Movimientos sociales
Lola del Gallego: “Puedo ser lesbiana o bisexual para el Estado, pero en mi práctica desbordar las categorías”

En su libro ‘Resistencias locas y resistencias queer’, Lola del Gallego ofrece un ladrillo para construir un hogar loco-cuir, dos luchas con mucho en común.
Lola del Gallego
Lola del Gallego

60 páginas escritas desde la necesidad y desde el impulso de que lo que nace en la academia no se quede en un cajón. Resistencias locas y resistencias queer. Un encuentro en la subjetividad para la práctica política (Imperdible, 2021) es eso.

Lola del Gallego concibió este texto originalmente como Trabajo de Fin de Grado para la carrera de Filosofía Política y Economía. Quería hablar de lo que le atravesaba en ese momento: “movidas de salud mental” y su identificación como bollera. Así que habla de lo loco y de lo queer. Este último término así, con la grafía anglosajona, para que no se pierda su origen como insulto.

Este es un libro repleto de conceptos filosóficos, de referencias a Foucault y a Butler, que aspira a acercar a esas personas que, como ella, necesitan cierto corpus teórico para orientar su práctica política. Una práctica basada en la alianza que del Gallego llama “loco-queer”.

Suelo utilizar como equivalentes “cuir” y “LGTBIAQ+”, pero por tu libro me da la impresión de que tal vez lo estoy haciendo mal.
Hay diferentes maneras de interpretar esas palabras. Yo lo he utilizado de forma diferenciada en el texto porque, en este trabajo, identifico lo LGTBIAQ+ con una interpretación de que las identidades son estables y homogéneas, ligadas a una esencia.

En contraposición, lo queer explica que todo lo que vivimos como identitario, al ser una construcción, no tiene por qué ser estable a lo largo de nuestras vidas. Me parece una manera más flexible para reconocerme hoy como persona no binaria, haberme estado leyendo como bollera en el pasado y quizá leerme mañana diferente sin haberme equivocado en ningún momento.

Un poco en contra del born this way, ¿no?
Sí, justo eso [ríe]. En contra del born this way [nacer así] y del die this way [morir así]. 

Pero, a la hora de legislar para igualar derechos, hay que definir y delimitar. ¿Cómo se puede hacer eso con la etiqueta cuir, que huye de la definición estanca?
Lo queer no tiene por qué ser el nombre con el que todes nos llamemos, sino más bien una práctica política. Dentro de ello, cada une se puede entender dentro de categorías como lesbiana o trans. Y hacer uso de estas palabras, que son las que nos codifican legalmente.

Precisamente, lo interesante de lo queer es que desborda las etiquetas. Quiero decir, yo puedo ser lesbiana o bisexual a ojos del Estado para que me codifique así en sus políticas, pero en mi práctica puedo desbordar esas categorías.

¿Sería, entonces, lo cuir un subtipo de lo LGTBIAQ+?
Sí y no. Hay personas que consideran su identidad como queer y punto. Y hay quienes se leen ahí pero también toman otras palabras como gay, marica, bollera, trans o travesti.

Lo interesante de lo queer es que valida vivencias que en lo LGTBIAQ+ a veces no entran. Por ejemplo, ser marica o bollera más allá de la orientación y hacerlo identidad

Lo interesante de lo queer es eso: que valida como subjetividades antinormativas legítimas cosas que en lo LGTBIAQ+ a veces no entra. Por ejemplo, ser marica o bollera más allá de la orientación y hacerlo identidad.

Entrecomillas “salud mental” y hablas de locura. ¿Por qué es esto y cómo podemos nombrar o nombrarnos loques siendo un término tan profano y esquivo?
Cuando hablamos de una persona loca o nos reconocemos como loques, a veces tiene que ver con que nuestra salud mental está resentida en ese momento. Pero también podría ser que mi funcionamiento emocional o social no encaja con la norma y con cómo se espera que nos comportemos.

Lo loco tiene paralelismos con las reivindicaciones LGTBIAQ+: reclama orgullo por algo que supuestamente debería ser vergonzoso

Una persona loca es la que se entiende como tal. Veo paralelismos con las reivindicaciones LGTBIAQ+: reclamar orgullo por algo que supuestamente debería ser vergonzoso.

Hablas de la psiquiatría como la contracara de la cárcel. ¿Cómo llega la norma donde no llega la Ley?
La práctica psiquiátrica complementa a la cárcel porque reconduce o expulsa a quienes no cumplen con una figura modelo de comportamiento, pero no lo hacen porque sean delincuentes.

En este caso, es por ser personas antinormativas, que van contra la norma social. Quien asoma un poquito las patas del tiesto, como diríamos en Asturias.

Por lo que escribes, diría que aquí ves paralelismos con lo cuir.
La psiquiatría, junto con otras ramas de la medicina, son las disciplinas que crean las etiquetas que después hemos utilizado para nombrarnos, como homosexual, bisexual o transexual.

Los nombres de las identidades queer nacen como enfermedad mental. Distanciarnos de eso pasa por oponerse a la patologización, pero debemos tener una mirada crítica hacia los diagnósticos en general, no solo a los relacionados con nuestra orientación o identidad

Entonces, los términos con los que calificamos las identidades queer nacen como enfermedad mental. Distanciarnos de esa condición de enfermes mentales pasa por oponerse a la patologización, pero no se suele hacer desde un lugar crítico con todo tipo de categorización como trastorno, sino solo con la que tiene que ver con nuestra orientación e identidad de género.

Debemos tener una mirada crítica hacia los diagnósticos en general y hacia la psiquiatría como disciplina que patologiza cosas que no tienen que ver con lo enfermo, sino con lo inmoral o lo antinormativo.

En el siglo XIX se empieza a hablar de una degeneración que las personas consideradas desviadas transmitirían a su descendencia. ¿Crees que siguen esta estela actos como Meloni impidiendo la filiación a madres bibolleras no gestantes o declaraciones de Vox contra la adopción por parte de parejas del mismo género?
Sí, aunque no tiene que ver tanto con un sesgo biologicista sino con expulsarnos de la viabilidad social, blindar valores conservadores, evitar nuestra visibilidad y que accedamos a vidas más inteligibles.

¿“Vidas inteligibles”?
Es un concepto de Judith Butler que explica que lo antinormativo no se entiende por parte de la sociedad. No lo puedo comprender ni apresar por mi lenguaje o mi esquema de comprensión de la realidad.

Hay muches teóriques, entre elles yo, que piensan que esto puede ser algo positivo. Te permite no entrar en los juegos del Estado y del neoliberalismo. Aunque también tiene una contracara: ponernos más fácilmente en peligro, no tener garantizados nuestros derechos o no poder participar de situaciones sociales como la familia o la maternidad o paternidad.

Veo muy clara la parte negativa, pero no tanto la positiva…
Hay puntos de fuga muy interesantes. Por ejemplo, no acceder a la familia nuclear porque no lo deseas, y vivir de otra manera con tus amigues o amantes.

Es cierto que tiene un punto de resistencia y que sí o sí debe tener una dimensión comunitaria, porque, si no, solamente te precariza y te hace vulnerable. Pero, cuando se tejen redes, se pueden generar grandes comunidades en resistencia contra la manera de organizar la vida de los Estados neoliberales.

Esto de la comunidad me recuerda al prólogo de Itxi Guerra, que dice que este libro es un ladrillo para construir un hogar loco-cuir. ¿Cómo se crea?
¡Qué difícil! Es muy importante juntarse, encontrarse, escuchar voces que no sean la nuestra, pero que tengan puntos de alianza.

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Para mí, esto pasa por tratar de sostener la vida en la ciudad de Madrid de manera conjunta con mis otras cuatro compis de casa, con mi red de vecines, con mis compañeres de militancia… Son lugares donde yo puedo existir y ser inteligible, pero dentro de unas lógicas queer donde yo puedo ser neurodivergente, loca, etc., sin exponerme a violencias.

Pensaba que me ibas a dar una respuesta más hacia lo individual y tenía apuntado aquí “volviendo a lo colectivo”, pero nunca sales de ahí. Lo borro. Ahora, dices que quieres sacar de la academia este libro, originalmente un TFG, para armar a las luchas.
Los movimientos sociales se arman en su práctica muchísimo más que por llegar a libros. Este librillo no sería nada sin mirar a los movimientos sociales y no quisiera yo iluminar a nadie porque esto viene de que me iluminen a mí.

Ahora bien, a mí me sirvió hacer esta intersección entre lo loco y lo queer porque no encontraba recursos teóricos sobre ella. Yo soy una persona muy teórica, a la que le sirve bastante entenderse a través de lo discursivo. Entonces, para mí esto siempre fue una herramienta de lucha para estar después en la práctica militante.

La teoría tiene una parte muy práctica. Entonces, pensé que la existencia de este libro podría servir a otres para entenderse o para enfocar su práctica.

Sobre el tema principal del libro: la alianza loco-cuir: ¿cómo incluimos lo cuir en lo loco y lo loco en lo cuir?
Lo queer en lo loco está más presente. Se tiene muy en cuenta de qué manera cualquier violencia estructural repercute en la posible psiquiatrización de la peña y en el sufrimiento. Además, los orgullos locos van ya de por sí en contra de la normalización, y eso es algo muy queer.

En el lado queer, es importante estar atentes a la patologización en general. Ver a les loques no como peña necesariamente psiquiatrizable o que se pueda explicar a través de la etiqueta que les hayan dado.

Sobre todo, poner la mirada en las luchas locas que enuncian esto mejor que yo, que son quienes están produciendo ese discurso y orientando esa práctica. Estar al tanto de lo que dicen les compis loques y las pautas que van dando. Andar al loro.

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