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Educación
Maestros: ¡presentes!
Tras la más que polémica apertura de los centros de Primaria en Extremadura el pasado lunes, día 11 de enero, surgen las preguntas acerca del papel otorgado a la educación de los más jóvenes y a la conciliación familiar en el sistema educativo. ¿Acaso son las escuelas un recurso para aparcar a niños y niñas en tiempos de pandemia?
Cuando el martes pasado el Consejero de Sanidad anunció que, entre las nuevas medidas restrictivas que había acordado el Consejo de Gobierno ante los terribles datos que la pandemia está dejando en nuestra Comunidad, estaría la implantación de la enseñanza telemática para los alumnos de las etapas de Secundaria, Bachillerato, Formación Profesional, adultos…, pero que los colegios de Educación Infantil y Primaria y los Centros de Educación Especial continuarían en modo presencial, volví a pensar que lo suyo sería que, definitivamente, cambiaran los términos CEIP y CEE por el de “Guardaniños” o algún sinónimo que refiera exactamente lo que significamos para la sociedad. Aún así, esperaba que la Consejería de Educación se aviniera a razones y mostrara un mínimo de razonabilidad. ¡Ilusa de mí! Una espera inútil.
El jueves se nos anuncia la decisión de continuar con el atropello y el agravio comparativo a los colegios y a los Centros de Educación Especial y las excusas no pueden ser más peregrinas.
¿Por qué los alumnos de las etapas superiores no se van a incorporar a las clases presenciales hasta el día 21 de enero y los de Infantil y Primaria sí? La respuesta es una sola palabra: CONCILIACIÓN
En primer lugar, dice nuestra Consejera que los centros educativos son lugares seguros. Si tan seguros son y dado que los protocolos covid son exactamente iguales en los centros de todas las etapas, ¿por qué los alumnos de las etapas superiores no se van a incorporar a las clases presenciales hasta el día 21 de enero y los de Infantil y Primaria sí? La respuesta es una sola palabra: CONCILIACIÓN.
En segundo lugar, nos cuentan que los niños de menos de 15 años se contagian mínimamente. Y nos lo dice sin aportar datos ni estadísticas. Su palabra es suficiente y nosotros habremos de hacer un acto de fe para creerlo. Sin embargo, los datos de niños infectados por el coronavirus en España reportados por el Ministerio de Sanidad indican que la incidencia del covid en los niños ha alcanzado en la segunda ola el 12 % del total de casos. ¿Un 12% lo consideran nuestras autoridades como “contagio mínimo”? Ni siquiera podemos afirmar que de forma general los niños contagiados por el coronavirus covid-19 no padezcan versiones graves de la enfermedad. En un artículo aparecido en “Redacción Médica” el 12 de diciembre, los datos que muestra un estudio realizado sobre 50 pacientes pediátricos muestran que, de esos 50 pacientes, 21 tenían Covid-19 leve, 11 tenían Covid-19 grave y 18 fueron diagnosticados con MIS- C (síndrome inflamatorio multisistémico).
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Pero hay más, y es que en los colegios y en los CEE no sólo hay alumnos y usuarios, sino que también hay maestros y maestras, conserjes (donde los haya), monitores de comedores escolares, limpiadores… Todos adultos y, muchos de ellos, personal de riesgo, pues, si por algo se caracteriza sobre todo el Cuerpo de Maestros es por el envejecimiento de las plantillas. ¿Qué pasa, Sra. Consejera de Educación y Sr. Consejero de Sanidad? ¿Cuál es la razón por la que los trabajadores de los colegios y CEE no somos dignos de que ustedes tengan en cuenta nuestra salud y la de nuestras familias y sí la del resto de los cuerpos docentes? ¿Disfrutamos de algún tipo de poder mágico que nos hace inmunes? Se nos dice que trabajaremos con mascarillas FFP2 y que, si presentamos síntomas, se nos harán pruebas en las primeras 24 horas. En primer lugar, nos toca hacer un nuevo acto de fe (y ya son dos) y en segundo lugar, ¿qué tipo de “privilegio” es ese? Si toman estas medidas es porque saben fehacientemente que los maestros formaremos parte de una especie de “legión” a la que se envía a las misiones más peligrosas y que, finalmente, nos contagiaremos, por mucho cuidado que hayamos podido mantener durante estas fiestas y por mucho cuidado que tengamos en la vuelta a las aulas. En tercer lugar habla de la movilidad que no se produce en los Centros de Infantil y Primaria y sí en el resto. La Sra. Consejera se olvida de los centros de pequeñas localidades que no disponen de colegios, o bien han sido cerrados y sus alumnos derivados a la localidad más próxima. Son los menos, pero haylos. Por supuesto, se olvida también de todos aquellos alumnos que utilizan el transporte escolar para asistir a clase (y estos ya son muchos más), bien porque en su urbanización o barrio no existe ningún colegio, bien porque en la sacrosanta libertad de elección, sus padres decidieron que no les gustaba el más cercano. ¿Es que acaso el transporte escolar no se nutre mayoritariamente de niños de Primaria? ¿Qué cuento para dormir nos están contando?¿Y la movilidad de los cientos de maestros que a diario se desplazan desde la localidad donde residen hasta su centro de trabajo? ¿Y la cantidad de maestros itinerantes que pueden desplazar el virus de un centro a otro en el mismo día? ¿Eso no es movilidad acaso?
¿Qué pasa, Sra. Consejera de Educación y Sr. Consejero de Sanidad? ¿Cuál es la razón por la que los trabajadores de los colegios y CEE no somos dignos de que ustedes tengan en cuenta nuestra salud y la de nuestras familias y sí la del resto de los cuerpos docentes?
El viernes se publica la Instrucción que regulará el inicio de este trimestre y de nuevo, asistimos los maestros a un nuevo agravio: a los miembros de los Equipos de Orientación, para reducir la movilidad, se les prohíbe visitar los colegios, con lo cual, los niños a los que atendían o que se ha solicitado iniciar su estudio, quedarán sin atender porque no es posible hacer un diagnóstico a distancia, sin que el orientador trabaje personalmente con el alumno. También se prohíbe la formación presencial en los Centros de Profesores. Una de dos: o nuestras autoridades sanitarias y educativas piensan que los maestros y maestras no somos igual que los demás docentes y funcionarios a nivel de capacidad de contagio, o bien somos trabajadores de tercera, como aquellos soldados que se envían a la primera línea de batalla y cuyas bajas son perfectamente asumibles. No se engañe y menos trate de engañar a sus maestros y a la sociedad. Sólo hay una razón detrás de este dislate: la conciliación laboral de los padres. Díganlo alto y claro, no tengan miedo. Los maestros ya lo tenemos asumido desde hace mucho tiempo. Lo que nos va a costar más asumir es que antepongan la conciliación laboral a la salud de nuestros niños y de aquellos por los que es su obligación velar: sus docentes… TAMBIÉN LOS MAESTROS.