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Derechos Humanos
Irma Velásquez: “En un país en posguerra las partes siempre van a estar en pelea por la memoria”
La experta en pueblos indígenas Irma Alicia Velásquez Nimatuj fue la encargada del peritaje en el caso Sepur Zarco, un hito en la batalla por la memoria de Guatemala.
La guatemalteca Irma Alicia Velásquez Nimatuj es doctora y máster en Antropología Social por la Universidad de Texas (Austin) y licenciada en periodismo por la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Experta en pueblos indígenas, fue la encargada del peritaje en el caso Sepur Zarco, un hito en la batalla por la memoria de Guatemala por varios motivos.
En primer lugar, fue el primer caso de violencia sexual relacionada con el conflicto impugnado en virtud del código penal de Guatemala. Además, por primera vez un tribunal nacional en cualquier parte del mundo se pronuncia sobre acusaciones de esclavitud sexual durante un conflicto armado, que es un delito tipificado por el derecho internacional.
En la sentencia pionera, el tribunal guatemalteco señaló que la violencia sexual contra once indígenas maya quechí formó parte de una estrategia deliberada por parte del ejército de Guatemala y condenó a dos militares.
A pocos días del 8 de Marzo, ¿dirías que el feminismo es hoy un agente que puede cambiarlo todo?
Las mujeres son fundamentales. Quizá la diferencia en Guatemala es que las mujeres indígenas somos la mayoría, y las mujeres indígenas son críticas con el feminismo blanco y clásico, o más oficial. Porque realmente el feminismo desde esa perspectiva no ve a las mujeres indígenas con ojos de aceptar la crítica que estas mujeres hacen al feminismo.
Quizá por eso no hemos visto esas manifestaciones en Guatemala, porque las mujeres indígenas participan pero no desbordan, porque tiene límites. Tienen límites con el hasta dónde tienen en común algunas coincidencia pero también están claras en qué aspectos son totalmente distintas.
¿Es una asignatura pendiente la de integrar el elemento de la raza en el feminismo?
Diría que la asignatura es de las mujeres blancas el tratar de comprender la postura, las luchas y demandas de las mujeres indígenas. El feminismo lo que quiere es que las mujeres indígenas vengan y acepten sus planteamientos, y eso es muy difícil. En América Latina vemos que no todas las mujeres indígenas se identifican como feministas y tienen una crítica a ese feminismo que no ve la opresión racial como una de las opresiones fundamentales, ligadas sobre todo al tema del territorio.
El tema del territorio traspasa el posicionamiento de las mujeres indígenas. Nosotras nos vemos como parte de la madre tierra, y la madre tierra tiene relación con los alimentos, el espacio en el que vivimos, donde reproducimos nuestras cultura, donde estuvieron nuestros padres y abuelos. Tiene una conexión histórica, futura y una relación fuerte con el oponernos al extractivismo que está de moda en América Latina desde países europeos, y desde EE UU y canadá, que ven América como la posibilidad de seguir extrayendo los recursos que posee.
Esa extracción no es nueva, es parte de colonialismo: la colonialidad española ya nos mostró cómo fueron capaces de extraer todo el oro que pudieron. Hoy vemos esa nueva colonialidad, y ahí las mujeres indígenas tenemos una voz muy fuerte. No queremos la destrucción de nuestros territorios, a la madre tierra no la destruyes, la vas a cuidar.
El colonialismo español fue un esclavismo impresionante del que nuestros países no se libraron hasta hace poco. Bolivia lo logra cuando llega Evo Morales. En Guatemala estamos con toda la problemática. En México, el levantamiento zapatista tiene relación con ese extractivismo que deja a los indígenas sin nada. Y ahí ves a las mujeres zapatistas con posicionamientos muy claros.
En Guatemala vemos una enorme cantidad de mujeres indígenas defendiendo los territorios: tenemos 1.200 conflictos por problemas de extractivismo, en un país de 108.000 kilómetros cuadrados. Y todas las empresas son canadienses, estadounidenses, españolas, alemanas… La presión sobre nuestros territorios es impresionante, es un conflicto fuerte y las mujeres están en primera línea.
Guatemala es un espacio perfecto para ver cómo las mujeres indígenas, pobres, rurales, analfabetas, monolingües, agricultoras quedaron realmente desoladas por las masacres del Estado
Estos días en el curso que organiza la asociación Mujeres de Guatemala en La Casa Encendida hablas del feminicidio y la racialización del cuerpo de las mujeres. ¿Qué ocurre cuando al feminicidio se le suma la cuestión racial?
El resultado es lo que tenemos en Guatemala y otros pueblos indígenas en América Latina. Vemos poblaciones que quedaron al frente de mujeres porque los hombres fueron asesinadas, masacrados, torturados o desaparecidos, poblaciones que han sacado adelante durante 35 años procesos por justicia, por reparación, por conocer la verdad en condiciones adversas porque es un sistema de justicia que no tiene relación con el sistema de ellas.
Es un sistema que no corresponde con su lógica, el idioma que se usa no es el suyo, y además tiene en contra de ellas una cantidad de jueces y juezas que no son sensibles a la realidad de los pueblos indígenas. Se va con todas las de perder, pero a pesar de ello son mujeres que no han dejado de luchar. Guatemala es un espacio perfecto para poder ver cómo las mujeres indígenas, pobres, rurales, analfabetas, monolingües, agricultoras quedaron realmente desoladas por las masacres que el Estado cometió en contra de sus pueblos, de sus hijos, de sus padres.
En ese contexto, un grupo de mujeres consigue pasado un tiempo levantar la voz y acude a pedir justicia en el año 2009. Son las “abuelas de Sepur Zarco”, que denuncian los crímenes de lesa humanidad de los que fueron víctimas entre 1982 y 1989. ¿Cómo se consigue que esas mujeres vayan a pedir justicia a este sistema que es hostil para ellas?
Esa fuerza la encontraron desde el mismo momento en que el ejército se va de su comunidad. En ejército llega a Sepur Zarco en 1982. Guatemala está viviendo un conflicto armado, y este conflicto armado se concentra en la región de occidente. Pese a que ellas viven en el oriente, donde no está la guerrilla, el ejército instala seis campamentos en esta región.
Cuando esta investigación avanza, nos damos cuenta de que son los finqueros están a su alrededor los que invitan al ejército, porque quieren controlar la tierra que esta comunidad indígena posee, y una forma de controlarlo es aniquilando a quienes están haciendo todo el trabajo de gestión de la tierra y usando los Tribunales Agrarios. Lo que hacen es que llega el ejército y acaba con todos los hombres, y empieza el proceso de violencia sexual.
Después de que se instalan, empieza el proceso de poner a las mujeres a obligarlas a prestar lo que ellos llamaban servicios para el ejército, que implicaba ser las esclavas sexuales, las que hacían la comida. Esto se da durante seis años. Cuando terminan los seis años, de 1982 a 1988, entonces las mujeres empiezan a buscar a sus familiares. No es que tuvo que pasar tiempo, y no fue solo para Seur Zarzo, fue en todas las comunidades indígenas.
En el momento en el que se va el ejército, ellas empiezan a buscar a sus familiares; pero nadie las escuchaba porque eran mujeres indias
Buscaban, es una necesidad humana saber qué pasó con tu papá, con tu esposo, con tus hijos. Tenían la esperanza de que los iban a encontrar vivos. Empezaron de manera local, luego regional, y finalmente nacional. El problema es que nadie las escuchaba porque eran mujeres indias. No es que esperaran a tener un espacio en el cual pudieran hablar, es que nadie las escuchaba.
Finalmente, logran encontrar apoyo a través de varias organizaciones y, ya con una estrategia muy bien planteada, se empieza a empujar este proceso hasta llevarlo hasta el juicio, que es histórica, en 2016. La primera declaración, las mujeres no la hacen frente al juez, sino en un espacio separado, por el temor que tenían. Las mujeres se quitan sus trajes cuando van a los tribunales, porque tienen temor. Hablan quiché. Varias de las intérpretes eran niñas que sobrevivieron estas atrocidades, y que luego fueron a la escuela y al ser bilingües se convirtieron en intérpretes.
Guatemala no sabía qué era Sepur Zarco, como hoy no saben de muchas comunidades más. La capital vive en su burbuja y piensa que lo importante solo ocurren en la capital. Fuera, no importa nada. En 2011 se empieza a escuchar sobre Sepur Zarco, y el juicio logró sensibilizar sobre todo a gente joven.
Algo que fue fundamental fue el trabajo de la prensa internacional porque, cuando empieza a cubrir esto, a la prensa nacional no le queda más que cubrirlo. Esto es fundamental. Entonces se sabía más fuera que dentro.
Durante tres años me enfoqué en tratar de entender vida por vida, quería entender cómo habían logrado sobrevivir, pero también qué perdieron durante este conflicto, como mujeres quekchí
Yo no puede estar en el juicio, yo era perito y solo entré al peritaje, pero trabajé con ellas durante tres años. Construí un peritaje no en dos semanas, ni en tres semanas, ni en un mes. Durante tres años me enfoqué en tratar de entender vida por vida. Cada vida era distinta a pesar de que tenía elementos comunes. Quería entender cómo habían logrado sobrevivir, pero también qué perdieron durante este conflicto, como mujeres quekchí.
Leer: “El inicio del fin del patriarcado está mostrando un patriarcado furibundo”
Fue una experiencia fuerte, dolorosa, porque veía en cada mujer a mi madre, a mis hermanas mayores, abuelas. Al tiempo que ser mujer indígena te permite una interpretación más amplia, también te duele más. El peritaje fue una de las grandes lecciones de mi vida, de la fuerza que tienen las mujeres, la valentía, y de que no son víctimas perpetuas, son víctimas en ese momento. Pero se despojan de eso y continúan.
¿Qué fue lo más complicado?
Al principio, lo más difícil fue crear niveles de confianza con ellas. Aunque yo soy indígena también, vengo de otra región, no hablo el idioma de ellas. Se trataba de conseguir que no me vieran como una perita sino como una hermana, y como una mujer menor que ellas: ellas son mayores y yo tengo que respetarlas. Y tengo que trabajar de una manera respetuoso y siguiendo los patrones de lo que hay en el mundo maya. Esos patrones tienen que ver con que ellas tienen el poder en la entrevista, en el trabajo, ellas toman decisiones y si ellas sentían que era muy duro reconstruir sus vidas, íbamos a parar, y todo iba a ser revisado por ellas. Bajo esas reglas fue mucho más fácil crear esos lazos de conexión.
El día que me tocó declarar ante los tribunales, yo estaba afuera de Guatemala, fui a declarar y salí inmediatamente por mi seguridad. Ese día almorcé con ellas y les dije, qué quieres que diga. Y ellas dijeron: tú ya sabes, ve y di lo que hemos trabajado.
Los militares están peleando por que en la memoria del país no quede escrita todas las atrocidades que ellos cometieron
Ese juicio se ganó y se condenó a dos militares. ¿Es esta sentencia una piedra en la reconstrucción de la memoria de Guatemala?
En Guatemala tenemos varias luchas. Una de ellas es la lucha por la memoria. Quién escribe la memoria es una de las luchas, porque somos un país de posguerra. Y en un país en posguerra las partes siempre van a estar en pelea por la memoria. Los militares están peleando por que en la memoria del país no quede escrita todas las atrocidades que ellos cometieron.
Y los pueblos mayas están peleando porque en la memoria nacional quede escrito, con toda la complejidad, las atrocidades que se cometieron. Y en medio hay otros actores: el Estado, el Gobierno de esos momentos tampoco quiere que quede la memoria así, y es una lucha impresionante que diría que ha dividido colegas, amigos.
Tengo amigos a los que jamás volví a hablar a raíz de nuestros posicionamientos frente a esto. Y así ves cómo la guerra divide antes, durante y después. Esa pelea por la memoria es también por la educación: cómo va a quedar escrito en la currícula y cómo se va a enseñar, cómo va a quedar o no registrado en comunidades.
Diría que es un momento hermoso en nuestro país, por muy doloroso que sea, porque Guatemala ha vivido múltiples genocidios, y este es el primero que se lleva a tribunales, y el primero en el que la memoria juega un papel fundamental. Tenemos los otros genocidios como parte de nuestra memoria social, pero no los tenemos documentados dentro de la historia del país, porque no hubo oportunidad de hacerlo por los procesos de represión, por las condiciones en las que vivíamos, por las leyes.
Pero ahora veo un cambio profundo. Mis abuelos no fueron a estudiar, mi madre solo fue un año a la escuela, no pudo ir a estudiar con su traje... Hoy, hay escuelas completas donde las niñas están con su corte, con su huipil, y hablando su idioma. Yo no pude hacer eso. Y hoy tenemos un espacio público, tenemos un voz, hemos llevado 18 anteproyectos de ley al Congreso de la República…. ninguno ha sido aprobado pero no importa, lo estamos haciendo y llevamos proyectos de calidad, que tienen que ver con ampliación de educación bilingüe, con el derecho a la consulta de los pueblos indígenas, con que se legisle sobre el racismo. Hemos hecho trabajo y el estado no puede decir que los pueblos indígenas somos una carga. Soy maya quiché, soy parte del pueblo de Guatemala y siento un responsabilidad con estos procesos, y he acompañado los que he podido.
Esta tarde reflexionas con Karina Bidaseca y Mercedes Hernández sobre feminicidio en una mesa redonda. ¿Qué tres autoras dirías que son imprescindible para comprender el feminicidio?
Para entender el feminicidio de Guatemala, especialmente desde el mundo indígena, hay que leer a Aura Cumes. Y hay que leer a Emma Chirix, también cakchiquel, que también ha hecho y análisis muy fuerte desde la sexualidad También a Gladys Tzul Tzul, que es quiché, y ha hecho un trabajo desde la opresión de las mujeres conectada con toda la comunidad y cómo la comunidad es un factor importante para liberar o para oprimir a las mujeres.
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Felicitaciones Irma Alicia, gracias por profundizar el tema y por su gran aporte en la investigación, es 7n gran triunfo y logró, queda como parte del desenlace de la fatal historia.
Gracias Irma Allicia Veláquez Nimatuj, por mirar al sol de frente y aportar al desenmascaramiento de la opresión en la lucha contra la amnesia histórica. Nuevamente GRACIAS.
Excelente Irma Alicia, es un orgullo para nuestro país esta mujer brillante y valiente.