Personas con discapacidad
Itxi Guerra, activista anticapacitista: “Lo 'diska' muestra dónde falla el capitalismo y cómo dinamitarlo”

En 'Ruptura y reparación de la máquina', esta referente del anticapacitismo argumenta la potencialidad política de la discapacidad y da pautas para convivir en un sistema discapacitante: “Las redes entre personas nos permiten vivir con la máquina rota”
Itxi Guerra 1
Itxi Guerra, activista anticapacitista.

Itxi Guerra (Madrid, 1998), la autodenominada “pesada del capacitismo”, vuelve a la carga con su segundo libro para cuestionar la obligación de “curar la discapacidad” y señalar la potencia política del movimiento anticapacitista. Ruptura y reparación de la máquina. Escritos desde un cuerpo lisiado (Trinchera, 2023) nace de juntar textos escritos por Itxi Guerra —“mi yo que es una señora que hace cosas y da charlas”, dice la autora— e Itxi, la “personita más vulnerable que mete la pata y es un manojo de nervios”. Aúna teoría y experiencia para una visión completa y personal del capacitismo, la opresión hacia las personas que no son plenamente funcionales para el sistema.

En su libro, argumenta a favor de no reparar la máquina —el cuerpo— “porque lo diska sirve para identificar aquello en lo que el capitalismo está fallando y lo que podemos usar para dinamitarlo”. Una de estas formas de atacar al sistema es aceptando la interdependencia, afirma la autora, y tejer redes entre personas y colectivos “que nos acerquen a la utopía”. A corto plazo y para las personas discapacitadas, Guerra propone abrazar la “pluma diska”: el “orgullo que hay en ser diska y no ver las condiciones como algo que da pena y debe ser escondido”.

Escribes “desde el cuerpo y sobre el cuerpo”. ¿Qué fue primero, que te dijeran que eras discapacitada o que tú te sintieras así?
Llevo a cuestas mi diagnóstico desde los dos años, así que desde que tengo memoria se me lee y asume diska. Siempre que tenía oportunidad de pedir un deseo, este era “no quiero ser coja” hasta los 18 años, que conocí el anticapacitismo y me politicé. Entender lo diska desde una perspectiva política cambió mi forma de concebirme, concebir el mundo y relacionarme con las personas. Fue ponerle nombre a la violencia que había sufrido sin ser capaz de mentarla.

Cuando digo que hablo desde el cuerpo y sobre el cuerpo es porque cuando escribí el libro anterior [Lucha contra el capacitismo. Anarquismo y capacitismo, (Imperdible, 2021)] sentía que hablaba desde mi vivencia, pero no desde mi propio cuerpo. Utilizaba lo académico como escudo: decía “esta es la teoría”, pero no dejaba ver cómo me afectaba esta violencia. En Ruptura y reparación de la máquina hay una parte de teoría, pero también dejo fluir una vulnerabilidad y fragilidad que me cuesta mucho sacar en escritos.

En mi familia, había cosas que se veían como cuidados que eran violencia: hablar de mi cuerpo como algo malo o que me manosearan en fisioterapia

¿Qué ha cambiado desde Lucha contra el capacitismo para esta diferencia en el tono?
Todo. El capacitismo que he vivido todos estos años me ha hecho tener esta obligación mental de ser fuerte, de levantarme cuando me caigo, de ponerle un escudo a mis emociones y decir “no quiero que me vean más diska de lo que soy” ―mazo capacitismo interiorizado―. Cuando empecé a tejer redes y vivir lo diska desde lo colectivo empecé a dejar salir un poco la vulnerabilidad. Me apetecía dejarla reflejada de alguna manera y esa es la diferencia entre Lucha contra el capacitismo y Ruptura y reparación de la máquina. En este último librito rompo con el escudo emocional porque ya no me veía sola ante el peligro, sino que éramos más gentecilla contra el peligro.

Le agradeces a tus abuelos y a tu madre por enseñarte a habitar la discapacidad, pero tienes sentimientos encontrados, dices en el libro.
Por un lado, nunca me faltó esa ternura y calorcito por parte de mis abus. Por otro, había una serie de cosas que se veían como cuidados que eran violencia: que se hablara de mi cuerpo siempre como algo malo que se debe curar y que me manosearan sin mi consentimiento en las consultas del fisioterapeuta… Asumía que me tenía que pasar, que era algo que le pasa a todo el mundo. No, a eso se le llama violencia capacitista y no tiene nada que ver conmigo, sino con un sistema violento. Darme cuenta de ello fue a la vez liberador y doloroso. Compartir lo que es el capacitismo o los sentimientos que me genera es difícil, sobre todo con gente del entorno o de la familia.

Mencionas la consulta del fisioterapeuta, ¿en qué más sitios encuentran capacitismo las personas discapacitadas en su día a día?
En absolutamente todos los sitios. Las propias ciudades son muy capacitistas porque están hechas para el trabajo y para trabajar. Todas las personas que no curran, ya sea porque son peques, porque son mayores o porque son diskas, no son parte de ellas de forma plena.

Por la vivencia que estoy teniendo estos meses tras mudarme al rural, la violencia se relaja un poco en pueblos chiquitos porque hay mucha peña mayor y las cosas están pensadas para personas que no funcionan de forma normativa. En las clases de pilates a las que va mi compi de casa, lo primero que hace el monitor es preguntar qué puedes y qué no puedes hacer para que todo el mundo sea capaz de participar en la actividad. En Madrid, por ejemplo, o vas a pilates normativo o a pilates accesible, pero no hay intención de que todo el mundo participe en todo.

Mi hipótesis es que el capacitismo se relaja más en lugares más pequeños porque no se piensa en cumplir requisitos de accesibilidad como algo abstracto, sino que la comunidad crea algo desde sus vivencias y para su propio disfrute. Si el 90 % son personas mayores y quieres que vengan a tu actividad tendrás que pensar en cómo hacer ese espacio accesible para sus capacidades.

Para escribir el libro necesitabas ordenar primero tu cuerpo, y luego tu cabeza. El cuerpo va primero y es central a lo largo del texto. Lo defines en el primer capítulo como “pura performance”, ¿qué quieres decir?
No suelo hacer separación cuerpo/mente, pero lo expreso así porque tenía que ordenar cómo me estaba sintiendo para luego ver cómo teorizarlo. Lo de la “pura performance” del cuerpo es porque nos inventamos qué es esto de vivir con un cuerpo. No hay una única forma, sino que todo es teatro y podemos jugar con ello. Para mí, ser diska conlleva una performance de cuerpo concreta que me gusta imaginar como jugar a travestirme, y entonces soy Itxi, o Itxi Guerra, o Itxi Warra, o Itxi Supertriste…

“No es que no haya que operarse, pero, si nos curamos, que sea para llevar a cabo la revolución”

¿Por qué hablas del cuerpo como “la máquina”? Y, la pregunta del millón, ¿por qué no reparar la máquina?, ¿es que no es deseable tener salud?
Hablo del cuerpo como máquina porque es lo que somos para el capitalismo: artefactos que sirven para ganar beneficios. La verdadera pregunta del millón es de qué nos sirve reparar la máquina. A mí, a nivel político, me renta no arreglar esta máquina porque lo diska sirve para identificar aquello en lo que el capitalismo está fallando y lo que podemos usar para dinamitarlo. Es lo que dice “amigues, el trabajo no está hecho para la vida”.

Con esto no quiero decir que no haya que operarse, medicarse o buscar diagnósticos si une quiere. Pero que no sea curarse para poder ser productive, sino que sea para mí, para poder sostener a mis amigues y para llevar a cabo la revolución que acabe con el capitalismo y el capacitismo. Vamos a no arreglar esta máquina, sino crear redes que nos permitan vivir con ella rota.

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Mencionas la “pluma diska” como forma de resistir sin reparar la máquina…
La pluma diska es el orgullo que hay en ser diska y no querer curarte, no ver nuestras condiciones como algo que da pena y que debe ser escondido. En mi caso, la pluma diska es no querer estirar mi brazo o ver la condición de forma positiva —una persona de mi entorno me dice “andas a ritmo de jota”—. Durante mucho tiempo de mi vida he querido dejar de ser coja, pero ahora me enorgullezco de que se note; no quiero esconderme más. Es algo muy complicado si no tienes una red que te sostenga, que es una de las cosas imprescindibles para no reparar la máquina: que haya peña con la que te apoyes y se asegure de que tengas las necesidades cubiertas.

Esa red te permite cargar contra la idea de independencia y autosuficiencia, ¿es esta una de las grandes enemigas? Y de quién, ¿de la gente discapacitada o también de la población no disca?
Es enemiga de todo el mundo. La independencia nos ha hecho mucho daño, nos ha hecho creer que la gente no necesita cuidaditos, que la gente puede apañárselas soles. El que se nos meta a fuego que hay que ser fuertes, valientes y no pedir ayuda supone que la gente que pregunta por apoyo se siente mal haciéndolo. Esta es una idea que en el rural a veces cae por su propio peso: tareas como atender el huerto o ir a hacer recados en coche son cosas que no siempre puedes hacer sole. O alguna persona cae enferma y nos organizamos para llevarle tápers y pasear a les perris.

No es nada fácil tanto para diskas como para no diskas aceptar que no podemos con todo, pero la interdependencia es otra forma de vivir la utopía, de buscar formas de organizarnos en el día a día que nos permitan caminar hacia la idea que tenemos de vivir en red.

En el camino hacia esta utopía quieres establecer alianzas con otros movimientos. ¿Qué confluencias ves más fáciles? ¿Con qué movimientos existen más puntos coincidentes y por qué?
Con absolutamente todos. A la peña racializada se le asumía como menos inteligente, a las mujeres se las leía como histéricas, a las personas gordas se las lee como enfermas y a la peña cuir se la psiquiatrizaba. El genocidio de Israel en Palestina no es solo asesinato, sino también discapacitación de las personas supervivientes. Además, todes nos hacemos mayores y necesitaremos adaptaciones y ayuda en algún momento.

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En vez de entender la interseccionalidad como “esta es mi lucha, esta es la tuya y confluimos en estos puntos concretos”, podemos verlo como “tenemos luchas separadas, pero vivimos violencias similares; veamos cómo unirnos”. Además, según empiezas a cuestionarte una opresión es fácil que veas cómo falla la norma en otras. En mi caso, cuando empecé a leerme desde lo diska como cuestión política, entendí que con mi condición no puedo cumplir la performance de ser mujer y me acabé leyendo como no binarie.

Hablas al final del libro del goce. Teniendo en cuenta el estigma, que a lo máximo que pueden aspirar muchas personas discapacitadas en su día a día es a la aceptación, ¿cómo consigues gozar de ser disca?
Arrejuntándome con peña diska. Se asume que lo diska da pena y no es disfrutable, así que es muy potente decir “soy diska y me lo disfruto”. Mi idea de utopía es crear sitios donde el disfrute sí esté presente, y eso no significa que no haya dolor: los malestares están, pero también el juego y el goce. Recuerdo una frase que tenía pintada en mi habitación que siempre me ha gustado: “Defendamos nuestra alegría, organicemos nuestra rabia”. A pesar de que todo es una mierda, confío en que nuestra organización como colectivo y el querer acabar con el capitalismo y el capacitismo nos sirva para tener mundos más vivibles y gozables.

En este sentido, estoy muy cansada de militancias muy serias y masculinas donde la gente no se lo pasa bien. En la solapa del libro puse una foto mía durmiendo porque puedo ser divertida sin perder la seriedad en lo que digo. Reclamo el ocio para la peña diska —nos echan porque se entiende que el ocio es un derecho que ganas con el trabajo— porque solo se nos permite si está relacionado con la curación: no nadas, haces aquagym; no vas a perrear a la discoteca, vas a un grupo de socialización. Nos merecemos gozar y perrear en la silla o echarnos la siesta sin que se nos llame vagues. Y si echar la siesta es de vagues, pues lo soy: ¡No quiero ser productiva, quiero pasármelo bien! ¡Abajo el trabajo, arriba el perreo!

No, el perreo también hasta abajo.

Eso, el perreo también hasta abajo. ¡El perreo hasta el suelo!

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ias86
22/7/2024 0:05

muy buen articulo :)

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