Economía
Cannabis y videojuegos: una propuesta para que Andalucía no viva solo del turismo

Frente al actual modelo económico que ha impulsado la derecha andaluza en el gobierno de la junta, Andalucía necesita otra cosa. Necesita no depender de este turismo, un modelo de financiación más justo, blindar los cuidados y explorar e invertir en nuevos sectores: desde la construcción de aerogeneradores hasta el cultivo y consumo de cannabis. Y también tenemos que hablar de eso.

Hostelería y Turismo 2
Zona turística en Sevilla Julia Rodríguez
Politólogo
11 jun 2020 06:00

Mucho se está escribiendo últimamente en la izquierda andaluza sobre el futuro. Sobre cómo construir sujetos políticos, sobre quiénes lo conforman y sobre cómo lo van a hacer. Celebramos que se den esos debates, especialmente si se hacen desde la cordialidad y la fraternidad. Pero, al menos de momento, estos debates están obviando una cuestión clave. Ganar Andalucía, sí, pero ¿para qué?. ¿Cuáles serían las primeras medidas que tendría que adoptar? ¿Qué haría en los primeros meses de gobierno? Porque pensar en ganar es necesario, ¿pero qué vamos a hacer cuando ganemos?

Es urgente que pensemos en políticas andaluzas diferentes. Mientras nosotras hablamos del cómo y del quién, el actual gobierno andaluz tiene muy claro el modelo que quiere para Andalucía. Lo podríamos resumir así: lo mismo que había antes, pero más. Más turismo, más litoral urbanizado, más empleo precario, más bajadas de impuestos a las grandes fortunas, más grandes empresas que extraen recursos de aquí cerca, pero cotizan allá lejos. Más camareras y más cervezas. Y parece que ni siquiera una pandemia global, que ha supuesto que Andalucía absorba el 30% del paro generado en esta crisis, es razón suficiente para cambiar de planes.  

Diferentes integrantes del gobierno andaluz lo han dejado claro: el turismo sigue siendo la piedra de toque, el eje vertebrador de todo. El alfa y el omega. Por eso se sobreactuó tanto con unas declaraciones tan de sentido común por parte del Ministro de Consumo, Alberto Garzón, cuando dijo que el empleo generado por el turismo es precario y de bajo valor añadido. Garzón no dijo nada que no dijera el mainstream económico, pero al ministro se le acusó de querer acabar con una industria tan importante para nuestra economía. La preocupación por la veracidad de su afirmación, sin embargo, quedó en segundo plano.

Es que el turismo genera empleo precario. En Andalucía lo vemos curso tras curso: los contratos de mayo son los parados de octubre. También vemos que los municipios andaluces son los que sufren una mayor tasa de paro. O son los más pobres. O lo que menos esperanza de vida tienen. O vemos cómo el precio del alquiler en los municipios turísticos sube año tras año. Ni siquiera la pandemia ha sido capaz de impedir la inflación del precio de un bien básico como la vivienda.

¿Significa esto que Andalucía tenga que renunciar al turismo? No, porque en Andalucía, para bien o para mal, el turismo representa el 14% del PIB andaluz. Pero es urgente que por un lado lo dinamicemos y que por el otro lo democraticemos. Como propuesta para impulsar el turismo nacional en Andalucía el gobierno de la Junta ha apuntado la posibilidad de un bono turístico, que otorgue beneficios fiscales a quienes se vayan de vacaciones dentro de Andalucía. 

Pues bien, una propuesta alternativa pero más eficaz sería elaborar un Plan Vacacional Andaluz que funcione como el IMSERSO, pero en lugar de por franjas de edad, por franjas de rentas. Esta propuesta tendría una doble finalidad: garantizar que todo el mundo tenga derecho a unas vacaciones en nuestra tierra (antes de la crisis la mitad de la población andaluza no podía permitirse una semana de vacaciones) a la vez que la Junta apoya y fomenta destinos y temporadas que lo necesitan. 

¿Qué destinos y empresas tendría que fomentar este plan? Aquellos con bajo impacto medioambiental y buenas condiciones laborales para su plantilla. Igual que se elaboran criterios para definir la categoría y estrellas de los hoteles, este Plan otorgaría puntuaciones y contratos a los hoteles que ahorren energía, que tengan plantillas de personal estables o que su presencia no suponga impactos negativos para la población.

Por último, democratizar el turismo y garantizar el derecho a las vacaciones no es baladí. Ya hay hoteleros en Cádiz que están proponiendo reservar partes de la playa para sus clientes. Andalucía se debe un debate sobre qué modelo turístico va a tener y, sobre todo, quién se va a beneficiar de él.

Una Andalucía con ingresos garantizados

Andalucía necesita cambiar lo que ingresa en dos vertientes. La de los ingresos propios y la de los ingresos que vienen de fuera. Ambos modelos son importantes, pero no todos tienen los mismos consensos a su alrededor.

Los ingresos que vienen de fuera pertenecen al sistema de financiación autonómica. Es un modelo obsoleto y anticuado desde, al menos, el 2014, cuando se tendría que haber renovado. El parlamento andaluz estableció que Andalucía recibe, cada año, 4.000 millones de euros menos al año de los que le corresponden en función a su población. Es mucho dinero que, cada año, se deja de invertir en educación, sanidad o planes de empleo. A esos 4.000 millones habría que sumar una deuda histórica de 5.000 millones que tiene el gobierno central con el andaluz, dinero que iría destinado a inversiones en infraestructuras.

En esa línea, el modelo de financiación es deficitario porque hay comunidades autónomas, como la de Madrid, que se hacen trampas al solitario. Las continuas rebajas fiscales y ayudas para la instalación de empresas, así como el efecto sede, supone que la comunidad de Madrid juega con ventaja. Hay muchas empresas que obtienen ingresos en Andalucía, como la mayoría de las multinacionales, pero pagan sus impuestos en Madrid. Como carecemos de datos fiables al respecto, el parlamento andaluz aprobó recientemente, a instancias de Adelante Andalucía, una propuesta para auditar los impuestos que se generan aquí, pero se cotizan fuera.

Para que a Andalucía le vaya mejor urge un cambio radical del sistema de financiación autonómica a la vez que se armonizan los ingresos fiscales del resto de territorios. Es decir, que todos juguemos con las mismas reglas para garantizar que no hay trampas ni puertas traseras. Y para ello es necesario una alianza entre territorios con déficit de inversiones, como la Generalitat Valenciana, que ya ha alzado la voz en numerosas ocasiones sobre este asunto. 

Pero, además de los ingresos que vienen de fuera, tenemos que cambiar el modelo fiscal andaluz. El gobierno de Susana Díaz, de la mano de Ciudadanos, apostó por una bajada de impuestos, como el de sucesiones. El actual gobierno de Moreno Bonilla ha decidido continuar con ese modelo y suprimir buena parte de los impuestos que afectan a las rentas más altas y ni siquiera la pandemia va a detener estos planes. ¿Cuáles son las consecuencias? Andalucía ingresó 96 millones menos directamente por la Bajada Masiva de Impuestos y 2.000 menos de los previstos inicialmente porque la bajada de impuestos no supuso la creación de riqueza.

Las políticas que necesita Andalucía para transformarse necesitan ingresos y apoyo público. Es imposible obtenerlo bajo unas lógicas de recorte de ingresos y dejar hacer a la mano invisible del mercado. Si esta pandemia ha servido para algo ha sido para demostrar el valor de lo público. De la comunidad. De lo colectivo. Porque necesitamos el respaldo de lo común: de un sistema público de salud; de una educación pública; de unos transportes que recorran carreteras y vías de tren construidas con dinero público. Y donde no ha llegado lo público han llegado los problemas y las carencias. Ni siquiera el más rico del mundo puede vivir sólo.

Necesitamos fortalecer lo público. Y es urgente aprovechar la ventana de oportunidad abierta por la pandemia en favor de lo común. Y tenemos que hacerlo antes de que el relato neoliberal a favor de los recortes y las privatizaciones vuelva a imponerse. 

Una Junta de Andalucía emprendedora

Antes hemos abordado la situación del turismo, pero si queremos que Andalucía deje de liderar La Lista de la Vergüenza (más paro, más pobreza, menos esperanza de vida), tenemos que cambiar nuestro modelo productivo. 

Además de garantizar los servicios públicos y la protección social, Andalucía tiene que impulsar un proceso de industrialización y la generación de empleo estable. Pero, ¿cómo? Este tema necesitaría un debate mucho más profundo y varios artículos, así que vamos a intentar poner encima de la mesa algunas propuestas concretas.  

En primer lugar, apostar por la generación de energías limpias, como la construcción de aerogeneradores que no sólo produzcan energía, si no que también puedan venderse a otros territorios. En esa línea, elaborar y aplicar un plan de rehabilitación de viviendas y edificaciones será necesario. Ante la situación de emergencia climática que vivimos, es urgente que nuestras viviendas estén adaptadas a las altas temperaturas. Muchas de las viviendas de Andalucía son viejas y rondan el máximo de años útiles: un gran plan público de rehabilitación y adaptación de las viviendas y otros edificios no sólo emplearía una gran cantidad de mano de obra, si no que permitiría tener viviendas mejor adaptadas a lo que está por venir, a la vez que reducen su huella ecológica.

Segundo, invertir en un sector audiovisual y cultural potente: convertir a Andalucía en generadora (y distribuidora) de series, películas, contenido musical, etc. No es necesario que los y las artistas andaluzas se vayan lejos si aquí pueden ganarse la vida. A nivel estatal la industria audiovisual preveía superar este año los 1.000 millones de negocio y los 18.000 empleos. Una RTVA renovada y con una gran inversión detrás deberá jugar un papel central como catalizador de la producción pública y privada audiovisual 

De la mano de tendrá que ir la apuesta e inversión por sectores de alto valor añadido. Por ejemplo, la industria del videojuego ya no es un sector emergente: el año pasado movió en el mundo 120.100 millones de dólares. Abramos estudios que diseñen, produzcan y programen videojuegos con una marca andaluza y apostemos por el talento que ya hay aquí. 

Por último, legislar el cultivo, distribución y venta de cannabis como producto andaluz. Al respecto Jorge Moruno ha escrito mucho y bien, así que me limitaré a recomendar su lectura.En cualquier caso, además de los beneficios sobre la salud (controlando y garantizando un consumo saludable del cannabis) y los ingresos públicos que tendría esta actividad, permitiría dinamizar la producción del campo andaluz. 

Pero, ¿de dónde sacamos el dinero? Por una doble vía: 1) a través de empresas públicas cuando se necesite un gran capital inicial o 2) por préstamos y líneas de crédito para las empresas más pequeñas. Estas ayudas deben estar condicionadas al tipo de empleo generado, a la viabilidad del proyecto, a la capacidad de innovación y, por supuesto, a que la producción y sede fiscal se encuentre en Andalucía.

Además de las ayudas económicas, Andalucía debe disponer de entornos físicos que favorezcan la creación de empresas. Por eso, inversiones como el corredor del Mediterráneo son imprescindibles. Pero para eso hace falta una gran cantidad de dinero, de ahí que urja modificar el sistema de financiación andaluz y aumentar los ingresos, como hemos hablado antes. 

Y todo esto, queramos o no, tendrá que darse condicionados por una emergencia climática que el covid ha aplazado en el debate público, pero que sigue ahí. Es urgente ganar tiempo ante la crisis ecológica (y social) que está a la vuelta de la esquina. Por eso Andalucía debe ser vanguardia de la transformación ecológica y no dejar que el miedo al cataclismo nos paralice. Para ello me remito a la propuesta de Green New Deal de Santiago y Tejero, desarrollada en el libro “¿Qué hacer en caso de incendio?” y en algunos artículos. 

Dignificar los cuidados y a las familias

Mucho se ha escrito en los últimos meses sobre la importancia de los cuidados durante el COVID, pero no está de más recordar algo: han sido las mujeres las que han vuelto a soportar el peso de los cuidados en el hogar. Y han sido las personas más vulnerables (niñas y ancianas) las que más han sentido en sus carnes el covid (unas por el encierro y otras por el drama vivido en las residencias).

Andalucía se debe un debate profundo sobre qué va a pasar con su sistema de cuidados. Por ejemplo, ¿qué vamos a hacer con las residencias para mayores? En estos momentos sólo 14 de los 665 centros de mayores que hay en Andalucía son públicos. El resto son centros de gestión privada, lo que incluye a empresas, cooperativas o fundaciones. Y, como explicaban en este artículo de InfoLibre, los fondos de inversión han encontrado en las residencias un filón económico y una forma de enriquecimiento. Y sí, aquí también hemos tenido casos en las residencias que hielan la sangre, como el de San Juan de Aznalfarache. Desgraciadamente, Madrid no ha sido la única con problemas en ese sentido. 

Por ello es prioritario que Andalucía apueste por un modelo público de residencias, que garantice el empleo público a sus trabajadoras a la vez que unos últimos años dignos a las usuarias. También tiene que explorar e impulsar formas alternativas de gestión: por ejemplo, a través de cooperativas autogestionadas por las personas mayores.

La otra gran pata de los cuidados durante el covid (y antes y después) ha sido la sanidad pública. Mientras que la sanidad privada aplicaba ERTEs a sus plantillas, el sistema público de salud ha dado el do de pecho. Pero ni los aplausos ni los premios Príncipe de Asturias pueden ocultar lo evidente: faltan recursos y falta personal. Falta apostar por un sistema de salud primaria fuerte que ayude a paliar los condicionantes sociales de la salud. Falta acabar con sistemas de guardias de 24 horas o con los dobletes. Falta darle la vuelta a un sistema de formación (el MIR) que proporciona mano de obra barata al SAS, en lugar de experiencia y aprendizaje a nuestras futuras médicas. Falta acabar con los contratos de 2 días, 4 semanas o 2 meses. Falta, en definitiva, un suelo de inversión por parte de la administración pública que garantice, año tras año, que nuestra sanidad tiene dinero suficiente.

Y, por supuesto, falta dignificar y garantizar salarios dignos y condiciones laborales justas a quienes mantienen el SAS funcionando. Hablamos de los servicios externalizados: limpieza, cocina, lavandería, seguridad, etc. No sólo para mejorar las condiciones laborales de estas personas, también para abaratar costes: la gestión directa y pública es siempre más eficiente.

Muy bonito, pero ahora, ¿qué?

Falta hablar del modelo de educación y el papel de la universidad o la Formación Profesional. Falta hablar de rentas garantizadas. Falta hablar de qué políticas familiares. De reducción de jornada. Falta hablar de vivienda. Falta hablar de políticas feministas que, necesariamente, tendrán que atravesarlo todo. Falta hablar de muchísimas cosas. Pero para esto está el “nosotras”, para pensar en común y no dejar en manos de nadie el qué hacer.

Al andalucismo le faltan debates sobre y en torno a propuestas. Todas queremos lo mejor para Andalucía. Pero también nos faltan las herramientas para llevar a cabo esa transformación. En este artículo esbozo sólo algunas de esas ideas. Ideas que no son nuevas y ya han pensado antes personas más listas. Pero por algún lado hay que empezar.

En cualquier caso, la transformación de Andalucía no obedecerá a una única solución, sino que tendrá que ser la suma de muchas ideas y propuestas. Y ninguna de ellas tiene que imposibilitar otra. Por ejemplo, el empleo garantizado no niega la necesidad de rentas mínimas, si no que son políticas que, en el mientras tanto, tendrán que complementarse. Otro ejemplo: el sistema de financiación andaluza tendrá que transitar por diferentes modelos que se vayan adaptando a la casuística del momento.

Y una última idea. Para hacer todo esto, para hacer siquiera una parte, hay que ganar. El gobierno de la Junta está en manos de una presidencia que lo apuesta todo al turismo, al pelotazo urbanístico y a la especulación. Un gobierno andaluz que está repitiendo exactamente los mismos errores que nos han llevado a la casilla de salida. Es un modelo que se ha demostrado ineficaz e ineficiente. Si queremos tener una Andalucía mejor, si queremos tener una Andalucía más justa, más eficaz, y que no deje a nadie atrás, hay que ganar. 

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