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Contracultura
Sevilla quiere a Califato 3/4 y lo sabe
“¿Habrá que apurarse la latita antes de entrar no?”. No es normal escuchar eso a la puerta del Lope de Vega un viernes a la tarde noche. Los outfits de la calle se mezclan con algunos más arreglados, recordándonos que hoy se respira un ambiente diferente. Una vez dentro, las sillas rojas de terciopelo nos igualaban a todo el público, había quien no paraba de hacer fotos a los dorados del decorado y a la espectacular lámpara central del teatro al no estar acostumbrado a transitar estos espacios. Y no, no hablo de incultura o desinterés, hablo de que una entrada a 20-25 euros para un espectáculo es básicamente elegir qué tipo de público quieres que vaya a la propuesta. Pero hoy, hoy había que hacer el esfuerzo y quizá sacarlo de donde no lo hay.
Nunca me acostumbro a lo enigmático y electrizante que es el silencio de un teatro antes de empezar un espectáculo. Califato lo supo aprovechar muy bien con esa intro con declaraciones en medios de comunicación, mezcladas con electrónica, donde distintos políticos y políticas hablan de Andalucía desde el estereotipo de incultura. No es la primera vez que se hace una compilación sobre la andaluzafobia mediática: Mar Gallego en su proyecto de feminismo andaluz Como vaya yo y lo encuentre se hizo eco de esta reflexión que nos ha apelado a la población andaluza. Este discurso en medio del Lope de Vega nos hace recordar llenos de rabia en nuestros asientos, pero sin poder retener algunos gritos, por qué estamos ahí, por qué Califato ¾ está llenando este teatro. Nos recuerda esta Andalucía que somos y que se está narrando a sí misma, desde los márgenes y los barrios, desde la recuperación de memoria y despojándose de todos los estereotipos y las violencias que hemos vivido durante siglos.
Nos dejamos llevar por canciones que son una muestra de todas las Andalucías posibles que estamos rescatando, imaginando y construyendo colectivamente
Por eso cuando comienza “Çambra der Huebê Çanto” ya está todo el mundo motivado cantándola como un himno. A pesar de que el discurso de identificar una tierra oprimida con una madre nos abre una reflexión a muchas sobre la necesidad de buscar otros, hay que reconocer que cuando gritas “su nombre es Andalucía” a pecho partío puedes sobrellevar mejor las ganas de dejar en vergüenza a ese guiri que te llega a la Plaza Santa Isabel cuando estas con tus comadres destrozando canciones del canelita y te graba diciendo “this is flamenco gypsy from Andalusia”. Por favor, James, ubícate antes de venir.
Todos estamos un poco desubicados, escuchar tantos temazos que componen tu cotidianidad y no poder estar bailando es una experiencia nueva a la que no logramos acostumbrarnos. Pero nos dejamos llevar por canciones que son una muestra de todas las Andalucías posibles que estamos rescatando, imaginando y construyendo colectivamente. Las banderas del Sahara y del Pendón Verde nos recuerdan quiénes fuimos, quiénes somos, nuestras responsabilidades históricas y a dónde queremos mirar. En “Camino de Agmat” la banda nos recuerda la peregrinación de Blas Infante para ver la tumba del último rey andalusí a través de la electrónica y la psicodelia. Esta canción nos inyecta el deseo de hacer ese viaje para “llevar, por amor y pleitesía, una ramita de olivo y algo de hierbabuena”, según dejó escrito Blas Infante, el papichulo de la nación andaluza apodado así por Manuel Chaparro, el capataz de Califato. Una canción que sigue la genealogía de rescate de nuestra cultura andalusi que tenemos en nuestra historia como la canción de Lole y Manuel, “Almutamid”.
Rosana Pappalardo, frente flamenco de la banda, es un remolino de poderío y ternura en el escenario. Se le nota la frescura, la espontaneidad de esa escuela que es estar a gustito en la calle con tu gente y ponerte a cantar, pero también el esfuerzo y la pasión de quien sabe que cantar es un oficio. Pappalardo, junto a María José Luna, cantaora de referencia y peso, que colaboró durante todo el concierto y tuvo momentos magistrales, tuvieron un momento de compenetración con la “Guahira playera”, crítica con el turismo que retumbó en todo el teatro. También es destacable la colaboración en “Camelamos Naquerar” de Ebla, cantante que es un reflejo de las mixturas andalusies que se dan en el underground sevillano. Esta colaboración hace que la canción crezca en directo. Esta canción es un homenaje al espectáculo flamenco de Mario Maya que en 1976 reivindicó el silenciamiento, la persecución y la falta de derechos del pueblo gitano.
Califato ¾ no olvida de donde viene, porque se niega a abandonarlo
Califato ¾ no olvida de donde viene, porque se niega a abandonarlo, en esa “Alegríâ de la Alameda”, Manuel Chaparro, el capataz, nos recuerda qué supone la Alameda de Hércules para la historia del flamenco y las resistencias andaluzas. Que esté lleno de hoteles y se ha expulsado a los vecinos de la zona donde la niña de los peines se paseaba duele. Duele tanto que a Pappalardo y a Curro Morales se les quiebra la voz cuando cantan a pesar de ser unas alegrías como nos pasa a todos en nuestros asientos. Chaparro y Pappalardo aprovechan la ocasión para recordarnos que queda aún algo que resistir en ese barrio de sus amores a pesar de que el ruido de las maletas nos ensordezca muchas veces.
Llegó el momento que sabíamos irremediablemente iba a sacarnos de nuestros asientos aunque fuese por un rato. “El Crîtto de lâ Nabahâ”, ese tema heredero de la mezcla de DJ Karpin que se pinchaba en las raves de los dos miles y hasta los niños se lo pasaban en .mp3 en los colegios de Andalucía. Ese momento de hermandad es un reflejo de un despertar cultural que supone la recuperación de mucha simbología por parte de las disidencias y la gente de a pie. Buscando otras maneras de representar nuestros símbolos populares: la virgen de la Macarena puede estar al lado de la estrella tartésica, la Virgen del Rocío no tiene que ser siempre de oro puede ser de resina fluorescente, las sevillanas se pueden bailar con unas deportivas y las marchas de Semana Santa se pueden bailar con aspavientos y con las caderas. Porque son nuestras.
El grupo visiblemente emocionado, con lágrimas en los ojos, quiso hacerse un último homenaje a ellos y a todos. La remezcla breakbetera del himno de Andalucía que bailaron todos, incluido amigos y apoyos, en el escenario como tantas veces lo han hecho en raves compartidas. Esta imagen nos recuerda lo esencial de las Andalucías que queremos construir, una donde nos dejen ser como queremos ser, generando familias, apoyos y ternura en las calles de nuestra tierra.
Y así nos vamos, todo el Lope de Vega en pie con el puño en alto gritando eso de “Sea por Andalucía libre, LOS PUEBLOS y la humanidad”.