Opinión
            
            
           
           
           
           
No se puede matar el covid-19 a martillazos
           
        
        En  este texto voy a referirme a los nuevos datos sobre la evolución de  la pandemia referidos a la letalidad, a los mecanismos de  transmisión, y a las fuentes de contagio. Analizaré también la  evolución de los resultados de las medidas tomadas, especialmente  del confinamiento domiciliario.
En  la polémica sobre las medidas ante la pandemia, quienes discrepamos  del confinamiento domiciliario, impuesto por la fuerza policial y por  las legislaciones especiales, nadamos a contracorriente. Hasta una  figura como  John Ioannidis, referencia  mundial en epidemiología y Salud Pública, se ha visto atacada por  sus opiniones contrarias a las medidas drásticas (lo cual, sin  embargo, no  le ha llevado a retractarse).  Las argumentaciones de Emanuele Cozzo y Luce Prignano en su replica No  hay danza sin martillo tienen ese tono de acoso a los discrepantes, con exabruptos en los  primeros párrafos dirigidos a deslegitimar mis opiniones. El viejo  “descalifica que algo queda”.
En este texto voy a referirme a los nuevos datos sobre la evolución de la pandemia referidos a la letalidad, a los mecanismos de transmisión, y a las fuentes de contagio. Analizaré también la evolución de los resultados de las medidas tomadas, especialmente del confinamiento domiciliario. Respecto a la acusación de malinterpretar groseramente algunos estudios, lo que me convertiría en científicamente insolvente, solo señalaré que han sido considerados relevantes por el Europan Journal of Clinical Investigación. Por lo tanto, quisiera señalar que las dudas sobre la efectividad del confinamiento (en adelante arresto domiciliario) forman parte de una discusión legitima y que, quienes no compartimos esa y otras medidas, somos discrepantes, no insolventes.
la letalidad del virus más allá de los viajes marítimos
Emanuele Cozzo y Luce Prignano afirman que estimo la letalidad del virus en un 0,12% y lo catalogan como “bulo científico al nivel del terraplanismo”. En Confinamiento total: un golpe brutal e injustificado escribí, textualmente: “No he infravalorado la letalidad del virus. Sí que opino que hasta no tener un denominador fiable (número de infectados), las estimaciones son especulativas. En los últimos días hay, incluso, estimaciones de la letalidad a la baja”. Me estaba refiriendo a que la tasa que ofrecieron relativa al crucero Diamond Princess (1,3%), no debía tomarse como la letalidad del virus en la población norteamericana, dado que supondría una letalidad del 0,12% (con un intervalo de confianza entre 0,02% y 0,62%).
Propusieron  el ejemplo del crucero en una replica previa para defender la alta  letalidad del virus. Ahora alegan que no es relevante y, en cambio,  se centran en Bergamo (Italia) donde habría  fallecido el 0,4% de la población. No conozco en detalle el caso de  esa ciudad lombarda, y no lo voy a abordar por una cuestión de  economía del tiempo, no vaya a ser que más adelante tengamos que  desecharlo. No obstante, un factor que podría haber incidido en la  alta mortalidad, sin descartar que el propio arresto domiciliario  haya podido ser negativo, es que, pocos días antes de la explosión  de la pandemia en la zona, y cuando el virus se estaba difundiendo,  un tercio de la población de la ciudad estuvo celebrando la victoria  en un partido de fútbol, se supone que a la manera apasionada y  efusiva típica de los tiffosi italianos. Ello pudo suponer  numerosos contagios con altas cargas virales. Pero, como digo, no  tengo elementos para analizar la especial virulencia del virus en esa  ciudad.
Tampoco  me voy a detener en la gravedad de la incidencia entre la población  afroamericana estadounidense de edad media. No obstante, me parece  osado afirmar que la causa principal es el mayor número de contagios  debido a que no pueden confinarse porque sus empleos se lo impiden...  sin aportar datos y sin incorporar, por ejemplo, la  mayor frecuencia de otras patologías en esa población. Está  fuera de discusión que sobrepatología tiene una repercusión  importante en la letalidad del virus. En nuestro país, al menos el  95% de los fallecidos tenía una enfermedad previa, y el 86% era,  además, mayor de 70 años.
Está fuera de discusión que sobrepatología tiene una repercusión importante en la letalidad del virus. En nuestro país, al menos el 95% de los fallecidos tenía una enfermedad previa, y el 86% era, además, mayor de 70 años
En  todo caso, reconozco que hay grandes —y a primera vista  inexplicables— diferencias en la mortalidad entre unos lugares y  otros. Hasta que no sepamos el número de infectados no podremos  tener una estimación fiable de la letalidad del virus. En el condado  de Santa Clara (California, EE UU) se  ha hecho un estudio  de seroprevalencia de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 que estima  entre 48.000 y 81.000 las personas infectadas, es decir entre 50 y 85  veces la cantidad de casos confirmados, y quedando la letalidad  reducida a cifras muy bajas (0,17%). Otros trabajos estiman la tasa  de mortalidad por infectado mediante estudios de seroprevalencia de  anticuerpos en diversos grupos de población, como  el realizado en  Guilan  (Irán),  y hablan de una prevalencia del 33% y de una tasa de mortalidad de  0,08-0,12%. Unestudio  danés,  llevado a cabo entre personas menores de 69 años y sin patología  previa, ha calculado una tasa de letalidad en esa población del  0,08%.  La  estimación de la tasa de letalidad de Gangelt (Alemania), tuvo  que ser recalculada  cuando se encontró, en una muestra representativa de la población,  que un 14% de las personas tenían anticuerpos frente al 2% previo de  casos con PCR. Otros análisis no calculan la tasa de letalidad  pero ofrecen  una prevalencia de la infección mucho más alta que la de los casos  confirmados, lo cual disminuiría las tasas de letalidad estimadas.  Así sucede con  un estudio  de una muestra representativa en Suiza y con un estudio sistemático  de muestras de sangre en Kobe (Japon)  que  encontró una prevalencia del 3,3%, entre 506 y 1.013 veces los casos  diagnosticados.  Incluso  en Madrid, un  estudio  en el Hospital 12 de octubre,  que cubrió a un tercio de sus trabajadores, ha establecido una tasa  de infectados del 11,6%, lo cual podría representar una estimación  de la circulación del SARS-CoV-2 en la ciudad, y obligaría a  replantearse la virulencia y las medidas a adoptar. A parecidas  conclusiones nos llevarían los resultados de seroprevalencia (5,47%)  en la población de Equipo de Atención Primaria de Sardenya  (Barcelona).
Insisto en que no defendiendo ninguna tasa concreta de letalidad. Y creo que hay que tomar con la debida cautela datos como que uno de cada ocho hombres y una de cada tres mujeres positivos son sanitarios, así como que la mortalidad es del 0,3% entre los hombres y del 0,1% entre las mujeres. Ahora mismo, son cifras revisables, tanto al alza, dado que pueden sumarse nuevas muertes en fechas venideras, como a la baja, si crece el número de infectados con la generalización de los test.
¿modelos matemáticos o estudios epidemiológicos?
Los autores de “El martillo y la danza” asumen que el arresto domiciliario no tenía justificación cuando dicen: “Hay que reconocer que antes de esta pandemia, no había evidencias de que una cuarentena masiva como la que vivimos fuese a tener efecto sobre la velocidad de propagación de los brotes” Es decir, admiten que se ha impuesto una medida con un inmenso costo económico social y sanitario sin evidencias que respaldaran su efectividad. Y añaden que, a posteriori, contamos con las evidencias que aporta un trabajo basado en un modelo matemático que lo respalda en el área metropolitana de París. Sin detenerme en críticas concretas al artículo, quiero señalar que los estudios basados en la modelización matemática deben ser tomados con mucha cautela cuando se trata de nuevas epidemias y que de ningún modo pueden sustituir a la epidemiología de campo.
Se ha impuesto una medida con un inmenso costo económico social y sanitario sin evidencias que respaldaran su efectividad
En  matemáticas, modelizar es intentar seleccionar los aspectos  significativamente importantes de una situación real  para  comprender su dinámica evolutiva.  El modelo constituye una simplificación que ni puede captar toda la  realidad, ni incluye todas las variables potencialmente involucradas.  Esta simplificación puede perder toda validez (1) si los datos que  se utilizan son estimaciones, (2)  si se asumen tomando como referencia la evolución de la pandemia en  otros lugares (en este caso China), o (3) si están basados en  estimaciones  no comprobadas  (como que la población inmune se sitúa entre 1-6%). Tampoco los  modelos acostumbran a tomar en consideración los cambios que puedan  producirse a lo largo del tiempo en la evolución de la enfermedad  (mutaciones del virus durante la transmisión, infectividad y  virulencia variables en función de las horas de sol o de la  variación de la temperatura).
Es  más, cuando se trata de modelos que evalúan los efectos de las  medidas de distanciamiento social, serían necesarias estimaciones de  las diferencias en el número y tipo de contacto social (social  mixing)  de los diferentes grupos de la población. Pero dichas estimaciones  se hacen de forma aproximada —y discutible—  recurriendo  de nuevo a simplificaciones y homogenizaciones de la heterogeneidad  real. También son estimaciones aproximativas el periodo  y nivel de de contagiosidad  de las personas infectadas. Por lo tanto, y en resumen,  esos  modelos tienden a homogeneizar el riesgo de los contactos en base a  promedios que no captan con precisión el nivel de riesgo de unos  contactos y otros. Al final, se centran en disminuir el número  global de contactos sin considerar específicamente aquellos con  mayor riesgo. Y pierden de vista fenómenos tan importantes como los  superpropagadores: eventos, lugares y  personas  especialmente transmisoras.  En  el caso de nuestro país, casi dos terceras partes de las muertes se  han producido en las residencias de mayores. Si se hubiera controlado  en contagio en esos espacios, habría cambiado todo el panorama de la  infección, sin necesidad de arrestos domiciliarios generalizados.  Respecto a la otra fuente esencial de contagio, los servicios  sanitarios, y al igual que en las residencias de mayores, el arresto  domiciliario masivo ha tenido un efecto directo muy escaso.
Casi dos terceras partes de las muertes se han producido en las residencias de mayores. Si se hubiera controlado en contagio en esos espacios, habría cambiado todo el panorama de la infección, sin necesidad de arrestos domiciliarios generalizados
Pero  es que, además, esos modelos presuponen que los efectos de las  medidas de distanciamiento personal son  las mismas en todos los lugares.  El texto citado por Emanuele Cozzo y Luce Prignano serviría, en todo caso, para recomendar medidas de arresto  domiciliario en la Región de Île-de-France, y ello sin entrar a  valorar el coste en términos económicos, sociales, psicológicos y  sanitarios. Pero  no  implica que tenga el mismo nivel de utilidad en, por ejemplo, El  Hierro o La Graciosa de las Islas Canarias, donde lo han padecido  durante semanas siendo nula la incidencia de la enfermedad.
Finalmente, la mayoría de los modelos aplicados a la epidemia han priorizado evitar la saturación de las UCI, calculando el número de infectados que necesitarían ese recurso. Este punto de partida es también objeto de debate, dado que que hay quienes señalan que el recurso a la ventilación mecánica (elemento clave para el ingreso en la UCI) no debería ser tan frecuente.
la teoría y la REALIDAD de los arrestos domiciliarios
Todas las justificaciones se basan en argumentos que son, como poco, enrevesados y, por lo tanto, difíciles de comprobar. En la mayoría de los casos no es debido al riesgo que corren las personas (como con el Ébola) sino porque, una vez contagiadas, podrían transmitir la enfermedad a otras personas más débiles. La posibilidad de contagio, sin embargo, depende de muchas circunstancias y es muy variable. Por ejemplo, podría tener mayor importancia en ese 8% de hogares de nuestro país en los que conviven ancianos y personas más jóvenes. También se están impidiendo actividades que tienen un riesgo inexistente o muy bajo. No se están cerrando parques o se está prohibiendo ir al monte por su riesgo, sino porque son actividades difíciles de controlar policialmente.
No se están cerrando parques o se está prohibiendo ir al monte por su riesgo, sino porque son actividades difíciles de controlar policialmente
Por  todo ello, no deberían aplicarse medidas efectivas sin saber dónde  y cómo se infectan los individuos (categoría del contacto social,  contexto y fuentes transmisoras especificas). Sabemos ya que los  contagiosse  producen, de forma muy predominante, en  ambientes cerrados, y en contactos estrechos no casuales ni  esporádicos, aunque puedan llegar a darse en reuniones ocasionales o  eventos multitudinarios.
Pero  no todos los contactos sociales de un tipo determinado (laboral,  social, educativo, familiar, recreación) tienen el mismo riesgo, así  que hay que concentrarse en aquellos de riesgo más alto. Incluso a  nivel laboral,  existe  un riesgo muy diferente en función del puesto de trabajo. No es lo  mismo trabajar en cadena, y en contacto con otros trabajadores, que  en una maquina en la que la pieza se desplaza. Una cosa es la  actividad industrial, y otra el sector servicios bancarios o el  trabajo administrativo. Todo ello hace que sea difícil comparar las  grandes medidas con las medidas selectivas (por ejemplo, acudir al  trabajo pero no mantener reuniones: en mi experiencia personal he  visto muchos pacientes cuya fuente probable de contagio han sido las  reuniones laborales).
En  nuestro país, insisto, los centros sanitarios y las residencias de  ancianos han sido los dos focos nucleares de la infección, con un  impacto terrible en número de casos y enfermos. Las medidas  especificas para controlar dichas fuentes serían, de hecho creo que  lo están siendo, la clave para aplanar la curva.  Al no incorporar la evaluación de estas medidas selectivas,  los modelos matemáticos tienen que hacer comparaciones groseras  entre intervenciones muy globales: cierre de escuelas, porcentaje de  teletrabajo, aislamiento de personas mayores, prohibición de eventos  sociales, aislamiento de casos... sin contemplar tampoco la  combinación de medidas parciales en el marco de esas intervenciones  globales.
Los centros sanitarios y las residencias de ancianos han sido los dos focos nucleares de la infección, con un impacto terrible en número de casos y enfermos. Las medidas especificas para controlar dichas fuentes serían, de hecho creo que lo están siendo, la clave para aplanar la curva
Como conclusión, subrayaré que lo que necesitamos son datos epidemiológicos concretos y específicos sobre cómo y dónde se están produciendo los contagios. Los modelos matemáticos que estiman la velocidad de difusión de la enfermedad en una comunidad, en función de medidas amplias, deben considerarse información auxiliar.
el meollo de la cuestión
La razón más socorrida para defender el arresto domiciliario, a la que también se recurre en la “Danza y el Martillo” es que no había capacidad para realizar test masivos y para rastrear el rastreo de contactos, debido a la falta de recursos económicos y a la ausencia de una base industrial biomédica suficiente. Es lamentable que un gobierno progresista no lo haya reconocido pero, en todo caso, es una verdad a medias. La prioridad, tal y como nos han retransmitido los medio de comunicación sin descanso, ha sido perseguir y sancionar a los paseantes solitarios.
“La prioridad, tal y como nos han retransmitido los medio de comunicación sin descanso, ha sido perseguir y sancionar a los paseantes solitarios.”
Perdimos  el mes de febrero  sin desarrollar los recursos necesarios  para  evitar una intervención que podía crear más problemas de los que  solucionaba.  Y tampoco se hizo en marzo.  Hubo  empresas que espontáneamente empezaron a fabricar mascarillas o  respiradores, y universidades  que se ofrecieron  para realizar hasta 100.000 test diarios... y que recibieron la  callada por respuesta del Gobierno. Ya sabemos que a los gobiernos,  en general, les gusta más dar “martillazos” y  sacar  el ejército a la calle, que organizar una intervención sanitaria  efectiva, basada en la movilización ciudadana, y en la activación  de los recursos públicos. Aún así, hay diferencias en la  estrategia entre unas comunidades y otras, como ocurrió en Italia  entre las regiones de La Lombardia y El Véneto. En España, hay  indicios de que quienes desde el principio han dedicado más  esfuerzos a  la  localización de casos y de contactos, están  obteniendo  mejores  resultados  que las comunidades colindantes con las que tiene sentido  compararlas.
El  problema de evaluar la efectividad de los arrestos domiciliarios es  que hay que establecer qué conductas concretas son las responsables  de los efectos positivos. Hay que determinar cómo contribuye cada  restricción (los cálculos de los modelos matemáticos usan solo  aproximaciones sin fundamentos claros), porque esas conductas, las  realmente decisivas, no tienen por qué estar acompañadas de otras  medidas cuya aportación seria irrelevante.
No  se trata de no hacer nada. Simplemente, el arresto domiciliario es  excesivo y va a tener un balance costo/beneficio desfavorable frente  a otras estrategias basadas en medidas menos disruptivas para  mantener el distanciamiento físico. Además, es discutible la  previsión de escenarios catastróficos sin medidas enérgicas. Por  lo que sabemos, la curva habría empezado a ralentizarse en muchos  sitios cuando todavía no se habían puesto en marcha los  confinamientos. Esta es la impresión que se obtiene cuando se  consultan los datos país por país, bien sea en publicaciones  académicas, bien sea en la prensa  española. Las curvas de fallecimientos, y su correspondiente  número reproductivo, se aplanan en todos los lugares menos Estados  Unidos, donde persistió el ascenso inicial durante varias semanas  (probablemente debido a la aparición de focos geográficos  sucesivos).
Por lo que sabemos, la curva habría empezado a ralentizarse en muchos sitios cuando todavía no se habían puesto en marcha los confinamientos
LA “EPIDEMIA” DE CONFINAMIENTOS Y SUS RESULTADOS
La efectividad del arresto domiciliario sigue siendo cuestionada. Incluso en una revista prestigiosa como JAMA. Analizando la experiencia italiana, se afirma que sin datos fiables de incidencia y prevalencia, es difícil predecir los resultados de grandes medidas de salud pública como el arresto domiciliario. Y de nuevo se recuerda que al aumentar el contacto entre personas que conviven, es posible que aumenten las consecuencias sobre las personas mayores y sobre las vulnerables. Asimismo, se apunta a que la efectividad solo se conseguiría en un plazo de meses. Y, por ultimo, se comentan dos cuestiones sumamente interesantes. La primera, que puede resultar chocante para quienes olvidan el componente psicológico de una enfermedad, hace mención a que el estrés asociado al arresto domiciliario podría aumentar la vulnerabilidad al virus, sobre todo entre la población más frágil. Una segunda cuestión sería su caracterización, que en Italia, sugieren, habría sido una “medida ciega fruto de la desesperación”.
Posteriormente,  la adopción se habría generalizado debido a un efecto dominó:  ningún gobierno ha estado dispuesto a ser acusado de “tibieza”  ante la pandemia ni a ser responsabilizado por la perdida de vidas  humanas. Los arrestos domiciliarios y su “agresividad” han estado  basados en la combinación de ese doble temor y de ciertos apetitos  autoritarios. A estas alturas, es innegable que en casos como el  chileno se ha utilizado para desactivar la crisis social en marcha.
La adopción se habría generalizado debido a un efecto dominó: ningún gobierno ha estado dispuesto a ser acusado de “tibieza” ante la pandemia
Es  pronto para evaluar los resultados del arresto domiciliario, pero  comienzan a aparecer estudios que  dudan  desu  contribución  y en los que pueden leerse cosas como “Al  comparar la trayectoria de la epidemia antes y después del  confinamiento, no encontramos evidencia de ninguna discontinuidad en  la tasa de crecimiento, el tiempo de duplicación y las tendencias de  los números de reproducción. Extrapolando las tendencias de la tasa  de crecimiento previo al cierre, proporcionamos estimaciones del  número de muertos en ausencia de políticas de cierre, y mostramos  que estas estrategias podrían no haber salvado vidas en Europa  Occidental. También mostramos que los países vecinos que aplican  medidas de distanciamiento social menos restrictivas (en oposición a  la contención en la vivienda impuesta por la policía) experimentan  una evolución temporal muy similar de la epidemia”.
Los propios datos oficiales de nuestro país contradicen las permanentes declaraciones que dan por hecho que el descenso del número de casos y de los fallecimientos son consecuencia directa del arresto domiciliario de la población. Se intenta confundir a la opinión pública hablando de contagios en vez de casos. Recordemos que el test de diagnóstico no es positivo hasta unos días después del contagio, dependiendo de la dosis de virus recibida (carga viral inicial) y que entre el contagio y la aparición de síntomas pasan una media de seis días... que pueden llegar a ser once. En España, el test no se ha hecho ni siquiera con los primeros síntomas sino, en general, cuando el paciente acudía al hospital, es decir cuándo los síntomas se habían agravado. Esto parece que ocurre entre el días cinco y nueve tras el inicio de los síntomas, mientras que la muerte, cuando se produce, tiene lugar, de media, entre los días 21 y 28 días después del contagio. En síntesis: dice el Gobierno que el máximo de muertes se produjo el dos de abril (sobre 900), lo cual significaría que el pico de contagios se situó entre el cinco y el doce de marzo, es decir, antes del arresto domiciliario.
En síntesis: el Gobierno dice que el máximo de muertes se produjo el dos de abril (sobre 900), lo cual significaría que el pico de contagios se situó entre el cinco y el doce de marzo, es decir, antes del arresto domiciliario
Lo  anterior aparece reflejado en  la Actualización  nº 101 de la Enfermedad por el coronavirus  (Covid-19),  editada por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias  Sanitarias dependiente del Ministerio de Sanidad, y con datos  consolidados a las 21h del 9 de mayo. Dos de sus gráficas  (“Casos  de covid-19 confirmados por PCR totales, nuevos, incremento e  incidencia acumulada” y “Casos  diarios confirmados de covid-19 por fecha de inicio de síntomas, por  fecha de diagnóstico, y por fecha de notificación”), lo señalan  con poco margen de dudas. Todas  las curvas sugieren que el pico de contagios se alcanzó antes del  confinamiento, en torno a las primeras semanas de marzo, es decir  antes del arresto domiciliario.  Este último no aceleró  el descenso de casos y, por lo tanto, de contagios: la tendencia  sigue la pendiente que venía de antes e incluso sería dudoso si ese  descenso no pierde fuerza (¿contagios en domicilio?).
Por ultimo, y dado que se puede dudar de la codificación de la causa de la muerte, podemos recurrir al análisis del exceso de mortalidad (número de muertes que se han producido frente a las que esperables en virtud de la media de los últimos años por estas mismas fechas). Teniendo en cuenta que el covid-19 es la única circunstancia excepcional, podemos considerar que es la causa del significativo exceso de mortalidad que se ha producido. Un exceso que comienza el 24 de marzo y que alcanza el pico en los primeros días de abril para luego descender rápidamente. Nuevamente, los datos apuntan a que el pico de contagios se produjo en los primeros días de marzo y que para cuando comenzó el estado de alarma el catorce de marzo, ya estaban disminuyendo.
sanitariamente injustificado y políticamente reaccionario
El arresto domiciliario masivo español, cuya efectividad hemos puesto en entredicho, ha sido uno de los más drásticos y precoces de Europa. Posterior al italiano, donde la pandemia había golpeado con casi dos semanas de antelación, hoy es el día que no puede presumir de resultados sanitarios.
Es  por ello que me sumo al llamamiento para convertirlo en un espacio de  lucha. Tenemos  que evitar  que la epidemia y el miedo al contagio alimenten las actitudes  basadas en el sometimiento a la autoridad y en la aceptación del  papel redentor del Estado. En todo caso, es la ciudadanía, libre y  empoderada, quien ha de señalar a la clase política el camino a  seguir. Porque, si no, puede que después del martillazo venga la  danza pero, cuidado, no vaya a ser que esa danza sea macabra.
Coronavirus
        
            
        
        
No hay danza sin martillo
        
      
      El tiempo de confinamiento no es un tiempo muerto donde solo opera el poder sobre una masa de gobernados reducidos a la pasividad. Como todo tiempo, es tiempo de lucha. También en esta fase, la socialización de los saberes tecno-científicos va a ser crucial para la autodefensa y la autodeterminación de las masas.
Coronavirus
        
            
        
        
Confinamiento total: un golpe brutal e injustificado
        
      
      Si, en el peor de los casos, no tomamos buena cuenta de lo ocurrido, es probable que sea un avance de lo que vendrá en los próximos años: patógenos cada vez más contagiosos y letales. Debemos prepararnos para actuar rápidamente ante cualquier eventualidad epidemiológica, y eso pasa por cambiar nuestro modo de producción y de vida.
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