We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Neoliberalismo
Madrid: el laboratorio neoliberal les ha funcionado
Madrid es un laboratorio que lleva treinta años trabajándose. Tras 10 gobiernos consecutivos, el Partido Popular ha desplegado una serie de políticas económicas y sociales duras que, al mantenerse por tres décadas, han generado unos cambios profundos en lo relativo al contrato social generado en 1978, o lo que es lo mismo, la relación entre la ciudadanía y el Estado. Este laboratorio habría generado su acción bajo tres premisas o condiciones sustantivas: la primera, la necesidad de desconectarla emocionalmente del resto de Castilla, un lastre desde una perspectiva liberal. La segunda, es la de usar su enorme riqueza y alta densidad demográfica como paracaídas para no perder el gobierno al aplicar unas políticas estructurales tan duras. La tercera, consolidar un relato que desliga la realidad de la situación de su responsabilidad política directa. Pero vayamos por partes.
La Comunidad de Madrid es la región más rica de España, con 34.821 euros por PIB/habitante: un 36,6% superior a la media nacional. Este indicador no ha hecho más que aumentar en democracia, independientemente del color del gobierno. Y seguirá haciéndolo. Tener la capitalidad del país le aporta una ventaja clara en cuestiones de inversión en cartera y localización empresarial. Además -o a causa de ello- esto incide directamente en su demografía. Es la comunidad con mayor densidad de población -841 hab/km2-, a años luz de la segunda (Euskadi, 302 hab/km2), un punto verde en el centro de un mapa de España que, al mismo tiempo, se está vaciando en su interior. Las Castillas, con una población cada vez más envejecida y que poco a poco va desapareciendo, contrasta con un Madrid joven que año tras año bate récord de la serie histórica de población activa.
Tener la capitalidad del país le aporta a Madrid una ventaja clara en cuestiones de inversión en cartera y localización empresarial.
Estas condiciones diferenciales respecto al resto de la meseta no son menores y, además, son de carácter retroalimentativo. Por ahora y si nada cambia, Madrid no sólo va a agrandar estas diferencias respecto a las dos Castillas, sino que además lo va a hacer cada vez más rápido.
No me entiendan mal. El problema no es en absoluto que un territorio prospere en un entorno exiguo y cada vez más frágil ante los cambios globales, sino la relación sistémica entre centro y periferia, vasos absolutamente comunicantes y, sobre todo, la decisión política que se toma ante ello. Lamentablemente, el aprovechamiento que los gobiernos de la Comunidad de Madrid han hecho de esta situación durante los últimos treinta años es una de las causas de lo que hoy llaman la “España vaciada” y que además, tras estas últimas elecciones, termina por confirmar el desentendimiento de Madrid respecto a su entorno. Lejos quedan ya aquellos años en los que Madrid en realidad sí era “España dentro de España” y apoyaba con su solidaridad y liderazgo al conjunto del Estado.
Seamos claros. Las políticas liberales sólo las implementa quién puede permitírselo. El gobierno de Madrid sienta cátedra con su eficaz gestión, que básicamente se reduce a ahorro por dos factores: una densidad muy elevada de población en puntos muy concentrados y albergar muchas rentas altas. Así, la Comunidad de Madrid es la más rica del país y también la que menos invierte por persona en los dos pilares del Estado de Bienestar: Sanidad y Educación. Los datos alumbran una situación escandalosa.
Esto quiere decir que Comunidades limítrofes que son más pobres y con una dispersión de población compleja, sin embargo, invierten por persona mucho más que Madrid en estos ámbitos, luchando por mantener la calidad de sus servicios públicos en un contexto de pérdida de población, ahogándose financieramente por el camino y además con la sensación de que no llegan: a pesar de todo, los jóvenes -población activa- siguen marchándose a su vecina Madrid y, por ende, limitando aún más el músculo fiscal de las regiones que dejan. Ante esto, la Comunidad de Madrid a lo suyo y reitera sus bajadas de impuestos, una disminución en la presión fiscal que a su vez captura capitales, inversión y talento de las comunidades limítrofes. Cada región es libre de elegir las políticas que le competen, faltaría más. Madrid ha elegido y está asfixiando a la España Vaciada y, en especial, a Castilla.
Comunidades limítrofes más pobres y con una dispersión de población compleja invierten por persona mucho más que Madrid en Sanidad y Educación, luchando por mantener la calidad de sus servicios públicos.
Esta situación hace que la pujante economía de Madrid contraste con la precariedad de sus servicios públicos. Tanto, que Madrid está diferenciándose de España en un camino que ya es de no retorno. La inversión sanitaria más exigua por persona del país hace que casi la mitad de la población tenga ya un seguro de salud privado, el porcentaje más alto del país, y este indicador no ha hecho más que crecer y sigue en aumento -en contraste con otras comunidades, como Navarra, donde sólo 1 de cada 10 lo tienen, por ejemplo-.
Esto en realidad sí que es poco liberal, pues significa que en Madrid un porcentaje elevado de las personas activas se ven obligadas a pagar dos veces por el mismo servicio: a la sanidad pública a través de la seguridad social y, además, a la privada. Y lo hacen dos veces porque lamentablemente la pública no cumple ya con sus expectativas. Sumado a que es la comunidad que menos gasta en sanidad por persona, quizás también tenga algo que ver la calidad alarmante de un servicio que ha sido masivamente privatizado por todos sus gobiernos en los últimos 30 años.
Para más inri, Madrid paga mal a sus médicos y no consigue ni atraerlos ni retenerlos, pese a que un tercio de la plantilla médica se jubilará en los próximos cinco años. Cierto es que algunos de estos problemas son compartidos con otras Comunidades, pero analizados todos estos indicadores en su conjunto y aunque no hayamos tenido aun comunicación oficial por el gobierno de la Comunidad, es un hecho que Madrid está inmensa en un cambio flagrante del sistema sanitario respecto al del resto del país. A los datos me remito.
En lo referente a Educación, también grandes diferencias. Con una inversión paupérrima por alumno, los padres y madres de Madrid evitan cada vez más la escuela pública para educar a sus hijos. Así, esta región es la segunda con mayor porcentaje de educación concertada y privada del país -45% del total de alumnos-, sólo tras Euskadi (que es un caso singular por su régimen concertado de ikastolas) y a una distancia considerable de Catalunya, la tercera en la lista. Seguramente y debido a ello, las huelgas de sus trabajadores se suceden, como las de la semana pasada.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Los sindicatos cifran en casi un 70% de seguimiento en la jornada de huelga de Sanidad y Educación
Pero también es un hecho que, a pesar de todos estos datos, las políticas del Partido Popular son masivamente apoyadas por la ciudadanía actual madrileña, tal y como hemos visto en estas elecciones. Tres décadas de laboratorio neoliberal que han separado a Madrid del resto de España en lo que al entendimiento del Estado se refiere y el papel que debe jugar este en la provisión de derechos a la ciudadanía. Y este apoyo no es menor. Ni siquiera tras presidentes del ejecutivo regional dimitidos o incluso encarcelados por tramas de corrupción estructural en el partido y el gobierno han roto este sostén.
Quizás esta sea la pésima herencia que el trumpismo ha dejado en ciertas derechas autóctonas, que han aprendido rápido a generar un relato paralelo de la realidad, desligando evidencias de su responsabilidad política propia. Sólo así se explica que en el PP saquen orgullosamente pecho sobre una Sanidad que en realidad agoniza. Que una planta en el balcón sea la solución al cambio climático. O que hayamos estado toda la campaña escuchando opiniones acerca de ETA en vez de materias fundamentales en las que las comunidades son competentes.
Mucho me temo que los resultados del laboratorio que ha sido Madrid han sido concluyentes. Ha funcionado. Y cuando un experimento funciona, el siguiente paso es escalarlo y pasar a producción en cadena.
Economistas sin Fronteras no se identifica necesariamente con la opinión del autor y ésta no compromete a ninguna de las organizaciones con las que colabora.