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Coronavirus
Los problemas que oculta el pasaporte covid
Después de casi dos años desde los primeros casos de Covid-19 en Wuhan, seguimos con muchas dudas y pocas certezas. Una de las pocas de las últimas es la importancia de la vacunación, que se ha demostrado como una herramienta de salud pública fundamental para controlar la pandemia, teniendo resultados muy buenos para disminuir tanto la mortalidad como los casos graves. Además de la vacunación, la pandemia nos ha enseñado la importancia de las medidas no farmacológicas, como la ventilación, el uso de la mascarilla o mantener la distancia en lugares cerrados.
Una de las medidas no farmacológicas que se han diseñado para reducir riesgos y fomentar la vacunación a nivel europeo es el denominado pasaporte covid. La falta de explicación de sus posibles beneficios y la imposición repentina del pasaporte han traído consigo descontento por parte de diversas capas de la población, y su efectividad no está del todo clara, especialmente por la heterogeneidad de usos que se le está dando.
En la mayoría de países europeos la oposición a estos pasaportes ha sido hegemonizada por la extrema derecha y el movimiento antivacunas. Es necesario que existan posiciones políticas críticas con estas medidas desde un marco distinto, de ampliación de derechos y libertades, garantizando la salud de la población y manteniendo un rigor científico.
El objetivo de este escrito es analizar las implicaciones sociales, éticas y políticas de la implantación de este pasaporte en el Estado.
Qué es el Pasaporte Covid
El pasaporte o certificado covid es una acreditación digital que demuestra que la persona que la posee se ha recuperado de covid recientemente, se ha realizado una prueba cuyo resultado ha sido negativo o ha sido vacunada con la pauta completa. Fue diseñado por la Unión Europea como forma de suprimir restricciones a la libre circulación, pero su uso ha ido poco a poco extendiéndose. Actualmente está siendo utilizado para fines diversos dependiendo del país, especialmente limitando la entrada a recintos de ocio y restauración, y como requisito para viajar; pero también, y de manera preocupante, puede limitar actividades de la vida diaria como el acceso al puesto de trabajo.
Coronavirus
Polémica en pandemia Las comunidades lo apuestan todo al pasaporte covid sin reforzar la sanidad
Antes de llevar a cabo una política de salud pública hay que estudiar si el contexto en el que se va a desarrollar es adecuado para obtener los beneficios buscados. Todas las medidas, queramos o no, tienen efectos perjudiciales, por lo que el balance riesgo beneficio debe ser positivamente claro.
La implantación del pasaporte Covid en países de nuestro entorno no ha evitado la sexta ola. Además, es previsible que el efecto positivo en el Estado español sea aún menor, debido a que nuestra tasa de vacunación es más alta
La implantación del pasaporte covid en países de nuestro entorno no ha evitado la sexta ola. Además, es previsible que el efecto positivo en el Estado español sea aún menor, debido a que nuestra tasa de vacunación es más alta. Un estudio publicado recientemente en The Lancet señala que el pasaporte covid no tiene efectos de aumento significativo de vacunación en contextos de gran cobertura vacunal como el nuestro. También apoyan esta hipótesis los datos de Euskadi, en los que la implantación del pasaporte no ha conseguido aumentar las tasas de vacunación. En la misma orientación iría el informe de la Ponencia de Alertas del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, divulgado en los medios de comunicación pero que no es de acceso público.
Una revisión publicada recientemente, que analiza las respuestas poblacionales al certificado, sugiere que el certificado puede tener efectos positivos y negativos, y que su uso para viajes internacionales es visto como favorable, mientras que para restringir otras actividades se percibe como no favorable.
Los riesgos potenciales
Como hemos visto, los beneficios de su implantación no están del todo claros, y podemos añadir que existe una larga lista de riesgos potenciales.
Para empezar, desde el punto de vista epidemiológico, poseer el pasaporte puede dar una falsa sensación de seguridad. La vacunación no evita la transmisión aunque la reduzca, y tampoco evita al 100% el riesgo de enfermedad grave
Para empezar, desde el punto de vista epidemiológico, poseer el pasaporte puede dar una falsa sensación de seguridad. La vacunación no evita la transmisión aunque la reduzca, y tampoco evita al 100% el riesgo de enfermedad grave. Prueba de ello son los altos niveles de ocupación de camas de cuidados intensivos que tenemos en la actualidad, algo que también se puede observar en países como el Reino Unido. Existe el riesgo de que la utilización del pasaporte provoque la relajación de medidas que sí funcionan, como el uso de la mascarilla y la ventilación.
Aquellos colectivos que hoy en día tienen problemas de acceso a los servicios sanitarios, o falta de confianza en las instituciones, como son las comunidades racializadas o los habitantes de barrios de bajo nivel socioeconómico, verán sus derechos recortados. Esta discriminación también se da con las personas provenientes de países con bajas tasas de vacunación, o de países que han sido vacunados con vacunas que no dan derecho al pasaporte covid (recordemos que muchos países de América Latina han sido vacunados con Sinovac, Sinopharm o Sputnik V, que no son reconocidas por la Agencia Europea del Medicamento). En una situación de desigualdad en el acceso a las vacunas, los pasaportes covid fomentan la discriminación y aumentan las desigualdades sociales ya existentes.
Además, el requisito del pasaporte para realizar actividades de la vida diaria supone una barrera tecnológica, que afecta en mayor medida a la población de mayor edad y de menor nivel educativo. Esto conlleva que las personas que no tienen un smartphone o que no consiguen descargar la aplicación móvil recurren a sus centros de salud, aumentando la carga burocrática del sistema, que ya está al borde del colapso.
A nivel político, la utilización del pasaporte covid oculta una incapacidad para atajar problemas mayores, como la enorme dependencia económica del Estado español de sectores como la hostelería y el turismo
Las consecuencias políticas
A nivel político, la utilización del pasaporte covid oculta una incapacidad para atajar problemas mayores, como la enorme dependencia económica del Estado español de sectores como la hostelería y el turismo. Este mismo pasaporte podría usarse para proteger a las personas más vulnerables, en entornos hospitalarios o sociosanitarios, en residencias, etc. y podría ser una herramienta útil; sin embargo, actualmente es una solución pensada para garantizar la acumulación de capital del sector hostelero y turístico, señalando la responsabilidad individual frente a la colectiva. Medidas como el cierre del ocio nocturno o la limitación horaria y de aforos tienen más evidencia científica de reducir los casos, pero tienen un coste político más alto.
Este tipo de medidas tienen un gran impacto en la clase trabajadora que trabaja en estos sectores, y en la situación actual otra cascada de ERTE sería dramática, debido a que el gobierno no ha aprovechado la crisis para reforzar los sistemas públicos y las redes de protección social. Es importante señalar que la debilidad de los servicios públicos no es una consecuencia de la pandemia, sino de la falta de valentía política para tasar a las grandes fortunas o enfrentarse al oligopolio eléctrico.
Supone también una oportunidad perdida no haber reforzado las redes de apoyo mutuo y las iniciativas de carácter comunitario que florecieron durante la pandemia, especialmente en el periodo de confinamiento. Este tipo de acciones y proyectos autogestionados tienen un gran potencial de cuidado colectivo, partiendo del territorio y sin necesidad de tutela por parte de las instituciones. En adelante deberían apoyarse y reforzarse, desde la independencia y sin intención de cooptar, ya que estas redes crean salud a nivel comunitario desde el conocimiento profundo de la situación de los barrios, pueblos y aldeas.
Por otro lado, y como señalaban acertadamente Ekaitz Cancela y Miguel Virizuela en El Salto, basar derechos y libertades en información de salud registrada a través de nuestros teléfonos móviles puede conllevar un peligro de aumento de la represión, creando sistemas discriminatorios en base a esta información, por ejemplo para obtener empleos o acceder a ayudas. También abre la puerta a que la gestión de la información se lleve a cabo a través de externalizaciones a empresas privadas, suponiendo de facto una mercantilización de datos de salud.
No se deben menospreciar estos escenarios, ya que experiencias que se plantean como temporales y excepcionales por la pandemia pueden llegar para quedarse.
Se mete en el mismo saco a las personas que tienen dudas con las vacunas, a los conspiracionistas, al movimiento antivacunas, a la extrema derecha ultraliberal, al movimiento libertario… Esto genera un clima de amigo-enemigo que enturbia el ambiente político
De qué no se está hablando mientras se habla de pasaportes
Otra de las consecuencias de la implantación del pasaporte covid es la polarización social, mediante la simplificación de posturas complejas y contradictorias. Se mete en el mismo saco a las personas que tienen dudas con las vacunas, a los conspiracionistas, al movimiento antivacunas, a la extrema derecha ultraliberal, al movimiento libertario… Esto genera un clima de amigo-enemigo que enturbia el ambiente político y deja en bandeja la instrumentalización del descontento a la extrema derecha. Lo hemos visto en Francia, en Reino Unido, y especialmente en Italia, donde las manifestaciones en contra del certificado Covid han terminado en ocasiones de forma violenta, destacando el asalto a la sede del Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL) en Roma por grupos fascistas el pasado 9 de Octubre.
Estos debates en torno a la adecuación o no del pasaporte covid pueden llevarnos a perder la perspectiva de problemas estructurales más importantes. En el Estado la cobertura vacunal no es el principal problema actualmente, sino el colapso de la Atención Primaria y de las unidades de Vigilancia Epidemiológica de Salud Pública. Después de décadas de recortes, y habiendo aguantado a duras penas la pandemia estos dos últimos años, se está llegando a un punto crítico. Es más necesario que nunca reforzar la sanidad pública, interviniendo la privada para poder realizar más pruebas de forma gratuita y asegurando que tanto la Atención Primaria como las Unidades de Salud Pública tengan los recursos necesarios para no sólo atender a todo lo relacionado con el covid, sino también el resto de patologías. Los contratos de personal realizados durante la pandemia deben estabilizarse, siguen siendo necesarios y no pueden priorizarse las restricciones frente al fortalecimiento del sistema.
En el Estado la cobertura vacunal no es el principal problema actualmente, sino el colapso de la Atención Primaria y de las unidades de Vigilancia Epidemiológica de Salud Pública
Tampoco hay que perder de vista que para defender la salud aquí, debe asegurarse un acceso universal a la vacunación. Mientras en Europa se administran terceras dosis y se vacuna a población infantil, en muchos países del sur global no han hecho más que empezar con primeras dosis a población de riesgo. Debemos liberar las patentes para que las vacunas puedan ser producidas en todo el mundo. Pero también debemos ir más allá, ya que la situación que se está viviendo con la pandemia es un reflejo del modelo farmacéutico imperante en las últimas cuatro décadas, y no una excepción. La codicia de los países del Norte y la industria farmacéutica provoca desabastecimientos en los países del Sur, en pandemias más silenciadas como la malaria o el VIH. Es necesario eliminar el sistema de innovación actual, basado en el racismo y el neocolonialismo.
Ante la situación actual de cobertura vacunal generalizada, y después de tanto tiempo realizando esfuerzos a nivel colectivo, podemos prever que la población tolerará menores restricciones por parte de las autoridades. El pasaporte covid es una herramienta de salud pública que puede servir en determinados contextos y acotado a situaciones concretas, pero su uso generalizado, sin transparencia con respecto a sus riesgos y beneficios, puede tener efectos no deseados.
El pasaporte covid es una herramienta de salud pública que puede servir en determinados contextos y acotado a situaciones concretas, pero su uso generalizado, sin transparencia con respecto a sus riesgos y beneficios, puede tener efectos no deseados.
Entre los más destacados están la falsa sensación de seguridad, suponer una barrera tecnológica para las poblaciones más vulnerables, y aumentar la discriminación y la desigualdad social tanto a nivel estatal como internacional. Este tipo de medidas de recorte libertades y derechos deben ser utilizadas de forma muy excepcional, y desde luego no para asegurar los beneficios capitalistas a costa del bienestar de las trabajadoras.
El colapso de la Atención Primaria y de los sistemas de rastreo, y la cada vez más vergonzante desigualdad en el acceso global a la vacunación, son los problemas más serios que han quedado sin resolver a pesar de ser una constante a lo largo de toda la pandemia, y por tanto los que deberían ser priorizados.
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Si alguien quiere estudiar como escribir un artículo haciendo equilibrismo, aquí tiene una prueba. Falta hablar de uno de los problemas más graves, la segregación en las aulas.
"Fue diseñado por la Unión Europea como forma de suprimir restricciones a la libre circulación".
No tiene nada que ver con "suprimir" restricciones, es un systema para gestionarlas.