, carretera o recinto comercial que quieren construir en nuestras respectivas comunidades autónomas, conociendo para ello a nuestros vecinos y luchando así contra algo concreto, donde podemos ganar. Esa parece una lucha más consistente contra el cambio climático.
Pero no por ello podemos dejar de luchar contra las empresas contaminantes, siempre teniendo en cuenta que estas obtienen su poder en gran medida de millones de pequeños actos de consumo. La solución no está en otra respuesta individual (“yo reciclo” o “yo no consumo X producto”) si no, para empezar, en conseguir que el mayor número posible de gente entienda el cambio climático en toda su amplitud. Si calmamos nuestra conciencia simplemente con no contribuir al problema, en vez de en hacer algo contra él... pues eso: no estamos haciendo nada contra él. De acuerdo, esto es más difícil. Bien, quiere decir que es una lucha más real. Sin embargo, por sí sola tampoco es suficiente, el núcleo del problema está en la producción. No debemos permitir que quienes tienen más poder fabriquen lo que quieran en grandes cantidades, cuando para ello destrozan territorios enteros o consumen millones de litros de agua o contaminan el aire, simplemente porque puedan (porque tienen dinero). Esto es, si cabe, más insultante si pensamos que lo que fabrican, en la mayoría de los casos, son cosas absurdas e innecesarias. La respuesta es simple: su deseo no puede estar por encima del planeta, igual que no puede estar por encima de nuestra vida.
Quizás nos valdría más centrarnos en luchar contra la central térmica, incineradora, refinería, carretera o recinto comercial que quieren construir en nuestras respectivas comunidades autónomas
¿Y nosotros?
En los últimos meses muchos jóvenes nos hemos empezado a concienciar sobre lo que supone el cambio climático. Pero no nos engañemos: la solución no es fácil y esto no se arregla solo con juntarnos y ser muchos. Eso solo sería una redención religiosa en masa: solo serviría para sentirnos mejor. Además, ¿de qué nos vale ser miles en algunas ciudades si no aprovechamos, al menos, para cortar el tráfico, boicotear las tiendas y locales de las multinacionales culpables, y liarla? La convocatoria de hoy será grande en muchas ciudades pero pequeña en otras y si no va más allá de hoy, no servirá de nada. Pero también puede ser el principio de un movimiento organizado y potente en España. No nos quedemos en el día a de hoy, ni nos quedemos esperando a que vuelvan a convocar manifestación. Podemos seguir mañana mismo o la semana que viene. Hablemos y juntémonos con estudiantes de otros institutos o universidades de nuestra ciudad.
Por otra parte, si de verdad nos preocupa el planeta, intentemos entender el problema en toda su complejidad (para eso podemos leer a autores como Jorge Riechmann o Yayo Herrero). Nosotras ya sabemos de que va esto, pero las que son aún más pequeñas que nosotras no, y muchas veces nos toman como referencia, ayudémosles a entender lo que el cambio climático supone, sin dramas pero sin medias tintas ni falsas soluciones, como la de “esto se arregla reciclando”, que esas ya se las dicen en clase y en la tele.
¿De qué nos vale ser miles en algunas ciudades si no aprovechamos, al menos, para cortar el tráfico, boicotear las tiendas y locales de las multinacionales culpables, y liarla?
Que no nos utilicen
También debemos tener en cuenta que este movimiento es muy legítimo pero puede ser utilizado por grupos políticos para justificar decisiones que se alejan mucho de lo que buscamos la gente que componemos el movimiento. Por ejemplo, Ingmar Rentzhog, es el presidente de Global Challenge y de We Don't Have Time pero también de un Think Tank que tiene como socios a políticos socialdemócratas suecos y ejecutivos de las energéticas de ese país. Otro miembro de Global Challenge es David Olsson, propietario de uno de los fondos inmobiliarios más grandes de Suecia y a cuya Junta pertenece el propio Rentzhog.
No nos quedemos en el papel que nos quieren asignar. No nos conformemos con salir a la calle a gritar. Informémonos en profundidad por medios críticos (como por ejemplo el que aloja a este blog), hablemos de ello con compañeros de clase que están menos concienciados con el problema, hagamos las cosas como nos parezcan mejor, no tenemos porque seguir las lineas (de discurso ni de acciones) que marcan las organizaciones o sindicatos oficiales. Se nos pueden ocurrir otras mucho mejores y más efectivas. Y más divertidas. Podemos darle nuestro propio sentido a este movimiento, no tenemos porque utilizar discursos ajenos. Las protestas también las podemos hacer como queramos, solo tenemos que juntarnos y darle a la cabeza un poco. Y no tengamos miedo a decir las cosas claramente, si nos autocensuramos ya nos podemos ir a casa. Además podemos contactar con gente como Ecologistas en acción, un colectivo que lleva 20 años trabajando en cientos de pueblos y ciudades.
No tenemos porque seguir las lineas (de discurso ni de acciones) que marcan las organizaciones o sindicatos oficiales. Se nos pueden ocurrir otras mucho mejores y más efectivas. Y más divertidas
Pasa del líder
Se ha criticado mucho el protagonismo de Greta Thunberg. El problema no es Greta. Pero es un problema es que haya “líderes” tan marcados. Porque entonces el movimiento es demasiado dependiente de ellos (aunque sea a nivel simbólico) y cuando fallen, el movimiento se verá muy afectado. Esto también lo decimos por el caso español. No permitamos que se formen lidercillos que acaparen la atención, salgan mucho en los medios y controlen el cotarro. Un lidercillo no se forma por sí mismo, sino cuando hace creer a los demás que es imprescindible y que hay que preguntarle todo.
La forma de acabar con ellos es no pedirles permiso (ni avisarles) cuando se nos ocurre hacer algo, simplemente hablarlo con nuestros compañeros y hacerlo. A eso es a lo que más miedo le tiene el lidercillo. Y la mejor receta contra ellos es la asamblea, es decir, la organización grupal en la que nadie es más que nadie y si alguien sabe más, lo comparte. El lidercillo también puede intentar imponer su voz en ella. Se trata de no permitírselo. Y sobre todo: no convertirnos en lidercillos. Si la cosa crece, mejor aprovechar la fuerza para implicar a más personas en igualdad de condiciones.
Nos vemos en la mani.
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Buena reflexión. ¡Ánimo y a seguir trabajando para poner nuestras vidas y nuestra casa común, el planeta, en el centro!